jueves, 30 de enero de 2020

Santa Lucía del Trampal

La iglesia Santa Lucía del Trampal de Alcuéscar se levantó durante el siglo VII y es el único edificio visigodo que se conserva al sur del Tajo; los otros templos fueron arrasados por los musulmanes tras la invasión de la península Ibérica en 711. De época visigoda son la cabecera, el crucero, el coro y parte de la nave principal; el resto del edificio se levantó en la Baja Edad Media en estilo gótico. Tras la desamortización de Mendizábal de 1836 cayó en el abandono y la ruina siendo utilizada como establo y refugio de pastores. En la década de los ochenta del siglo XX fue puesta en valor y restaurada.

Los ábsides y el crucero de la iglesia de Santa María del Trampal es lo más interesante de lo que se conserva de época visigoda.


La iglesia de Santa Lucía del Trampal debió formar parte de un complejo conventual. De época visigoda solo se conservan la cabecera y el crucero. La cabecera ofrece tres ábsides independientes, de planta rectangular, siendo el central de mayor tamaño que los laterales (la anchura de los ábsides es de 4 m., pero la profundidad del central es de 3,20 m. y la de los laterales de 2,40 m.). Delante de los ábsides se extiende el crucero de siete tramos, que sobresale más allá de los ábsides laterales; tiene una longitud de 16 m. Esta cabecera guarda similitud con la de la iglesia de San Juan de Baños de Cerrato y se ajusta a las necesidades litúrgicas establecidas tras el IV Concilio de Toledo de 633 en el cual se estableció que los sacerdotes oficiantes comulgarían en el altar, el clero en el coro y los feligreses en la nave principal. Delante del crucero hay un coro de pequeñas dimensiones. El espacio reservado a los creyentes se divide en tres naves de cuatro tramos; la nave central tiene una anchura doble a las laterales; sin embargo, la mayor parte de este espacio se reconstruyó en la Baja Edad Media en estilo gótico. Han desaparecido cuatro habitaciones laterales.

La iglesia de Santa Lucía del Trampal de Alcuéscar presenta tres ábsides independientes  de planta rectangular y desigual tamaño.


El ábside central albergaba un altar donde se celebraba la eucaristía; los ábsides laterales hacían las veces de sagrario y sacristía.

La cubierta de los ábsides y del crucero es de bóveda de cañón; en los ábsides descansa sobre los muros perimetrales de la iglesia; en el crucero está reforzada por arcos de herradura que descansan en doce columnas, seis a cada lado del crucero; estas columnas presentan fuste de cinco tambores y cimacio.

El crucero es un pasillo estrecho con seis columnas a cada lado que sostienen una bóveda de cañón reforzada con arcos de herradura. En los extremos del crucero se abren sendos vanos que lo iluminan.


Las cubiertas al exterior son de dos aguas en los ábsides, extremos y espacios intermedios del crucero a menor altura, coro y nave principal y a cuatro vertientes en los espacios del crucero que sobresalen en altura.

Los accesos a la iglesia son dos, están enfrentados y se disponen en los muros norte y sur.

Se sabe que los espacios interiores estaban separados por cancelas y barroteras por las hendiduras que se conservan en los muros y en el suelo.

La iluminación es escasa debido a que los vanos abiertos son estrechos, abocinados y con celosía; hay un vano en cada ábside, uno en cada extremo del crucero, uno en cada uno de los tres espacios del crucero que sobresalen en altura y tres a cada lado del muro perimetral.

La decoración escultórica adorna con roleos la imposta de los arcos.

Los materiales de construcción son el sillar en las esquinas y vanos y el sillarejo y la mampostería en el resto del edificio. Se sabe que muchos de los sillares son de época romana por las inscripciones que presentan.

La iglesia de Santa Lucía del Trampal debe su importancia al hecho de ser el único templo visigodo que se conserva al sur del Tajo tras producirse la invasión musulmana del Reino visigodo en 711.

jueves, 23 de enero de 2020

Cabeza de Cristo, de Jaime Cascalls

Jaime Cascalls (¿?-Berga, 1378) es uno de los escultores más destacados de la Escuela gótica catalana. Colaboró con el maestro Aloy en las esculturas de los sepulcros del Real monasterio de Santa María de Poblet, es autor del retablo de la iglesia de Cornellá de Conflect (1345), de la estatua conocida como San Carlomagno (1345) y de Cabeza de Cristo (hacia 1352); además, fue maestro mayor de la Seo Vieja de Lérida (1361) e intervino en la portada de los Apóstoles de la catedral de Santa María de Tarragona (1375).

Jaime Cascalls: Cabeza de Cristo, hacia 1352.
Estilo: Gótico.
Técnica: Alabastro policromado.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 28 x 20 x 25 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España.


Cabeza de Cristo presenta unas aristas irregulares en el cuello, lo que permite especular con la posibilidad de que hubiese pertenecido a un Cristo yacente de cuerpo entero ubicado en la capilla del Corpus Christi de la iglesia de San Agustín Viejo de Barcelona, como el de la iglesia de San Félix de Gerona, atribuido a Cascalls.

La pieza Cabeza de Cristo está realizada en alabastro policromado. Cristo presenta aspecto siríaco con cabello largo y ondulado, igual que la barba, ojos entornados y boca semiabierta, que deja ver los dientes, nariz afilada y pómulos marcados y fragmentos de la corona de espinas. Gotas de color rojo recorren el rostro asemejando sangre.

La escultura recoge el dolor sufrido por Cristo en la cruz y el momento exacto en el que perdió la vida. Llama la atención por su naturalismo y expresividad, consiguiendo un efectismo dramático muy depurado gracias al contraste cromático entre el alabastro y la pintura roja que imita la sangre producida por la corona de espinas.

Cabeza de Cristo pasa por ser la obra que mejor representa la etapa de madurez de Jaime Cascalls y una de las que mejor representan la plenitud de la estatuaria gótica por el fino dominio en el trabajo del alabastro y la expresividad que ofrece.

viernes, 17 de enero de 2020

Frontal de San Martín de Ix, del Taller de Seo de Urgel

Se sabe que el frontal de San Martín de Ix fue realizado hacia 1125-1150. Es, por tanto, contemporáneo del frontal de la Seo de Urgel, con el que guarda un parecido formal muy acusado, razón por la cual se atribuye su autoría al Taller de Seo de Urgel.


Taller de Seo de Urgel: Frontal de San Martín de Ix, hacia 1125-1150.
Estilo: Románico.
Técnica: Temple sobre madera de pino y hierro.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 90,5 x 155 x 6,5 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España.


El frontal de San Martín de Ix se estructura en tres frisos verticales de igual tamaño enmarcados por una moldura de hierro.

En el friso central aparece Cristo en Maiestas Domini dentro de un doble globo-madorla formado por dos círculos secantes de influencia carolingia. Mira de frente al espectador. Aparece sentado sobre el globo superior y los pies descansan sobre el inferior y el globo terráqueo, adornado con motivos vegetales, bendice con la mano derecha a la vez que sujeta una pequeña bola, símbolo del mundo, mientras que con la izquierda sostiene un libro cerrado, porta nimbo crucífero que sobresale del globo-mandorla y viste túnica con el interior blanco y el exterior rojo y verde y manto azul. A la izquierda aparece la letra Alfa y a la derecha la letra Omega en caracteres griegos, símbolo del principio y fin de la vida y el mundo. Los círculos que componen el globo-mandorla están divididos en bandas circulares de colores azul, dorado y rojo. El fondo del globo-mandorla es de color verde y el exterior rojo adornado con flores.

El friso lateral izquierdo está dividido en cuatro recuadros. En el superior derecho se identifica a san Martín de Tours como obispo, bendiciendo con la mano derecha y portando un báculo en la izquierda. Aparece acompañado por un discípulo suyo sin identificar, igual que las parejas de apóstoles de los otros recuadros.

El friso lateral derecho también está dividido en cuatro recuadros. En el superior izquierdo aparece un apóstol con una gran llave en la mano derecha, por lo que se le identifica con san Pedro. No se ha identificado al apóstol que le acompaña. En el recuadro superior derecho aparece san Martín de Tours rompiendo en dos su túnica para dársela a un pobre, o quizá a un cautivo por llevar una cadena atada a un palo. En los recuadros inferiores aparecen dos parejas de apóstoles portando libros o papiros.

Una banda separa los recuadros superiores de los inferiores. Sobre fondo negro se lee en letras blancas la leyenda latina SOL ET LUX SANCTORUM / MANEO IN PRECLARA HONORUM, que se traduce por “El Sol y la luz de los santos, permanezca en honor preclaro”.

La moldura de hierro que enmarca el frontal se compone de cuatro bandas que ofrecen temáticas muy distintas. La superior está recorrida por una hilera de rombos unidos por los vértices, la inferior por motivos vegetales estilizados, la izquierda por siete círculos que encierran figuras de águilas y leones entre motivos vegetales y la derecha por otros siete círculos entrelazados por motivos vegetales que encierran flores y frutos.

Los aspectos formales se ajustan a las características de la pintura románica:
  • Simetría bilateral, tomando como eje la figura de Cristo.
  • Perspectiva jerárquica, que sirve para indicar la importancia de las figuras. Jesús de Nazaret por ser el fundador del cristianismo es la figura de mayor tamaño. San Martín de Tours aparece en dos recuadros. El santo y san Pedro son las figuras más cercanas a Cristo.
  • Frontalidad, geometrización, hieratismo e isocefalia de las figuras, que no manifiestan sentimiento alguno. Su canon es alargado.
  • Los paños presentan dobleces antinaturalistas y carecen de textura, no se puede saber de qué tejido están hechos.
  • La línea se impone al color, es gruesa y negra, y sirve para delimitar los contornos.
  • El color es plano. La gama es escasa –azul, blanco, dorado, negro, verde y rojo– y carente de tonalidades, pero de un fuerte impacto simbólico: el azul representa la eternidad y la nobleza, el blanco la pureza, el dorado la Gloria, el verde la esperanza y el rojo la Pasión. El negro no cumple una función simbólica.
  • La luz es inexistente.
  • No hay espacio, el fondo es plano.
  • La decoración es escasa, sólo unas pocas cenefas en el fondo de cada registro.

La técnica utilizada ha sido el temple sobre tabla de pino enyesada y policromada al fresco, y al secco para precisar los detalles. Todo enmarcado por bandas de hierro.

El frontal de San Martín de Ix entró a formar parte de los fondos del Museo Nacional de Arte de Cataluña en 1889, procedente de la colección particular de Eduardo Bosch i Barrau.

viernes, 10 de enero de 2020

Museo Cerralbo

Enrique Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, (Madrid, 1845-1922), fue arqueólogo y coleccionista. A su muerte, donó al Reino de España sus colecciones a condición de que se mantuviesen “siempre reunidas (…) para el estudio de los aficionados a la ciencia y al arte”. El Reino de España aceptó la herencia del XVII marqués de Cerralbo por las Reales Órdenes de 10 de abril y 24 de septiembre de 1924 naciendo el Museo Cerralbo en Madrid.

El XVII marqués de Cerralbo adquirió más de 50.000 piezas de arte y arqueológicas en sus viajes por España, Europa y Asia y en las ferias de arte y coleccionismo celebradas en París.
  
Uno de los lienzos más célebres del Museo Cerralbo es San Francisco en éxtasis (1600-1605), de El Greco.


Los fondos del Museo Cerralbo se organizan en catorce secciones:
  • Armería. Contiene piezas de procedentes de Europa, América, Asia y Oceanía. Se muestran armas de fuego desde el siglo XVI al XIX. Las piezas más destacadas son las armaduras de guerra del Japón del siglo XVIII pertenecientes a samuráis.
  • Arqueología. Reúne piezas desde la Edad del Bronce hasta la Edad Media, con atención especial a las culturas mediterráneas. Destacan las cerámicas campaniformes tipo Ciempozuelos de la Edad del Bronce, cerámicas griegas de figuras rojas y de figuras negras, la Diana Cazadora procedente del yacimiento arqueológico romano de Clunia (Burgos) y restos de la iglesia prerrománica asturiana de San Miguel de Lillo.
  • Cerámica. Piezas de todo tipo comprendidas entre la Edad Media y el siglo XIX. Procedentes de las fábricas más célebres de España y Europa, desde las de Manises y Talavera hasta las de Sèvres, Wedgwood y Meissen, pero también de China y Japón.

De Mariano Salvador Maella es el dibujo Iugurta ante Mario datado entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.
  
  • Dibujos. Proceden de las escuelas española, francesa, italiana, holandesa y flamenca. Destacan los dibujos de Lucca Cambiasso, del siglo XVI, los de Pablo Decker, del XVII, los de Goya y Mariano Salvador Maella, del XVIII, y los de Máximo Juderías, del XIX.
  • Estampas. Abundan los grabados españoles, franceses, italianos y holandeses y los de temática arquitectónica, vistas de ciudades y religiosos.

La estampa Estudio de desnudo (1801) es de José López Enguídanos.

  
  • Escultura. Las piezas que se exhiben son de gusto ecléctico. Abundan los retratos, representaciones mitológicas y las tallas religiosas.
  • Fotografías. Se fechan entre 1855 y 1922. Se muestran negativos sobre placa de vidrio y positivos en papel. Se distinguen cuatro temáticas: fotografía familiar, de viajes, política y científico-arqueológica.
  • Libros. Reúne desde incunables del siglo XV hasta libros impresos a principios del siglo XIX. Abundan los propios de las especialidades de las que el XVII marqués de Cerralbo fue estudioso, numismática, historia del arte y arqueología.
  • Medallas. Las medallas conmemorativas más antiguas que se conservan son del siglo XVI.
  • Mobiliario. Se exhibe mobiliario de todo tipo, arcones, chimeneas, escritorios, espejos, lámparas, mesas, sillas, sillones, sofás, vitrinas y otros muebles.
  • Monedas. El XVII marqués de Cerralbo coleccionó más de 23.000 monedas. Las hay griegas, púnicas y romanas, bizantinas, merovingias, carolingias, de los reinos cristianos españoles, andalusíes y monedas modernas y contemporáneas europeas, americanas, asiáticas y africanas.
  • Pintura. Predominan las pinturas de contenido religioso, bodegones y retratos. Cabe citar San Francisco en éxtasis, de El Greco, del siglo XVI, Santo Domingo en Soriano, de Pereda, del XVII, y cuadros de Mariano Salvador Maella, Miguel Jacinto y Antonio González Velázquez, del XIX.
  • Relojes. Los hay de muy diversas tipologías, aunque todos son ingleses y franceses, de los siglos XVIII al XX.
  • Tapices. Los hay de los siglos XVI y XVII. Destacan los de temática heráldica.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Martínez Montañés

Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, 1568-Sevilla, 1649) se trasladó con su familia a Granada en 1578, donde comenzó su formación como escultor bajo la dirección de Pablo de Rojas. En 1582 se instaló en Sevilla y en 1588 obtuvo el título de maestro escultor de imaginería y ensamblador. Se le reconoce como el creador de la escuela sevillana de escultura barroca. Entre sus obras destacan imágenes como Cristo de la Clemencia (1606) e Inmaculada Concepción (1631) y los retablos del monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce (1613) y de la iglesia de San Miguel de Jerez (diseñado por Martínez Montañés en 1601 y concluido por Juan de Arce en 1655). Entre sus colaboradores hay que citar a los pintores Francisco Pacheco, Juan de Uceda y Baltasar Quintero, que se encargaron de la policromía de muchas de sus esculturas.
  
San Cristóbal con el Niño Jesús (1597) es la primera obra de Martínez Montañés que ha llegado hasta nuestros días.


Las características de la producción escultórica de Martínez Montañés son las siguientes:
  • Toda la producción es de temática religiosa, excepto el busto de Felipe IV para la estatua Felipe IV a caballo de Pietro Tacca.
  • La mayor parte de su producción fueron imágenes devocionales y retablos para la decoración de iglesias.
  • El material de trabajo preferido fue la madera policromada, pero también trabajó el marfil y el barro.
  • Sus esculturas son realistas.
  • La expresividad de sus imágenes es serena, pero se ajusta a los principios del Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma con el fin de exacerbar en el espectador los sentimientos religiosos. 

La carrera profesional de Martínez Montañés pasó por las etapas siguientes:
  • De formación, de 1579 a 1582.
  • Magistral, de 1582 a 1630.
  • Plenitud barroca, de 1630 a 1649.

La etapa de formación (1579-1582) se desarrolló en Granada a la sombra de Pablo de Rojas de quien adquirió el gusto por la expresión serena y las composiciones equilibradas. No se conservan obras de esta etapa.

La etapa magistral (1582-1620) se abre a su llegada a Sevilla, donde conoce a los escultores Gaspar Núñez Delgado, Andrés de Ocampo y Jerónimo Hernández. En 1588 consiguió el título de maestro escultor de imaginería y ensamblador. Puso en marcha la escuela sevillana de escultura barroca. Además, fue protagonista de tertulias culturales celebradas en la Casa de Pilatos o en la academia del pintor Francisco Pacheco, donde conoció a Velázquez y Alonso Cano. También se dedicó al estudio de la Biblia y de textos de santa Teresa de Jesús, fray Luis de Granada y san Juan de la Cruz, además de pertenecer a la agrupación religiosa Congregación de la Granda, que defendía la concepción inmaculada de la Virgen María, lo que le enfrentó en numerosas ocasiones a la Inquisición. De esta etapa es su obra maestra como Cristo de la Clemencia (1606).

Las primeras obras que se conservan de Martínez Montañés son San Cristóbal con el Niño Jesús (1597) de la iglesia del Salvador de Sevilla, de grandes proporciones y aspecto naturalista, concebida como paso procesional; San Jerónimo del retablo mayor del convento de Santa Clara de Llerena (1598), el túmulo de Felipe II (1598), del que realizó diecinueve esculturas, y el retablo de la capilla de San Onofre del convento de San Francisco de Sevilla (1604), hoy desaparecido.

Martínez Montañés se vio influido por Torrigiano en Santo Domingo penitente (1605). El santo aparece con el torso desnudo, el hábito caído formando amplios pliegues, en actitud penitente, dirige la mirada al crucifijo que sostiene con la mano izquierda, en la mano derecha sostendría un flagelo con el que se estaría azotando la espalda.
  
El Santo Domingo penitente, de Martínez Montañés, se inspira en el San Jerónimo penitente, de Torrigiano. 


El Cristo de la Clemencia se encuentra en la sacristía de los cálices de la catedral de Santa María de la Sede de Sevilla. Se inició en 1603 y se finalizó en 1606. Representa a Jesús de Nazaret crucificado, pero aún vivo. Está sujeto a la cruz con cuatro clavos, uno en cada mano y pie, aunque la pierna derecha se cruza al modo del Cristo de tres clavos. La cabeza es prodigiosa: está inclinada hacia su hombro derecho; con corona de espinas; la mirada hacia abajo, directa al creyente que se sitúe delante de él, en un plano inferior; y la boca se presenta entreabierta. La sangre se limita a las heridas de manos y pies y a la que se derrama desde la corona a rostro y pecho. No aparece la herida en el costado. El paño de pureza se recoge en un nudo hacia su lado derecho; sus pliegues son de pequeño tamaño, pero sirven para crear un juego de luces y sombras. El estudio anatómico es perfecto en las formas y comedido en la tensión muscular. La expresión del dolor es contenida y serena. Del estofado y la encarnación, en tono mate, se encargó Francisco Pacheco. El Cristo de la Clemencia es manierista si se atiende a su canon alargado, pero barroco en el mensaje y forma de transmitirlo. Cristo dialoga con el creyente en torno al perdón: quien se le acerca lo hace para pedirle perdón, que lo recibe como prueba del amor misericordioso que el Señor tiene hacia sus hijos. 

Cristo de la Clemencia o Cristo de los cálices (1606) es la primera obra maestra de Martínez Montañés. 


El retablo mayor del monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce se inició en 1609 y se finalizó en 1613. Consta de banco, dos cuerpos y ático. La calle central está ocupada por las tallas de san Jerónimo y san Isidoro, las entrecalles por relieves que narran la vida de Jesús de Nazaret y el ático por un relieve de la Asunción y un Calvario. El retablo está flanqueado por las estatuas de los fundadores del monasterio, Alonso Pérez de Guzmán y María Alonso Coronal. Martínez Montañés contó con la ayuda de Juan de Mesa y Francisco de Ocampo. 

El retablo mayor del monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce (1613) es uno de los muchos retablos que realizó Martínez Montañés. 


San Francisco de Borja (1624) en la iglesia de la Anunciación de Sevilla es una imagen de candelero para vestir. El santo contempla un cráneo, símbolo de la muerte, que portaba en la mano izquierda, mientras con la derecha sostiene una cruz, símbolo de la vida eterna.

De esta etapa son Niño Jesús bendiciendo de la iglesia del Sagrario de Sevilla (1606), retablo mayor del convento de la Concepción de Lima (1607), retablo de san Juan Bautista de la iglesia de la Anunciación de Sevilla (1622) y retablo mayor del convento de Santa Clara de Sevilla (1626).

En la etapa de plenitud barroca (1630-1649) Martínez Montañés no abandona las composiciones equilibradas ni la serenidad, pero supo crear estereotipos barrocos como el de Inmaculada Concepción (1631), su obra maestra, que se ajusta a los principios contrarreformistas y a la presentación y defensa del misterio de la concepción virginal de María, madre de Dios. 

La Inmaculada Concepción de la catedral de Santa María de la Sede de Sevilla (1631) le sirvió a Martínez Montañés para transmitir la idea de la concepción original de la Virgen María. 


La Inmaculada Concepción preside el retablo homónimo de la capilla de los alabastros de la catedral de Santa María de la Sede de Sevilla. La Virgen María aparece de pie sobre un pedestal compuesto por una nube, una media luna y tres ángeles. Se la representa en su juventud; la mirada se dirige hacia el suelo en señal de obediencia hacia el Señor, en actitud orante con las manos unidas por los dedos delante del pecho; el cabello está suelto peinado con raya en medio, lo que simboliza la pureza de la Virgen; el rostro es nácar. La Virgen está coronada por doce estrellas, que simbolizan el apostolado y las tribus de Israel. Se apunta un tímido contraposto al avanzar la rodilla izquierda. Aparece vestida con túnica y manto, que recoge con las manos, creando unos pliegues angulosos. La policromía original fue de Baltasar Quintero, que eligió el blanco para la túnica y el azul para el manto, sin embargo, la policromía actual es de 1779. Con la Inmaculada Concepción de la catedral de Santa María de la Sede de Sevilla Martínez Montañés fijó un estereotipo de Virgen María que quedó incrustado en el imaginario de la ciudad de Sevilla y del Barroco español.

El retablo mayor de la iglesia de San Miguel de Jerez de la Frontera lo iniciaron en 1601 Martínez Montañés, Juan de Oviedo el Joven y Gaspar de Águila, en 1638 los cuatro cuadros de las calles laterales fueron sustituidos por relieves ejecutados por José de Arce y en 1643 Martínez Montañés finalizó su participación en la ejecución del retablo. De Martínez Montañés es el diseño del retablo y las esculturas Ascensión (1638), Batalla de los ángeles (1641) y Transfiguración (1643). Juan de Arce terminó el retablo en 1655. 

El retablo mayor de la iglesia de San Miguel de Jerez de la Frontera es uno de los más característicos de Martínez Montañés.


Otras obras de esta etapa son San Bruno (1634), el busto de Felipe IV para la estatua Felipe IV a caballo de Pietro Tacca (1635), San Juan Evangelista (1637) y San Juan Bautista (1638).

Martínez Montañés falleció en 1649 víctima de la peste que asoló Sevilla.

A Martínez Montañés se le debe haber creado la escuela sevillana de escultura barroca y haber fijado en el imaginario español los modelos de Cristo crucificado y de la Virgen inmaculada. Entre los discípulos de Martínez Montañés hay que citar a Alonso Cano y Juan de Mesa.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Santa Marta de Tera

La iglesia de Santa Marta de Tera se encuentra en la localidad homónima y data de 1077. Se trata del templo románico más antiguo de la provincia de Zamora. Se desconoce su arquitecto.

Desde el exterior se aprecia la diferencia de volúmenes del crucero, el transepto y la cabecera de la iglesia de Santa Marta de Tera.  


Se edificó sobre los restos de un templo mozárabe, lo que explica que las líneas de la cabecera sean rectas, los arcos de los vanos del brazo del transepto tengan forma de herradura y el uso de modillones para sostener la cubierta.

Tiene planta de cruz latina, con una nave de tres tramos, transepto y ábside cuadrangular; el crucero destaca en altura sobre el resto de la iglesia y la cabecera es el espacio de menor altura. Las dimensiones de la nave central son 29 x 8 m. y la del transepto de 18 x 8 m. La cubierta de la nave central es de bóveda de arista, la del transepto y el crucero una armadura de madera y la de la cabecera una bóveda de medio cañón; la cubierta al exterior es a dos aguas sobre modillones. El nártex es renacentista y data del siglo XVI.

La cubierta de la cabecera de Santa María de Tera es de bóveda de cañón.


El elemento más llamativo de la iglesia de Santa Marta de Tera es la cabecera; en el exterior la enmarcan dos columnas rematadas por capiteles sobre los que descansan pilastras-contrafuertes adosadas; tres arcos articulan el muro, el central hace las veces de vano gracias a una aspillera, sobre él se dispone un óculi; resaltan las molduras de ajedrezado jaqués, que también recorre los muros de la nave y el transepto. De los capiteles el más llamativo es aquel que está decorado con el tema de la Ascensión de Cristo, que se ilumina en los equinoccios. En el exterior uno de los capiteles está decorado con el tema de la Epifanía.

La iglesia cuenta con tres portadas: sur, poniente y norte. La sur presenta tres arquivoltas que descansan sobre dos pares de columnas y un par de pilastras; los capiteles están deteriorados, pero en uno de ellos se distinguen las figuras de dos animales fantásticos mitad sirena mitad pájaro, con una pareja de dragones en el cimacio. En la  portada de poniente se reconocen las imágenes de Santiago peregrino y san Pablo. En el acceso norte se distingue una imagen de san Judas Tadeo.

La fábrica de la iglesia es de sillares de gran tamaño.

 La imagen de Santiago peregrino es una de las que adornan la portada de poniente de la iglesia de Santa Marta de Tera.


La iglesia de Santa Marta de Tera debe su importancia artística a ser un caso único, es de estilo románico con reminiscencias mozárabes.

viernes, 29 de noviembre de 2019

El entierro del conde de Orgaz, de El Greco

El Greco (Candia, Creta, 1541-Toledo, España, 1614) inició su carrera artística pintando iconos de estilo tardobizantino; entre 1567 y 1570 vivió en Venecia, donde estudió a Tiziano, Tintoretto y Veronés; y entre 1570 y 1577 en Roma, relacionándose con el círculo del cardenal Farnesio y estudiando a Miguel Ángel. En 1577 se instaló en España, en la ciudad de Toledo, donde pintó sus mejores lienzos por encargo de la Iglesia. Sus mejores cuadros son los retratos y los religiosos, de entre los que hay que citar El expolio (1579), El martirio de san Mauricio y la legión tebana (1582), El entierro del conde de Orgaz (1587) y La adoración de los pastores (1614).

El Greco: El entierro del conde de Orgaz, 1587.
Estilo: Manierismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 480 x 360 cm.
Iglesia de Santo Tomé, Toledo, España.


Andrés Núñez de Madrid, párroco de la iglesia de Santo Tomé de Toledo, encargó a El Greco en 1586 la realización del cuadro El entierro del señor de Orgaz por la cantidad de 1.200 ducados.

El Greco se ajustó al contrato, que estipulaba que habría de reproducir el milagro habido durante el entierro de don Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de Orgaz y conde a título póstumo desde 1522. El entierro tuvo lugar en 1323. El milagro consistió en el descendimiento desde el cielo de san Agustín y san Esteban con el fin de ser ellos los que enterrasen al señor de Orgaz; era la manera de distinguirle por encima del resto de mortales y presentarlo como un modelo de comportamiento a imitar; ya en vida fue tenido como una persona devota de los santos y generosa con los pobres.

El lienzo se divide en dos niveles: el terrenal en el plano inferior, donde se recoge el momento en el que san Agustín y san Esteban proceden a sepultar al señor de Orgaz; y el celestial en el superior, donde se observa el ascenso al cielo del alma del difunto.

El Greco situó en el nivel inferior de El entierro del conde de Orgaz la escena del milagro del sepelio del noble con la participación de san Agustín y san Esteban, pero también hace las veces de galería de retratos de las personalidades ilustres de la ciudad de Toledo de finales del siglo XVI.


La escena del entierro ocupa el centro del primer plano del nivel inferior. El conde de Orgaz aparece inerte, vestido con armadura de acero bruñido y gola blanca. Le sostienen san Agustín, uno de los padres de la Iglesia, vestido de obispo, con mitra y casulla, en la que aparecen bordadas las imágenes de san Pablo, Santiago el Mayor y santa Catalina de Alejandría, y san Esteban, primer mártir de la Iglesia, vestido con dalmática diaconal en la que aparece bordada la escena de su martirio; ambos santos se ayudan de un lienzo blanco para sostener al conde de Orgaz. A la izquierda aparece un niño vestido de negro, arrodillado mirando al espectador; lleva un papel que le sirve a El Greco para firmar e identificar al niño como su hijo Jorge Manuel, ya que en el papel se lee “Domenico Theotocopuli 1578”. A la derecha aparecen don Pedro Ruiz Durón, ecónomo de la iglesia de Santo Tomé, como sacerdote vestido con roquete transparente, contemplando el ascenso al cielo del alma del difunto, y don Andrés Núñez de Madrid, sacerdote de la iglesia de Santo Tomé, el cual está pronunciando el responso; entre ambos don Rodrigo de la Fuente, beneficiado de la iglesia de Santo Tomé, porta una cruz procesional; en el otro extremo aparecen frailes conversando, uno franciscano, otro agustino y otro dominico El resto de figuras son caballeros, muchos son personas ilustres de la nobleza toledana, otros son clérigos y letrados, más dos caballeros de la Orden de Santiago, todos con una expresión particular, pero con el denominador común del respeto por estar asistiendo a un funeral; se han reconocido a algunos de ellos: el primero por la izquierda es Juan López de la Quadra, mayordomo de la iglesia de Santo Tomé, a la izquierda del caballero de la Orden de Santiago y mirando al espectador aparece El Greco autorretratado, y los más próximos al sacerdote vestido con roquete se reconocen al arquitecto Alonso de Covarrubias, Francisco de Pisa, erudito especialista en la vida del conde de Orgaz, y Diego de Covarrubias, eclesiástico y jurista. A quien apuesta por identificar entre los retratados al escritor Miguel de Cervantes. Los caballeros visten a la moda española del momento, de terciopelo negro. El niño y algunos de los personajes portan cirios de gran tamaño. El Greco recurre al recurso de dirigir la mirada de algunos de los personajes hacia el espectador para integrar a este en el cuadro.

El Greco sitúa en el nivel superior de El entierro del conde Orgaz el ascenso al cielo del alma del noble.


El eje vertical del nivel superior lo marca la línea del ángel que eleva al cielo el alma del conde de Orgaz y Dios en lo más elevado. El Señor aparece como gran Juez y actitud gloriosa, vestido de blanco para representar la pureza y rodeado de una luz amarilla que representa la resurrección y la gloria. A sus pies se reconocen, a la izquierda la Virgen María, vestida de azul y rojo, simbolizando la eternidad y la Pasión, y a la derecha san Juan Bautista, ambos como intercesores ante Dios Todopoderoso, de hecho, la Virgen recoge el alma del conde de Orgaz para presentarla al Señor y san Juan Bautista aparece suplicante ante Dios para conseguir de este que salve el alma del difunto. En el lado de la Virgen se reconoce a san Pedro, que porta las llaves del cielo, y personajes del Antiguo Testamento, el rey David con el arpa, Moisés con las tablas de la ley y Noé con el arca. En el lado de san Juan Bautista aparecen los bienaventurados mirando al Señor, el apóstol Pablo con la espada de su martirio, Santiago el Mayor como peregrino, santo Tomás con la escuadra de arquitecto y el rey Felipe II, aún vivo, es una manera de reconocerle por encima del resto de los mortales por desarrollar una política decidida de defensa del catolicismo y la manera que tuvo El Greco de manifestar la ausencia de resentimiento hacia él aunque le apartase años atrás de la decoración del Real monasterio de San Lorenzo del Escorial; también se adivinan las figuras de María Magdalena, Marta y san Esteban. La distribución de los ángeles sigue una disposición ascendente con arreglo a la jerarquía propuesta por san Agustín; es decir, ángeles, cercanos a los hombres y de aspecto humano, serafines y querubines, próximos a los seres espirituales y representados como pequeños amorcillos, y tronos y potestades, junto al Señor, amorfos y  representados con manchas de color difuminadas.

El entierro del conde de Orgaz ofrece las siguientes características formales:
  • Luz de apariencia artificial y distribuida para llamar la atención sobre las figuras y personajes que El Greco considera principales, Dios, el alma del conde de Orgaz y este.
  • Colores en tonos brillantes y metálicos.
  • Composición dinámica.
  • Alargamiento de las figuras hasta un canon de 12 o 13 cabezas.
  • Figuras recortadas.
  • Figuras serpentinatas para ofrecer mayor movimiento.
  • Predominio del color sobre la línea para definir las formas.
  • Horror vacui no dejando espacios vacíos de figuras.
  • Agolpamiento de las figuras hacia el primer plano.
  • Complejo desarrollo escenográfico con arreglo al también complejo programa teológico e iconográfico del cuadro.

Por todo ello, El entierro del conde de Orgaz está considerado como la obra maestra de El Greco y del manierismo español y una de las de todos los tiempos, que hizo de El Greco uno de los grandes genios de la pintura universal.