viernes, 25 de enero de 2019

Catedral de Santa María y San Julián de Cuenca

La construcción de la catedral de Santa María y San Julián de Cuenca se inició en 1196 y se concluyó en 1257; el altar mayor se consagró en 1208. La obra recibió el impulso de Leonor de Plantagenet, esposa de Alfonso VIII de Castilla (rey, 1158-1214), lo que explica la influencia normanda en sus formas a imitación de las catedrales de Sasson, Laon y París.

La catedral de Santa María y San Julián de Cuenca es la primera catedral gótica de España. Su fachada presenta tres portadas de acceso a otras tantas naves. En 1902 se derrumbó la Torre del Giraldo y en 1910 Vicente Lampérez reconstruyó la fachada en estilo neogótico eliminando los elementos barrocos añadidos en siglo XVIII.


La catedral de Santa María y San Julián de Cuenca presenta en planta tres naves en el brazo principal, la central doble en anchura que las laterales; los tramos son cuatro, los dos primeros la mitad en tamaño que los otros dos siguientes y cubiertos con bóveda cuatripartita, los otros dos lo están con bóveda sexpartita. La nave del crucero consta de cuatro tramos cubiertos con bóveda sexpartita. El crucero es octopartito y sirve de apoyo a la Torre del Ángel. Hacia la cabecera se prolonga la nave principal en dos tramos cubiertos con bóveda sexpartita. Está flanqueada por dos naves laterales de distinta longitud. En un principio la cabecera estaba cerrada por cinco ábsides escalonados, pero la reforma del siglo XV la alteró añadiendo una doble girola, que alterna espacios cuadrados y triangulares, lo que explica que la cabecera se presente hipertrofiada. El ábside heptagonal central es el original.

La catedral de Santa María y San Julián presenta una cabecera hipertrofiada como se muestra en planta. Se distingue la planta original y la actual, del siglo XV.


Del exterior de la catedral de Santa María y San Julián de Cuenca destaca la fachada, obra neogótica de Vicente Lampérez llevada a término en 1910, que sirvió para eliminar los elementos barrocos añadidos en el siglo XVIII. Presenta un primer cuerpo formado por tres accesos de arco apuntado, el central dividido en dos por un parteluz, un segundo piso con tres arcos apuntados, el central ocupado por un rosetón, que sirve para iluminar la nave central, y dos laterales, y un tercer piso ocupado por una galería de arcos apuntados y una estatua de san Julián, bajo dosel; los pisos segundo y tercero están flanqueados por torres. Otro elemento importante del exterior de la catedral es la Torre del Ángel, de dos cuerpos, el primero con ventanal bíforo y mainel en cada cara y el segundo con cuatro arcos apuntados en cada cara. Los ventanales de la nave central son circulares sin tracería y los de las naves laterales con tracería polilobulada.

El coro se ubica en medio de la nave principal lo que impide una visión de conjunto desde los pies a la cabecera. De la construcción original el elemento más llamativo de los que se conservan es el ábside central, los laterales fueron eliminados en el siglo XV para construir la doble girola, que se ajusta al gótico final, cubiertas con bóvedas estrelladas, que se apoyan en columnas finas sin apenas capitel. El primer piso del ábside presenta arcos muy apuntados y el segundo de medio punto; la cubierta es sexpartita. En toda la catedral  se combinan como elementos de apoyo los pilares cilíndricos encapitelados y los fasciculados con columnillas. El alzado de la catedral presenta un piso de arcos y un segundo en el que se han fundido el triforio y el claristorio; en él se han abierto óculos para dejar entrar la luz, delante hay una estructura de doble arco trilobulado, tracería circular envuelta por un arco apuntado. Los arcos y los capiteles están decorados con esculturas de temática muy variada: zigzag, vegetal y zoomórfica.

Vista interior de la nave central de la catedral de Santa María y San Julián de Cuenca. En el segundo piso se funden tribuna y claristorio.


La catedral de Santa María y San Julián de Cuenca presenta doble girola. Se construyó en el siglo XV en estilo gótico pleno.


La importancia de la catedral de Santa María y San Julián de Cuenca radica en ser la primera catedral gótica de España, de influencia normanda, anterior al gótico clásico.

viernes, 18 de enero de 2019

Virgen de Ger

No se conoce al autor de la Virgen de Ger, pero sí que se realizó en la segunda mitad del siglo XII para la iglesia parroquial de Santa Coloma de Ger. Es una de las piezas más características del estilo románico.

Anónimo: Virgen de Ger, segunda mitad del siglo XII.
Estilo: Románico.
Técnica: Madera tallada y policromada.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 51,8 x 20,5 x 15,5 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España.


La Virgen de Ger se trata de una escultura exenta sedente de carácter devocional. La Virgen y el Niño aparecen representados como Theotronos o Virgen como trono de Dios y Sedes Sapientae o Trono de la sabiduría. La escultura se compone de dos bloques, la Virgen y el Niño, esculpidos por separado, policromados y luego integrados. La Virgen aparece sentada en un trono bajo con los brazos extendidos y apoyados en sus piernas; rostro alargado, ojos almendrados y mirada perdida en el infinito; viste una túnica verde y un manto rojo decorado con flores amarillas, que le cubre la cabeza. El Niño aparece sentando en el regazo de la Virgen; viste de magistrado romano, con túnica roja decorada con flores amarillas y manto amarillo; bendice con la mano derecha y con la izquierda sujeta un libro en el que se lee “EGO SUM”, es decir, “Yo soy”. La Virgen y el Niño han perdido las coronas que portaban.

Hay tres mensajes claros: el primero aparece escrito, “EGO SUM”, que se completaría con otras dos palabras “LUX MUNDI”, es decir, “Yo soy la luz del mundo”; el segundo a través de la disposición de la Virgen y el Niño: la Virgen aparece sentada en un trono para manifestarse como madre de Dios y reina, el Niño también aparece sentado, en el regazo de la Virgen, que hace las veces de trono para que el Niño sea visto como Dios y rey; y el tercero se vale de colores bien elegidos: el verde representa la esperanza, el rojo la Pasión y el amarillo la Gloria, es decir, el Niño sufrirá la Pasión, morirá y resucitará.

Las características formales se ajustan a las del estilo románico: antinaturalismo, hieratismo, verticalidad, simetría y falta de comunicación entre la Virgen y el Niño.

Dentro de la imaginería románica la Virgen con el Niño fue uno de los dos temas principales de la escultura exenta junto al Cristo crucificado.

La primera localización de la Virgen de Ger fue la iglesia parroquial de Santo Coloma de Ger, en 1925 se trasladó al Palacio Episcopal de Urgel y en 1958 al Museo Nacional de Arte de Cataluña.

sábado, 12 de enero de 2019

Cristo crucificado, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Francisco Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, desnudos, históricos, mitológicos, paisajes, religiosos y retratos. Entre los religiosos hay que citar Cristo crucificado (hacia 1632), pintado durante la segunda etapa madrileña (1631-1649). El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: Cristo crucificado, hacia 1632.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 248 x 169 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


Aún se duda acerca de quién encargó a Velázquez que pintase Cristo crucificado para el convento de las hermanas benedictinas de San Plácido en Madrid. Unos atribuyen el pedido al rey Felipe IV una vez se arrepintió por haberse enamorado de una de las monjas de dicho convento. Otros consideran que el encargo lo realizó don Jerónimo de Villanueva, protonotario del Reino de Aragón, para demostrar su ortodoxia católica y distanciarse de un grupo de judíos portugueses con el que se le relacionaba.

Cristo se presenta crucificado, sujetado a la cruz con cuatro clavos, desnudo, frontal al espectador, brazos levantados por encima de los hombros, con la cabeza ladeada hacia su derecha, inclinada hacia abajo, con corona de espinas, nimbo, cabello largo y barbado, y un mechón cubriéndole la mitad derecha del rostro; la nariz es recta; el paño de pureza es escueto; los pies descansan sobre una peana. No hay detalles cruentos. En la parte superior de la cruz hay una cartela en la que se lee en hebreo, griego y latín “Jesús de Nazaret rey de los judíos”. El fondo es neutro.

Velázquez presentó a Cristo sujeto a la cruz con cuatro clavos por influencia de Francisco Pacheco, su maestro y suegro, y santa Brígida. Sin embargo, a diferencia del escultor Martínez Montañés en Cristo de la Clemencia (1606), Velázquez colocó a Cristo sobre una peana con las piernas y los pies casi en paralelo, con un ligero contrapposto hacia la cadera derecha.

Presentar a Cristo en la cruz, en soledad, sin acompañamiento narrativo, tiene como objeto no distraer al espectador y despertar en él la devoción hacia Dios.

Velázquez, tras estudiar a los pintores renacentistas en su primer viaje a Italia (1629-1631), presenta un Cristo crucificado sereno, sin detalles cruentos.

La paleta de colores es escasa, con predominio del blanco para el paño de pureza, castaño para el cabello de Cristo y la cruz, encarnado pálido para la piel y gris verdoso para el fondo del cuadro.

Velázquez se valió del color para crear las formas y los volúmenes. El modelado es suave. En este sentido, el color se impone al dibujo.

La luz es suave y se proyecta desde el lado izquierdo, recibiendo más luz la mitad superior del cuerpo de Cristo.

Cristo crucificado, de Velázquez, perteneció primero al convento de las hermanas benedictinas de San Plácido en Madrid, Godoy lo compró para su esposa, la condesa de Chinchón, en 1804, en 1828 pasó al duque de San Fernando de Quiroga, quien lo regaló al rey Fernando VII. Por último, este lo donó al Museo Nacional del Prado en 1829.