Francisco de
Goya
(Fuendetodos, España, 1746-Burdeos, Francia, 1828) se formó como pintor en el taller de José
Luzán (1760-1761), en la Real Academia de Bellas de San Fernando (1763-1766),
en Roma (1770-1771) y con Francisco Bayeu a su regreso a España. Destacó como
cartonista, grabador y pintor; como cartonista en la Real Fábrica de Tapices de
Santa Bárbara (1775-1792); como grabador con sus series Los Caprichos (1799), Los Desastres de la Guerra (1815) La Tauromaquia (1816) , Los Disparates o Proverbios (1820-1823) y Los toros de Burdeos (1825); y como pintor
desarrolló los más diversos géneros: religioso con los frescos
de la iglesia de San Antonio de la Florida (1789), patriótico con El dos de mayo de 1808 en Madrid y El
tres de mayo de 1808 en Madrid, ambos de 1814, y el retrato con Los duques de Osuna y sus hijos (1788), La duquesa de Alba (1795) y La condesa de Chinchón (1800) y La familia de Carlos IV (1800-1801).
Entre su producción más singular se cuentan las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo en Madrid (1820-1823). Fue
nombrado pintor del rey en 1786 y de cámara en 1789.
En carta de 24 de febrero de 1814 Goya
hizo saber al Consejo de Regencia, presidido por el infante cardenal de Toledo
don Luis de Borbón y Vallabriga, “sus ardientes deseos de perpetuar por medio
del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa
insurrección contra el tirano de Europa”. La propuesta fue aceptada y la
Tesorería Mayor financió el proyecto.
El hecho que muestra Goya en el lienzo El tres de mayo de 1808 en Madrid son los
fusilamientos llevados a término por orden del general francés Murat aquella
madrugada en la montaña de Príncipe Pío. En la víspera el pueblo de Madrid se
levantó contra la ocupación francesa de España y el secuestro del infante don
Francisco de Paula para llevarlo a Francia.
Francisco de
Goya: El tres de mayo de 1808 en Madrid,
1814.
Estilo:
Romanticismo.
Técnica: Óleo
sobre lienzo.
Temática:
Histórica.
Dimensiones: 268
x 347 cm.
Museo Nacional
del Prado, Madrid, España.
Goya estructura el lienzo sobre dos
diagonales, la de los soldados franceses y la de los héroes españoles, ambas
separadas por la linterna, que sirve de foco de luz.
Los soldados franceses son presentados
como una máquina de asesinar inocentes. No muestran su rostro al espectador, al
que le dan la espalda y están listos para disparar los fusiles. Por el uniforme
se sabe que pertenecían al Batallón de Marineros de la Guardia Imperial.
Los héroes españoles
muestran dignidad ante la muerte. Se organizan en tres grupos: los que ya han
sido asesinados están tendidos en el suelo y su sangre se derrama hacia la luz;
los que van a ser fusilados de inmediato muestran gestos diversos, desde
cubrirse el rostro hasta rezar; y los que están a la espera de ser ejecutados
más adelante.
De entre los héroes dos llaman la
atención sobre los demás. En el centro, de rodillas, con los brazos abiertos en
cruz, las manos alzadas al cielo y vestido de amarillo y blanco, en las manos
se ven estigmas y recibe la luz que emite la linterna que hay en el suelo; sirve
para invocar a Jesús de Nazaret en el Monte de los Olivos. La presencia en la
esquina izquierda del cuadro de una mujer con su hijo en brazos recuerda la
imagen de la Piedad y subraya la brutalidad de los soldados franceses, que
están inmersos en una espiral de muerte y destrucción. Así Goya deposita toda
esperanza en Dios.
Goya es fiel a la historia de los hechos
al introducir a un religioso entre los ejecutados. El sacerdote Francisco
Gallego y Dávila fue el único clérigo fusilado en Madrid en la madrugada del 3
de mayo de 1808 y lo fue en la montaña de Príncipe Pío.
El tratamiento de la luz es tenebrista.
El foco de luz es la linterna que descansa en el suelo e ilumina a los héroes y
la sangre derramada. El resto del cuadro queda en la penumbra.
La gama cromática es
escasa –amarillo, blanco, negro, ocre y rojo– y la pincelada suelta,
independiente del dibujo, lo que crea una atmósfera lúgubre.
Goya pinta al
héroe español anónimo, que representa a toda la nación española. Además, le
sirve para excitar la esperanza en Dios al mostrarle de rodillas, con los brazos
en cruz hacia el cielo y con estigmas en las manos.
El
tres de mayo de 1808 en Madrid debe su trascendencia histórica y
artística a varios motivos:
- Recoge una postal de la heroicidad de la nación española frente al invasor francés y al tirano Napoleón.
- Tratamiento innovador del tema bélico que lo convierte en el primer cuadro contemporáneo.
- Denuncia la irracionalidad de la guerra desde el pensamiento ilustrado.
- Es considerado el precedente del Romanticismo y de muchos ismos de los siglos XIX y XX, caso del expresionismo.
- Influyó en otros pintores: en Manet, que pintó El fusilamiento de Maximiliano (1867), y en Picasso, que pintó Masacre en Corea (1951).
El tres de mayo de 1808 en Madrid se destinó al Cuarto
del Rey del Palacio Real de Madrid, en 1834 se depositó en el Museo del Prado,
donde se expuso por primera vez en 1868, coincidiendo con la nacionalización
del museo. En 1936 el Gobierno de la Segunda República lo sacó del Museo del Prado
con destino Ginebra. El cuadro fue restaurado en 1938, 1939, 1941 y 2008.