Francisco
de Goya (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828) se formó
como pintor en el taller de José Luzán (1760-1761), en la Real Academia de
Bellas de San Fernando (1763-1766), en Roma (1770-1771) y con Francisco Bayeu a
su regreso a España. Destacó como cartonista, grabador y pintor; como
cartonista en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (1775-1792); como
grabador con sus series Los Caprichos
(1799), Los Desastres de
Goya
en el cuadro Goya atendido por su médico Arrieta recogió un momento de
su convalecencia por tifus acaecida en 1819. Goya aparece enfermo y débil
sentado en cama, sostenido por el médico Eugenio García Arrieta, que le acerca
un vaso para que beba su contenido. Por ello, este cuadro es un autorretrato de
Goya y un retrato de su amigo, el doctor Arrieta, como lo atestigua la
inscripción manuscrita por Goya en la base del lienzo, que dice: “Goya
agradecido á su amigo Arrieta: por el acierto y esmero con q.e le salvó la vida
en su aguda y- / peligrosa enfermedad, padecida á fines del año 1819, a los
setenta y tres de su edad. Lo pintó en 1820”. En efecto, Goya se recuperó del
tifus gracias a los cuidados del doctor Arrieta y vivió hasta 1828.
Goya y el doctor Arrieta aparecen en primer plano, ocupando la mayor parte del lienzo. Goya se muestra moribundo, pálido, con la mirada perdida, la boca entreabierta, el cabello revuelto y sudoroso, sujetando con las manos la sábana blanca que le cubre y que asoma por encima de la manta roja; viste un camisón blanco y un gabán gris. El médico Arrieta se sitúa detrás de Goya para sujetar a este e impedir que se desplome sobre la cama; acerca a Goya un vaso con una sustancia rojiza, quizá un brebaje para aliviar los síntomas de la enfermedad; presenta un semblante de preocupación y cansancio, pero saludable; viste camisa blanca, levita verde y pantalón negro.
El fondo del cuadro es oscuro y apenas deja ver el rostro de cuatro personajes, que parecen ser las Parcas, acechantes en un momento en el que la vida de Goya parece estar cercana al final.
Otros aspectos formales reseñables son una pincelada suelta, que no impide perfilar las formas de manera precisa, una paleta de colores sobria y una luz intensa, que, procedente de un foco exterior al cuadro, incide de arriba abajo desde el lado izquierdo, resaltando los brillos de la sábana, del camisón de Goya y de las frentes de este y del médico y que contrasta con el fondo negro del lienzo.
Cabe decir que Goya atendido por su médico Arrieta ofrece una estética próxima a las Pinturas negras, que Goya llevaría a término después de superar la enfermedad del tifus.
Por último, el cuadro sirve para reconocer la medicina como ciencia, dejando atrás una visión muy crítica hacia los médicos, que se venía arrastrando desde el siglo anterior.