Mariano Fortuny (Reus, 1838-Roma, 1874) se formó como pintor en los talleres de Domingo Soberana y Claudio Lorenzale. En 1853 ingresó en la Lonja de Barcelona y en 1857 la Diputación de Barcelona le pensionó para completar su formación en Roma. Pintó cuadros de temática histórica y de gran formato, La batalla de Tetuán (1864), costumbrista, La vicaría (1870), retratos, Viejo desnudo al sol (1871) y paisajes, Desnudo en la playa de Portici (1874).
En
Viejo tomando el sol se representa a un anciano en contraposto con el
torso desnudo hasta las caderas, con los brazos extendidos y las manos cruzadas
a la espalda, tomando el sol, con los ojos cerrados y una sonrisa esbozada;
cabello y barba son cortos y de color castaño, blanco y azul; la complexión es
enjuta y fibrosa, lo que hace que se le marquen los huesos y la piel aparezca
arrugada. En anciano se destaca sobre un fondo oscuro irregular.
Fortuny siempre estuvo interesado en la representación de personas de edad avanzada y en una situación personal o social difícil; así se pone de manifiesto en los estudios que realiza para representarles.
Llama la atención los diferentes acabados que se aprecian en el cuadro: el rostro del anciano es la parte más trabajada, realizada con pinceladas rápidas y entrecruzadas; sin embargo, las partes más alejadas al rostro se presentan indefinidas con pinceladas largas y sueltas. El rostro también concentra la mayor intensidad lumínica. Estos fueron los dos recursos de Fortuny para conseguir que el espectador centre su atención en el rostro del anciano.
De los colores utilizados resultan llamativos la gama de azules y morados de la barba, cuello y centro del pecho.
La luz es exterior y natural; entra desde la parte superior izquierda, lo que explica que se proyecte la sombra de la barbilla sobre la parte izquierda del cuello y el pecho.
Viejo desnudo al sol debe su importancia a mostrar muchas de las características más significativas de la obra de Fortuny: naturalismo en la representación de los personajes, distintos acabados en la obra para llamar la atención del espectador sobre las partes más importantes del cuadro, la fuerza de la luz en contraste con las sombras y el fondo oscuro, manchas de color muy matizadas y reivindicación de tipos sociales en una situación delicada, en este caso un anciano pobre. Además, quizá sea la obra en la que mejor se aprecia la influencia que José de Ribera ejerció sobre Fortuny.
Viejo tomando al sol consiguió críticas elogiosas en la Exposición Universal de París de 1878; se dijo que la obra ofrecía una “anatomía sorprendente”.