Joan Miró (Barcelona,
1893-Palma de Mallorca, 1983) fue pintor, escultor y ceramista. Se formó en la
Escuela de Artes y Oficios de la Lonja, siendo sus profesores Modesto Urgell y
José Pascó, en la Academia Galí y en el Círculo Artístico de Sant Lluc, todas
en Barcelona. Su primera exposición individual fue en la Galería Dalmau de Barcelona
en 1918. Viajó por primera vez a París en 1920, donde expuso en 1921,
cosechando un rotundo fracaso. En París conoció a Pablo Gargallo, André Masson,
Max Jacob, André Bretón, Max Ernts y Pablo Picasso, y se integró en el
movimiento surrealista durante los años veinte. Desde los años treinta vivió a
caballo entre Francia y España, y desarrolló un estilo personal e
inconfundible, que le convirtió en uno de los pintores más influyentes del
siglo XX.
La trayectoria pictórica de Miró pasó
por tres etapas:
- Cubista, expresionista y fauvista, de 1918 a 1922.
- Surrealista, de 1922 a 1928.
- Mironiana, desde 1928.
Retrato de Vincenç Nubiola (1917) fue uno de los primeros retratos de Miró. Se aprecian influencias
cubistas, expresionistas y fauvistas.
Miró fracasó en la Escuela de Artes y
Oficios de la Lonja de Barcelona. Sus profesores Modesto Urgell y José Pascó
estaban dominados por el academicismo y no dudaron en suspender a Miró. Víctima
de una depresión nerviosa se refugió en Mont-roig, donde reafirmó su vocación y
estilo personal. De regreso a Barcelona se inscribió en la Academia Galí, donde
demostró una destreza deficiente en el dibujo, que intentaron corregir
obligándole a dibujar objetos que tocaba, pero no veía.
José Dalmau confió en Miró y le dio
la posibilidad de exponer en sus
galerías en 1919. Sus primeras obras fueron paisajes y retratos en los que se
distinguen influencias cubistas, expresionistas y fauvistas. Entre las más
llamativas hay que citar Siurana, el
pueblo (1917), Siurana, la iglesia
(1917), Retrato de Vincenç Nubiola (1917), Retrato de Juanita Obrador (1918) y Casa con palmera (1918). Las críticas fueron hirientes, rozando la
burla y el escarnio, razón por la cual Miró no volvió a exponer en Barcelona
hasta cincuenta años después.
De nuevo se retiró a Mont-roig.
Desarrolló un universo de elementos que mantuvo durante toda su carrera
artística: animales de campo, aperos de labranza, astros, estrellas, pájaros,
vegetales, masías, etc. Todos son elementos que Miró considera dan fuerza y
sentido al hombre. Durante estos meses pinta Iglesia de Mont-roig y Caserío,
ambos de 1919.
Miró viajó por primera vez a París en
1920. Gracias a Dalmau expuso en la capital francesa; el fracaso fue absoluto,
no vendió ni un solo cuadro y nadie habló de él; sólo Pablo Picasso y el
crítico Maurice Reynal apostaron por el triunfo final de Miró.
Autorretrato (1919) lo
compró Picasso, el único colega de Miró que apostó por él.
De regreso a España Miró se instaló en
Mont-roig. Inició su etapa surrealista con algunos de sus cuadros más célebres:
La masía (1922), Tierra labrada (1924), Carnaval
de Arlequín (1925), la serie Cabeza
de campesino catalán (1925) e Interior
holandés (1928).
La
masía
(1922) es la primera obra maestra de la etapa surrealista de Miró.
La
masía
recoge el microcosmos vital de la infancia y juventud de Miró en el campo, de un
mundo que consideraba auténtico y paradisíaco frente al mundo urbano, que
estimaba antipático y hostil. Un eucalipto ocupa el centro de la escena; a la
izquierda, la masía, una mujer trabajando, un carro en un cobertizo, aperos de
campo diseminados por la finca, un perro, un mulo dentro de la masía y otro
haciendo girar una noria; a la derecha, el corral, sin verja frontal, permite
ver el interior lleno de animales; el fondo está ocupado por el bosque; y la
parte superior derecha del cielo por el Sol. La masía es una descripción al detalle en imágenes de la granja de
los abuelos de Joan Miró en Mont-roig. Miró individualizó cada “personaje” que aparece
en el lienzo, desde el Sol a la mujer, pasando por la masía, el corral o el
periódico; todos los elementos que integran el cuadro tienen personalidad
propia, y todos juntos muestran la del pintor, alegre y fantástica. Los colores
utilizados son pocos, azul para el cielo, amarillos, negro, rojos y verdes para
el resto, pero aplicados para dar luz al lienzo y de una manera uniforme que
revela la nostalgia de Miró hacia un mundo en el que fue feliz. En La masía se reconocen características de
diversas tendencias artísticas: del noucentisme,
el amor por el paisaje; del cubismo, la simultaneidad de puntos de vista, la
geometrización de las formas y el uso de tipografía; y, anticipándose al
surrealismo figurativo, un lenguaje iconográfico personal.
En Tierra
labrada aparecen muchos de los elementos característicos del universo
figurativo de Miró; muchos están desfigurados, pero son reconocibles; tampoco
se rompe con la estructura espacial tradicional, pero se establece una nueva
relación entre los objetos dentro de un espacio dado.
Los elementos
que aparecen en Tierra labrada (1924)
son reconocibles, pero están desfigurados, y aparecen otros de carácter
onírico.
En Carnaval de Arlequín (1925) aparece la constelada,
una composición de elementos que distingue a Miró del resto de pintores.
En Carnaval
de Arlequín aún se reconoce la caja espacial renacentista, pero aparece una
nueva composición, la constelada, un
mundo de estrellas, en el que elementos reconocibles se mezclan con otros
fantásticos en una composición abigarrada: animales, instrumentos musicales,
estrellas, cometas, ojos y la escalera de la evasión, cuyo significado tiene
relación con el deseo de trascendencia; no hay elementos secundarios; la
deformación de los objetos tiene un carácter miniaturista, sin escalas ni
proporciones; predominan los colores primarios.
Cabeza
de campesino catalán
es una serie de cuatro pinturas al óleo y lápiz. Repite símbolos que se van
simplificando en cada una las pinturas hasta distinguirse sólo la barretina,
los ojos y la barba sobre un fondo neutro azul o amarillo.
En Cabeza de campesino catalán (1925) Miró
reivindica la figura del payés.
Interior
holandés
es una reinterpretación de El tocador de laúd
(1661) de Hendrich Martensz Sorgh. En un espacio tridimensional aparece la
figura de un guitarrista reducido a una pequeña cabeza rodeada por un halo
blanco y a las manos con las que toca una guitarra tan grande como él; el
personaje se ve rodeado por una multitud de seres y objetos que parecen bailar
al son de la música; una ventana a la izquierda deja ver un paisaje tan
alucinante como el del interior de la habitación. Los colores son planos y las
líneas que los separan, blancas o negras, están bien definidas.
Interior
holandés
(1928) cierra la etapa surrealista de Miró.
Miró se aleja de los surrealistas en
1928 por el acercamiento de muchos de ellos al Partido Comunista Francés. Sufre
una crisis que le llevó a afirmar que era necesario “asesinar a la pintura”.
Empezó a experimentar con nuevas técnicas; en sus telas aparecen elementos
insólitos como alambres, corcho, plumas, etc. Abandonará el óleo por el collage y se inició en la litografía, la
pintura sobre madera y en la escultura. Sus investigaciones a partir del collage
desembocan en óleos de gran formato, que incluyen recortes de anuncios y en los
que aparecen formas nuevas inspiradas en las pinturas neolíticas levantinas. De
1934 a 1937 las telas de Miró se hacen agresivas, los ambientes se enrarecen y
el color se vuelve intenso, alcanzando gran dramatismo y brutalidad. De estos
años son Caracol, mujer, flor y estrella
y Golondrina, de 1934.
Al estallar la Guerra Civil española de
1936 Miró dota a su pintura de una carga expresionista salvaje y despiadada; el
hombre aparece como enemigo de sí mismo; emplea materiales tan inusuales como
la arena o el alquitrán. De estos años su mejor obra es Bodegón con zapato viejo (1937), que le sirvió para expresar la
angustia de la guerra; los elementos que forman la naturaleza muerta son una mesa,
una botella, un mendrugo de pan, un tenedor clavado en una manzana y un zapato;
dota a los objetos de una presencia amenazadora, que se refuerza mediante el
color y la luz.
En Bodegón con
zapato viejo (1937) Miró expresó la angustia que le provocó la Guerra Civil
española de 1936.
Entre 1939 y 1941 Miró vivió en Francia
y España y pintó Constelaciones, veintitrés
pinturas de pequeño formato (38 x 46 cm.) sobre papel de textura rugosa por
estar impregnado de gasolina. Utiliza un color de fondo sobre el cual aplica
los colores primarios y complementarios. Aparecen los elementos figurativos
mironianos clásicos, las aves, las estrellas, las mujeres, la noche, la
escalera de evasión, etc. Constelaciones
quiere representar el orden cósmico en el que las estrellas son el cielo, la
mujer simboliza la tierra y los pájaros la conexión entre ambos.
La
escalera de escape
(1940) es una de las pinturas que componen la serie Constelaciones.
En 1944 realiza la serie Barcelona, cincuenta litografías en
blanco y negro. Aparecen personajes sumidos en la tristeza fuera de cualquier
escenario concreto.
Miró viajó a Estados Unidos después de
la Segunda Guerra Mundial. Su influencia es tal que dio origen a la Escuela de
Nueva York; uno de sus miembros más destacados fue Jackson Pollock. Desarrolló
las pinturas lentas, muy detallistas
corrigiendo cada pincelada y en las que combina el blanco, el negro y los
colores primarios en una tonalidad brillante, y las pinturas espontáneas en las que da rienda suelta a la imaginación y
utiliza gran diversidad de materiales e inventa nuevas fórmulas como el
tachismo.
Miró se instala en Palma de Mallorca en
1956. Se ocupa en nuevas series de litografías y aguafuertes. El lenguaje
pictórico mironiano es en extremo sintético, muchas veces se reduce a una sola
línea desarrollada sobre un color; utiliza el negro como fondo y sobre él los colores
primarios; utiliza goteos y salpicaduras. De esta época son Campesino al claro de luna (1968) y Mujer, pájaro y estrella (1970).
Mujer,
pájaro y estrella
(1970) es una de las pinturas más conocidas de Miró.
La
esperanza del navegante es una serie de ocho pinturas realizadas entre 1968
y 1973. Se caracterizan por grafismos negros sobre fondos coloridos o al
contrario; el negro pierde todo dramatismo; en las últimas pinturas las líneas
aumentan de grosor, los fondos negros están compensados por masas de color que
ganan protagonismo.
La
esperanza del condenado a muerte (1974) es un tríptico que utilizó Miró para
denunciar la pena de muerte, que considera una sentencia injusta para cualquier
preso. En las tres hojas se muestra una mancha que va cambiando de color en
consonancia con las transformaciones de una línea negra en un espacio lleno de
salpicaduras y goteos de pintura; la línea describe una forma que no llega a
completarse, que queda interrumpida como la vida de un condenado a muerte.
La
esperanza del condenado a muerte (1974) se convirtió en un símbolo contra
la pena de muerte.
Miró fue ceramista. Colaboró con Josep
Llorens Artigas. Sus trabajos son grandes murales, el primero de ellos fue El Sol y la Luna (1958) para la UNESCO
en París. Después vinieron otros murales como el de la Fundación Maeght en
Saint-Paul-de-Vence (1964), el del Wilhelm Hack Museum de Ludwigshafen (1971) o
el del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid (1980).
El
Sol y la Luna
(1958) fue el primer mural de cerámica de Miró.
Miró fue escultor. Trabajó el bronce y
el hormigón recubierto de cerámica de colores. Por lo general son esculturas de
gran formato caso de Miss Chicago
(1981), en Chicago, de 12 m. de altura, y Mujer
y pájaro (1983), en Barcelona, de 22 m. de altura, que representa a una
mujer con un sombrero y sobre este un pájaro; la silueta de la mujer tiene
forma de hoja alargada y ahuecada; la cerámica que la recubre es trencadís de
colores primarios.
Mujer
y pájaro
(1983) es una de las esculturas más conocidas de Miró.
Joan Miró recibió el Gran Premio de
Grabado de la Bienal de Venecia (1954), la Gran Cruz de la Orden Civil de
Alfonso X el Sabio (1959), el Gran Premio de la Fundación Guggenheim (1959), el
Premio Carnegie de pintura (1966), la Medalla de Oro de la Generalitat de
Cataluña (1978) y la Medalla de las Bellas Artes (1980); además, fue nombrado
doctor honoris causa por las universidades de Harvard (1968), Barcelona (1979) y Murcia (1983).
Joan Miró es uno de los pintores más sobresalientes del siglo XX por haber
destacado en el cubismo, el expresionismo, el fauvismo y el surrealismo y por
haber creado un lenguaje personal e inconfundible. Además, también destacó como
ceramista y escultor.