sábado, 29 de noviembre de 2025

Apostolado de la Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo

La Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo se construyó en el siglo IX en estilo prerrománico asturiano. Consta de dos dependencias, la cripta de Santa Leocadia y la capilla de San Miguel. 

El apostolado de la Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo se encuentra en la capilla de San Miguel, reformada en el siglo XII. Se aprovechó esta reforma para subir la altura de la cubierta e introducir seis dobles estatuas-columnas figuradas en las que se representan los doce apóstoles. 

Las estatuas-columna descansan sobre un pedestal prismático, que consta de un primer cuerpo no decorado, un segundo cuerpo de mayor desarrollo, enmarcadas por columnillas acodilladas en los ángulos, de basa ática, fuste cilíndrico sin decoración y capitel, y un tercer cuerpo de superficie estriada con acanaladuras cóncavas y convexas, decoradas con motivos vegetales y zoomórficos. Las basas de las estatuas-columna están formadas por un plinto rectangular con diferentes motivos decorativos, la estatua, el collarino, capitel historiado y cimacio compartido decorado con motivos vegetales. 

El apostolado de la Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo se organiza por parejas de estatuas-columna, tres a cada lado. En la imagen las tres parejas del lado derecho. En este lado hay dos vanos entre las parejas de estatuas-columna, que sirven para iluminar el interior de la Cámara Santa.


El apostolado se distribuye de la siguiente manera: a la derecha se reconocen las representaciones de santo Tomás y san Bartolomé, san Pedro y san Pablo y san Andrés y san Mateo; y a la izquierda las de san Simón y san Judas Tadeo, Santiago el Mayor y san Juan y Santiago el Menor y san Felipe. 

Imagen de las estatuas-columna del lado izquierdo del apostolado de la Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo. El fuste de la columna ha sido sustituido por una escultura de cada uno de los apóstoles.


Las representaciones de santo Tomás y san Bartolomé se identifican por las filacterias en las que aparecen escritos sus nombres. Santo Tomás presenta como rasgos físicos característicos ojos y cejas muy abiertos y barba partida y rizada; se apoya sobre una quimera, un águila con cabeza de felino. San Bartolomé repite los mismos rasgos físicos que santo Tomás, pero el cabello es más voluminoso; muestra la palma de la mano derecha; se apoya sobre un zorro diabólico de cuya boca sale una rama. Los capiteles están decorados con escenas en las que aparecen caballeros y leones luchando sobre un fondo vegetal.

Santo Tomás y San Bartolomé.

  

Las imágenes de san Pedro y san Pablo se reconocen por sus elementos simbólicos y fisonomía. San Pedro sujeta el rollo de la ley con la mano izquierda y con la derecha las llaves del cielo, presenta barba rizada y viste túnica con pliegues de gran desarrollo. San Pablo aparece pensativo, sostiene un libro, presenta calvicie y barba afilada y viste una túnica semejante a la de san Pedro. Los dos apóstoles descansan sobre motivos vegetales. En el capitel compartido se representa a las tres Marías visitando el Santo Sepulcro, que aparece abierto y vacío, es decir, la Resurrección ya se ha producido.


San Pedro y San Pablo.

  

La imagen de san Andrés se distingue por aparecer con barba muy poblada y acaracolada, mostrando la palma de la mano izquierda y sujetando una filacteria con la derecha; viste túnica ceñida por encima de la cintura; se apoya sobre un animal cuadrúpedo con patas de gallo. La imagen de san Mateo aparece frontal, con gesto pensativo, barba poco poblada y muestra abierto el libro de los Evangelios; se apoya en sendos tallos. Las basas están decoradas con leones afrontados. En el capitel se representa la escena de a Ascensión un Cristo, que aparece imberbe dentro de una mandorla y rodeado por ocho apóstoles sobre un fondo vegetal.

San Andrés y San Mateo.

  

La imagen de san Simón aparece de perfil, mirando a san Judas Tadeo, ofrece cabello y barba muy poblados, muestra la palma de la mano derecha, con la mano izquierda sujeta la túnica, que presenta pliegues curvilíneos; se sostiene sobre una quimera, un águila con cabeza de pez y pezuñas. A san Judas Tadeo se le representa sujetando la túnica con la mano izquierda y con la derecha un libro, que presenta una tapa decorada con rosetas, cabello largo peinado con raya en medio y barba larga y trenzada; se apoya en un animal monstruoso, un águila con cabeza de hombre y pezuñas. El capitel carece de representación historiada, pero está trepanado, lo que crea contrastes de luces y sombras.


San Simón y San Judas Tadeo.

  

Santiago el Mayor aparece como peregrino y santo combatiente, reconociéndosele por sus elementos simbólicos: la concha de los peregrinos y el bordón, que clava en las fauces de la serpiente, representación del mal; viste una túnica enrollada al cuello, ceñida a la cintura y con pliegues concéntricos. La imagen de san Juan es la de un joven; con las dos manos sostiene un libro decorado con rosetas; viste túnica de pliegues verticales; se apoya en un águila, símbolo zoomórfico con el que se le identifica. Las basas están decoradas con una cabeza humana entre dos leones. El capitel acoge las escenas de la Anunciación, la Sagrada Familia y la Resurrección. El cimacio ofrece una escena de caza de un jabalí.


Santiago el Mayor y San Juan.

  

La imagen de Santiago el Menor se reconoce por la barba partida y rizada y bigote ondulado, viste una túnica enrollada al cuello y con pliegues concéntricos y con la mano derecha señala el texto que aparece escrito en la filacteria que sostiene con la mano. La imagen de san Felipe se identifica por exhibir una barba de mechones desarrollados, túnica de pliegues verticales, que cubre la mano izquierda, mientras que con la mano derecha sujeta un libro. Ambas imágenes descansan sobre atalantes arrodillados. En la basa se representa un animal mostrando los cuartos traseros entre unas cabezas humanas. En los capiteles se representan escenas de cetrería.


Santiago el Menor y San Felipe.

  

Se desconoce el autor del apostolado de la Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo, pero se considera que fue un buen conocedor de la obra del maestro Mateo. 

El apostolado de la Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo debe su importancia a ser uno de los conjuntos escultóricos más representativos de la etapa final del románico por los siguientes motivos:

  • Uso de la estatua-columna, es decir, una escultura hace las veces de fuste de la columna.
  • Configuración del apostolado como “colegio apostólico”.
  • Representación del apostolado por parejas.
  • Individualización de los doce apóstoles, pudiéndolos identificar por sus elementos simbólicos y por el aspecto físico.
  • Interacción entre las figuras. 

Además, el uso de estatuas-columnas en el apostolado de la Cámara Santa de la santa iglesia basílica catedral metropolitana de San Salvador de Oviedo influyó en el uso de este mismo elemento en muchos otros edificios religiosos españoles, por ejemplo, en la iglesia basílica de San Vicente de Ávila y en la iglesia de San Martín de Segovia.

sábado, 22 de noviembre de 2025

Santa Cecilia de Barriosuso

La ermita de Santa Cecilia de Barriosuso se edificó sobre un asentamiento romano entre finales del siglo IX y principios del X en estilo mozárabe. Se la cita por primera vez en 924 como parroquia del pueblo de Tabladillo, en 1041 se integró en el señorío de San Pedro de Arlanza y en 1125 pasó a depender del monasterio de Santo de Domingo de Silos. Durante el segundo cuarto del siglo XII se le añadió un pórtico románico en el muro meridional. Fue afectada por la desamortización de Mendizábal de 1835.


La ermita de Santa Cecilia de Barriosuso se levantó a caballo de los siglos IX y X en estilo mozárabe. En el siglo XII se añadió un pórtico románico.

  

La ermita de Santa Cecilia de Barriosuso presenta planta rectangular de una sola nave con acceso en el muro meridional y ábside de planta cuadrada. Las dimensiones son reducidas.

La ermita de Santa Cecilia de Barriosuso presenta una sola nave rectangular y ábside de planta cuadrada. El pórtico que se abre en el muro meridional es de planta rectangular, de la misma longitud y apenas menor que la nave principal.

  

El acceso se encuentra en el muro meridional, siendo una modificación románica de mitad del siglo XII; presenta doble arco de medio punto abocinado sobre impostas y jambas. La decoración es discreta y de motivos vegetales, en forma de tallos ondulados con flores de tres hojas. Además, se cuentan dos dinteles, que debieron formar parte de otros tantos accesos, hoy tapiados.

El acceso en arco de medio punto de la ermita de Santa Cecilia de Barriosuso se reformó a mediados del siglo XII en estilo románico.

  

La única nave de la ermita carece de elementos decorativos y está separada del ábside por un arco de herradura, modificado en el siglo XII para darle una apariencia románica, para lo cual se rebajaron los laterales del arco.


Se accede al ábside la ermita de Santa Cecilia de Barriosuso a través de un arco de herradura modificado en época románica.

  

Sobre el ábside se levantó una torre, que hace las veces de campanario, ambos son de planta cuadrada. Se desconoce cuándo se levantó la torre. 

La nave cuenta con tres vanos, uno en el muro occidental y dos en el meridional, y el ábside otros dos, una en el muro meridional y otro en el muro oriental, de forma de cruz griega rematado en círculos. Por ello, la iluminación de la ermita es escasa. 

El pórtico se añadió en época románica, durante el segundo cuarto del siglo XII, una vez que la ermita de Santa Cecilia de Barriosuso pasó a depender del monasterio de Santo Domingo de Silos. Está compuesto por un acceso en arco de medio punto y dos arcos de medio punto a cada lado del mismo. Los arcos descansan sobre impostas y pilares robustos; los arcos presentan una moldura exterior.

El pórtico de la ermita de Santa Cecilia de Barriosuso se levantó en el segundo cuarto del siglo XII en estilo románico.

  

La cubierta de la torre campanario es a cuatro vertientes, la del ábside y la nave a dos aguas y la del pórtico a una vertiente.

Para la construcción de la ermita de Santa Cecilia de Barriosuso y del pórtico se utilizaron sillares de piedra y madera, esta para el interior de las cubiertas. 

La trascendencia de la ermita de Santa Cecilia de Barriosuso radica en la integración de dos estilos arquitectónicos, el mozárabe y el románico.

sábado, 15 de noviembre de 2025

Niños jugando a los dados, de Murillo

Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682) es uno de los pintores más sobresalientes de la pintura barroca española. Se formó en el taller de Juan del Castillo. No se sabe que viajase al extranjero, pero fue un gran conocedor de las pinturas flamenca y veneciana. Sus primeras obras son tenebristas, pero evolucionó hacia una pintura suave de gusto burgués y aristocrático. Alcanzó celebridad gracias a las pinturas religiosas, caso de La Sagrada Familia del pajarito (hacia 1650), Santa Ana enseñando a leer a la Virgen (hacia 1655), Los niños de la concha (1670) e Inmaculada Concepción de L’Ermitage de San Petersburgo (1680), y costumbristas, caso de Joven mendigo (hacia 1650), Dos niños comiendo melón y uvas (1650), Mujeres en la ventana (1665-1675) y Niños jugando a los dados (1675).

Bartolomé Esteban Murillo: Niños jugando a los dados, 1675.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Costumbrista.
Dimensiones: 140 x 108 cm.
Bayerisches Nationalmuseum, Múnich, Alemania.

  

La temática del juego tuvo dos tratamientos diferentes en la pintura barroca, la pintura italiana se centró en las trampas entre jugadores y la española en el entretenimiento sin malicia. Así lo muestra Murillo en Niños jugando a los dados.

Murillo reproduce una escena costumbrista en la que dos niños, que aparecen sentados en diferentes planos ocupando la mitad derecha del lienzo, están jugando a los dados y otro, de pie en el lado izquierdo del cuadro mira al vacío mientras come una fruta; completan la escena en la esquina inferior izquierda un perro, que mira al niño que aparece de pie y un bodegón compuesto por un cesto de frutas y una vasija rota. Cierra la escena una pobre estructura arquitectónica y una atmósfera neutra y difuminada.

La línea compositiva viene marcada por una diagonal descendente de izquierda a derecha del lienzo, desde la cabeza del niño que está de pie hasta las de los niños que están jugando a los dados. El epicentro de la escena son los dados.

La paleta de colores es limitada: amarillo para la fruta, blanco para la ropa de los niños y gris, ocre y pardo para el vestuario de los niños, el perro y el paisaje.

La luz es contrastada, siendo cálida aquella que reciben los niños y los dados, protagonistas de la escena, y más tenue la que ilumina el resto de los elementos.

Las figuras presentan un modelado construido a partir de la combinación de manchas de color y luz.

Murillo caracteriza a los niños con gestos cotidianos y espontáneos; así, el tratamiento que reciben es naturalista, como el de toda la escena. No se aprecia nada que sea artificioso.

Otro aspecto propio del barroco español es la introducción de un tema secundario, en este caso el bodegón que ocupa la esquina inferior izquierda, que da pie a pensar que los niños se ganan la vida vendiendo fruta.

Murillo trató con esmero y respeto a los niños; aun siendo de condición social humilde, no haciendo escarnio de la pobreza que sufrían; en este caso muestra su oficio y la actividad lúdica que los entretenía.

Niños jugando a los dados se cuenta entre los cuadros costumbristas más valorados de Murillo.

sábado, 8 de noviembre de 2025

San Pedro de Villanueva

La iglesia de San Pedro de Villanueva forma parte del monasterio homónimo, hoy parador nacional de turismo de Cangas de Onís. La iglesia actual se levantó sobre el espacio que ocupó el monasterio que fundó el rey Alfonso I de Asturias a mediados del siglo VIII y que debería de cumplir la función de panteón real. El monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva se edificó en el siglo XII en estilo románico; sin embargo, la iglesia, el claustro y otras dependencias conocieron reformas importantes a lo largo de los siglos XVII y XVIII en estilo barroco. El monasterio fue abandonado con motivo de la desamortización de Mendizábal de 1835, conservando la iglesia sus funciones de culto. El monasterio de San Pedro de Villanueva fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1907 y en 1998 abrió al público como parador nacional de turismo, después de una profunda remodelación.

El ábside y la torre son los elementos exteriores que hacen reconocible a la iglesia de San Pedro de Villanueva. El ábside se levantó en el siglo XII y la torre en el XVII.

  

La planta de la iglesia de San Pedro de Villanueva no es la original del siglo XII, que debió presentar tres naves. La planta actual es de finales del siglo XVIII. De la construcción original se conservan la cabecera y el muro perimetral. La cabecera presenta tres ábsides semicirculares, siendo el central de mayores proporciones. Presenta una sola nave dividida en tres tramos marcados por arcos fajones en el interior y contrafuertes en el exterior.

La planta actual de la iglesia de San Pedro de Villanueva es del siglo XVIII y presenta una sola nave. La cabecera es del siglo XII y triabsidial.

  

La cabecera ofrece tres ábsides; el ábside central es de mayor desarrollo en profundidad, anchura y altura que los laterales, se divide en tres paños por dos semicolumnas adosadas al muro, en el paño central se abre un vano en arco de medio punto de pequeñas proporciones entre columnas y rodeado por una arquivolta. En cada ábside lateral se abrió un vano de pequeño tamaño durante el siglo XVIII. Los motivos decorativos llaman la atención del espectador; destacan los capiteles de las semicolumnas, que combinan motivos vegetales y zoomórficos, las flores de cuatro hojas de la arquivolta del vano del ábside central, las molduras ajedrezadas, las ménsulas de los aleros, decorados con motivos antropomórficos, vegetales, zoomórficos y las marcas de cantero.

La iglesia de San Pedro de Villanueva conserva los tres ábsides originales de planta semicircular.

  

La iglesia de San Pedro de Villanueva contaba con tres puertas de acceso. La portada principal se abre bajo la torre que se levantó en el siglo XVII; presenta arco de medio punto con cuatro arquivoltas, que descansan sobre el muro y tres columnas acodilladas sobre podio; lo más destacable son los motivos decorativos: la arquivolta exterior ofrece dientes de sierra, las dos intermedias flores de cuatro pétalos y la interior es lisa, en los capiteles se distinguen motivos historiados, vegetales y zoomórficos, reconociéndose escenas amorosas entre un caballero y una dama y de lucha entre un soldado y un oso. La segunda puerta comunicaba la iglesia con el claustro y se cegó en el siglo XVIII; es visible desde el claustro; la forma un arco de medio punto doblado con arquivolta, jamba y columna con capiteles decorados con motivos equinos y vegetales. La tercera portada se encuentra en los pies del templo; comunica la iglesia con la capilla de San Miguel, aledaña al claustro; está formada por un arco de medio punto con arquivolta, que descansa sobre jambas y aparece decorada con nido de avispa.

La portada principal de acceso a la iglesia de San Pedro de Villanueva presenta una decoración muy variada, donde se combinan motivos antropomórficos, geométricos, vegetales y zoomórficos.

  

La torre de la iglesia de San Pedro de Villanueva se levantó a finales del siglo XVII. Aparece adosada al muro meridional, cerca de la cabecera del templo. Presenta tres cuerpos: el primero descansa sobre pilares de gran desarrollo entre los que se abren arcos de medio punto, el segundo cuerpo es macizo y el tercero recibe las campanas.

Durante el último cuarto del siglo XVIII se acometieron dos reformas importantes. Las tres naves originales dejaron paso a una sola nave y una nueva cubierta, además se reforzó el muro perimetral con contrafuertes. El claustro actual es de estilo barroco, conservándose del románico una triple arcada de medio punto, que descansa sobre cuatro columnas con capiteles decorados con motivos vegetales.

La reforma del siglo XVIII sirvió para simplificar la planta de la iglesia de San Pedro de Villanueva, que pasó de tres naves de estilo románico a una de estilo barroco.

  

Del interior de la iglesia de San Pedro de Villanueva llaman la atención los arcos de medio punto sobre salmer, que comunican la nave con los ábsides, y la decoración escultórica de los capiteles con escenas historiadas.


En uno de los capiteles del interior de la iglesia de San Pedro de Villanueva aparece un hombre luchando con un león.

  

La iglesia de San Pedro de Villanueva ofrece cubiertas diferentes. Al exterior, la torre se cubre a cuatro aguas, la nave y el presbiterio a dos vertientes, los ábsides a un agua. En el interior, los ábsides aparecen cubiertos con bóveda de horno, el tramo recto del ábside central con bóveda de cañón y la nave con bóveda de arista. Las bóvedas aparecen decoradas con estuco.

Para construir la iglesia de San Pedro de Villanueva se utilizaron sillares de granito y ladrillo.

Se puede concluir que la iglesia de San Pedro de Villanueva es una de las edificaciones religiosas más singulares de Asturias por combinar los estilos románico y barroco.

sábado, 25 de octubre de 2025

Retrato de Picasso, de Juan Gris

Juan Gris (Madrid, España, 1887-Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927) destacó como pintor cubista. Se formó en la Escuela de Artes y Manufacturas de Madrid y en el estudio de José Moreno Carbonero. Trabajó como ilustrador en las revistas Blanco y Negro y Madrid Cómico. En 1906 viaja a París, donde conoce a Picasso, Braque y Léger. En 1912 se inicia en el cubismo. En 1916 firmó un contrato con el marchante Léonce Rosenberg, lo que le permitió exponer en la galería l’Effort Moderne de París. Entre sus obras más destacadas hay que citar Retrato de Picasso (1912), Mujer sentada (1917) y Guitarra y mandolina (1919).

Juan Gris: Retrato de Picasso, 1912.
Estilo: Cubismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 92 x 74 cm.
Instituto de Arte, Chicago, EE. UU.

  

Juan Gris retrató a Picasso cuando este tenía 31 años y ya era un artista consagrado. Aparece de medio cuerpo, sentado y sujetando una paleta.

La composición es hasta cierto punto simétrica, si bien, se muestra en diagonal desde la esquina superior izquierda hasta la inferior derecha.

El cubismo, en líneas generales, no busca que el espectador identifique al personaje retratado por sus rasgos físicos dada la multiplicidad de puntos de vista; sin embargo, el cubismo analítico permite identificar al personaje del lienzo como el pintor Pablo Picasso, en particular por su característico flequillo. También se reconocen la paleta, herramienta de su profesión, que sostiene con la mano izquierda, la camisa y el respaldo de la silla.

Todas las formas que componen la figura de Picasso y el resto de los elementos están construidas a partir de cilindros, prismas y triángulos. Se destacan sobre un fondo de rejilla.

La paleta de colores es escasa, predominando el azul y el ocre en diferentes tonalidades, además del negro.

El juego de luces y sobras es dinámico; la figura de Picasso parece recibir la luz desde un foco exterior al cuadro situado arriba a la izquierda, mientras que los botones de la chaqueta proyectan sombras en distintas direcciones. 

Juan Gris presentó Retrato de Picasso en el Salón de los Independientes de París en 1912; lo ejecutó siguiendo los parámetros del cubismo analítico en reconocimiento de Picasso, maestro cubista que tanto le influyó, más incluso que Cezanne. 

sábado, 4 de octubre de 2025

San Vicente y San Valero de Roda de Isábena

La primitiva iglesia mayor de Roda de Isábena se consagró en 819, siendo el obispo Odisendo quien la consagró como catedral en 956, bajo la advocación de san Vicente Mártir. Entre 1003 y 1006 fue saqueada por Abd al-Malik. Con el respaldo de Sancho III el Mayor (rey de Pamplona, 1004-1035) se procedió a la reconstrucción de la iglesia, consagrada como catedral de San Vicente y San Valero por el obispo Arnulfo en 1030, bajo la advocación de ambos santos, tras recibir las reliquias del segundo. En 1149 dejó de ser catedral para ser iglesia, después de que fuese absorbida por la diócesis de Lérida, tras ser reconquistada; desde entonces tiene consideración de iglesia parroquial, aunque muchos la siguen citando como catedral. La iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1927 y restaurada en los años setenta del siglo XX bajo la dirección de Francisco Pons Sorolla.

La iglesia de San Vicente y San Valero se inició en estilo románico lombardo, pero, después de sustituir a los maestros italianos por otros navarros, el estilo románico de la catedral cambió al característico del Camino de Santiago. Se desconoce quién fue su autor, pero se apunta que pudo ser Bradilano, conocido como maestro de Roda. Se construyó entre los siglos XI y XIII, pero en el siglo XVIII se levantaron, en estilo neoclásico, el pórtico meridional, que antecede a la portada románica, y la torre campanario, que vino a sustituir a la original.

La fachada y la torre campanario de la iglesia de San Vicente y San Valerio de Roda de Isábena se edificaron en estilo neoclásico durante el siglo XVIII, siendo muy posteriores a la construcción del templo, que se realizó entre los siglos XI y XIII en estilo románico.

  

La iglesia de San Vicente y San Valerio de Roda de Isábena presenta planta basilical de tres naves, siendo la central de mayor desarrollo, cabecera triabsidial, con ábsides de planta semicircular, antecedida de un espacio rectangular, que hace las veces de presbiterio; el ábside central es el de mayores dimensiones; la nave central ofrece cuatro tramos, el cuarto sobresale a los pies del templo; carece de crucero; en el lado meridional, en el que se abre el acceso a la iglesia, se reconocen un atrio y una torre campanario, y en el lado norte se adosa el claustro, de planta cuadrangular, y dependencias anexas.

La planta de la iglesia de San Vicente y San Valero de Isábena es basilical de tres naves y cabecera triabsidial, con ábsides de planta hemiesférica.

  

La fachada meridional del siglo XVIII es de estilo neoclásico. Fue diseñada por Silvestre Colás y ejecutada por el equipo del maestro albañil Dionisio Lanzón. Se antepone a la primigenia de estilo románico. Presenta dos cuerpos; en el inferior se cuentan cinco arcos de medio punto rebajados, abriéndose el acceso por el central tras ascender por una escalinata que lleva al atrio; el arco central es de mayor desarrollo que los laterales, que descansan sobre un murete, que delimita el atrio; los arcos están enmarcados por pilastras. El cuerpo superior descansa sobre un entablamento; es de menores dimensiones que el inferior; sobre el arco central se abre una hornacina, que recibe la imagen San Vicente, de bulto redondo; sobre los arcos laterales se abren vanos adintelados; el cuerpo central aparece rematado por un frontón triangular.

La portada original del siglo XIII es de estilo románico. Se encuentra en el muro meridional. Es de medio punto y cuenta con seis arquivoltas abocinadas, que descansan sobre un ábaco corrido, decorado con lacerías, y este sobre capiteles historiados; los temas de los capiteles del lado izquierdo son de izquierda a derecha los de Adán y Eva en el Paraíso, San Miguel luchando contra el dragón, el sacrificio de Isaac, el obispo san Ramón bendiciendo entre los diáconos, San Miguel pesando las almas y la Presentación de Jesús de Nazaret en el templo; los temas de los capiteles del lado derecho son de izquierda a derecha la Huida a Egipto, la lucha de un caballero contra un león, la Adoración de los Magos, la Visitación y la Anunciación. Las arquivoltas aparecen lisas, excepto la exterior, decorada con puntas de diamante. El fuste de las columnas es liso; estas descansan sobre basamento corrido. Las hojas de la puerta están decoradas con herrajes originales.

La portada original a la iglesia de San Vicente y San Valero de Roda de Isábena es del siglo XIII y de estilo románico. El acceso es en medio punto y cuenta con seis arquivoltas abocinadas.

  

La torre campanario del siglo XVIII es de estilo neoclásico y vino a sustituir a la original de estilo románico. Es de planta hexagonal. Presenta tres cuerpos separados por cornisas, siendo el inferior el de mayor desarrollo, además presenta arcos de medio punto ciegos en sus lienzos, excepto en uno, en el que se abre un vano alargado; el segundo cuerpo es el de menor desarrollo; el cuerpo superior recibe las campanas y presenta vanos de medio punto de diferentes tamaños. Está rematada por un chapitel. 

La cabecera de la iglesia de San Vicente y San Valero de Roda de Isábena es triabsidial hemiesférica, ofreciendo el ábside central un mayor desarrollo. Al exterior, se ajusta a la tipología lombarda, los muros están recorridos por lesenas, que remarcan la verticalidad de la cabecera, y los aleros descansan en arquillos ciegos. En cada lienzo de los ábsides se abren vanos de medio punto alargados y abocinados. 

El interior de la iglesia de San Vicente y San Valero de Roda de Isábena presenta dos niveles; en el superior se encuentran los ábsides, debido a que bajo ellos se encuentran las criptas, y en el inferior las naves del templo. La nave central aparece cubierta con una bóveda de cañón apuntado, las laterales con bóvedas de arista; las bóvedas aparecen reforzadas con arcos fajones y descansan sobre pilares cruciformes; los presbiterios están cubiertos con bóvedas de cañón apuntado y los ábsides con bóveda de horno. La iglesia se ilumina a través de los vanos que se abren en las naves laterales de los ábsides.

El interior de la iglesia de San Vicente y San Valero de Roda de Isábena presenta dos alturas, situándose el presbiterio y el altar mayor sobre la cripta de San Ramón, que se encuentra al mismo nivel que las naves.

  

La iglesia de San Vicente y San Valerio de Roda de Isábena cuenta con tres criptas. La primera cripta, o septentrional, se extiende bajo la nave del Evangelio; se la conoce como cripta de San Valerio, por estar bajo su advocación, Sala del Archivo o Sala del Tesoro, al haber cumplido estas funciones en el pasado; es de planta rectangular, cubierta por una bóveda de cañón, rematada por un ábside semicircular, cubierto con una bóveda de horno; está decorada con pinturas murales al temple del siglo XIII y de estilo románico; se reconocen diferentes escenas, el Pantocrator y el Tetramorfos, el calendario mes a mes con los trabajos agrícolas, san Juan Bautista bautizando a Jesús de Nazaret, san Miguel pesando las almas, animales fantásticos y escenas de lucha entre hombres y animales. La segunda cripta, o cripta de San Ramón, se extiende bajo el presbiterio y el altar mayor, pero al mismo nivel que las naves de la iglesia; presenta un triple acceso bajo arcos de medio punto, que apoyan en pilastras exentas; está cubierta por bóvedas de arista; remata en ábside semicircular, cubierto con bóveda de horno; recibe iluminación natural a través de dos vanos en aspillera. La tercera cripta, o meridional, se extiende bajo la nave de la Epístola; es la más sencilla de las tres; llaman la atención las pilastras esquineras, que se sitúan en los vértices de la cripta; hace las veces de sacristía.

La cripta de San Valero conserva restos de pinturas murales del siglo XIII de estilo románico.

  

El claustro aparece adosado al muro norte de la iglesia. Se construyó durante el segundo cuarto del siglo XII. Tiene tres accesos: el primero situado en el primer tramo de la nave del Evangelio, en arco de medio punto con dos arquivoltas y tímpano liso; el segundo junto a la sala capitular; y el tercero junto al refectorio. Ofrece planta cuadrangular. Las arcadas son de medio punto, decoradas con el taqueado jaqués; los capiteles reciben escenas geométricas, vegetales y zoomórficas. Los ángulos del claustro están reforzados con arcos dobles. Los cimacios y salmeres están decorados con 191 inscripciones funerarias de los siglos del XII al XV. En el centro del claustro se dispone un aljibe y a su alrededor la sala capitular, la capilla de San Agustín y el refectorio. El techado del claustro es una armadura de madera, que descansa sobre ménsulas. 

En la panda este del claustro se abre la sala capitular, adosada al ábside septentrional de la iglesia. Se accede a través de un arco, flanqueado por dos arcos a cada lado sobre podio corrido; los arcos son de medio punto peraltado sobre cimacio y capitel; los fustes y los cimacios son lisos, los capiteles están decorados con motivos vegetales y los intradoses con laudas funerarias. 

Desde la sala capitular se accede a la capilla de San Agustín. Sus dimensiones son reducidas. Ofrece planta rectangular de una nave, cubierta con bóveda de cañón, y ábside semicircular, cubierto con bóveda de horno. Para su construcción se aprovecharon partes de los muros anteriores, que presentan opus spicatum. La bóveda del ábside está decorada con pinturas murales románicas del siglo XII, de las que solo quedan restos; se reconocen un Pantocrator, un Tetramorfos, ángeles, san Agustín y otros santos.

En la panda este del claustro de la iglesia de San Vicente y San Valero de Roda de Isábena se abre la sala capitular. El intradós de los arcos está decorado con laudas sepulcrales decoradas con inscripciones.

 

El refectorio se abre en la panda septentrional del claustro. Presenta planta rectangular,  cubierto con bóveda de medio cañón apuntado, dividida en cuatro tramos por arcos de medio punto, que descansan sobre ménsulas de gran tamaño. Aún se conservan restos de las pinturas murales originales, reconociéndose el tema del Descendimiento. 

Las cubiertas exteriores de la iglesia de San Vicente y San Valero de Roda de Isábena varían según aquella parte que se cubra; la iglesia se cubre a dos aguas, el ábside a una vertiente, la cubierta de las pandas del claustro es a un agua, la sala capitular a dos vertientes y el refectorio a cuatro aguas. 

Otros elementos llamativos de la iglesia de San Vicente y San Valero de Roda de Isábena son el ara del altar mayor, la mazonería del retablo mayor, retablos góticos, la arqueta de San Valero, la silla y el sepulcro de San Ramón, la pila bautismal, el coro y el órgano.

sábado, 27 de septiembre de 2025

La Crucifixión, de Juan de Flandes

Juan de Flandes (¿?, 1465-Palencia, 1519) fue uno de los pintores más destacados del Renacimiento español. De origen flamenco, se formó en la Escuela de Brujas; sin embargo, desarrolló la mayor parte de su carrera artística en Castilla desde 1496, cuando la reina Isabel la Católica le nombró pintor de Corte. Entre sus obras destacan Retablo de Isabel la Católica (1496-1504), La resurrección de Lázaro (1510-1518) y La Crucifixión (1509-1519).

Juan de Flandes: La Crucifixión, 1509-1519.
Estilo: Renacimiento.
Técnica: Óleo sobre tabla.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 123 x 169 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

  

Juan de Flandes pintó La Crucifixión como parte del retablo mayor de la catedral de San Antolín de Palencia por encargo del obispo Juan Rodríguez de Fonseca. Estuvo situada en la calle central del retablo entre las tablas Camino del Calvario y Entierro de Cristo.

Atendiendo al sitio que iba a ocupar la tabla, Juan de Flandes optó por un formato de gran tamaño, disposición apaisada y con los elementos esenciales; además, eligió el momento en el que la mayoría de testigos de la crucifixión de Cristo marcharon y con él solo quedaron, de izquierda a derecha, san Juan, la Virgen María, María de Cleofás, María Salomé, María Magdalena, dos jinetes y un soldado, además de los personajes inanimados de la nube, el tarro de ungüentos, la calavera, el fémur y la cadera, piedras preciosas y Jerusalén al fondo.

El eje de la composición lo ocupa Cristo en la cruz. Su aspecto es siríaco, aparece con corona de espinas, clavado con tres clavos, lo que desequilibra las caderas teniendo como consecuencia que Cristo aparezca en contraposto, cabeza inclinada hacia el hombro derecho y de las manos, del costado derecho y de los pies mana sangre, la del costado alcanza el paño de pureza y continúa por el muslo de la pierna derecha. Sobre la cabeza de Cristo se extiende una filacteria en la que se lee INRI, abreviatura latina de Iesvs Nazarenvs Rex Ivdeaorvn, que se traduce por Jesús de Nazaret, Rey de los judíos.

La Virgen María aparece sentada sobre una piedra, vestida de verde y blanco, con rostro cubierto de lágrimas por la pérdida de su hijo. Junto a ella se reconocen el apóstol san Juan, María de Cleofás y María Salomé, mirando a la Virgen María con semblantes afectados, rostros cubiertos de lágrimas y manos en posición orante. Sin embargo, María Magdalena dirige su mirada a Cristo en la cruz. Los jinetes y el soldado, con armadura del siglo XVI y de espaldas al espectador, dirigen su mirada a Cristo en la cruz.

Los gestos, los colores y muchos de los elementos que componen la escena tienen un significado simbólico: las manos de María Cleofás y María Salomé, el poder de la oración; el blanco, la pureza; el verde, la esperanza; el azul, la nobleza de corazón; el rojo, la Pasión; y el dorado, la Gloria; el tarro de los ungüentos, el perdón de los pecados; el soldado el cumplimiento de las profecías; la calavera, el fémur y la cadera, el pecado capital de Adán y Eva; y las piedras preciosas, el Paraíso.

Juan de Flandes aprovechó el gran tamaño de las figuras para dotarlas de monumentalidad, volumen y pliegues marcados, además remarcó algunos contornos para subrayar el modelado de las figuras.

La luz entra por el lado izquierdo proyectando las sombras hacia la derecha.

Los colores tienen una tonalidad oscura en coherencia con los semblantes doloridos de los personajes que aparecen en la escena.

La Crucifixión fue trasladada a la Sala Capitular de la catedral de San Antolín de Palencia en 1559, don Manuel Arburúa la compró en 1944 para su colección particular y la constructora Ferrovial en 2005, año en el que la donó al Museo Nacional del Prado en concepto de pago de impuestos.