jueves, 20 de diciembre de 2018

Juan Guas

Juan Guas (San Pol-de-Léon, 1430-Toledo, 1496) se formó como arquitecto a la sombra de su padre. Está documentada su presencia en España desde 1448. Desarrolló su carrera profesional en Castilla. Fue maestro de obras en las catedrales del Salvador de Ávila, Santa María de Segovia y Santa María de Toledo. Trabajó para los Reyes Católicos y para grandes familias nobiliarias de Castilla como los Mendoza.

El monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo (1477) se construyó por encargo de Isabel la Católica. Es uno de los edificios más destacados del gótico isabelino, estilo creado por Juan Guas.


Juan Guas se convirtió en el máximo representante del gótico isabelino, que presenta las características siguientes:
  • Los edificios son de amplias proporciones.
  • Los edificios religiosos son de una nave con capillas entre los contrafuertes.
  • Los edificios civiles y los religiosos se organizan alrededor de un patio o de un claustro con dos crujías.
  • Predomina la horizontalidad frente a la verticalidad del gótico clásico.
  • Aúna elementos del gótico flamígero y del flamenco.
  • Las bóvedas de crucería se complican y adoptan formas estrelladas.
  • Predomina la decoración propagandística en forma de motivos heráldicos –el águila de san Juan, el yugo, las flechas y las granadas–, las cadenas, conchas, arcos mixtilíneos, etc.

Juan Guas construyó edificios de carácter civil y religioso. Entre las obras civiles hay que citar el castillo de Belmonte (1474), el castillo de Manzanares el Real (1475), el palacio de los duques del Infantado de Guadalajara (1480) y el patio del colegio San Gregorio de Valladolid (1488), y entre los religiosos el monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo (1477).

El castillo de Belmonte (1474) se ajusta al tipo fortaleza-palacio.


La construcción del castillo de Belmonte se inició en 1456 por iniciativa de Juan Pacheco, primer marqués de Villena, y se dio por terminada a su muerte en 1474. El castillo fue concebido como fortaleza-palacio. La planta es un triángulo equilátero con dos cuerpos en dos de sus lados y en el otro la torre del homenaje; el triángulo se convierte en un nonocaedro con torreones en los vértices, que cumplen una doble función de contrafuerte y defensiva. La decoración de los techos es de estilo mudéjar.

El castillo de Manzanares el Real o castillo de los Mendoza es del tipo fortaleza-palacio. Se inició su construcción en 1475 por iniciativa de Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado. La planta es cuadrangular; cuenta con cuatro torres circulares; destaca la torre del homenaje, de forma hexagonal; el edificio está rematado por una terraza con almenas y matacanes; la decoración exterior son bolas de estilo isabelino. Consta de un patio rectangular porticado y de dos galerías sobre columnas octogonales; sobre el adarve meridional la galería es de traza flamígera sobre antepechos decorados con puntas de diamante. El castillo está rodeado por una barbacana, cuyas saeteras llevan esculpidos en bajo relieve la cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén.

El castillo de Manzanares el Real (1475) se construyó por iniciativa de Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado.


El palacio de los Duques del Infantado de Guadalajara lo mandó construir en 1480 Íñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado. Se levantó sobre el solar que ocupaban las antiguas casas de la familia Mendoza, que fueron derribadas. Juan Guas fue el arquitecto que lo diseñó, pero contó con la colaboración de Egas Cueman y Lorenzo de Trillo. Las partes más relevantes del palacio son la fachada de poniente, la puerta de acceso a palacio, el patio central o de los leones, la galería del jardín y las salas bajas. La fachada principal o de poniente dota al palacio de una estética inconfundible. Al exterior las plantas baja y principal son un muro de sillar decorado con puntas de diamante en tresbolillo; en la planta principal se cuentan cinco balcones coronados con frontones triangulares. Remata la fachada una galería corrida de dobles balcones y garitones salientes alternados con arquería conopial, y presenta tracería gótica y mocárabes. La puerta de acceso a palacio se encuentra descentrada, en el tercio izquierdo; presenta dos arcos, conopial mixtilíneo y apuntado; el tímpano está decorado con escudos y tracería gótica, la rosca del arco con motivos caligráficos, la clave con una bicha alada y las enjutas con sendos grifos; la puerta está flanqueada por dos columnas cilíndricas con basas prismáticas, fuste con red de rombos, collarín intermedio y capitel con mocárabes, que se repiten en la cornisa que une las columnas. Sobre la puerta hay dos esculturas de varones velludos que sostienen una corona ducal con el escudo de los Mendoza en el centro. El patio central o de los leones es de planta rectangular, de siete arcos en los lados de levante y poniente y cinco en norte y sur.; presenta doble arquería superpuesta conopial mixtilínea; las columnas de la planta baja son de fuste liso y capitel dórico; las de la segunda presentan fuste torsionado y collarín intermedio; las arcadas están decoradas con leones y grifos enfrentados y la balaustrada de la galería superior con filigranas góticas. La galería del jardín es obra de Lorenzo de Trillo y se concluyó en 1496; consta de una doble arquería de columnas prismáticas. Los paramentos están decorados con arquillos lobulados superpuestos.

Portada del palacio de los Duques del Infantado de Guadalajara (1480).


El patio del colegio de San Gregorio de Valladolid es de planta cuadrada; cuenta con dos pisos que se levantan sobre pilares helicoidales con capiteles decorados con medias bolas y lises separados por cadenas; en las arquerías del piso superior la decoración es calada con un friso de yugos, flechas y gárgolas; se accede al piso superior a través de una escalera con pretiles góticos, paramentos almohadillados y artesonado mudéjar; se leen las iniciales F e Y, de Fernando e Isabel, reyes de Aragón y Castilla.

Otras obras civiles son los castillos de Cuéllar, Miranda de Ebro, Jadraque, Palazuelos y la portada del palacio de los duques de Arcos de Marchena.

En la decoración exterior del monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo (1477) destacan las cadenas de los cristianos liberados de las cárceles musulmanas del norte de África.


La gran obra religiosa de Juan Guas es el monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo. Isabel la Católica lo mandó construir en 1477 para conmemorar su victoria en la batalla de Toro (1476) sobre Alfonso V de Portugal durante la guerra civil con Juana la Beltraneja por el trono de Castilla; Isabel la Católica cedió el monasterio a la Orden de San Francisco de la Observancia; el monasterio habría de ser panteón real, pero los Reyes Católicos decidieron enterrarse en Granada tras ser reconquistada en 1492. Juan Guas murió en 1496 sin haber terminado de construir el monasterio de San Juan de los Reyes; Luis Aguirre, García Pérez de Roxas, Enrique Egas y Antón Egas terminaron las obras en 1505; Egas Cueman se encargó de la decoración escultórica. La iglesia es de una sola nave que se estructura en cuatro tramos, crucero y capilla mayor; sobre el primer tramo se asienta el coro; a la nave asoman capillas laterales entre los contrafuertes; el crucero no sobresale en planta y está cubierto con un cimborrio octogonal sobre trompas; la capilla mayor es pentagonal, está elevada sobre unas gradas y tiene la misma altura que la nave; todos los espacios están cubiertos con bóvedas estrelladas. Se accede a través del hastial norte, a los pies de la iglesia, único acceso hasta que se abrió la portada oeste en una de las capillas laterales. La luz llega al interior a través de las vidrieras laterales y del cimborrio. En el interior de la iglesia la decoración es variada en sus motivos: heráldico, con el escudo de los Reyes Católicos sostenido por el águila de san Juan (aquellos que no llevan la granada son anteriores a 1492), además de las letras F e Y, de Fernando e Isabel, reyes de Aragón y Castilla; epigráfica de carácter conmemorativo; figurativo, con imágenes de santos y de personajes relevantes de la sociedad toledana de la época; vegetal, con hojas de vides; y el retablo de la capilla mayor. El exterior de la iglesia es austero; está decorado con cadenas colgantes en homenaje a los cristianos rescatados de las cárceles musulmanas del norte de África, escudos de los Reyes Católicos, yugos y flechas y estatuas de ángeles y santos. El claustro es de planta cuadrada, tiene siete tramos en cada lado y dos pisos; la crujía baja se abre al jardín a través de arcos apuntados decorados con filigranas góticas; está cubierta con bóvedas de terceletes en las esquinas y de crucería de tipo alemán, sin clave central, las demás; los pilares que sostienen las bóvedas y ventanales constan de núcleo cilíndrico con molduras, pedestal e imagen bajo dosel prismático; a cada pilar le corresponde un contrafuerte en el jardín; la crujía alta se abre al jardín a través de arcos conopiales mixtilíneos y antepecho de balaustres; la cubierta es un artesonado mudéjar policromado decorado con motivos geométricos. La decoración claustral es diversa: zoomórfica, personajes bíblicos y santos, pero destacan los relacionados con los Reyes Católicos, el yugo y las flechas, el lema tanto monta y los leones, símbolo de la monarquía y protectores del paraíso cristiano.

En la decoración del interior de la iglesia del monasterio de San Juan de los Reyes se reconoce el escudo de los Reyes Católicos sostenido por el águila de san Juan.


La intervención de Juan Guas en el monasterio de Santa María de El Paular se limitó al atrio, portada de la iglesia y claustro de los monjes. Destaca la portada de la iglesia; está formada por tres arquivoltas ojivales en degradación, prolongadas por finas columnillas con capiteles vegetales, y una cuarta, la más externa, de arco conopial, rematado por florón y que apoya sobre pilastras; en las caras de estas últimas hay cuatro hornacinas, que cobijan estatuas de santos; en el más interior de los intercolumnios hay otras doce hornacinas con sus correspondientes estatuillas; en el resto de los intercolumnios y cubriendo hasta el menor de los espacios los temas decorativos son vegetales y zoomórficos; en el tímpano se distingue una Piedad policromada; en el dintel y en grandes caracteres se lee la inscripción “VIDETE SI EST DOLOR SICUT DOLOR MEUS”, es decir, “Mirad si hay dolor como mi dolor”.

La portada de acceso a la iglesia es la intervención más destacada de Juan Guas en el monasterio de Santa María de El Paular.


Otras obras religiosas de Juan Guas son el monasterio de El Parral de Segovia e intervenciones menores en las catedrales del Salvador de Ávila, Santa María de Segovia y Santa María de Toledo.

Juan Guas alcanzó a ser uno de los arquitectos más importantes de finales del siglo XV. A él se debe el desarrollo del gótico isabelino, que se distingue del gótico del resto de Europa.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Niños en la playa, de Sorolla

Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923) es uno de los grandes pintores españoles. Se le asocia con el impresionismo y el postimpresionismo. Inició su formación en la Escuela de Artesanos de Valencia en 1874, bajo la dirección de Cayetano Capuz. En 1879 ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia; su profesor Gonzalo Salvá le inició en la práctica impresionista de pintar al aire libre. En 1881 amplió su formación académica con su visita al Museo del Prado, donde estudió a Velázquez, Ribera y El Greco. En 1885 viajó a Roma pensionado por la Diputación Provincial de Valencia, allí estudió el arte clásico y renacentista. Entre sus cuadros más destacados hay que citar Cordeleros de Jávea (1898), Triste herencia (1899), El pescador (1904), Paseo a orillas del mar (1909), Niños en la playa (1910) y la serie Regiones de España, más conocida como Visión de España (1913-1919) para The Hispanic Society de Nueva York.

Joaquín Sorolla: Niños en la playa, 1910.
Estilo: Postimpresionismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Costumbrista.
Dimensiones: 118 x 185 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


Niños en la playa es una escena cotidiana de la España mediterránea de la época, la de unos niños desnudos bañándose en el mar. Los tres niños aparecen tendidos boca abajo sobre la arena de la playa adoptando distintas posturas; en primer plano un niño rubio y pálido, apoyado en el codo izquierdo, conversa con el niño que aparece en segundo plano, moreno de piel y de cabello negro, que gira la cabeza hacia el niño rubio, al fondo, el tercer niño, también moreno de piel y cabello, aparece con los brazos estirados hacia delante, ajeno a la conversación que mantienen sus dos amigos.

Sorolla muestra su técnica magistral en cuanto al tratamiento del color, la luz y las sombras y la textura del agua, la arena y la piel de los niños.

El niño rubio ofrece una anatomía mejor perfilada que la de sus compañeros, que aparecen semihundidos en la arena de la playa.

La gama de colores es escasa, amarillo, malva, tierra y violeta en diversas tonalidades, además del blanco y el negro.

La luz es intensa, resbala por los cuerpos de los muchachos y se refleja en el agua del mar. Permite que las sombras, el agua y la arena se muestren en distintas tonalidades y texturas.

Las pinceladas son amplias, sueltas y rápidas, lo que permite reflejar con realismo el movimiento de las olas contra los cuerpos de los niños.

Otra virtualidad de Niños en la playa es la de transmitir optimismo y alegría de vivir.

Aunque a Sorolla se le relaciona con el impresionismo y el postimpresionismo Niños en la playa pone en evidencia su singular estilo dentro de esos movimientos pictóricos. Su pintura se reconoce y se muestra inconfundible por el tratamiento magistral de la luz, protagonista de todos sus lienzos.