Gil de Siloé (¿Amberes,
1440?-Burgos, 1501) es el escultor más sobresaliente en estilo gótico
isabelino. Se instaló en Burgos en 1486 y desarrolló su actividad profesional
en Castilla.
Las características artísticas de Gil de
Siloé son las siguientes:
- Entendía la obra de arte como una herramienta al servicio de la religión y la política.
- Tuvo una concepción global de la obra de arte, que debía integrar el programa iconográfico en armonía con el marco arquitectónico.
- En sus conjuntos escultóricos prevalece un orden geométrico estricto y una jerarquía en los mensajes a trasmitir al espectador.
- Se especializó en escultura religiosa.
- Trabajó en madera policromada y alabastro.
- Se especializó en retablos y sepulcros.
- Las figuras se distinguen por su realismo.
- Sus composiciones presentan horror vacui.
- Virtuosismo técnico que se plasma en un derroche de decoración minuciosa.
El éxito que alcanzó Gil de Siloé le permitió abrir un taller en la ciudad de Burgos. Dentro del taller se ocupaba de los grandes encargos y marcaba las directrices a seguir. Entre sus colaboradores destacaron el pintor Diego de la Cruz y los escultores Diego, hijo suyo, y Felipe Vigarny.
El retablo mayor de la Cartuja de Santa María
de Miraflores (1496-1499) consagró a Gil de Siloé como el mejor escultor de
finales del siglo XV.
Las obras maestras de Gil de Siloé se
encuentran en la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos, y son el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal
(1486-1493), el sepulcro del infante
Alfonso (1489-1493) y el retablo
mayor (1496-1499).
El sepulcro de
Juan II e Isabel de Portugal (1486-1493) lo encargó la reina Isabel la
Católica en memoria de sus padres.
El sepulcro
de Juan II e Isabel de Portugal está hecho en alabastro. Tiene planta
octogonal en estrella de ocho puntas, formada a partir de la superposición de
un cuadrado y un rombo. Su altura es de 1,60 m., por lo cual las figuras de
las estatuas yacentes sólo pueden ser vistas desde el altar mayor de la
iglesia. Los vértices de la estrella están adornados con figuras alegóricas,
imágenes de santos, apóstoles y, en las esquinas mayores, de los evangelistas;
también hay decoración arquitectónica, heráldica, vegetal y zoomórfica. La
figura de Juan II se presenta coronada sobre dos almohadones, cubierta con
manto y adornada con joyas; en la mano derecha, hoy mutilada, tendría un cetro
real, y con la mano izquierda recoge el manto real; el calzado son unos
chapines; la figura se apoya en una peana bajo la cual aparecen dos leones
luchando. La figura de Isabel de Portugal se muestra coronada sobre dos
almohadones, viste ropa larga hasta los pies con sobretúnica y manto adornado con
aljófares y pedrería; en las manos lleva guantes y anillo, y sostiene un
devocionario abierto; a los pies hay un niño, un león y un perro. Las estatuas
de los reyes están cubiertas con doseles y separadas por una crestería; doseles
y crestería son de estilo gótico.
El sepulcro del infante Alfonso (1489-1493)
es de tipo arcosolio y orante.
El sepulcro
del infante Alfonso está realizado en alabastro. Es de tipo arcosolio. El
arco que acoge el sepulcro es conopial angrelado; la decoración es vegetal, con
ángeles que sostienen el escudo de Castilla y León y la figura del arcángel
Miguel rematando el conjunto. El sepulcro está enmarcado por dos pilastras que
parten del suelo de la iglesia; las pilastras están adornadas con imágenes de
apóstoles y santos, y están rematadas por un relieve que representa la
Anunciación. Al infante Alfonso se le representa orante, con gorro de piel a la
espalda, adornado con pedrería y perlas, rostro inexpresivo y mirada dirigida
hacia el altar mayor de la iglesia; se apoya en un cojín, ante un reclinatorio
cubierto con una tela, que soporta un almohadón que recibe un devocionario; lleva
un collar en el pecho, de cuyo centro pende una cadena que sostiene un medallón
en el que aparece una cabeza tallada en piedra preciosa. El arca sepulcral
descansa sobre un zócalo adornado con motivos vegetales y cuatro leones y se
divide en tres paneles; en el central dos ángeles sostienen el escudo de
Castilla y León y en los laterales aparecen los pajes del infante Alfonso.
El retablo mayor de la cartuja de Santa María de
Miraflores se hizo por encargo de la reina Isabel la Católica. Se inició en 1496 y
se concluyó en 1499. Gil de Siloé se ocupó de su diseño y de la mayoría de las
esculturas y Diego de la Cruz
de esculpir las figuras de san Pedro y de san Pablo y del policromado y dorado
del retablo. Se utilizó el oro traído de América por Cristóbal Colón para dorar
el retablo. El retablo está compuesto por dos cuerpos rectangulares: el
inferior, de menor tamaño y dividido en calles, y el superior, doble en
superficie y dividido en círculos, novedad en los retablos castellanos, que se
inspira en los medallones y rosarios germánicos. El eje del cuerpo inferior lo
constituye el Sagrario. Sobre él un nicho cuadrado alberga seis altorrelieves
fijos a un torno giratorio que representan otras tantas escenas del año
litúrgico (Nacimiento, Bautismo, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y
Ascensión de María). Las figuras del cuerpo inferior son, de izquierda a
derecha, santa Catalina de Alejandría, san Juan Bautista, santa María Magdalena
y Santiago Apóstol. Están representadas las escenas de la Anunciación , la Adoración de los Reyes,
la Última Cena y el Prendimiento. En el extremo izquierdo aparece el rey Juan
II guiado por el apóstol Santiago y el escudo de Castilla y León; y en el
extremo derecho la reina Isabel, su santa patrona, Juan el Bautista y el escudo
de Castilla y León, y Portugal. Los reyes aparecen en posición orante. El
centro del cuerpo superior está ocupado por una corona de ángeles que contiene
a Cristo Crucificado. La cruz está sostenida a la izquierda por el Padre
Eterno, con capa pluvial y tiara pontificia, y a la derecha por el Espíritu
Santo, con túnica y corona imperial. Sobre la cruz, el pelícano, símbolo del
amor divino. Dentro de este círculo aparecen otros cuatro que contienen escenas
de la Pasión
de Cristo: Oración en el Huerto, la Flagelación , el Camino del Calvario y la Piedad. Fuera del
círculo central aparecen esculpidos san Pedro y san Pablo. En los círculos
superiores los evangelistas san Juan y san Mateo y en los inferiores los
evangelistas no apóstoles san Marcos y san Lucas. En los espacios triangulares
aparecen los cuatro santos doctores de la Iglesia occidental: san Agustín, san Ambrosio,
san Gregorio y san Jerónimo. El cuerpo superior está cerrado en tres de sus
cuatro lados por doce estatuas de santos. Es un programa iconográfico denso,
que obedece a una jerarquía en los mensajes doctrinales: la Crucifixión, medio
elegido por Jesús de Nazaret para redimir al hombre, ocupa el centro del
retablo; la Trinidad, con las figuras del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en
el círculo central del retablo; el apostolado, la santidad y la Iglesia, con
las figuras de los evangelistas, los cuatro santos doctores de la Iglesia
occidental y los muchos santos que pueblan el retablo; y la fuerza de la
oración, con los reyes Juan e Isabel en posición orante.
La Crucifixión
es el epicentro del retablo mayor de la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos.
El retablo mayor de la capilla de Santa Ana
(1486-1492) es una de las obras de Gil de Siloé en las que colaboró el pintor
Diego de la Cruz.
En el retablo mayor de la capilla de Santa Ana o
de la Concepción de la catedral de Santa María de Burgos (1486-1492)
colaboró el pintor Diego de la Cruz. El programa iconográfico gira en torno al
tema del árbol de Jessé. El retablo se organiza en banco, cuerpo principal con
tres calles y un Calvario exento. En el centro del banco, bajo dosel corrido,
se identifica la escena de la Resurrección; en cada extremo se sitúan dos
evangelistas. En la parte inferior de la calle central aparece Jessé durmiendo,
del pecho le sale el árbol que representa la genealogía de la Virgen María; de
los brotes laterales nacen los reyes de Judá, que rodean la escena del abrazo
de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta Dorada, de la que parten las ramas
que culminan en la imagen sedente de la Virgen María con el Niño, escoltada por
las alegorías del Antiguo y del Nuevo Testamento o de la Sinagoga y de la
Iglesia. En las calles laterales se disponen doseles y pináculos que cobijan
esculturas, sobre un fondo celeste y estrellado; se reconocen las figuras del
obispo Acuña, la aparición de Cristo a san Eustaquio, el Nacimiento de la
Virgen, la Presentación de la Virgen, los Desposorios de la Virgen y san José y
san Joaquín con el ángel. Remata el retablo un Calvario exento. En las
pilastras de las entrecalles, en la pulsera perimetral y en el ático se
disponen figuras de santos.
El retablo de santa Ana o de las Once Mil
Vírgenes de la capilla de los Condestables de la catedral de Santa María de
Burgos (1498) se hizo por encargo de Mencía de Mendoza. Lo inició Gil de Siloé
y lo terminó su hijo Diego. Tiene forma de ábside cubierto por un dosel. El
banco está compuesto por nichos que acogen figuras femeninas de pequeño tamaño;
las urnas con esculturas del cuerpo central están presididas por una santa Ana
triple con la Virgen María y el Niño; los bordes de los vestidos de muchas
imágenes están adornados con textos religiosos.
El sepulcro de Juan de Padilla (1500), paje
de la reina Isabel la Católica fallecido en 1491 durante la reconquista de
Granada, se ajusta a la tipología arcosolio y figura orante. Don Juan Padilla
aparece ante un reclinatorio con libro abierto sobre él; a su alrededor siete
estatuas de santos, hoy dispersas en museos y colecciones privadas. La primera
localización del sepulcro fue la iglesia del Real monasterio de Nuestra Señora
de Fresdelval, ya desaparecido; hoy se encuentra en el Museo de Burgos.
El sepulcro de Juan de Padilla (1500) es una de las últimas obras de Gil de Siloé.
A Gil de Siloé
se le atribuyen entre otras las obras siguientes: la fachada del colegio de San Gregorio de Valladolid, el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de
Fuentepelayo, el retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Buena Mañana de la iglesia de San Gil Abad
de Burgos, el sepulcro del obispo Alonso
de Cartagena en la capilla de la Visitación de la catedral de Santa María
de Burgos, la Virgen del Coro de la
iglesia de la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos y Santa María la Mayor del Museo de
Burgos, todas de finales del siglo XV. Destacan las tres primeras.
La fachada del colegio de San Gregorio de
Valladolid es un tapiz escultórico antepuesto al muro frontal del edificio. El
dintel del tímpano está decorado con flor de lis y la dedicatoria y ofrenda del
fraile dominico Alonso de Burgos en nombre del colegio a san Gregorio Magno en
presencia de san Pablo y santo Domingo. En el tímpano destacan las figuras de
hombres silvestres, que aluden a la imagen del hombre natural, frente a la de
los caballeros armados, que encarnan la Virtud. La parte central superior está
ocupada por un pilón hexagonal rebosante de agua, que representa la Fuente de
la Vida; de él arranca el tronco de un árbol, que alude a la génesis de la
vida; a su alrededor hay parejas de niños. Por último, el escudo de los Reyes
Católicos, sostenido por leones y el águila de san Juan alude al patronazgo
regio del Colegio de San Gregorio.
En el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de
Fuentepelayo en la capilla de Santa Ana de la catedral de Santa María de
Burgos la figura que representa al difunto se presenta yacente con un libro en
las manos, acompañado por un paje; el frontal de la caja sepulcral está
decorado con un relieve de la Epifanía; el sepulcro se cobija bajo un arcosolio
carpanel e intradós angrelado, con fondo decorado por un relieve del Nacimiento
y Adoración de los pastores.
En el retablo de la capilla de Nuestra Señora de
la Buena Mañana de la iglesia de San Gil Abad de Burgos, bajo doseles
calados de estilo gótico se disponen figuras que se caracterizan por la
minuciosidad flamenca y el plasticismo germánico; sobre un pequeño banco con
los evangelistas; destaca la Virgen de la Buena Mañana con el Niño y la
Asunción, rodeadas por las tallas de san Miguel, san Gabriel, san Pedro y san Pablo, y otras menores de apóstoles.
Entre las obras
desaparecidas, pero documentadas destaca el retablo
mayor de la capilla del colegio de San
Gregorio de Valladolid (1498). Fue un encargo de fray Alonso de Burgos. Del
diseño se encargo Gil de Siloé, de la realización su taller y de la policromía
Diego de la Cruz. El primero en describirlo fue el viajero francés Lalaing en
1501. El tema del retablo era El llanto sobre Cristo muerto, formado por ocho
figuras, sobre el Calvario, y un remate formado por cinco escudos de armas;
además, se contaban veintiuna escenas de la vida de Cristo y la Virgen María y
numerosas esculturas de pequeño tamaño. El retablo se perdió durante la
invasión francesa de 1808 a 1814; sólo se conservan dos imágenes, el Crucifijo
titular de la capilla del colegio en la iglesia de Ciguñela (Valladolid) y el
relieve de la Ascensión en la iglesia de Santa María de Herrera de Duero
(Valladolid).
En la fachada del colegio San Gregorio de
Valladolid destaca el escudo de los Reyes Católicos sostenido por dos
leones y el águila de san Juan.
Gil de Siloé ha
pasado a la historia del arte como el escultor que supo aunar los estilos mudéjar
y gótico flamenco; así se convirtió en el creador del estilo gótico
isabelino, señero del arte español.