La
iglesia Santa Lucía del Trampal de
Alcuéscar se levantó durante el siglo VII y es el único edificio visigodo que
se conserva al sur del Tajo; los otros templos fueron arrasados por los
musulmanes tras la invasión de la península Ibérica en 711. De época visigoda
son la cabecera, el crucero, el coro y parte de la nave principal; el resto del
edificio se levantó en la Baja Edad Media en estilo gótico. Tras la
desamortización de Mendizábal de 1836 cayó en el abandono y la ruina siendo
utilizada como establo y refugio de pastores. En la década de los ochenta del
siglo XX fue puesta en valor y restaurada.
Los ábsides y el crucero de la iglesia de Santa
María del Trampal es lo más interesante de lo que se conserva de
época visigoda.
La iglesia de Santa Lucía del Trampal
debió formar parte de un complejo conventual. De época visigoda solo se
conservan la cabecera y el crucero. La cabecera ofrece tres ábsides
independientes, de planta rectangular, siendo el central de mayor tamaño que
los laterales (la anchura de los ábsides es de 4 m., pero la profundidad del
central es de 3,20 m. y la de los laterales de 2,40 m.). Delante de los ábsides
se extiende el crucero de siete tramos, que sobresale más allá de los ábsides
laterales; tiene una longitud de 16 m. Esta cabecera guarda similitud con la de
la iglesia de San Juan de Baños de Cerrato y se ajusta a las necesidades
litúrgicas establecidas tras el IV Concilio de Toledo de 633 en el cual se
estableció que los sacerdotes oficiantes comulgarían en el altar, el clero en
el coro y los feligreses en la nave principal. Delante del crucero hay un coro
de pequeñas dimensiones. El espacio reservado a los creyentes se divide en tres
naves de cuatro tramos; la nave central tiene una anchura doble a las laterales;
sin embargo, la mayor parte de este espacio se reconstruyó en la Baja Edad
Media en estilo gótico. Han desaparecido cuatro habitaciones laterales.
La iglesia de Santa Lucía del Trampal de Alcuéscar
presenta tres ábsides independientes de
planta rectangular y desigual tamaño.
El ábside central albergaba un altar
donde se celebraba la eucaristía; los ábsides laterales hacían las veces de
sagrario y sacristía.
La cubierta de los ábsides y del crucero
es de bóveda de cañón; en los ábsides descansa sobre los muros perimetrales de
la iglesia; en el crucero está reforzada por arcos de herradura que descansan
en doce columnas, seis a cada lado del crucero; estas columnas presentan fuste
de cinco tambores y cimacio.
El crucero es un
pasillo estrecho con seis columnas a cada lado que sostienen una bóveda de
cañón reforzada con arcos de herradura. En los extremos del crucero se abren
sendos vanos que lo iluminan.
Las cubiertas al exterior son de dos
aguas en los ábsides, extremos y espacios intermedios del crucero a menor
altura, coro y nave principal y a cuatro vertientes en los espacios del crucero
que sobresalen en altura.
Los accesos a la iglesia son dos, están
enfrentados y se disponen en los muros norte y sur.
Se sabe que los espacios interiores
estaban separados por cancelas y barroteras por las hendiduras que se conservan
en los muros y en el suelo.
La iluminación es escasa debido a que
los vanos abiertos son estrechos, abocinados y con celosía; hay un vano en cada
ábside, uno en cada extremo del crucero, uno en cada uno de los tres espacios
del crucero que sobresalen en altura y tres a cada lado del muro perimetral.
La decoración escultórica adorna con
roleos la imposta de los arcos.
Los materiales de construcción son el
sillar en las esquinas y vanos y el sillarejo y la mampostería en el resto del
edificio. Se sabe que muchos de los sillares son de época romana por las
inscripciones que presentan.
La iglesia de Santa Lucía del Trampal
debe su importancia al hecho de ser el único templo visigodo que se conserva al
sur del Tajo tras producirse la invasión musulmana del Reino visigodo en 711.
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