viernes, 20 de abril de 2018

Monasterio de San Juan de los Reyes, de Juan Guas

Juan Guas (San Pol-de-Léon, Francia, 1430-Toledo, España, 1496) se formó como arquitecto a la sombra de su padre. Está documentada su presencia en España desde 1448. Trabajó en la construcción de las catedrales del Salvador de Ávila, Santa María de Segovia y Santa María de Toledo. Entre sus grades obras hay que citar el monasterio de San Juan de los Reyes (1477) y el palacio de los duques del Infantado (1480).

El monasterio de San Juan de los Reyes es de estilo gótico isabelino.


Isabel la Católica mandó construir en 1477 el monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo para conmemorar su victoria en la batalla de Toro (1476) sobre Alfonso V de Portugal durante la guerra civil con Juana la Beltraneja por el trono de Castilla. Isabel la Católica cedió el monasterio a la Orden de San Francisco de la Observancia. El monasterio habría de ser panteón real, pero los Reyes Católicos decidieron enterrarse en Granada tras ser reconquistada en 1492.

Juan Guas murió en 1496 sin haber terminado de construir el monasterio de San Juan de los Reyes. Luis Aguirre, García Pérez de Roxas, Enrique Egas y Antón Egas terminaron las obras en 1505. Egas Cueman se encargó de la decoración escultórica.

En la decoración del interior de la iglesia del monasterio de San Juan de los Reyes se reconoce el escudo de los Reyes Católicos sostenido por el águila de san Juan.


La iglesia es de una sola nave que se estructura en cuatro tramos, crucero y capilla mayor. Sobre el primer tramo se asienta el coro; a la nave asoman capillas laterales entre los contrafuertes; el crucero no sobresale en planta y está cubierto con un cimborrio octogonal sobre trompas; la capilla mayor es pentagonal, está elevada sobre unas gradas y tiene la misma altura que la nave. Todos los espacios están cubiertos con bóvedas estrelladas.

Se accede a través del hastial norte, a los pies de la iglesia, único acceso hasta que se abrió la portada oeste en una de las capillas laterales.

La luz llega al interior a través de las vidrieras laterales y del cimborrio.

En el interior de la iglesia la decoración es variada en sus motivos: heráldico, con el escudo de los Reyes Católicos sostenido por el águila de san Juan (aquellos que no llevan la granada son anteriores a 1492), además de las letras F e Y, de Fernando e Isabel, reyes de Aragón y de Castilla; epigráfica, de carácter conmemorativo; figurativo, con imágenes de santos y de personajes relevantes de la sociedad toledana de la época; vegetal, con hojas de vid; y el retablo de la capilla mayor.

El exterior de la iglesia es austero. Está decorado con cadenas colgantes en homenaje a los cristianos rescatados de las cárceles musulmanas del norte de África, escudos de los Reyes Católicos, yugos y flechas y estatuas de ángeles y santos.

El exterior del monasterio de San Juan de los Reyes es austero en decoración. El muro exterior del cimborrio de la iglesia está decorado con las cadenas de los cristianos liberados de las cárceles musulmanas del norte de África.


El claustro es de planta cuadrada, tiene siete tramos en cada lado y dos pisos.

La crujía baja se abre al jardín a través de arcos apuntados decorados con filigranas góticas; está cubierta con bóvedas de terceletes en las esquinas y las demás con bóveda de crucería de tipo alemán, sin clave central. Los pilares que sostienen las bóvedas y ventanales constan de núcleo cilíndrico con molduras, pedestal e imagen bajo dosel prismático; a cada pilar la corresponde un contrafuerte en el jardín.

La crujía alta se abre al jardín a través de arcos conopiales mixtilíneos y antepecho de balaustres. La cubierta es un artesonado mudéjar policromado decorado con motivos geométricos.

La decoración claustral es diversa: zoomórfica, personajes bíblicos y santos, pero destacan los relacionados con los Reyes Católicos, el yugo y las flechas, el lema Tanto monta y los leones, símbolo de la monarquía y protectores del paraíso cristiano.

El claustro del monasterio de San Juan de los Reyes tiene dos pisos; en el primero los arcos son apuntados y en el segundo conopiales mixtilíneos. Uno de los balaustres del piso superior está decorado con el escudo de los Reyes Católicos con el águila de san Juan, el yugo y las flechas.


El monasterio de San Juan de los Reyes conoció actuaciones posteriores: la escalera de acceso a la crujía alta del claustro debió hacerse entre 1526 y 1534, obra con seguridad de Alonso de Covarrubias; la portada principal del convento llevada a cabo entre 1526 y 1609 por Juan Bautista Monegro; y la restauración general terminada en 1926 que sirvió para reparar el daño perpetrado por las tropas napoleónicas y abandono tras la exclaustración debida a la desamortización de Mendizábal de 1836.

El monasterio de San Juan de los Reyes debe su relevancia artística e histórica a dos motivos: es el mejor ejemplo de gótico isabelino y en su decoración muestra el programa político y religiosos de los Reyes Católicos.

El monasterio de San Juan de los Reyes fue declarado Monumento Histórico-artístico en 1926.

viernes, 13 de abril de 2018

San Hugo en el refectorio de los cartujos, de Zurbarán


Francisco de Zurbarán (Fuente de Cantos, 1598-Madrid, 1664) se formó como pintor en el taller de Pedro Díaz de Villanueva. Se instaló en Llerena en 1617, en Sevilla en 1626 y en Madrid en 1658. Pintó por encargo para la Iglesia y varias órdenes religiosas ajustándose a los principios del Concilio de Trento (1545-1563) y de la Contrarreforma. Sus pinturas se caracterizan por la austeridad, el realismo, el uso de la luz para reducir las figuras a su volumen esencial, la ausencia de movimiento y el virtuosismo en el color, sobre todo en el blanco. Pintó lienzos de  diversas temáticas, pero destacó como pintor religioso. Sus mejores años transcurrieron entre 1626 y la década de los cuarenta del siglo XVII con obras como Aparición de san Pedro crucificado a san Pedro Nolasco (1629), Apoteosis de santo Tomás de Aquino (1631) y Santa Casilda (1640). Desde mediados del siglo XVII su arte se estanca y su principal mercado será América; sin embargo, de esos años es su mejor lienzo: San Hugo en el refectorio de los cartujos (1655).

Francisco de Zurbarán: San Hugo en el refectorio, 1655.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 268 x 318 cm.
Museo de Bellas Artes de Sevilla.


San Hugo en el refectorio de los cartujos formó parte de una serie de lienzos que encargó don Blas Domínguez, prior de la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla entre 1652 y 1657. Los otros lienzos son Virgen de la Misericordia y San Bruno y el papa Urbano II.

En San Hugo en el refectorio de los cartujos se narra el milagro que tuvo lugar en la cartuja de Grenoble en 1083. San Hugo, obispo de Grenoble, envió carne a los monjes cartujos; San Bruno y otros seis frailes discutieron acerca de la abstinencia de comer carne; mientras discutían cayeron en un profundo sueño por intervención divina, sueño que se prolongó durante cuarenta y cinco días. Un paje de san Hugo visitó la cartuja y le informó del estado de los monjes y de la presencia de carne en su menú. San Hugo se presentó en la cartuja el miércoles de ceniza, los monjes despertaron y vieron como san Hugo convirtió la carne en ceniza. Se simboliza la aceptación divina de la abstinencia.

La composición se estructura en tres planos. En el primero, san Hugo, a la derecha, encorvado, apoyado en un bastón y tocando la carne que convierte en ceniza, y su paje, en el centro de la escena. En el segundo plano, la mesa a modo de bodegón con cerámicas de Talavera de la Reina, cuchillos, escudillas y pan. En el tercer plano, san Bruno, mirando al espectador, y seis monjes, cabizbajos. Sin embargo, apenas hay profundidad.

Las figuras adolecen de estatismo, pero están bien perfiladas gracias a un dibujo nítido. Los rostros de san Bruno y los cartujos están demacrados por el ayuno.

El refectorio es austero. La única decoración es el cuadro de la pared en el que aparecen la Virgen y san Juan Bautista, protectores de la orden cartuja.

La única cesión al paisaje es la iglesia cartuja que se ve a través de un arco abierto el lado derecho de la pared del refectorio.

En cuanto al color, blancos y grises predominan sobre azules, malvas y ocres. Aparece sólo un color cálido, el rojo, en las vestimentas de la Virgen y san Juan Bautista. El tratamiento dado al color blanco, lleno de matices, evidencia el virtuosismo de Zurbarán.

San Hugo en el refectorio de los cartujos es el lienzo más sobresaliente de Zurbarán por reunir todas las características de su pintura, personalísima dentro del arte barroco español, y mostrar la vida monástica inspirada en los principios y valores de la Contrarreforma.

Por último, la localización original del lienzo fue la sacristía de la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla; la localización actual es el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

viernes, 6 de abril de 2018

Museo de La Garrocha

El Ayuntamiento de Olot aprobó la creación del Museo Biblioteca de Olot en 1893, que abrió al público en 1905, siendo su sede el Hospicio de la localidad, edificio levantado por Ventura Rodríguez entre 1778 y 1884. El Museo Biblioteca de Olot cerró al estallar la guerra Civil española de 1936. Reabrió al público en 1943 como Museo de Arte Moderno de Olot, siendo su sede la Torre Castaños. El Ayuntamiento de Olot refundó el Patronato del Museo Biblioteca de Olot en 1979. El proyecto de crear el Museo de La Garrocha empezó a perfilarse en 1982 y se abrió al público en 1987.

El cuadro La carga (1899-1903), de Ramón Casas, es la obra más conocida del pintor modernista y del Museo de La Garrocha.


El Museo de La Garrocha presenta cinco ámbitos expositivos:
  • El siglo XVIII. El textil y la Escuela de Dibujo de Olot. La Escuela de Dibujo de Olot se inauguró en 1783, vinculada a la técnica textil de la estampación de indianas. El primer director fue Juan Carlos Panyó.
  • El paisajismo en Cataluña y la Escuela de Olot. En la segunda mitad del siglo XIX Joaquín Vayreda creó la Escuela de Olot, que sirvió para popularizar los paisajes de la comarca de La Garrocha; suyo es Retrato de perfil de un hombre (1869-1872). Otros pintores destacados fueron José Berga y Boada, Miguel Blay y José Clará.
  • El Modernismo. Destacan el pintor Ramón Casas, del que se expone la obra La carga (1899-1903), y el escultor Miguel Blay, del que se exhibe la pieza Barrenista y fundidor. Monumento a Víctor Chávarri (1903).
  • El Novecentismo. Hay que citar al escultor José Clará, autor de Desnudo femenino, Crepúsculo (1907) y al pintor Francisco Vayreda por su lienzo Frutos en flor (1923).
  • La Escuela Superior de Paisaje. La Escuela Superior de Paisaje se creó en 1934 y desapareció en 1939 para impulsar la obra de pintores destacados como Melchor Domenge. A mediados del siglo XX destacó el escultor y pintor Leoncio Quera; suya es la escultura Tétrada (1960-62).

De las esculturas de Miguel Blay que se muestran en el Museo de La Garrocha llama la atención Barrenista y fundidor. Monumento a Víctor Chávarri (1903).