Taller de Ripoll: Majestad de Batlló, mediados del siglo
XII.
Estilo: Románico.
Técnica: Madera
policromada en temple.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 156 x
120 cms.
Museo Nacional de
Arte de Cataluña, Barcelona, España.
En la Majestad de Batlló Cristo presenta aspecto
siríaco, con cabello largo y barba. Los ojos están abiertos. Viste túnica
larga, que cubre brazos y piernas, anudada a la cintura, con pliegues tubulares
paralelos y decorada con círculos rojos con fondo azul y caracteres cúficos. Cristo está sujeto a la cruz con cuatro clavos, es decir, los pies se disponen
en paralelo, sin embargo, los pies han desaparecido, igual que varios dedos de
las manos. Los brazos se disponen perpendiculares al cuerpo y su tamaño es
desproporcionado por lo grandes que son; no hay corona de espinas, símbolo del
martirio y la pasión. El eje de simetría se ve alterado mediante el recurso de
inclinar la cabeza de Cristo hacia el lado izquierdo. La cruz está pintada en
franjas en azul, blanco y rojo, y en su parte superior se lee la inscripción
“JHS NAZARENUS REX IUDIORUM”, es decir,
“Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”. En el centro del reverso de la cruz hay
restos de la pintura de un Agnus Dei o Cordero de Dios, lo que permite concluir
que la Majestad de
Batlló era una cruz procesional.
- Esquematismo y geometrización. El escultor se limita a reproducir las formas de una manera reconocible sin detenerse en detalles que considera innecesarios.
- Frontalidad. Al escultor no le interesa el volumen. La escultura es plana, no tiene profundidad.
- Hieratismo. El objetivo es trasmitir la idea de Cristo Dios, vencedor del dolor y la muerte. Se quiere reforzar la naturaleza divina de Cristo y no su naturaleza humana.
El hieratismo es una
de las características de la Majestad de Batlló.
La vistosidad
dada a la decoración de la túnica manifiesta la influencia del románico
italobizantino, que penetró en Cataluña gracias a la inmigración de artistas
lombardos.
El escultor de
la Majestad de
Batlló quiso insistir en la idea del triunfo de Cristo sobre la muerte al
elegir madera de ciprés para realizar la escultura, en tanto que el ciprés no
es el árbol de la muerte y sí de la vida eterna.
Los colores elegidos cuidan el mensaje que se quiere hacer llegar al espectador. Se utiliza el blanco, símbolo de la pureza, el azul, de la eternidad y la nobleza, el rojo, de la Pasión y el dorado, de la gloria y la resurrección.
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