Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682) es uno de los pintores más sobresalientes de la pintura barroca española. Se formó en el taller de Juan del Castillo. No se sabe que viajase al extranjero, pero fue un gran conocedor de las pinturas flamenca y veneciana. Sus primeras obras son tenebristas, pero evolucionó hacia una pintura suave de gusto burgués y aristocrático. Alcanzó celebridad gracias a las pinturas religiosas, caso de La Sagrada Familia del pajarito (hacia 1650), Santa Ana enseñando a leer a la Virgen (hacia 1655) e Inmaculada Concepción de L’Ermitage de San Petersburgo (1680), y costumbrista, caso de Dos niños comiendo melón y uvas (1650) y Mujeres en la ventana (1665-1675).
Murillo
supo reunir en Santa Ana enseñando a leer a la Virgen tres temáticas de
gusto barroco, muy estimadas en la sociedad sevillana del siglo XVII: la
devocional, la infantil y el bodegón. La devocional la protagonizan santa Ana,
la Virgen María y los ángeles; la infantil solo la Virgen María y el bodegón el
cesto de labor, que aparece en el extremo inferior izquierdo. Santa Ana dejó
sus labores de costurera para enseñar a leer a su hija la Virgen María, que se
detienen en la lectura de la Biblia para escuchar las explicaciones de su madre
acerca del pasaje leído; dos ángeles se disponen a coronar a la Virgen María
con una corona de flores; la escena se desarrolla en un marco arquitectónico
clásico, que dejaría ver un paisaje, que ha sido sustituido por un rompimiento
de gloria.
La escena se estructura sobre una línea diagonal descendente de izquierda a derecha, que separa el espacio terrenal, ocupado por santa Ana, la Virgen María y el cesto de labor, y el espacio celestial en rompimiento de gloria con los ángeles niños.
Murillo quería dar una sensación de cercanía de santa Ana y la Virgen María con el fin de que el espectador se identificase con ellas. Lo consiguió creando una escena familiar e inspirándose en modelos de la calle para representarlas, vistiéndolas con indumentarias de la época, pero diferenciándolas, a santa Ana la representa como a una mujer humilde y a la Virgen María como a una niña de la aristocracia.
El cuadro ofrece mensajes simbólicos: en la vestimenta de santa Ana predominan los tonos terrosos, asociados a la madurez, en la indumentaria de la Virgen María los tonos jacinto y celeste, que simbolizan la pureza, la nobleza, la eternidad y que está llamada a ser la reina de los cielos.
La luz procede del exterior del cuadro, cae en diagonal desde la parte superior izquierda. Así, la Virgen María es quien recibe más luz, lo que sirve para indicar al espectador que es la figura más importante de la escena.
El virtuosismo de Murillo se pone de manifiesto en la representación del tul de santa Ana, en la caída de sus pliegues y transparencia; lo consiguió mediante pinceladas ligeras.
Santa Ana enseñando a leer a la Virgen debe su importancia artística a ser una de las primeras obras y más representativas de la etapa de plenitud barroca de Murillo, que se abrió en 1655 y se prolongó hasta 1678, dejando atrás el tenebrismo. Además, encaja con el propósito contrarreformista de ensalzar la figura de la Virgen María como la elegida para ser la madre de Dios y, por ello, personificar todas las virtudes que habría de reunir una mujer, esposa y madre.
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