Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682) es uno de los pintores más sobresalientes de la pintura barroca española. Se formó en el taller de Juan del Castillo. No se sabe que viajase al extranjero, pero fue un gran conocedor de las pinturas flamenca y veneciana. Sus primeras obras son tenebristas, pero evolucionó hacia una pintura suave de gusto burgués y aristocrático. Alcanzó celebridad gracias a las pinturas religiosas, desde La Sagrada Familia del pajarito (hacia 1650) a la Inmaculada Concepción de L’Ermitage de San Petersburgo (1680), y costumbrista, caso de Dos niños comiendo melón y uvas (1650) y Mujeres en la ventana (1665-1675).
Mujeres en la
ventana
se trata de un cuadro de temática costumbrista. Aparecen dos mujeres asomadas a
una ventana. La joven ocupa el primer plano; apoya el antebrazo izquierdo y el
codo derecho en el alféizar y el rostro sobre la mano derecha cerrada; ofrece
una mirada pícara y sonríe a quien pueda estar observándola desde la calle;
tiene el cabello recogido, con raya en el lado izquierdo y le asoma una flor en
el derecho, que apenas se ve; su vestido es escotado, dejando los hombros al
aire, y lleva un lazo rojo en el centro del escote. La mujer de más edad se
sitúa en un segundo plano, tras la ventana medio abierta, pero destaca en
altura sobre la mujer joven; lleva el pelo recogido con una raya en medio;
parte del cabello, la nariz y la boca se los cubre con un tocado blanco; sin
embargo, se aprecia que sonríe. Los vestidos de ambas mujeres son de color
blanco y negro. La escena está cerrada por el alféizar, la ventana y el marco
de esta. El fondo es negro.
La composición, la paleta de colores y la luz sirven para centrar la atención del espectador en las dos mujeres. La composición equilibra las líneas verticales de la ventana a la izquierda y del marco de la misma a la derecha con la horizontal del alféizar y de la ventana.
La paleta de colores es escasa –blanco, ocre y negro–, pero que, gracias a la luz exterior, que se concentra en los rostros de las mujeres, ofrece una gama de brillos y sombras muy matizados.
Otro recurso para atraer la atención del espectador hacia las mujeres ha sido dejar el interior de la vivienda en la oscuridad, pintándolo de negro, cuando debería verse por cómo incide la luz desde el exterior.
Mujeres en la ventana se trata de una escena costumbrista; quizá sean dos prostitutas, que se asoman a la ventana de su vivienda para llamar la atención de un potencial cliente. En este sentido, hay que recordar que el cuadro llevaba por título anterior Las gallegas, haciendo referencia al origen de las mujeres, que fueron a Sevilla a ejercer la prostitución para ganarse la vida.
La importancia de Mujeres en la ventana radica en ser una de las obras costumbristas más destacadas de Murillo. Supo recoger en ella la realidad de los bajos fondos de Sevilla de una manera amable y delicada sin ofender a aquellas mujeres que se ganaban la vida ejerciendo la prostitución.
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