sábado, 7 de mayo de 2022

El aguador de Sevilla, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, desnudos, históricos, mitológicos, paisajes, religiosos y retratos. Entre los costumbristas hay que citar Vieja friendo huevos (1618) y El aguador de Sevilla (1620), ambos de la etapa sevillana o de formación del pintor, anterior a 1623. El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: El aguador de Sevilla, 1620.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Costumbrista.
Dimensiones: 107 x 81 cm.
Wellington Museum, Londres, Reino Unido.

  

En escena aparecen tres hombres. El aguador se dispone a la derecha, en primer plano y de perfil; se trata de un hombre anciano, de cabello recién cortado, rostro enjuto, con arrugas marcadas y con perilla; sirve a un niño una copa de cristal llena de agua y con un higo en el fondo para dar una sabor dulce al agua; este gesto lo realiza con la mano derecha, mientras la mano izquierda descansa sobre una tinaja; viste un capote pardo deteriorado por el uso y una camisa blanca y limpia. Un niño, a la izquierda y en segundo plano, recibe la copa de cristal con la mano derecha; viste un capote negro, que deja asomar el cuello de una camisa blanca; aparece con el cabello bien recortado; parece el mismo niño que Velázquez retrató en Vieja friendo huevos (1618). Un hombre de mediana edad se adivina entre ambos y en tercer plano; ofrece cabello corto y negro, igual que la barba. Las miradas del aguador y del niño revelan lo concentrados que están en la tarea que les ocupa; la mirada directa del personaje del fondo hacia el espectador sirve para integrar a este en la escena. Esta se interpreta como la representación de las tres edades del hombre; el anciano entrega la copa al niño con el conocimiento que necesitará para desenvolverse en la edad adulta. 

Velázquez gustaba pintar un cuadro en el que se reconociesen varios géneros; así este lienzo es una escena costumbrista típica del verano de Sevilla, la de un aguador vendiendo agua, pero también es una galería de tres retratos y un bodegón de cacharros de cocina, que se disponen en primer y segundo plano, delante del aguador y del niño. 

Otras características que se reconocen en este cuadro y que se encuentran en otros de la etapa sevillana de Velázquez, anterior a 1623, son un dibujo preciso que define los contornos de los personajes y objetos; una luz caravaggesca, que deja el fondo del cuadro en penumbra; uso de una paleta de colores escasa con predominio de los terrosos, el negro y el blanco en tonos mate por influencia de Francisco Pacheco, uno de los maestros de Velázquez; y un realismo naturalista que humaniza a los personajes y los acerca al espectador y que permite mostrar las texturas reales de los objetos de cocina y de la vestimenta de los personajes. 

El primer dueño de El aguador de Sevilla, de Velázquez, fue Juan de Fonseca, religioso, maestrescuela y sumiller de cortina al servicio del rey Felipe IV a instancias del conde-duque de Olivares; lo compró en almoneda Gaspar de Bracamonte, camarero del infante don Carlos, en 1627 a la muerte de Juan de Fonseca; se sabe que perteneció al cardenal-infante don Fernando; aparece en el inventario del palacio del Buen Retiro en 1700; Antonio Ponz lo vio en el Palacio Real años después; el duque de Wellington lo halló en el equipaje de José Bonaparte en 1813, lo tomó y llevó a Inglaterra; estando el cuadro en Inglaterra, el rey Fernando VII decidió entregarlo como regalo por la ayuda prestada durante la Guerra de Independencia. Ahora forma parte de la colección permanente del Wellington Museum.


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