Domenico
Fancelli
(Settignano, 1469-Zaragoza, 1519) se formó como escultor en Florencia y Roma,
pero sus mejores obras las llevó a cabo en España, caso del sepulcro del príncipe don Juan (1510),
el sepulcro de los Reyes Católicos
(1517) y el sepulcro del cardenal Cisneros, que inició en 1518.
Bartolomé
Ordóñez
(Burgos, 1490-Carrara, 1520) se formó como escultor en Florencia y Nápoles,
donde trabajó con Diego de Siloé. A su regreso a España realizó obras tan
destacadas como el coro y el trascoro de la catedral de Santa Eulalia de
Barcelona. Al morir Fancelli se hizo cargo del sepulcro del cardenal Cisneros
(1519).
Domenico Fancelli y Bartolomé Ordóñez: Sepulcro del cardenal Cisneros, 1524.
Estilo: Renacimiento.
Técnica: Mármol labrado.
Temática: Funeraria.
Dimensiones: 247 x 313 x 190 cm.
Iglesia de San Ildefonso, Alcalá de Henares, España.
El sepulcro
del cardenal Cisneros se hizo por encargo de sus albaceas fray Francisco
Ruiz, obispo de Ávila, Francisco de Mendoza, gobernador del Arzobispado de
Toledo, y Miguel Carrasco, rector de la Universidad de Alcalá de Henares. En
1518 se hizo cargo Domenico Fancelli, a su muerte en 1519, continuó la tarea
Bartolomé Ordóñez y tras su fallecimiento en 1520 la terminaron sus colaboradores
Juan Florentino, Simón de Bellana Pietro de Carona, Giovanni de Rossi,
Giangiacomo de Brescia y Girolamo di Santacroce.
El sepulcro es de tipo exento. El túmulo
se dispone sobre un basamento de pequeñas dimensiones decorado con motivos
vegetales y zoomórficos. Los lados mayores del sepulcro están compartimentados
en cinco nichos separados por columnas clásicas sobre pedestales; en el central
del lado de la epístola aparecen la imagen de san Eugenio, primer obispo de
Toledo, flanqueado por las figuras alegóricas del Quadrivium –Aritmética, Música, Astronomía y Geometría– y en el
lado del evangelio san Leandro, escoltado por las del Trivium –Gramática, Dialéctica y Retórica–, que aluden a las
enseñanzas que se impartían en la Universidad de Alcalá de Henares, de la que
fue rector el cardenal Cisneros. Los frentes menores del sepulcro están
divididos en tres nichos por columnas idénticas a las anteriores; en el centro
del lado de la cabecera aparece san Ildefonso entre san Juan de la Penitencia y
Santiago el Mayor y en el lado de los pies san Isidoro de Sevilla entre san
Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán. En cada uno de los cuatro ángulos
del sepulcro aparece un grifo, animal fantástico con cuerpo de águila y garras
de león. Sobre la cama sepulcral se encuentra la figura yacente del cardenal
Cisneros, que viste pontificial, con báculo entre las manos; en las esquinas
los doctores de la Iglesia latina en posición sedente, son san Jerónimo, san
Ambrosio, san Agustín y san Gregorio. Sirven de adorno guirnaldas de flores y
frutos sostenidas por parejas de ángeles, escenas de Adán y Eva en el Paraíso,
el escudo del cardenal Cisneros y un epitafio portado por putti o niños desnudos; la inscripción dice: “Condideram Musis
Franciscus grande lyceum, Condor in exiguo nunc, ego, sarcophago. Praetextam
junxi, sacco, galeamque galero Frater, Dux, Praesul, Cardineus, que Pater. Quin
virtute mea junctum est fiadema cucullo Dum mihi regnanti pariut Hesperia. Obit
Roae VI id novem M.D.XVII”, es decir, “Yo, Francisco, que hice edificar las
Musas, un Colegio Mayor. Yazco ahora en este exiguo sarcófago. Uní la púrpura
al sayal, el casco al sombrero. Fraile, Caudillo, Ministro, Cardenal. Junté sin
merecerlo la corona a la cogulla cuando España me obedeció como a Rey. Murió en
Roa, el sexto (día) de los idus de noviembre de 1517”.
Fancelli y Ordóñez con el sepulcro del cardenal Cisneros introdujeron
en España el prototipo de sepulcro que se venía realizando en Italia; además, influyó
en la escultura funeraria española del siglo XVI, como se hace evidente en el sepulcro del cardenal Tavera (1554),
obra de Alonso de Berruguete.
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