Bartolomé
Esteban Murillo
(Sevilla, 1617-1682) es uno de los pintores más sobresalientes de la pintura
barroca española. Se formó en el taller de Juan del Castillo. No se sabe que
viajase al extranjero, pero fue un gran conocedor de las pinturas flamenca y
veneciana. Sus primeras obras son tenebristas, pero evolucionó hacia una
pintura suave de gusto burgués y aristocrático. Alcanzó celebridad gracias a
las pinturas religiosas, desde Sagrada Familia del pajarito
(hacia 1650) a la Inmaculada Concepción
de L’Ermitage de San Petersburgo (1680), y costumbrista, con la infancia como
protagonista, caso de Dos niños comiendo
melón y uvas (1650).
Bartolomé Esteban Murillo: Sagrada Familia del pajarito, hacia 1650.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 144 x 188 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.
La Sagrada Familia se ofrece en una
escena doméstica. San José y Jesús aparecen en primer plano; san José sentado,
sujetando a Jesús entre su brazo y pierna derechos; el Niño aparece de pie, con
un pajarillo en su mano derecha y mirando a un perro, que está sentado frente a
él con la pata derecha levantada; la Virgen María aparece a la izquierda,
haciendo un descanso en la tarea de hilar para comer una fruta a la vez que
mira a su hijo. Completan la escena los elementos de trabajo de san José y la
Virgen María y una cesta de mimbre.
La composición es cerrada y se organiza
en torno a Jesús. Los esquemas compositivos de san José con Jesús y de la
Virgen María son triangulares.
El tratamiento de las figuras es
realista en su fisonomía, tanto que parecen modelos salidos de las calles de
la Sevilla del siglo XVII, que tan bien conocía Murillo. Los gestos de los tres
personajes son amables.
El dibujo es preciso y elegante, y la
pincelada lisa.
La gama de colores es escasa, predominan
los ocres y pardos de las ropas de san José y la Virgen María, por lo que
destaca el blanco de las ropas de Jesús, del pelo del perro y del paño del cesto de
ropa, además del dorado del cabello de Jesús.
La luz es tenebrista y procede de una fuente de luz exterior al cuadro y que se encuentra a la izquierda de este,
recibiendo más luz el rostro de Jesús y menos los de la Virgen María y san José.
El fondo de la estancia queda en penumbra.
Con ser un cuadro de temática religiosa
está tratado de manera costumbrista por no haber ningún elemento religioso.
Murillo quiso que el cuadro cumpliese
una doble función. La primera de carácter religioso, para excitar la fe y el
sentimiento católico del espectador e identificarle con la Sagrada Familia. La
segunda de carácter social, con el fin de poner en valor el trabajo manual en
una sociedad que lo despreciaba. Por ello, es tan importante la figura de san
José en este cuadro, padre de Dios hombre y carpintero.
Sagrada Familia del pajarito era propiedad de Miguel de Espinosa a
principios del siglo XVIII, quien lo regaló al cardenal Molina, que lo vendió a
la reina Isabel de Farnesio en 1744. Formó parte del Museo de Napoleón entre
1810 y 1817. Desde 1819 forma parte de la colección del Museo Nacional del
Prado.
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