Joan Miró (Barcelona,
1893-Palma de Mallorca, 1983) fue pintor, escultor y ceramista. Se formó en la
Escuela de Artes y Oficios de la Lonja y en la Academia Galí, ambas en
Barcelona. En 1919 viajó a París donde expuso por primera vez en 1921
cosechando un rotundo fracaso; sólo Picasso y el crítico de arte Maurice Reynal
apostaron por él. Su primera obra maestra fue La masía (1922), que
supuso el punto de partida de Miró como genio de la pintura; después vinieron Tierra labrada (1924), Carnaval de arlequín (1925) e Interior holandés (1928), cuadros
emblemáticos del surrealismo.
Miró comenzó a pintar La masía en 1921 en Mont-roig del Camp,
la continuó en Barcelona y la finalizó en París en 1922, tras –como el diría–
“nueve meses de trabajo arduo y constante, nueve meses pintando y borrando cada
día, y haciendo estudios y destruyéndolos después”. La masía recoge el microcosmos vital de la infancia y juventud de Miró en el campo, de un mundo que consideraba auténtico y paradisíaco
frente el mundo urbano, que estimaba antipático y hostil.
Joan Miró: La masía, 1922.
Estilo:
Surrealismo.
Técnica: Óleo
sobre lienzo.
Temática:
Paisaje.
Dimensiones: 124
x 141 cm.
Nacional Gallery
of Art, Washington, Estados Unidos.
La
masía
es una descripción al detalle en imágenes de la granja de los abuelos de Miró en Mont-roig del Camp.
Un eucalipto ocupa el centro de la escena; a la izquierda, la masía, una mujer trabajando, un carro en un cobertizo, aperos de campo diseminados por la finca, un perro, un mulo dentro de la masía y otro haciendo girar una noria; a la derecha, el corral, sin verja frontal, permite ver el interior lleno de animales; el fondo está ocupado por el bosque; y la parte superior derecha del cielo por el sol.
Miró individualizó cada “personaje”
que aparece en el lienzo, desde el sol a la mujer, pasando por la masía, el
corral o el periódico; todos los elementos que integran el cuadro tienen
personalidad propia, y todos juntos muestran la del pintor, alegre y
fantástica.
Los colores utilizados son pocos, azul
para el cielo, amarillos, negro, rojos y verdes para el resto, pero aplicados
para dar luz al lienzo y de una manera uniforme que revela la nostalgia de Miró hacia un mundo en el que fue feliz.
En La
masía se reconocen características de diversas tendencias artísticas: del noucentisme, el amor por el paisaje; del
cubismo, la simultaneidad de puntos de vista, la geometrización de las formas y
el uso de tipografía; y, anticipándose al surrealismo figurativo, un lenguaje
iconográfico personal.
La
masía
no fue bien recibida entre los marchantes de arte de París; Rosenberg, que
comerciaba con las pinturas de Picasso, recomendó a Miró que vendiese la tela
por partes; fue Viot, de la galería Pierre, quien consiguió vendérsela a Ernest
Hemingway por 5.000 francos franceses. Mary Hemingway, heredera del escritor,
la donó a la Nacional Gallery of Art de Washington.
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