sábado, 4 de marzo de 2017

La masía, de Miró

Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983) fue pintor, escultor y ceramista. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja y en la Academia Galí, ambas en Barcelona. En 1919 viajó a París donde expuso por primera vez en 1921 cosechando un rotundo fracaso; sólo Picasso y el crítico de arte Maurice Reynal apostaron por él. Su primera obra maestra fue La masía (1922), que supuso el punto de partida de Miró como genio de la pintura; después vinieron Tierra labrada (1924), Carnaval de arlequín (1925) e Interior holandés (1928), cuadros emblemáticos del surrealismo.

Miró comenzó a pintar La masía en 1921 en Mont-roig del Camp, la continuó en Barcelona y la finalizó en París en 1922, tras –como el diría– “nueve meses de trabajo arduo y constante, nueve meses pintando y borrando cada día, y haciendo estudios y destruyéndolos después”. La masía recoge el microcosmos vital de la infancia y juventud de Miró en el campo, de un mundo que consideraba auténtico y paradisíaco frente el mundo urbano, que estimaba antipático y hostil.

Joan Miró: La masía, 1922.
Estilo: Surrealismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Paisaje.
Dimensiones: 124 x 141 cm.
Nacional Gallery of Art, Washington, Estados Unidos.



La masía es una descripción al detalle en imágenes de la granja de los abuelos de Miró en Mont-roig del Camp.

Un eucalipto ocupa el centro de la escena; a la izquierda, la masía, una mujer trabajando, un carro en un cobertizo, aperos de campo diseminados por la finca, un perro, un mulo dentro de la masía y otro haciendo girar una noria; a la derecha, el corral, sin verja frontal, permite ver el interior lleno de animales; el fondo está ocupado por el bosque; y la parte superior derecha del cielo por el sol.

Miró individualizó cada “personaje” que aparece en el lienzo, desde el sol a la mujer, pasando por la masía, el corral o el periódico; todos los elementos que integran el cuadro tienen personalidad propia, y todos juntos muestran la del pintor, alegre y fantástica.

Los colores utilizados son pocos, azul para el cielo, amarillos, negro, rojos y verdes para el resto, pero aplicados para dar luz al lienzo y de una manera uniforme que revela la nostalgia de Miró hacia un mundo en el que fue feliz.

En La masía se reconocen características de diversas tendencias artísticas: del noucentisme, el amor por el paisaje; del cubismo, la simultaneidad de puntos de vista, la geometrización de las formas y el uso de tipografía; y, anticipándose al surrealismo figurativo, un lenguaje iconográfico personal.

La masía no fue bien recibida entre los marchantes de arte de París; Rosenberg, que comerciaba con las pinturas de Picasso, recomendó a Miró que vendiese la tela por partes; fue Viot, de la galería Pierre, quien consiguió vendérsela a Ernest Hemingway por 5.000 francos franceses. Mary Hemingway, heredera del escritor, la donó a la Nacional Gallery of Art de Washington.

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