sábado, 28 de noviembre de 2020

Puerta del Reloj de la catedral de Santa María de Toledo, de Juan Alemán

La conocida como puerta del Reloj es la más antigua de la catedral de Santa María de Toledo. Se llevó a término a principios del siglo XIV. Juan Alemán realizó el parteluz y las jambas. Se desconoce el autor o autores que realizaron las otras partes de la portada.

Juan Alemán y otros: Puerta del Reloj, principios del siglo XIV.
Estilo: Gótico.
Técnica: Talla en piedra.
Temática: Religiosa.
Catedral de Santa María, Toledo, España.

 

La puerta del Reloj no destaca por su factura, desproporcionada y poco depurada, pero sí por su riqueza iconográfica, que cubre tímpano, parteluz, jambas, cercos y arquivoltas.

El tímpano consta de cuatro bandas, que se leen de abajo a arriba en zigzag de izquierda a derecha.

En la primera banda del tímpano se reconocen las escenas siguientes: Anunciación, donde al arcángel Gabriel hace su anuncio a la Virgen levantando su mano y esta asiente; Visitación, donde la Virgen María y santa Isabel se abrazan; Natividad,  con san José y la Virgen María arrodillados y en el centro y en lo alto el Niño, la mula y el buey, símbolos de los judíos y los gentiles, un ángel turiferario y pastores adorando al Niño; Anunciación a los pastores, un ángel aparece entre las nubes para anunciar a tres pastores el nacimiento de Jesús; Visita de los Reyes Magos a Herodes, quien aparece con un demonio sobre un hombro hablándole, además de los Reyes Magos representando las tres edades de una persona –juventud, madurez y senectud–, las tres razas –caucásica, africana y asiática– y los tres continentes –Europa, África y Asia–, el primero señala la estrella a Belén; Adoración de los Reyes Magos, que obsequian al Niño con oro, incienso y mirra, símbolos del tributo, el sacrificio y la muerte; Sueño de los Reyes Magos, los tres reyes duermen y un ángel les anuncia que no vuelvan al palacio de Herodes; y Degollación de los Santos Inocentes, donde soldados romanos armados como caballeros medievales proceden a la ejecución de niños delante de sus madres por orden de Herodes, sentado en su trono y con el demonio sobre su hombro, una madre tiene en sus manos la cabeza de su hijo decapitado.

La segunda banda está ocupada por las escenas siguientes: Sueño de José, con san José durmiendo recostado en un asiento y un ángel susurrándole al oído; Huida a Egipto, donde san José dirige al burro sobre el que monta la Virgen María que lleva en sus brazos al Niño; Jesús siendo educado en la escuela, donde un maestro instruye a Jesús de Nazaret; Jesús entre los doctores, donde Jesús de Nazaret habla con los doctores, sobre su cabeza la llama de la sabiduría, lleva nimbo crucífero y bendice; Presentación en el templo, donde Simeón y la Virgen María acompañan a Jesús de Nazaret sobre el altar, cubierto con una cortina, y detrás la profetisa Ana y san José con la ofrenda al templo; Recriminación a Jesús, donde la Virgen levanta la mano para pegar a Jesús de Nazaret y un sacerdote le indica que no lo haga; Bautismo de Cristo, donde Jesús de Nazaret aparece metido en el río Jordán y san Juan Bautista echándole agua, además se simboliza la Trinidad al aparecer la mano de Dios, Jesús de Nazaret y el Espíritu Santo en forma de paloma; y Bodas de Caná, que sirve para representar el sacramento de la Eucaristía.

En la tercera banda se distinguen las escenas siguientes: Bodas de Caná, continuación de la escena del nivel inferior; Milagro de la multiplicación de los panes y los peces, de nuevo símbolo de la Eucaristía; y Milagro de la Resurrección, donde Jesús de Nazaret bendice a Lázaro en el sepulcro y este resucita y se levanta.

Corona el tímpano la escena de la Dormición de la Virgen, donde parece la Virgen María envuelta en un sudario acompañada de once apóstoles, todos menos santo Tomás, que dudó de Cristo, san Pedro la bendice.

El parteluz lo ocupa la Virgen eleusa o Virgen sonriente con el Niño Jesús. Aparece coronada, ofreciendo una flor al Niño Jesús y pisando el áspid, el dragón, el basilisco y el león, símbolos del pecado, el mal, la muerte y el anticristo que devora a los hombres. La Virgen María al aparecer coronada simboliza la reina a la que hay que adorar, al pisar a las bestias anula los males que acechan al hombre y al ofrecer la flor al Niño Jesús agradece su llegada al mundo para redimir al hombre de sus pecados.


El tímpano de la puerta del Reloj de la catedral de Santa María de Toledo se organiza en cuatro bandas. Lo corona el tema de la Dormición de la Virgen.

 

Las jambas de la izquierda están ocupadas por Melchor, Gaspar, Baltasar y un escudero con los tres caballos. Los reyes magos portan las ofrendas y uno mira al parteluz, ocupado por la Virgen María, a quien entrega monedas de oro en señal de rendición de tributo.

En las jambas de la derecha aparecen las figuras de san José, la Virgen María y santa Isabel en la escena de la Visitación, además de santa Ana, la madre de la Virgen María.

El cerco de la puerta está decorado con dos filas de recuadros que acogen bajorrelieves de arquitecturas, animales y vegetales.

Las arquivoltas cuentan con esculturas de ángeles músicos y turiferarios, que presentan posiciones diferentes. También aparecen las figuras de tres obispos.

La puerta del Reloj de la catedral de Santa María de Toledo debe su importancia artística a ser la primera portada de la catedral primada de España y a su riqueza iconográfica.


sábado, 21 de noviembre de 2020

Cristo abrazando a san Bernardo, de Ribalta

Francisco Ribalta (Solsona, 1565-Valencia, 1628) es uno de los pintores españoles más destacados del Barroco. Se formó en Barcelona (1571-1582) y Madrid (1582-1598), donde estudió a los manieristas, las colecciones reales y, a través de estampas, a los maestros venecianos y a Durero. En 1598 se instaló en Valencia, donde recibió la influencia de Vicente Masip y Juan de Juanes. Viajó a Italia (1613-1615) donde estudió la obra de Caravaggio. Influido por el Concilio de Trento (1545-1563) y por el pensamiento contrarreformista pintó cuadros de santos con la intención de exacerbar la fe del espectador. Entre sus obras sobresalientes hay que citar entre otros Visión de san Francisco del ángel músico (1620), Abrazo de san Francisco al Crucificado (1622) y Cristo abrazando a san Bernardo (1627).

Francisco Ribalta: Cristo abrazando a san Bernardo, 1627.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 158 x 113 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

 

En Cristo abrazando a san Bernardo se representa el episodio del Flos Sanctorum (1599), de Pedro de Ribadeneyra, en el que se cuenta el milagro de san Bernardo (1090-1153), fundador de la Orden del Císter (1115), en el cual una imagen de Cristo se desclava de la cruz para abrazar y consolar a san Bernardo, que le estaba rezando.

Cristo aparece sedente, mirando y abrazando a san Bernardo, dándole consuelo. Cristo responde a un modelo de belleza idealizado, de porte grandioso. Ribalta se inspiró en los modelos de Sebastiano del Piombo.

San Bernardo parece desvanecido, con los ojos cerrados y con la cabeza reposando en uno de los brazos de Cristo. Sus rasgos parecen sacados de un modelo real. Viste la cogulla cisterciense, de pliegues angulosos y pesados.

El punto de vista es bajo con el fin de subrayar la monumentalidad de la escena y obligar al espectador a alzar la vista hacia Cristo y hacerle sentir el mismo goce místico de san Bernardo.

La luz es tenebrista; parte de un foco exterior al cuadro que se sitúa en el extremo inferior izquierdo; se concentra en las figuras de Cristo y san Bernardo y deja la cruz y los dos ángeles en la penumbra. Se reconoce la influencia de Caravaggio.

Los colores utilizados son escasos y en tonos contrastados por el tratamiento tenebrista. Llama la atención el blanco marfil de la vestimenta de san Bernardo.

Cristo abrazando a san Bernardo es uno de los cuadros más señeros del Barroco español por cuanto recoge uno de los sentimientos religiosos predominantes de la época, el misticismo, es decir, acercarse al Señor a través de la oración y la contemplación. Además, es la obra maestra de Francisco Ribalta, quien influyó en Zurbarán.

Cristo abrazando a San Bernardo se pintó para la Celda Prioral de la cartuja de Porta-Coeli de Valencia. El Museo Nacional del Prado adquirió Cristo abrazando a san Bernardo en 1940.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Arqueta de San Demetrio

No se sabe quién es el autor de la arqueta de San Demetrio, pero sí que fue realizada a finales del siglo XI en estilo románico.

Anónimo: Arqueta de San Demetrio, finales del siglo XI.
Estilo: Románico.
Técnica: Mixta de latón, madera y piedras semipreciosas.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 43 x 61 x 32,5 cm.
Iglesia de San Esteban, Loarre, España.

  

La arqueta de San Demetrio presenta una estructura de madera revestida con chapas de latón sobredorado y claveteado a la madera con cabujones que acogen piedras semipreciosas rojas en los laterales.

 En los frontales de la arqueta aparecen cuatro apóstoles y una pareja de ellos en cada lateral. Cada apóstol aparecen bajo un arco de medio punto, que descansa sobre columnas decoradas con bandas en zigzag ascendentes. Sobre los arcos aparece un muro compuesto de sillares divididos en dos mitades triangulares. Entre las columnas aparece una cenefa vertical decorada con roleos vegetales.

 La tapa de la arqueta se presenta a cuatro aguas. Las caras alargadas tienen forma de trapecio, dividido en dos triángulos laterales, decorados con motivos vegetales, y un rectángulo central; uno de ellos, acoge la representación de Cristo en Majestad bendiciendo con la mano derecha y sosteniendo las Escrituras con la izquierda, con nimbo crucífero con restos de pigmento rojo, con las letras alfa y omega y rodeado por el Tetramorfos; el otro acoge una imagen de la Ascensión de Cristo con nimbo crucífero, portando una cruz en la mano derecha y abierta la izquierda; las dos imágenes de Cristo aparecen dentro de una mandorla. Los lados laterales de la tapa son triangulares y en ellos aparecen representados ángeles turiferarios.

 La arqueta de San Demetrio contuvo las reliquias del santo, pero también cumplió la función de arqueta sagrario.

 La arqueta de San Demetrio fue restaurada por Liberto Anglada en 1983.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Museo de Huesca

El Museo de Huesca fue una iniciativa de la Comisión Provincial de Monumentos con el fin de acoger las pinturas reunidas tras la desamortización de Mendizábal de 1836. En 1845 los fondos del museo se trasladaron del edificio de la Compañía de Jesús al Colegio Mayor de Santiago. En 1873 tuvo lugar la fundación formal del Museo de Huesca por iniciativa de Valentín Cardera, artista, coleccionista y divulgador, que donó su colección privada al museo. En 1879 el Museo de Huesca recibió en depósito lienzos del Museo de la Trinidad, hoy Museo Nacional del Prado. En 1918 el Museo de Huesca pasó a ser estatal. En 1967 trasladó su sede a la antigua Universidad de Huesca o Sertoriana.

La tabla San Vicente mártir (1470), de Bernardo de Arás, es la pieza más destacada del arte gótico que atesora el Museo de Huesca.


Los fondos del Museo de Huesca se distribuyen en las siguientes salas:

  • Prehistoria. Ofrece restos desde el Paleolítico Inferior al Calcolítico, entre 250000 y 1800 a.C. Destacan la cerámica neolítica de la cueva de Chaves (4000 a.C.) y la calcolítica de la cueva Drólica (1800 a.C.).
  • Protohistoria. Reúne piezas desde la Edad del Bronce hasta el siglo I a.C. Llaman la atención la cerámica de Vincamet y las monedas de Bolskan.
  • Época romana. Los restos más interesantes de la dominación romana son la cerámica de mesa de Terra Sigillata, los restos de Villa Fortunatus y las monedas republicanas e imperiales.
  • Alta Edad Media. Llaman la atención la orfebrería visigoda, destacando el Tridente de Witiza, la alfarería andalusí de Zafranales y del arte románico el Cristo crucificado de Azlor.
  • Baja Edad Media. Del arte gótico sobresalen la tabla San Vicente mártir, de Bernardo de Arás (1470) y El Calvario, del círculo de Pedro García Benabarre (ca. 1490).


El Museo de Huesca exhibe obras del maestro de Sigena, una de ellas es La Anunciación (1515-1519).


  • Renacimiento. Gil de Bramante es representante del arte renacentista de tradición gótica como muestra el relieve La resurrección de Lázaro (ca. 1500). Pero las mejores obras renacentistas que alberga el Museo de Huesca son las cuatro tablas del retablo mayor del monasterio de Santa María de Sigena (1515-1519).
  • Siglo XVII. Llaman la atención Santa Teresa de Jesús (1665), de Vicente Berdusán, y El bautismo de Jesús (1667), de Juan Pareja.
  • Goya y su época. Esta sala recibe obras de Francisco Bayeu, destacando el retrato Paula Melzi de Eril (1778), y de Goya cuatro litografías de la serie Toros de Burdeos (1825).
  • Pintura de historia. En esta sala destacan la obra de José Casado de Alisal La campana de Huesca (1880).
  • Pintores oscenses de entre siglos. Cuatro pintores destacaron entre los siglos XIX y XX: León Abadías, Martín Coronas, Félix Lafuernte y Anselmo Gascón de Gotor.
  • Ramón Acín. Artista, periodista y colaborador gráfico de El Diario de Huesca es autor del retrato Conchita Monrás (1934).
  • La Universidad Sertoriana. Recibe cuadros, caso de Minerva y Sertorio (1768), de Juan Andrés Merklein, y objetos de orfebrería.
  • Valentín Carderera. Reúne obras de gran valor donadas por Valentín Carderera. Cabe citar el retrato Valentín Carderera (1846), de Federico Madrazo.

Entre los artistas que pintaron cuadros de temática histórica sobresale José Casado de Alisal. Es autor de La campana de Huesca (1880).

  

Además, la biblioteca del Museo de Huesca acoge más de 16.000 volúmenes.


sábado, 24 de octubre de 2020

Castillo de Cuéllar

El castillo de Cuéllar combina los estilos mudéjar y renacentista. Aparece citado por primera vez en un documento de 1264. Alfonso X el Sabio daba permiso al concejo de Cuéllar para emplear la recaudación por multas en reparar el castillo. Juan II de Castilla entregó el señorío de Cuéllar al condestable de Castilla Álvaro de Luna en 1433 y a Juan II de Aragón y de Navarra en 1439. En 1444 Álvaro de Luna fue nombrado señor de Cuéllar por segunda vez; fue entonces cuando impulsó las obras del castillo. Entre 1453 y 1464 fue señora de Cuéllar la infanta Isabel de Castilla. Enrique IV de Castilla compró el señorío a su hermanastra en 1464 y se lo entregó a don Beltrán de la Cueva, que fortificó el castillo por temor a ser atacado por la infanta Isabel. En 1475 los Reyes Católicos confirmaron el señorío de Cuéllar a don Beltrán de la Cueva. Durante el siglo XVI los duques de Alburquerque convirtieron el castillo en palacio renacentista y durante el siglo XVII en palacio de recreo después de trasladar su residencia habitual a Madrid. Durante la guerra de Independencia (1808-1814) el ejército francés se instaló en Cuéllar y el castillo fue objeto de pillaje. En 1812 el duque de Wellington se hospedó en el castillo de Cuéllar. En 1830 el castillo volvió a su titular legal, don Nicolás Osorio y Zayas. En 1931 el castillo de Cuéllar fue declarado Bien de Interés Cultural. En 1938 el Gobierno nacional reconvirtió el castillo en prisión, que dejó de serlo en 1966. En 1971 el Ministerio de Educación se hizo cargo del castillo por noventa años. Entre 1972 y 1990 el castillo fue restaurado. En 1975 se abrió dentro del castillo un centro de Formación Profesional, en 1996 un Instituto de Enseñanza Secundaria y la Oficina de Turismo y en 1999 el Archivo Histórico de la Casa Ducal de Alburquerque, el Archivo Histórico Municipal y el Archivo de la Comunidad de la Villa y Tierra de Cuéllar, que custodia documentos fechados entre finales del siglo XII y finales del siglo XX.

Fachada este del castillo de Cuéllar.

 

La planta del castillo es trapezoidal y en ella se distinguen dos espacios: el primero está formado por el foso y la barbacana, que bordea las fachadas norte y este para unirse a la muralla de la ciudadela; y el segundo lo forman tres crujías con tres torres, de las que destaca la del Homenaje.

El castillo está rodeado por un foso seco, que protege la barbacana integrada por un muro de mampostería y cinco torres de flanqueo, compuestas por tres cámaras de tiro con troneras, que se repiten en el muro. Entre la fachada oriental y la barbacana se abre la liza o pasillo-trampa dotada de dos puertas en recodo.

Vista de la liza del castillo de Cuéllar.

  

Sobre la puerta de acceso al patio de armas se reconocen los escudos de don Beltrán de la Cueva, Enrique IV de Castilla y Mencía de Mendoza y Luna, primera esposa de don Beltrán, una ladronera y dos matacanes.

Un tapiz heráldico de la Casa De la Cueva adorna una de las paredes del castillo de Cuéllar.

  

Del conjunto defensivo destaca la torre del Homenaje, construida en sillar, de 20 metros de altura y 2,8 de diámetro, es la más alta y sólida del castillo. Está formada por dos salas: la primera, que presenta una bóveda de cuatro nervios que terminan en ménsulas de hoja plana; la segunda o Aula Maior cuenta con una bóveda de seis nervios con escudo de armas de don Álvaro de Luna, constructor de la torre; y el terrado, con ménsulas de doble y triple bocel.

 Del recinto militar también hay destacar el Torreón de Santo Domingo, la Torre-puerta, seis cámaras, la galería mudéjar del siglo XIII, cinco escaraguaitas y el adarve.

 En torno al patio de armas se levantan tres crujías: en la sur se instaló la zona noble, en la oeste la doméstica y en la de levante la armería grande.

 La Escalera Real es de tipo monumental, se sitúa en el ángulo sureste, es el único acceso desde el patio de armas a los pisos superiores y su balaustrada es de una sola pieza.

 La galería sur es renacentista. Está compuesta por dieciocho arcos de bocelón repartidos en dos pisos y otros dieciocho menores adintelados en el tercer nivel.

La galería sur del castillo de Cuéllar es de estilo renacentista.

  

Otras dependencias de la zona palaciega del castillo son la crujía oriental del siglo XVII, la armería grande, la Sala de las Moras y la crujía occidental con un corredor losado de mediados del siglo XVI.

 Al pie del castillo y perteneciente al mismo se extiende la Huerta del Duque y delante la explanada El Ferial.

sábado, 17 de octubre de 2020

Piedad, de Fernando Gallego

Fernando Gallego (Salamanca hacia 1440-1507) se formó y trabajó en la Corona de Castilla y recibió la influencia de pintores italianos y flamencos. Se le clasifica dentro del estilo gótico hispano-flamenco. Solo realizó cuadros de temática religiosa entre los que hay citar Piedad (hacia 1465-1470), Virgen de la rosa (hacia 1480), Curación del ciego (1480-1490), Epifanía (1480-1490) y Cristo bendiciendo (hacia 1492).

Fernando Gallego: Piedad, hacia 1465-1470.
Estilo: Gótico.
Técnica: Mixta sobre tabla.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 118 x 111 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

  

Piedad es el primer cuadro que se conserva de Fernando Gallego. Sin embargo, se desconoce quiénes lo encargaron y dónde, pero se presume que su destino fue algún monumento funerario, dado que era costumbre en aquellos años pintar el tema de la Piedad para tal fin.

 La Piedad o Quinta angustia no es un tema de origen evangélico. Apareció en Alemania durante el siglo XIV con el fin de mostrar el dolor de la Virgen María al recibir el cuerpo sin vida de su hijo una vez descendido de la cruz.

Delante de la cruz con forma de T aparecen la Virgen María y Cristo muerto. La cruz aparece descentrada hacia la derecha. En ella no aparece la marca de los clavos, pero sí se lee “INRI”, abreviatura de Iesus Nazarenus Rex Iudiorum, es decir, Jesús de Nazaret, rey de los judíos. Sin embargo, la escena de la Virgen María y Cristo muerto sí ocupan el centro del cuadro. La composición es piramidal, siendo el vértice de la pirámide la cabeza de la Virgen María.

La Virgen María sostiene sobre sus piernas el cuerpo sin vida de Cristo, además pasa la mano derecha por detrás de la cabeza y el brazo izquierdo por la cintura hasta el costado derecho de Cristo. La Virgen aparece vestida de blanco, símbolo de pureza, de rojo, símbolo de la Pasión de Cristo recién sufrida, y de azul, símbolo de nobleza, eternidad y de ser la reina de los cielos. El rostro de la Virgen María manifiesta gran dolor. Los pliegues de la túnica roja son abundantes y angulosos queriendo buscar remarcar el dramatismo de la escena.

Cristo se dispone en diagonal. Solo viste un manto de pureza transparente. Las heridas de la Pasión solo se distinguen en la frente y las llagas del pie y de la mano derechos; la herida del costado se esconde detrás de la mano de la Virgen María, pero sí se ve un hilo de sangre que cae por el costado derecho de Cristo, además de los que recorren los brazos. Subraya el dramatismo el rostro arrugado, los ojos entreabiertos y mortecinos y la palidez de la piel.

La pareja de donantes aparece a la izquierda del cuadro. Son de menor tamaño que la Virgen María y Cristo muerto al ajustarse a la perspectiva jerárquica, que impone representar en un tamaño menor a los personajes secundarios. Los dos aparecen en posición orante rezando el salmo que da comienzo con las palabras Miserere Dei, Domini, es decir, Apiádate de mí, Señor.

El paisaje recuerda a los del pintor flamenco Dirc Bouts. Sin embargo, se adapta al gusto castellano en cuanto que aparece una ciudad amurallada, que quiere representar la Jerusalén celeste, y los colores utilizados con predominio del ocre sobre un verde apagado. Además, se introducen escenas anecdóticas, como campesinos ocupados en sus tareas habituales. La vegetación es escasa.

El dibujo es minucioso y la pincelada nítida, lo que facilita la atención en el detalle.

La paleta de colores es escasa con predominio de azul, blanco, ocre, verde y rojo.

La luz llena casi todo el cuadro, aunque se concentra en el cuerpo de Cristo.

La composición piramidal de la Piedad, de Fernando Gallego, influyó en el Renacimiento posterior.

sábado, 3 de octubre de 2020

Colegiata de Santa Cruz de Castañeda

Al cenobio de Santa Cruz de Castañeda y a su fundador el abad Juan se los menciona por ver primera en 1073. La siguiente referencia es de 1120 en tiempos del abad Pedro. Su propietaria, la condesa Jimena Muñoz, donó el cenobio a la abadía de Cluny. En la segunda mitad del siglo XII se desligó de Cluny para convertirse en colegiata agustiniana. De esa fecha es lo más antiguo de la construcción que se conserva. A mediados del siglo XVI pasó a depender de San Miguel de Aguilar de Campoo. En 1851 la colegiata de Santa Cruz de Castañeda quedó exclaustrada y pasó a ser iglesia parroquial de los pueblos próximos a ella. 

Se desconoce quién es el arquitecto que levantó la colegiata de Santa Cruz de Castañeda, pero la construyó  en estilo románico.


Vista exterior de la colegiata de Santa Cruz de Castañeda.

La colegiata de Santa Cruz de Castañeda presenta una planta de una solo nave de tres tramos, crucero marcado y tres ábsides semicirculares, el central de mayores dimensiones que los laterales y precedido de un tramo, cubierto con bóveda de horno, que da más amplitud a la cabecera, los laterales rematan los brazos del crucero, el ábside sur se ha perdido.

La planta de la colegiata de Santa Cruz de Castañeda es de una sola nave con crucero marcado y tres ábsides semicirculares, de los que se ha perdido uno.

En el lado sur, a los pies de la capilla neoclásica, que vino a sustituir al brazo del crucero, se erige la torre campanario. Está formada por dos cuerpos, el segundo está perforado por vanos de medio punto geminados que descansan en columnillas de capiteles figurados. Su interior está coronado por una cupulilla de losetas angulares. 

El acceso principal se ubica a los pies del templo. Está enmarcado por un cuerpo en resalte de ocho arquivoltas abocinadas de medio punto que descansan de manera alterna sobre pilares y columnillas acodilladas de capiteles zoomórficos.

La portada principal de la colegiata de Santa Cruz de Castañeda está compuesta por ocho arquivoltas abocinadas de medio punto.
 

Durante el siglo XIII se añadió una nave en el costado norte que acoge el segundo acceso a la iglesia, que presenta dos arcos gemelos de líneas cistercienses. 

La nave principal se divide en tres tramos cubiertos con bóveda de cañón delimitados con arcos fajones de medio punto, que se apoyan en semicolumnillas adosadas a pilastras prismáticas. Los capiteles de los arcos de la nave son vegetales de inspiración corintia. 

El crucero está cubierto con una cúpula que descansa sobre cuatro trompas compuestas por arcos de medio punto.

El crucero está cubierto por un cimborrio sobre trompas de arcos de medio punto.
 

Los laterales del transepto quedan delimitados por sendos arcos torales de medio punto reforzados por arcos de menor tamaño. 

Los capiteles del arco triunfal que da acceso al presbiterio están decorados con águilas y con un anciano apoyado en un cayado junto a otro personaje que parece ser devorado por unos felinos. 

En casi todos los capiteles se distingue una cabecita humana de la que parte un tallo de remate avolutado. 

Al exterior, el ábside central presenta tres paños separados por dos columnillas adosadas que, desde un plinto, se proyectan hasta la cornisa. Los tres vanos son de medio punto con roscas decoradas con dientes de sierra y guardapolvos vegetales que descansan sobre columnillas de capiteles zoomórficos. 

El ábside lateral cuenta con un vano en aspillera. 

La cornisa está decorada con canecillos figurados. 

Por todo lo dicho, la colegiata de Santa Cruz de Castañeda está considerada una de los edificaciones románicas más sobresalientes del norte de España, lo que le valió para ser declarada Monumento Nacional en 1930.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Venus del espejo, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, históricos, de paisajes, religiosos, retratos, mitológicos y de desnudo, la Venus del espejo (1647-1651) combina estos dos últimos géneros. El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: Venus del espejo, 1647-1651.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Desnudo y mitológico.
Dimensiones: 122 x 177 cm.
National Gallery, Londres, Reino Unido.


Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad, aparece desnuda en su cama, acostada sobre el lado derecho, dispuesta de derecha a izquierda, dando la espalda al espectador, con el cabello recogido y con el brazo derecho doblado para recibir la cabeza, se mira en un espejo que sostiene su hijo Cupido, dios del amor; en el espejo aparece reflejado su rostro, pero difuminado. Cupido se ofrece desnudo y con alas de ángel, adornado con una banda celeste que le cruza el pecho y la espalda y otras fucsia, que cuelgan de sus brazos y sobre el marco del espejo, se encuentra en la cama con la rodilla izquierda apoyada sobre esta y la derecha doblada. La cama se cubre con una sábana blanca y otra gris y parte del fondo de la estancia con una cortina carmesí, que deja ver la pared ocre.

 La composición guarda un equilibrio entre la disposición diagonal de Venus y la vertical de Cupido, el espejo y el cortinaje.

 El dibujo es nítido, con los contornos perfilados, excepto en el rostro de Venus, lo que demuestra el dominio perfecto que Velázquez tenía de la perspectiva aérea.

 La pincelada es suelta.

 La luz es abundante y cálida y sirve para reforzar el blanco marfileño del cuerpo de Venus.

 La paleta de colores es escasa; se reduce a blanco, gris, ocre y rojo.

 Velázquez fue original al mostrar a Venus con cabello oscuro y un cuerpo bello que contrasta con un rostro vulgar, pues su intención era hacer reflexionar al espectador acerca de la belleza caduca, la vanidad y la verdad.

 Velázquez se inspiró en la Venus dormida (1510), de Giorgone, y en la Venus de  Ufizzi (1538), de Tiziano, pero, al contrario que estos, dispuso a Venus dando la espalda al espectador. Ello se explica porque en la España del Siglo de Oro imperaba el espíritu contrarreformista, que hacía ver el desnudo femenino como algo pecaminoso; tuvo como consecuencia que los cuadros de desnudos fuesen pocos y que solo apareciesen en colecciones reales y nobiliarias. Sin embargo, Velázquez abrió el camino a pintores posteriores que se atrevieron a pintar el desnudo femenino sin ninguna limitación, caso de Goya en la Maja desnuda (antes de 1800) y Manet en Olympia (1865).

 La Venus del espejo quizá la encargase Gaspar de Haro y Guzmán, marqués del Carpio, cortesano cercano al rey Felipe IV. También pasó por las manos de Francisco Álvarez de Toledo, X duque de Alba, y estuvo en manos de la Casa de Alba hasta 1802, cuando el rey Carlos IV ordenó a la Casa de Alba lo vendiese a Manuel de Godoy. El cuadro fue robado durante la Guerra de Independencia (1808-1814) y llevado a Inglaterra, donde fue comprado por John Morrit en 1813. Por último, el Fondo de las Colecciones de Arte Nacionales la compró en 1906 para la National Gallery. La sufragista Mary Richardson atacó el cuadro en 1914 y, desde entonces, fue restaurado aquel año y en 1965.