sábado, 31 de octubre de 2015

Museo Catedralicio y Diocesano de León

El Museo Catedralicio y Diocesano de León se inauguró en 1981. Custodia obras de arte desde la Prehistoria hasta el siglo XX, pero las piezas más importantes abarcan del Románico al Barroco. También son de gran valor las colecciones de códices, orfebrería y vestimentas litúrgicas.

Del Románico destacan las casi cincuenta imágenes de la Virgen Teotokos o Madre de Dios. La Virgen aparece con corona real y una manzana en la mano derecha. También son románicos el Crucifijo de Vallejo, con cuatro clavos, y el Crucifijo de Torrecillo, con bonete en lugar de corona real.

De estilo gótico son las dieciocho tablas pintadas en el siglo XV por Nicolás Francés. Formaban parte del retablo que ocupó el presbiterio de la catedral de Santa María de León hasta el siglo XX. También es del siglo XV el Tríptico de Secarejo en el que la Virgen toma el pulso a Cristo para comprobar si está vivo o muerto.

Se cuentan obras del siglo XVI realizadas por artistas de primer nivel. La obra más conocida es Crucificado, de Juan de Juni. También destacan Aparición de Cristo a Magdalena y Transfiguración del Señor, de Guillermo Doncel, Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, de Gaspar Becerra, San Roque, de Juan de Anchieta y Virgen con el Niño, de Torrigiano. El cuadro más valorado es Adoración de los Reyes, de Pedro de Campaña.

Adoración de los Reyes, de Pedro de Campaña es uno de los cuadros más sobresalientes del siglo XVI de los que se conservan en el Museo Catedralicio y Diocesano de León.


De las esculturas del siglo XVII la más sobresaliente es Ecce Homo, de Gregorio Fernández, de marcada expresividad barroca. De las pinturas destaca Viacrucis, de Salvador Maella, de color limpio y pinceladas apenas esbozadas.

De los fondos del siglo XX hay que citar el grabado Las lágrimas de san Pedro, de Vela Zanetti.

El Museo Catedralicio y Diocesano de León cuenta con una rica colección de códices y libros. Hay que citar la Biblia mozárabe (920), de Juan Diácono, el Antífono mozárabe, del siglo X, y el Libro de estampas de la catedral de Santa María de León, del siglo XII.

Entre las piezas de orfebrería sobresalen la Cruz de Villafeliz de Babia, del siglo XV, la Cruz de Suero de Argüello, del siglo XVI, y la Cruz, de Antonio de Vega, del siglo XVIII.

De entre los fondos del Museo Catedralicio y Diocesano de León destaca por singular la colección de vestimentas litúrgicas que donó Saturnino Escudero en 1996.

viernes, 23 de octubre de 2015

San Baudelio de Berlanga

La ermita de San Baudelio de Berlanga (Soria) es de estilo mozárabe. Se la menciona por primera vez en 1136, pero se la fecha a finales del siglo XI. Se construyó sobre los restos de un cenobio del siglo X adscrito a la advocación de san Baudelio, mártir galorromano de Nimes, que vivió en el siglo IV.

San Baudelio de Berlanga presenta un exterior macizo.


La ermita está construida sobre una terraza caliza lo que explica su estructura interior. Está compuesta por ábside y nave principal, dos espacios cuadrados yuxtapuestos de diferente superficie, separados por un arco de herradura de doble arquivolta de estilo califal.

Planta de San Baudelio de Berlanga. A la izquierda el ábside y a la derecha la nave principal.


El ábside se presenta sobreelevado con respecto a la nave principal, es de testero plano y está cubierto por bóveda de cañón al interior y dos aguas al exterior. El ábside acoge el altar mayor.

La nave principal está cubierta con una bóveda esquifada formada por ocho arcos de herradura, que parten de una columna de grueso fuste que se ubica en el centro de la nave. Los arcos apoyan en ménsulas, cuatro en los ángulos de la nave y cuatro en el centro de los muros perimetrales. Tal disposición asemeja una palmera, símbolo de la unión de lo terrenal y lo celestial.

Sobre la columna hay una cámara de pequeño tamaño cubierta por una cúpula nervada.

A los pies de la nave principal se dispone una tribuna, que cuenta con una capilla cuadrada cubierta con bóveda de medio cañón. Los accesos a la tribuna son dos, uno directo desde el exterior y otro desde el interior a través de una escalera con los peldaños insertos en el muro. La tribuna apoya sobre 18 columnas de las que parten arcos de herradura que forman bóvedas escarzanas. En las columnas basa y capitel son un ábaco cúbico. La disposición de las columnas ha creado un espacio compartimentado en cinco naves de tres tramos. Desde este espacio se accede a la ermita excavada en la roca. Al exterior la cubierta de la nave principal es a cuatro aguas.

El centro de la nave principal de San Baudelio de Berlanga está ocupado por una columna palmera de la que salen ocho arcos de herradura que soportan una bóveda esquifada.
Al fondo, la tribuna, que se sostiene sobre 18 columnas.


El exterior es macizo lo que explica que el interior sea oscuro. Los únicos huecos en el muro son la puerta de acceso en el lado noreste de la nave principal, en arco de herradura de doble arquivolta; otra, que da acceso a la tribuna, en herradura de arquivolta única; y un vano en herradura en el muro del ábside.

El material de construcción es el sillarejo de granito. La techumbre es de teja, pero lo fue de sillar hasta 1894.

La ermita de San Baudelio de Berlanga fue declarada Monumento Nacional en 1917. Sus propietarios, un grupo de vecinos de Casillas de Berlanga, vendieron las pinturas que decoraban el interior a Gabriel Derepee, marchante de arte estadounidense, que las arrancó en 1925 para luego trasladarlas y venderlas a diversos museos de EE.UU. En 1949 la ermita fue adquirida por la Fundación Lázaro Galdiano y donada el Estado español.

sábado, 17 de octubre de 2015

El ángel caído, de Ricardo Bellver

Ricardo Bellver (Madrid, 1845-1924) es uno de los escultores más destacados de finales del siglo XIX representante del historicismo y del realismo. Trabajó la escultura exenta, El Gran Capitán (1875), y el relieve, La muerte de Santa Ágata (1888), y cultivó todos los géneros, desde el religioso, Asunción de la Virgen (1883), al conmemorativo, Juan Sebastián de Elcano (1881). Su obra más sobresaliente es El ángel caído (1878).

Ricardo Bellver fue pensionado en 1874 para estudiar en la Academia Española de Bellas Artes de Roma.

En 1877 realizó en yeso El ángel caído, que le sirvió para ganar la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid.

El tema de la escultura es la condenación al infierno de un ángel por desobedecer y rebelarse contra Dios. Según el catálogo de la exposición Ricardo Bellver se inspiró en El paraíso perdido, canto I, de John Milton que dice: “Por su orgullo cae arrojado con toda su hueste de ángeles para no volver a él jamás. Agita en derredor sus miradas, y blasfemo las fija en el empíreo, reflejándose en ellas el dolor más hondo, la consternación más grande, la soberbia más funesta y el odio más obstinado”.

Según la historiadora del arte María Gómez Moreno la idea de Ricardo Bellver de representar al demonio como un bello atleta adolescente hay que relacionarlo con el Lucífero que Constantino Corti presentó en la Exposición de París de 1867 y no con el Retablo de la iglesia de San Miguel de Jerez de la Frontera, obra de Martínez Montañés.

 Ricardo Bellver: El ángel caído, 1878.
Estilo: Realismo.
Técnica: Bronce fundido.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 265 cm.
Parque del Retiro, Madrid, España.


El ángel aparece desnudo, contorsionado hacia atrás, sentado sobre el tronco de un árbol, llevándose el brazo izquierdo a la cabeza para protegerse del rayo que le derribó y la boca abierta expresando un grito. Una serpiente en actitud agresiva se retuerce entre los brazos y las piernas. Las alas están desplegadas.

La línea compositiva diagonal y abierta, el cuerpo en tensión y el gesto de desesperación del ángel, dotan a la escultura de un dinamismo y de una expresividad barroca de inspiración berniniana.

La influencia helenística se comprueba en el uso de la serpiente que recuerda el Laocoonte y sus hijos.

En 1878 El ángel caído fue fundido en bronce para poder ser exhibido en la Exposición Universal de París. A su regreso a España pasó a formar parte de la colección de esculturas del Museo Nacional del Prado. Sin embargo, en octubre de 1879 se aprobó que la escultura fuese expuesta al aire libre. Fue cedido al Ayuntamiento de Madrid, que lo ubicó en el Parque del Retiro.

En 1880 el arquitecto Francisco Jarreño diseñó el pedestal sobre el que se apoya El ángel caído. Es de plata, octogonal y forma de pirámide truncada, la base es de granito y en cada uno de sus lados aparece una carátula en bronce; en ellas se representan a diablos que agarran con sus manos a lagartos, sierpes y delfines; cada una tiene tres surtidores de agua.

domingo, 11 de octubre de 2015

Virgen de la leche, de Luis de Morales

Luis de Morales (Badajoz, 1510-1586) se formó como pintor en Sevilla e Italia, pero desarrolló su carrera profesional en Extremadura. Se vio influido por Rafael, Leonardo, Parmigianino y la escuela flamenca. Sus pinturas son manieristas, y se distinguen por la idealización de unos personajes que se someten a un canon alargado. Sus cuadros se ajustan a los principios del Concilio de Trento (1545-1563) y de la Contrarreforma. Sus obras más importantes son de carácter religioso; las más destacadas son Virgen del pajarito (1546), Sagrada Familia (hacia 1554-60) y Virgen de la leche (hacia 1565).

Luis de Morales: Virgen de la leche, hacia 1565.
Estilo: Manierismo.
Técnica: Óleo sobre tabla.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 84 x 64 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


Virgen de la leche obedece a la iconografía cristiana de la Galactotrofusa o Virgen dando el pecho al Niño, si bien, por el recato contrarreformista no se muestran los senos de la Virgen.

La luz se centra en las figuras de la Virgen y el Niño, que destacan sobre un fondo negro plano que anula cualquier referencia temporal y espacial.

La Virgen aparece sentada sobre un banco de piedra. Se la representa joven y bella; es una belleza delicada que acusa la influencia de Rafael: rostro ovalado, frente ancha, cejas finas, ojos abultados, nariz y boca pequeña, barbilla puntiaguda, tez pálida y cabello rubio. Viste velo transparente, túnica roja, símbolo de la Pasión que le espera al Niño, y manto azul, símbolo de su nobleza y eternidad.

El Niño viste un paño blanco, símbolo de pureza, que no le cubre brazos y piernas.

Luis de Morales busca exaltar en el espectador la devoción hacia la Virgen como madre de Dios. Lo consigue con una escena íntima entre la Virgen y el Niño; la Virgen tiene los párpados caídos y ofrece una expresión contenida y serena consciente de la futura Pasión que vivirá su hijo. El Niño responde mirando a la Virgen y buscado sus pechos para alimentarse.

La gama cromática es reducida; sobre el fondo negro destaca los colores azul, blanco, dorado, encarnado y rojo. Los colores se presentan en tonos casi metálicos.

Luis de Morales muestra su virtuosismo al pintar a la Virgen con un velo transparente apenas perceptible, a la Virgen y al Niño con melena en la que se distingue cada cabello y un sfumato leonardesco que difumina los contornos de una manera suave.

Luis de Morales creó con Virgen de la leche un icono devocional que se ajustó a los valores contrarreformistas y que sirvió para despertar el sentimiento mariano entre la sociedad española desde el último tercio del siglo XVI.

Virgen de la leche se exhibe en el Museo Nacional del Prado desde 1915 por legación de don Pablo Bosch.

sábado, 3 de octubre de 2015

Ventura Rodríguez

Ventura Rodríguez (Ciempozuelos, 1717-Madrid, 1785) evolucionó desde el barroco al neoclasicismo.

Inició su carrera profesional siendo delineante a las órdenes de Pedro Caro Idrogo en las obras del Real Sitio de Aranjuez. En 1734 Juvara le llamó para trabajar en la construcción del Palacio Real de Madrid como delineante suyo. A la muerte de Juvara en 1736 Sachetti se hizo cargo de las obras del Palacio Real y mantuvo a Ventura Rodríguez en su puesto.

La Santa Capilla de la basílica de El Pilar de Zaragoza (1750-1765) es una de las obras más sobresalientes de Ventura Rodríguez y del barroco español.
  

Ventura Rodríguez vio reconocida su profesionalidad en 1741 cuando Felipe V le nombró Aparejador mayor de Palacio. Fue el primero de muchos nombramientos entre los que hay que destacar el de socio de mérito de la Academia de San Lucas de Roma en 1747, Arquitecto Delineador Mayor del Palacio Real en 1749, Director de Arquitectura de la Real Academia de San Fernando en 1752, Maestro Mayor de obras y fuentes del Ayuntamiento de Madrid en 1764, Supervisor de planos del Consejo de Castilla en 1766, Director de la Real Academia de San Fernando en 1766 y 1775 y Arquitecto de Su Alteza en 1781. Sin embargo, fue orillado por Carlos III, que apostó por Sabatini, su arquitecto en Nápoles, que concluyó la Puerta de Alcalá (1764) y la basílica de San Francisco el Grande (1768), ambas en Madrid, en detrimento de Ventura Rodríguez.

Hasta 1760 el estilo de Ventura Rodríguez es barroco de inspiración romana. Diseñó plantas y cúpulas elípticas e hizo uso del orden gigante y del bronce dorado. Las obras más destacables de estos años son religiosas.

La Capilla del Palacio Real de Madrid (1750-1759) de planta elíptica. Se cuentan 16 columnas de mármol de una sola pieza con capitel de estuco dorado.

La Santa Capilla de la basílica de El Pilar de Zaragoza (1750-1765) está cubierta por una cúpula elíptica que se sostiene sobre columnas corintias y un entablamento. El dorado se utilizó con profusión para decorar la cúpula.

En el Transparente de la catedral de Cuenca (1752) se utilizó bronce dorado, un recurso efectista del barroco.
  

El Transparente de la catedral de Cuenca (1752) contiene el Altar Mayor y el sepulcro de san Julián. Se utilizó jaspe, mármol y bronce dorado. Aparecen arcos truncados coronados con las imágenes de la Esperanza y la Caridad y altorrelieves con escenas de la vida de san Julián.

La iglesia de San Marcos de Madrid (1753) presenta fachada cóncava, pilastras de orden gigante y capitel compuesto, dos frontones, uno curvo y otro triangular, y cinco naves y otras tantas bóvedas elípticas.

Ventura Rodríguez utilizó la línea cóncava para dibujar la fachada de la iglesia de San Marcos de Madrid (1753).


En la decoración del interior de la iglesia del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid (1755-1767) utilizó jaspe, mármol y bronce dorado.

Desde 1760 el estilo de Ventura Rodríguez es neoclásico. Sustituyó las formas forzadas y los excesos decorativos del barroco por elementos de la arquitectura clásica: columnas jónicas, pilastras toscanas, arcos de medio punto y frontones triangulares. En los años posteriores a 1760 hay que destacar sus edificios civiles, los mejores son palaciegos, y religiosos.

El Convento de los Agustinos Filipinos de Valladolid (1760) es de planta rectangular dividida en dos cuadrados ocupados por el claustro y la iglesia. El claustro consta de cuatro crujías de dos pisos con arcadas de medio punto entre pilastras toscanas en el primer piso y jónicas en el segundo. La iglesia es de planta central con un profundo presbiterio, coro conventual detrás del altar y cúpula con óculos y linterna. La cúpula se sostiene en ocho machones con pilastras toscanas adosadas. La fachada principal cuenta con un pórtico tetrástilo de orden toscano, cornisa y torres campanario.

El Colegio de Cirugía de Barcelona (1761) presenta una fachada de dos cuerpos con pilastras entre las que se abren ventanales rectangulares que refuerzan el ritmo horizontal. En el centro del cuerpo superior de la fachada un ventanal rematado en arco de medio punto rompe la cornisa y ocupa parte del frontón que corona la fachada.

El Palacio del infante don Luis (1765) es de estilo neoclásico.


El Palacio del infante don Luis de Bobadilla del Monte (1765) es de planta rectangular. Cuenta con tres cuerpos principales de tres alturas, dos secundarios de una altura y torreones en los extremos, de planta cuadrangular y con vanos ovalados que rompen la linealidad del trazado general. Las fachadas principales son lisas, excepto en portadas, frontones y cornisa, que cuenta con un antepecho que oculta la cubierta. La parte central está enmarcada con columnas toscanas, cuenta con un balcón con columnas jónicas, frontón semicircular y lápida conmemorativa. Las demás portadas están coronadas con frontones triangulares. Los elementos ornamentales se limitan a la parte superior y son jarrones y dos escudos de armas de Felipe V.

El Palacio de Liria de Madrid (1779) es plata rectangular. Las dos fachadas principales corresponden a los lados largos. La planta baja hace las veces de zócalo del edificio, y presenta sillar almohadillado. La planta noble cuenta con un piso de balcones y otro de ventanas. Una hilera de ventanas encubre el tejado. La fachada principal cuenta con cinco cuerpos verticales: el central es tetrástilo, se corona con una espadaña heráldica y marca el eje de simetría de la fachada; lo flanquean dos cuerpos de balcones y ventanas entre pilastras de orden gigante; otros dos cuerpos en los extremos están recorridos por dobles pilastras. En la fachada posterior la espadaña se ha sustituido por cuatro esculturas. Las fachadas laterales tienen una planta soterrada y conectan con jardines mediante escalinatas.

El cuerpo central marca el eje de simetría del Palacio de Liria (1779).


La fachada de la catedral de Pamplona (1783) presenta un pórtico soportado de cuatro pares de columnas que sostienen un frontón triangular y en los extremos dos torres cuadradas, macizas hasta la altura de la nave central y con ventanas entre columnas corintias en la parte alta.

De Ventura Rodríguez también hay que destacar el Sagrario de la catedral de Jaén (1764), la reforma del interior de la Colegiata de San Isidoro de Madrid (1769), el diseño de las fuentes de Apolo, Cibeles y Néptuno para el Salón del Prado de Madrid (1780) y el acueducto de Noáin (1782).

De las obras desaparecidas de Ventura Rodríguez hay que destacar la iglesia del Convento de los Padres Premonstratenses de Madrid, derribada por orden de José Bonaparte en 1811, y la Puerta de Atocha, derribada en 1851 para construir la estación ferroviaria de Atocha.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí

Manuel González Martí inició su colección de cerámica en 1895. En los años veinte y treinta del siglo XX su colección era visitada como Museo de Cerámica de Valencia. En los años cuarenta se marcó los objetivos de recuperar las piezas incautadas durante la Guerra Civil (1936-1939) por el Gobierno de la II República y crear el Museo Valenciano de Cerámica. Él y su esposa Amelia Cuñat decidieron donar su colección al Estado español a condición de que no saliese de la ciudad de Valencia. El 7 de febrero de 1947 se creó por decreto el Museo Nacional de Cerámica con Manuel González Martí como director vitalicio. Desde 1954 la sede del Museo Nacional de Cerámica es el Palacio del Marqués de Dos Aguas. Los fondos del museo se ampliaron con colecciones diversas, desde mobiliario a pintura, transformándose en el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí.

Panel de azulejos de cocina valenciana del siglo XVIII.


La colección de cerámica reúne más de 5.000 piezas. Destaca la cerámica de Paterna del siglo XIII; los socarrots, placas decorativas para el techo, de los siglos XIV y XV; la cerámica de Manises del siglo XV, conocida como obra daurada; la cerámica de la Real Fábrica de Alcora, fundada en 1727 por el conde de Aranda; la loza dorada del siglo XVIII, que refleja la influencia de la orfebrería; las vajillas idílicas del siglo XIX, en las que se reproducía el ajuar de la novia; la azulejería de estilo pictoralismo cerámico del siglo XIX de los artitas Rafael Monleón y Francisco Dasí, que reproducían en la loza las mismas calidades que sobre un lienzo; las lozas utilitarias de Manises del siglo XIX, que imitaban las lozas de Bristol o de pedernal decoradas con transferencias impresas de manera calcográfica; la cerámica modernista de finales del siglo XIX, inspirada en la cerámica medieval; y las cerámicas de Alfonso Blat y Pablo Picasso, de mediados del siglo XX.

Entre los fondos pictóricos hay cuadros de Pascual Capuz, Antonio Esteve y Pinazo Camarlech.

De las colecciones textiles destacan los chalecos y casacas de seda del siglo XVIII,  además de vestiduras litúrgicas, trajes militares y disfraces.

También hay colecciones de carrozas, joyería, mobiliario y orfebrería, y los archivos y bibliotecas de Manuel González Martí y Mario Blasco.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Palacio de Carlos V, de Pedro Machuca

Pedro Machuca (Toledo, 1490-Granada, 1550) se formó como arquitecto en Italia en la segunda década del siglo XVI formando parte del círculo de Bramante. Desde 1520 se instaló en Granada donde se encuentra su mejor obra, el Palacio de Carlos V (1527).

Carlos V e Isabel de Portugal se casaron en 1526 y pasaron sus primeros meses de matrimonio en Granada. Fue entonces cuando Carlos V encargó a Pedro Machuca le construyera un palacio en la Alhambra. Las obras del Palacio de Carlos V comenzaron en 1527, las continuó Luis Machuca, hijo de Pedro, en 1550, Juan de Herrera y Juan de Minjares en 1583, Leopoldo Torres Balbás en 1923 y las finalizó Francisco Prieto Moreno en 1957.

La planta del Palacio de Carlos V conjuga el cuadrado, en el perímetro exterior, y el círculo, en el patio interior. El cuadrado es de 63 ms. de lado, achaflanado en la esquina en la que se ubica la capilla, de planta octogonal. El patio tiene un diámetro de 35 ms.

La planta del Palacio de Carlos V aúna el cuadrado y el círculo para manifestar la universitas christiana.
  

El palacio consta de dos plantas. La planta baja es de orden toscano, almohadillado con sillares de distinto tamaño y banco corrido a lo largo de todo el muro exterior. El piso superior es de orden jónico, sin almohadillar y los balcones están coronados con frontones triangulares de manera alterna. Las ventanas del piso bajo y los balcones del piso alto son adinteladas, están encuadradas entre pilastras y coronadas con óculis, más grandes los del piso superior.

Fachada del Emperador.
En el piso bajo se emplearon sillares almohadillados.
  

El cuerpo central de la fachada occidental o del Emperador consta de tres puertas adinteladas en la planta baja, la central de carácter monumental; están enmarcadas por parejas de columnas dóricas y coronadas con un frontón triangular. En la planta alta se cuentan tres balcones entre parejas de columnas jónicas, el central coronado con un frontón triangular y los laterales con uno curvo. Las puertas y los balcones laterales están coronadas con medallones figurativos y el balcón central con uno heráldico.

El cuerpo central de la fachada sur consta de una puerta de acceso adintelada de carácter monumental, entre dos pares de columnas dóricas, y coronada con un frontón triangular. El piso superior presenta un arco serliano entre dos parejas de columnas jónicas.

En la fachada sur destaca el arco serliano del segundo piso.
  

El patio interior cuenta con dos pisos. El piso bajo cuenta con 32 columnas dóricas con entablamento de triglifos y metopas con motivos de guirnaldas y bucráneos. Su bóveda es anular. El piso superior cuenta con otras tantas columnas jónicas con entablamento liso y bóveda recubierta con casetones de madera.

El patio interior del Palacio de Carlos V es circular.


El Palacio de Carlos V obedece a un programa ideológico que se manifiesta en su emplazamiento y en el dibujo de su planta. Que el palacio se ubicase en la Alhambra obedeció al deseo de Carlos V de mostrar el triunfo del cristianismo sobre el islam. Que el dibujo de la planta aunase el cuadrado, símbolo de lo terrenal, y el círculo, símbolo de lo celestial, obedecía al interés de Carlos V de mostrar, también a través de la arquitectura, su programa de universitas christiana.

El Palacio de Carlos V sirvió para dejar atrás el plateresco e inaugurar el clasicismo o purismo en el Renacimiento español. Pero su influencia en la arquitectura española fue escasa dado que a los pocos años se impuso el estilo herreriano o escurialense. Sin embargo, sí influyó en el manierismo italiano; así Vignola utilizó el patio circular dentro de un edificio pentagonal en el Palacio Farnesio de Caprarola (1550).

sábado, 12 de septiembre de 2015

Relieves del claustro de Santo Domingo de Silos

El claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos se construyó durante los siglos XI y XII. Sobresalen los ocho relieves de los machones de los pilares de la crujía baja, en piedra caliza y de carácter monumental, sus dimensiones son 180 x 110 cms. Su finalidad era doble: ornamental y de exaltación de la fe católica. Cada relieve está relacionado con un pasaje del Nuevo Testamento.

El primer maestro de Silos, de finales del siglo XI, es autor de seis relieves, a saber: Asunción del Señor, Pentecostés, Sepultura y Resurrección, Descendimiento, Camino de Emaús y La duda de Santo Tomás. Estos relieves son románicos y presentan las características siguientes:

  • Son bajo relieves, casi planos.
  • Rige el principio de jerarquía por el cual la figura de Cristo es la de mayor tamaño.
  • Cristo aparece con nimbo crucífero y los apóstoles con nimbo sencillo, que se aprovechó para epigrafiar sus nombres.
  • Rige el principio de isocefalia.
  • Las figuras son hieráticas.
  • Los pliegues de las túnicas parecen planchados.
  • Los personajes representados aparecen descalzos, muchos con los “pies en tijera”.
  • Las escenas se enmarcan entre columnillas corintias y arco de medio punto torreado en el trasdós.


Ascensión del SeñorSe inspira en el Nuevo Testamento, Hechos de los apóstoles 1, 3-11. Presenta composición piramidal ascendente, la acción discurre de abajo a arriba. Se estructura en tres niveles: siete apóstoles en el inferior, cinco y la Virgen en el segundo, y en el superior Cristo y dos ángeles. Todos los personajes dirigen su mirada hacia Cristo. En el segundo nivel se reconoce a san Pablo, que presenta calvicie hipocrática y frente surcada de arrugas; a san Juan, que coge de la mano a la Virgen; y a san Pedro, que sujeta las llaves del cielo. En el nivel superior dos ángeles portan un mar de nubes con el que velar a Cristo, que aparece con nimbo crucífero.

Ascensión del Señor.

PentecostésSe inspira en el Nuevo Testamento, Hechos de los apóstoles 2, 1-13. Presenta una composición piramidal descendente, la acción discurre de arriba a abajo. Se estructura en cuatro niveles: en los dos inferiores los apóstoles, de seis en seis; en el segundo nivel se distinguen san Pablo y san Pedro; en el tercer registro aparece la Virgen; y en el registro superior dos ángeles flanquean la Mano del Señor que abre el cielo. Todos los personajes dirigen la mirada hacia la mano que les bendice. La Virgen aparece por encima de los apóstoles para simbolizar que es intercesora de los hombres ante Dios.

Pentecostés.

Sepultura y Resurrección. Se inspira en el Nuevo Testamento, Mateo 27, 57-66, y con Mateo 28, 1-10. La tapa del sarcófago del Señor separa las dos escenas. En la parte inferior siete soldados romanos, pero vestidos al modo de la milicia castellana, aparecen desvanecidos en un momento de la resurrección. José de Arimatea coloca al Señor sobre el sarcófago. Su túnica agitada por el viento simboliza la furia de la naturaleza tras la muerte de Cristo. El rostro del Señor expresa serenidad en la certeza de la resurrección. En el nivel superior un ángel anuncia la resurreción a María Magdalena, María madre de Jacobo y a María Salomé con la frase Nil formidetis, vivit Deus, ecce videtis, es decir, “Nada temáis, Dios vive, ya lo veis”.

Sepultura y Resurrección.

Descendimiento. Se inspira en Nuevo Testamento, Mateo 27, 45-59. Cristo está siendo bajado de la cruz. José de Arimatea sujeta el cuerpo de Cristo; Nicodemo libera de la cruz la mano izquierda de Cristo, le falta la mano derecha con las tenazas; a su lado san Juan con las Escriturasla Virgen, con las manos veladas en señal de reverencia, recibe la mano derecha del Señor, perforada y recién desclavada. La cruz de Cristo aparece sobre el sepulcro de Adán para simbolizar que la crucifixión del Señor redimió al hombre del pecado de Adán. El temblor que hubo tras la crucifixión se representa a través de las rocas de la parte inferior del relieve. En la parte superior aparecen alegorías del Sol y de la Luna, con los nombres epigrafiados en lienzos, y a su alrededor ángeles turiferarios. Por encima del arco de medio punto se lee: Hic obit; hec plorat; carus dolet; impius orat, es decir, “Éste muere, ésta llora, el amado se duele, el impío reza”.

Descendimiento.

Camino de Emaús. Se inspira en el Nuevo Testamento, Lucas 24, 13-35. Cristo y Cleofás conversan y la figura de la izquierda porta las Escrituras. La túnica y el brazo derecho de Cleofás marcan una línea oblicua que fuerza al espectador a dirigir su mirada hacia Cristo. Su dignidad se representa a través del bastón de mando y que está en peregrinación a través de las conchas jacobeas del zurrón. Las pupilas de los tres personajes están rebajadas para insertar azabaches que refuerzan la expresividad de la mirada. La figura de la izquierda conserva los azabaches.

Camino de Emaús.

La duda de Santo Tomás. Se inspira en el Nuevo Testamento, Juan 20, 24-29. Aparece Cristo con el brazo derecho levantado para que santo Tomás pueda meter el dedo índice de la mano derecha en la herida del costado y creer en la resurrección del Señor. El brazo levantado de Cristo simboliza la separación de ciencia y fe. La ciencia se personifica en santo Tomás, en el ángulo inferior izquierdo y separado del resto de los apóstoles, que personifican la fe, y que por ser los elegidos ocupan la parte derecha y superior del relieve.

La duda de Santo Tomás.

El segundo maestro de Silos esculpió el relieve Anunciación y Coronación de la Virgen y el tercer Maestro de Silos el Árbol de Jesé. Estos relieves presentan características del primer gótico:
·           Las escenas desbordan el marco de la representación.
·           Las figuras han ganado volumen hasta el medio relieve.
·           Las figuras presentan formas redondeadas.
·           Las escenas ganan en movimiento, realismo y expresividad.

Anunciación y Coronación de la Virgen. Se inspira en el Nuevo Testamento, Lucas 1, 26-38. Dos ángeles coronan a la Virgen en el momento en el que el ángel san Gabriel, postrado ante ella, le anuncia que concebirá a Dios hecho hombre. Un velo cuelga del arco y se enrosca por las columnillas que enmarcan la escena.

Anunciación y Coronación de la Virgen.

Árbol de Jesé. Se inspira en el Nuevo Testamento, Mateo 1, 1-17. En la parte inferior aparece Jesé, origen del linaje de Cristo. De su costado nacen dos ramas que forman una media mandarla, que sirve para acoger a la Virgen. A la izquierda aparece David, octavo hijo de Jesé, y a la derecha Salomón, sexto hijo de David. Por encima de la Virgen, y en media mandorla, aparece la escena de la Paternitas, es decir, Dios Padre con Jesús en su regazo. A los lados están representados los cuatro profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. En lo más alto aparece el Espíritu Santo en forma de paloma.

Árbol de Jesé.

Los ocho relieves de los machones del claustro de Santo Domingo de Silos son de la máxima importancia en la Historia de la escultura española por dos motivos: fueron los primeros relieves claustrales de España y en ellos se reconocen los estilos románico y protogótico.