sábado, 5 de octubre de 2024

El gran masturbador, de Dalí

Salvador Dalí (Figueras, 1904-1989) es el pintor surrealista más destacado e influyente. De su etapa surrealista (1929-1948) son algunos de sus cuadros más representativos, caso de El gran masturbador (1929), La persistencia de la memoria (1931), Construcción blanda con judías hervidas. Premoniciones de la Guerra Civil (1936) y Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar (1944).

Salvador Dalí: El gran masturbador, 1929.
Estilo: Surrealismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 110 x 150 cm.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España.

  

Dalí se decide a pintar El gran masturbador después de conocer a Gala, quien fue su pareja y fuente de inspiración. Dalí y Gala conversaron de los miedos íntimos, la sexualidad, la infancia, los sueños y de otros temas propios del surrealismo. Además, Gala despertó en Dalí una pasión erótica muy particular.

El tema central del cuadro es un autorretrato de Dalí en coherencia con el título original del cuadro El rostro del gran masturbador, dado que Dalí practicaba el onanismo con asiduidad. Dalí entendía que la masturbación era la única práctica sexual pura.

La escena se desarrolla en un escenario desolado con una línea del horizonte muy baja, que separa playa y cielo. La cabeza de Dalí ocupa el centro del lienzo, de perfil, en un equilibrio imposible dado que se apoya en el suelo con la punta de la nariz; hacia la derecha la cabeza de Dalí se transforma en la cabeza de Gala que se dirige hacia los genitales de un varón, que se muestra de cintura hacia abajo y viste unos calzoncillos muy ceñidos, que permite mostrar la forma de los genitales; otros elementos completan la escena: delante de la boca de Dalí se reconoce un saltamontes con el vientre poblado de hormigas, en la cabeza de Dalí un anzuelo, plumas de colores, piedras, conchas de moluscos, la cabeza de un león, un lirio y sobre la playa un hombre abrazando una roca y otro caminando solitario.

Todos los elementos que componen la escena obedecen a una simbología muy estudiada, que guarda relación con el método paranoico-crítico del psicoanálisis freudiano; a saber, el saltamontes representa el terror, las hormigas la muerte, el anzuelo las ataduras familiares, las piedras y las conchas de moluscos el pasado, la cabeza de león el deseo sexual, el lirio la pureza, la lengua del león y el pistilo de la flor el falo y las figuras aisladas la soledad.

La composición es estática, pero el autorretrato de Dalí se muestra inestable al tener la nariz como único punto de apoyo en el suelo. La disposición de las figuras lleva la atención del espectador hacia la izquierda, de tal manera que la lectura de la escena hay que hacerla de izquierda a derecha, desde el rostro de Dalí hasta el de Gala, que se dispone a realizar una felación.

El dibujo es nítido y sirve para definir de manera realista cada una de las figuras.

La paleta de colores combina de manera equilibrada tonos fríos y cálidos, todos brillantes.

La luz es irreal y fría y entra en el cuadro desde un foco exterior situado en la parte superior derecha. Los contrastes entre luces y sombras son muy acusados.

El gran masturbador es una de las obras más representativas de Dalí y del surrealismo por la temática que desarrollo, que nos acerca a la intimidad del pintor, por enfrentar dos actos contrapuestos, la vida y la muerte, por manifestar el mundo onírico de una manera realista y por la abundancia de elementos simbólicos que se reconocen.

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