sábado, 18 de mayo de 2024

El pie varo, de José de Ribera

José de Ribera (Játiva, 1591-Nápoles, 1652) fue el primer gran pintor del Barroco español. Se estableció en Roma desde 1610 y en Nápoles desde 1616 hasta su muerte. Hasta 1635 su pintura acusó una fuerte influencia de Caravaggio; entre 1635 y 1650 se dejó influir por los pintores venecianos, y sus cuadros ganaron en luminosidad y color; en sus últimos años recuperó el tenebrismo de su juventud. Ribera pintó cuadros mitológicos, profanos, retratos y paisajes; entre sus grandes obras hay que citar La mujer barbuda (1631), El martirio de san Felipe, El sueño de Jacob, ambos de 1639, y El pie varo (1642).

José de Ribera: El pie varo, 1642.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 164 x 92 cm.
Museo del Louvre, París, Francia.

  

José de Ribera en El pie varo, más conocido como El patizambo, representa a un niño mendigo que padece la enfermedad que da título al cuadro; el pie varo presenta una deformidad en el retropié que le impide apoyarse en el talón, lo que le hace andar con dificultad y no valerse para el desempeño de una vida normal y ocuparse en muchos trabajos. Por ello, el niño tiene permiso para ejercer la mendicidad; se informa de ello al espectador mediante el texto en latín escrito en la hoja de papel, que el niño sostiene con la mano izquierda, que dice: “DA MIHI ELIMO/ SINAM PROPTER AMOREM DEI”, es decir, “Deme una limosna, por amor de Dios”. Era el permiso que el virrey de Nápoles dispensaba para poder practicar la mendicidad.

El niño aparece de pie, de medio perfil, mirando y sonriendo al espectador; la sonrisa deja ver una boca en la que faltan varios dientes; el brazo izquierdo lo tiene extendido, con la mano sujeta un papel y la muleta con la que se ayuda para andar; el defecto físico se aprecia en el pie derecho; la indumentaria es humilde y aparece desgastada; y aparece descalzo y con los pies sucios. La figura del niño se recorta sobre un paisaje celestial, que ocupa la mayor parte del fondo del cuadro.

La composición de la escena se articula sobre tres espacios definidos: la zona superior, que viene marcada por la línea diagonal de la muleta, y que ocupa la cabeza del niño; la zona intermedia, que ocupa el cuerpo hasta las rodillas, y que ofrece una suave línea ondulada; y la zona inferior, desde las rodillas a los pies, donde se puede observar el pie varo.

José de Ribera es realista en la representación del niño, pero lo eleva en dignidad. Lo consigue con un punto de vista bajo, el que se reservaba para representar a miembros de la realeza y la aristocracia, que lo dota de monumentalidad. No se burla del niño; al contrario, la sonrisa del niño pretende contagiar al espectador alegría de vivir y no conmiseración.

La paleta de colores es escasa, predominando los tonos ocres y marrones, además del azul, el blanco y un verde apagado.

La luz procede de un punto exterior del cuadro, elevado y situado a la izquierda del niño; por ello aparece más oscura la parte izquierda del rostro del niño y más iluminada la parte derecha, dejando ver su sonrisa.

El pie varo es un cuadro representativo de la segunda etapa de la carrera artística de José de Ribera, aquella en la que abandonó el tenebrismo por una representación más luminosa.

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