El crucifijo de don Fernando y doña Sancha es una pieza única por ser el primer Cristo crucificado en la historia de la escultura española. No se conoce su autor; se habla de un taller de León. Fernando I (rey de León, 1037-1065) y su esposa doña Sancha donaron el crucifijo en 1063 a la Real Colegiata Basílica de San Isidoro de León. Fue la manera de evidenciar el patronazgo regio sobre la Real Colegiata y la vinculación de los reyes de León con los reyes visigodos, que tuvieron entre sus costumbres hacer donaciones a la Iglesia.
La
imagen de Cristo está tallada en marfil y es de bulto redondo. La cabeza tiene
forma ovalada y está ladeada hacia la derecha; los ojos tienen forma de
almendra, con pupilas negras gracias a incrustaciones de azabache; cabello
acordonado y barba rizada en disposición simétrica; se presenta desnudo, sólo
cubierto con el paño de pureza que cubre desde la cintura, donde se anuda con
un lazo, hasta las rodillas; están marcados pectorales y abdomen; los brazos se
disponen estirados; las piernas descansan sobre un pedestal con los pies en
paralelo, lo que quiere decir que es un Cristo de cuatro clavos, el Cristo románico típico. En la espalda de Cristo hay un hueco que se usó como
relicario para acoger el Lignum Crucis
o vera cruz.
En el anverso del crucifijo de don
Fernando y doña Sancha se reconoce el Agnus Dei y el tetramorfos.
La
cruz está decorada al modo horror vacui.
En el borde de la cruz se representan los bienaventurados ascendiendo al cielo
y los réprobos descendiendo a los infiernos. Hay entremezcladas imágenes
zoomórficas y vegetales. Sobre la cabeza de Cristo está grabada la inscripción "IHC NAZA / RENUSREX / IVDEORV", que se traduce por Jesús de Nazaret, rey de los
judíos; y encima Cristo resucitado, nimbado y portando una cruz. Bajo los pies
de Cristo se lee la inscripción "FERDINANDUSREX / SANCIAREGINA", que se traduce
por Fernando rey, Sancha reina. En el centro del reverso de la cruz aparece el Agnus Dei o cordero de Dios, en los
extremos de los brazos de la cruz el tetramorfos o cuatro evangelistas
representados de manera simbólica, arriba el águila o san Juan, a la derecha el
toro o san Lucas, a la izquierda el león o san Marcos y abajo el ángel o san
Mateo.
El programa iconográfico obedece a los temas de la redención y la resurrección. Cristo se presenta triunfante sobre la muerte; está vivo sin manifestar dolor, dado que es Dios y no hombre. Este mensaje se refuerza por el hieratismo, la rigidez y la frontalidad de Cristo en la cruz.
Además de cumplir la función de relicario hizo las veces de crucifijo procesional, ya que la parte inferior del crucifijo presenta un orificio que permite ser ensamblado a un soporte o palo procesional.
La trascendencia del crucifijo de don Fernando y doña Sancha se debe a ser el primer Cristo crucificado en la historia de la escultura española. Aun así, se reconocen influencias bizantinas carolingias y otónidas. Vino a sustituir el modelo hispánico tradicional de cruz triunfante patada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario