Páginas

viernes, 22 de diciembre de 2017

Gil de Siloé

Gil de Siloé (¿Amberes, 1440?-Burgos, 1501) es el escultor más sobresaliente en estilo gótico isabelino. Se instaló en Burgos en 1486 y desarrolló su actividad profesional en Castilla.


Las características artísticas de Gil de Siloé son las siguientes:
  • Entendía la obra de arte como una herramienta al servicio de la religión y la política.
  • Tuvo una concepción global de la obra de arte, que debía integrar el programa iconográfico en armonía con el marco arquitectónico.
  • En sus conjuntos escultóricos prevalece un orden geométrico estricto y una jerarquía en los mensajes a trasmitir al espectador.
  • Se especializó en escultura religiosa.
  • Trabajó en madera policromada y alabastro.
  • Se especializó en retablos y sepulcros.
  • Las figuras se distinguen por su realismo.
  • Sus composiciones presentan horror vacui.
  • Virtuosismo técnico que se plasma en un derroche de decoración minuciosa.

El éxito que alcanzó Gil de Siloé le permitió abrir un taller en la ciudad de Burgos. Dentro del taller se ocupaba de los grandes encargos y marcaba las directrices a seguir. Entre sus colaboradores destacaron el pintor Diego de la Cruz y los escultores Diego, hijo suyo, y Felipe Vigarny.

El retablo mayor de la Cartuja de Santa María de Miraflores (1496-1499) consagró a Gil de Siloé como el mejor escultor de finales del siglo XV.


Las obras maestras de Gil de Siloé se encuentran en la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos, y son el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal (1486-1493), el sepulcro del infante Alfonso (1489-1493) y el retablo mayor (1496-1499).

El sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal (1486-1493) lo encargó la reina Isabel la Católica en memoria de sus padres.
  

El sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal está hecho en alabastro. Tiene planta octogonal en estrella de ocho puntas, formada a partir de la superposición de un cuadrado y un rombo. Su altura es de 1,60 m., por lo cual las figuras de las estatuas yacentes sólo pueden ser vistas desde el altar mayor de la iglesia. Los vértices de la estrella están adornados con figuras alegóricas, imágenes de santos, apóstoles y, en las esquinas mayores, de los evangelistas; también hay decoración arquitectónica, heráldica, vegetal y zoomórfica. La figura de Juan II se presenta coronada sobre dos almohadones, cubierta con manto y adornada con joyas; en la mano derecha, hoy mutilada, tendría un cetro real, y con la mano izquierda recoge el manto real; el calzado son unos chapines; la figura se apoya en una peana bajo la cual aparecen dos leones luchando. La figura de Isabel de Portugal se muestra coronada sobre dos almohadones, viste ropa larga hasta los pies con sobretúnica y manto adornado con aljófares y pedrería; en las manos lleva guantes y anillo, y sostiene un devocionario abierto; a los pies hay un niño, un león y un perro. Las estatuas de los reyes están cubiertas con doseles y separadas por una crestería; doseles y crestería son de estilo gótico.

El sepulcro del infante Alfonso (1489-1493) es de tipo arcosolio y orante.


El sepulcro del infante Alfonso está realizado en alabastro. Es de tipo arcosolio. El arco que acoge el sepulcro es conopial angrelado; la decoración es vegetal, con ángeles que sostienen el escudo de Castilla y León y la figura del arcángel Miguel rematando el conjunto. El sepulcro está enmarcado por dos pilastras que parten del suelo de la iglesia; las pilastras están adornadas con imágenes de apóstoles y santos, y están rematadas por un relieve que representa la Anunciación. Al infante Alfonso se le representa orante, con gorro de piel a la espalda, adornado con pedrería y perlas, rostro inexpresivo y mirada dirigida hacia el altar mayor de la iglesia; se apoya en un cojín, ante un reclinatorio cubierto con una tela, que soporta un almohadón que recibe un devocionario; lleva un collar en el pecho, de cuyo centro pende una cadena que sostiene un medallón en el que aparece una cabeza tallada en piedra preciosa. El arca sepulcral descansa sobre un zócalo adornado con motivos vegetales y cuatro leones y se divide en tres paneles; en el central dos ángeles sostienen el escudo de Castilla y León y en los laterales aparecen los pajes del infante Alfonso.

El retablo mayor de la cartuja de Santa María de Miraflores se hizo por encargo de la reina Isabel la Católica. Se inició en 1496 y se concluyó en 1499. Gil de Siloé se ocupó de su diseño y de la mayoría de las esculturas y Diego de la Cruz de esculpir las figuras de san Pedro y de san Pablo y del policromado y dorado del retablo. Se utilizó el oro traído de América por Cristóbal Colón para dorar el retablo. El retablo está compuesto por dos cuerpos rectangulares: el inferior, de menor tamaño y dividido en calles, y el superior, doble en superficie y dividido en círculos, novedad en los retablos castellanos, que se inspira en los medallones y rosarios germánicos. El eje del cuerpo inferior lo constituye el Sagrario. Sobre él un nicho cuadrado alberga seis altorrelieves fijos a un torno giratorio que representan otras tantas escenas del año litúrgico (Nacimiento, Bautismo, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y Ascensión de María). Las figuras del cuerpo inferior son, de izquierda a derecha, santa Catalina de Alejandría, san Juan Bautista, santa María Magdalena y Santiago Apóstol. Están representadas las escenas de la Anunciación, la Adoración de los Reyes, la Última Cena y el Prendimiento. En el extremo izquierdo aparece el rey Juan II guiado por el apóstol Santiago y el escudo de Castilla y León; y en el extremo derecho la reina Isabel, su santa patrona, Juan el Bautista y el escudo de Castilla y León, y Portugal. Los reyes aparecen en posición orante. El centro del cuerpo superior está ocupado por una corona de ángeles que contiene a Cristo Crucificado. La cruz está sostenida a la izquierda por el Padre Eterno, con capa pluvial y tiara pontificia, y a la derecha por el Espíritu Santo, con túnica y corona imperial. Sobre la cruz, el pelícano, símbolo del amor divino. Dentro de este círculo aparecen otros cuatro que contienen escenas de la Pasión de Cristo: Oración en el Huerto, la Flagelación, el Camino del Calvario y la Piedad. Fuera del círculo central aparecen esculpidos san Pedro y san Pablo. En los círculos superiores los evangelistas san Juan y san Mateo y en los inferiores los evangelistas no apóstoles san Marcos y san Lucas. En los espacios triangulares aparecen los cuatro santos doctores de la Iglesia occidental: san Agustín, san Ambrosio, san Gregorio y san Jerónimo. El cuerpo superior está cerrado en tres de sus cuatro lados por doce estatuas de santos. Es un programa iconográfico denso, que obedece a una jerarquía en los mensajes doctrinales: la Crucifixión, medio elegido por Jesús de Nazaret para redimir al hombre, ocupa el centro del retablo; la Trinidad, con las figuras del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en el círculo central del retablo; el apostolado, la santidad y la Iglesia, con las figuras de los evangelistas, los cuatro santos doctores de la Iglesia occidental y los muchos santos que pueblan el retablo; y la fuerza de la oración, con los reyes Juan e Isabel en posición orante.

La Crucifixión es el epicentro del retablo mayor de la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos.


El retablo mayor de la capilla de Santa Ana (1486-1492) es una de las obras de Gil de Siloé en las que colaboró el pintor Diego de la Cruz.


En el retablo mayor de la capilla de Santa Ana o de la Concepción de la catedral de Santa María de Burgos (1486-1492) colaboró el pintor Diego de la Cruz. El programa iconográfico gira en torno al tema del árbol de Jessé. El retablo se organiza en banco, cuerpo principal con tres calles y un Calvario exento. En el centro del banco, bajo dosel corrido, se identifica la escena de la Resurrección; en cada extremo se sitúan dos evangelistas. En la parte inferior de la calle central aparece Jessé durmiendo, del pecho le sale el árbol que representa la genealogía de la Virgen María; de los brotes laterales nacen los reyes de Judá, que rodean la escena del abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta Dorada, de la que parten las ramas que culminan en la imagen sedente de la Virgen María con el Niño, escoltada por las alegorías del Antiguo y del Nuevo Testamento o de la Sinagoga y de la Iglesia. En las calles laterales se disponen doseles y pináculos que cobijan esculturas, sobre un fondo celeste y estrellado; se reconocen las figuras del obispo Acuña, la aparición de Cristo a san Eustaquio, el Nacimiento de la Virgen, la Presentación de la Virgen, los Desposorios de la Virgen y san José y san Joaquín con el ángel. Remata el retablo un Calvario exento. En las pilastras de las entrecalles, en la pulsera perimetral y en el ático se disponen figuras de santos.

El retablo de santa Ana o de las Once Mil Vírgenes de la capilla de los Condestables de la catedral de Santa María de Burgos (1498) se hizo por encargo de Mencía de Mendoza. Lo inició Gil de Siloé y lo terminó su hijo Diego. Tiene forma de ábside cubierto por un dosel. El banco está compuesto por nichos que acogen figuras femeninas de pequeño tamaño; las urnas con esculturas del cuerpo central están presididas por una santa Ana triple con la Virgen María y el Niño; los bordes de los vestidos de muchas imágenes están adornados con textos religiosos.

El sepulcro de Juan de Padilla (1500), paje de la reina Isabel la Católica fallecido en 1491 durante la reconquista de Granada, se ajusta a la tipología arcosolio y figura orante. Don Juan Padilla aparece ante un reclinatorio con libro abierto sobre él; a su alrededor siete estatuas de santos, hoy dispersas en museos y colecciones privadas. La primera localización del sepulcro fue la iglesia del Real monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval, ya desaparecido; hoy se encuentra en el Museo de Burgos.

El sepulcro de Juan de Padilla (1500) es una de las últimas obras de Gil de Siloé.


A Gil de Siloé se le atribuyen entre otras las obras siguientes: la fachada del colegio de San Gregorio de Valladolid, el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de Fuentepelayo, el retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Buena Mañana de la iglesia de San Gil Abad de Burgos, el sepulcro del obispo Alonso de Cartagena en la capilla de la Visitación de la catedral de Santa María de Burgos, la Virgen del Coro de la iglesia de la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos y Santa María la Mayor del Museo de Burgos, todas de finales del siglo XV. Destacan las tres primeras.

La fachada del colegio de San Gregorio de Valladolid es un tapiz escultórico antepuesto al muro frontal del edificio. El dintel del tímpano está decorado con flor de lis y la dedicatoria y ofrenda del fraile dominico Alonso de Burgos en nombre del colegio a san Gregorio Magno en presencia de san Pablo y santo Domingo. En el tímpano destacan las figuras de hombres silvestres, que aluden a la imagen del hombre natural, frente a la de los caballeros armados, que encarnan la Virtud. La parte central superior está ocupada por un pilón hexagonal rebosante de agua, que representa la Fuente de la Vida; de él arranca el tronco de un árbol, que alude a la génesis de la vida; a su alrededor hay parejas de niños. Por último, el escudo de los Reyes Católicos, sostenido por leones y el águila de san Juan alude al patronazgo regio del Colegio de San Gregorio.

En el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de Fuentepelayo en la capilla de Santa Ana de la catedral de Santa María de Burgos la figura que representa al difunto se presenta yacente con un libro en las manos, acompañado por un paje; el frontal de la caja sepulcral está decorado con un relieve de la Epifanía; el sepulcro se cobija bajo un arcosolio carpanel e intradós angrelado, con fondo decorado por un relieve del Nacimiento y Adoración de los pastores.

En el retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Buena Mañana de la iglesia de San Gil Abad de Burgos, bajo doseles calados de estilo gótico se disponen figuras que se caracterizan por la minuciosidad flamenca y el plasticismo germánico; sobre un pequeño banco con los evangelistas; destaca la Virgen de la Buena Mañana con el Niño y la Asunción, rodeadas por las tallas de san Miguel, san Gabriel, san Pedro y san Pablo, y otras menores de apóstoles.

Entre las obras desaparecidas, pero documentadas destaca el retablo mayor de la capilla del colegio de San Gregorio de Valladolid (1498). Fue un encargo de fray Alonso de Burgos. Del diseño se encargo Gil de Siloé, de la realización su taller y de la policromía Diego de la Cruz. El primero en describirlo fue el viajero francés Lalaing en 1501. El tema del retablo era El llanto sobre Cristo muerto, formado por ocho figuras, sobre el Calvario, y un remate formado por cinco escudos de armas; además, se contaban veintiuna escenas de la vida de Cristo y la Virgen María y numerosas esculturas de pequeño tamaño. El retablo se perdió durante la invasión francesa de 1808 a 1814; sólo se conservan dos imágenes, el Crucifijo titular de la capilla del colegio en la iglesia de Ciguñela (Valladolid) y el relieve de la Ascensión en la iglesia de Santa María de Herrera de Duero (Valladolid).

En la fachada del colegio San Gregorio de Valladolid destaca el escudo de los Reyes Católicos sostenido por dos leones y el águila de san Juan.

  
Gil de Siloé ha pasado a la historia del arte como el escultor que supo aunar los estilos mudéjar y  gótico flamenco; así se convirtió en el creador del estilo gótico isabelino, señero del arte español.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Museo de Arte de Gerona

El Museo de Arte de Gerona se fundó en 1976. Aquel año la Diputación de Gerona y el Obispado de Gerona acordaron unir en un único museo el Museo Provincial de Antigüedades y Bellas Artes, fundado en 1846, y el Museo Diocesano, creado en 1942, por el obispo José Cartañà. Tiene su sede en el Palacio episcopal de Gerona.

El retablo de la iglesia de San Pedro de Púbol (1437), de Bernat Martorell, es una de las piezas de estilo gótico que destacan en el Museo de Arte de Gerona.
  

El Museo de Arte de Gerona reúne piezas de arte sacro y artes decorativas. Los fondos se organizan en función de los  estilos artísticos:
  • Románico. Destacan la Caja de Lledó, el Altar de San Pedro de Rodas, la Majestad de San Miguel de Cruilles, los capiteles de San Pedro de Rodas y San Vicente de Besalú y objetos litúrgicos como el Vaso de San Vicente de Besalú y la Viga de San Miguel de Cruilles.
  • Gótico. Hay que citar el Calvario de la catedral de Santa María de Gerona, el sepulcro de Jofre Gilabert de Cruilles, el Martirologio de Poblet, las imágenes de Nuestra Señora de Palera, Nuestra Señora de Besalú y Nuestra Señora de Pontós, los retablos de San Miguel de Cruilles, de Lluis Borrassà y el de San Pedro de Púbol, de Bernat Martorell.
  • Renacimiento. Sobresalen las tablas y los retablos de Joan de Burgunya, el retablo del Priorato de San Juan de las Fuentes y de Pedro Mates los retablos de San Pedro y san Pablo, San Pedro de Montagut y de Segueró.
  • Barroco. Destaca la imagen de San Roque de San Félix de Guisols, además de un sinfín de objetos litúrgicos, cerámica y vidrio.
  • Romanticismo. Sobresale el cuadro El sitio de Gerona de 1809, de Ramón Martí Alsina.
  • Nazarenos. Hay que citar el lienzo Jacobo recibe la túnica ensangrentada de su hijo José, de Pelegrí Clavé.
  • Escuela de Olot y paisajismo. Destaca el lienzo La siega, de Joaquín Vayreda
  • Modernismo. Sobresale el cuadro Gerona, de Santiago Rusiñol.
  • Salas monográficas. Se exhiben muebles, cerámica, vidrio soplado, orfebrería y vestuario litúrgico.
La siega (1881) es uno de los cuadros más conocidos de Joaquín Vayreda, uno de los pintores más destacados de la Escuela de Olot y del paisajismo catalán.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Inmaculada del facistol, de Alonso Cano

Alonso Cano (Granada, 1601-1667) fue arquitecto, escultor y pintor barroco. Se formó en los talleres de su padre Miguel, Francisco Pacheco y Juan Martínez Montañés. Como escultor forma parte de la escuela andaluza junto con el ya citado Juan Martínez Montañés, Pedro de Mena y José de Mora. De entre sus muchas esculturas destaca Inmaculada del facistol (1655), su obra maestra.

Obras de Alonso Cano precedentes de la Inmaculada del facistol son la escultura Virgen de Lebrija o Virgen de la Oliva (1630) y el lienzo Inmaculada del Museo diocesano de arte sacro de Vitoria (1650). Obra suya posterior a la Inmaculada del facistol e inspirada en esta es la Inmaculada del Museo de Bellas Artes de Granada (1657).

Alonso Cano: Inmaculada del facistol, 1655.
Estilo: Barroco.
Técnica: Madera policromada.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 55 cm.
Catedral Metropolitana de la Encarnación, Granada, España.


La Inmaculada del facistol se trata de una imagen de la Virgen María aún niña. Es de pequeño tamaño, 55 cm., tallada en madera de cedro y policromada en azul cobalto el manto, verde pastel la túnica, blanco y rosado la piel y oro el cabello. Los colores se presentan puros y uniformes, sin tonalidades. Se esculpió para ser contemplada sobre el facistol del coro de la catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada, pero una vez finalizada se ubicó en la sacristía.

La imagen de la Virgen María se sostiene sobre una base compuesta por tres cabezas de querubines que se integran en una nube.

La Virgen viste un manto azul cobalto y una túnica verde pastel. El manto sigue una línea helicoidal, que cubre el hombro izquierdo de la Virgen y cae hasta los pies ocultando la pierna derecha y dejando sin cubrir la izquierda desde la rodilla; los pliegues son amplios y voluminosos. La túnica cubre el busto, hombro derecho, brazos y pierna izquierda desde la rodilla, además sirve para ocultar los pies; los pliegues no son tan aparatosos como los del manto. La túnica y el manto ocultan la silueta de la Virgen. La línea helicoidal se compensa en parte por la caída vertical del manto por detrás de la Virgen y la túnica cubriendo la pierna izquierda.

Las manos de la Virgen están desplazadas hacia su lado izquierdo y aparecen unidas por las yemas de los dedos.

El rostro de la Virgen se ajusta al tipo de belleza que canonizó Alonso Cano: cara ovalada, ojos grandes, nariz fina, boca pequeña, piel pálida, mejillas sonrosadas y cabello rubio, largo y peinado con raya en medio. La cabeza está apenas inclinada hacia abajo y hacia la derecha de la Virgen.

Alonso Cano fijó su canon de belleza femenina en la Inmaculada del facistol.


Alonso Cano pretendía hacer llegar al espectador los mensajes cristianos de inocencia, amor, obediencia, eternidad y gracia. Para transmitir la inocencia eligió a la Virgen María en su niñez; el de amor uniendo las manos por las yemas de los dedos; el de obediencia inclinando la cabeza hacia delante; el de eternidad adoptando la Virgen la forma del ciprés, estrecha por abajo y por arriba y ancha en el centro; y el de gracia porque eligió el momento de la vida de la Virgen en el que es elegida para protagonizar la concepción sin pecado para ser madre de Dios. Los colores elegidos para vestir a la Virgen refuerzan los mensajes por su simbolismo: el azul comunica nobleza, eternidad y que es la reina de los cielos, el blanco pureza, el verde transmite esperanza, el rosa agradecimiento y el dorado del cabello el triunfo de la gloria tras la muerte.

Domingo Sánchez Mesa, catedrático de la Universidad de Granada, dijo de la Inmaculada del facistol que es “una de las piezas más bellas del Barroco”, (2001). Además, sirvió para establecer el estereotipo de Inmaculada que ha quedado desde entonces en el imaginario español. 

viernes, 24 de noviembre de 2017

El martirio de san Mauricio y la legión tebana, de El Greco

El Greco (Candia, 1541-Toledo, 1614) inició su carrera artística pintando iconos de estilo tardobizantino; entre 1567 y 1570 se instaló en Venecia, donde estudió a Tiziano, Tintoretto y Veronés; y entre 1570 y 1577 vivió en Roma, relacionándose con el círculo del cardenal Farnesio y estudiando a Miguel Ángel. En 1577 se instaló en España, en la ciudad de Toledo, donde pintó sus mejores lienzos por encargo de la Iglesia. De entre sus obras destacan el retrato El caballero de la mano en el pecho (hacia 1580) y las de temática religiosa El expolio (1579), El martirio de san Mauricio y la legión tebana (1582), El entierro del conde de Orgaz (1587) y La adoración de los pastores (1614).

Tras la muerte de Navarrete el Mudo (1579), el rey Felipe II encargó a El Greco la realización de un cuadro relacionado con el martirio de san Mauricio que decoraría uno de los altares del Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El motivo de tal encargo era triple: san Mauricio está relacionado con la lucha contra los herejes, la existencia de reliquias suyas en el monasterio escurialense y ser patrón de la orden del Toisón de Oro.

San Mauricio fue un general romano, jefe de la legión tebana, en la que todos profesaban el cristianismo. En 287 san Mauricio y la legión tebana se encontraban en las Galias y se negaron a cumplir la orden del emperador Maximiniano de realizar sacrificios en favor de los dioses romanos; al negarse fueron ejecutados.

El Greco: El martirio de san Mauricio y la legión tebana, 1580-1582.
Estilo: Manierismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 448 x 301 cm.
Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial, España.


Una diagonal separa las escenas terrenales de la celestial.

El primer plano está ocupado por san Mauricio y sus acompañantes tomando la decisión de negarse a realizar sacrificios en pro de los dioses romanos. Se reconoce a san Mauricio, que viste coroza azul y capa verde y oro, san Exuperio, con estandarte rojo, entre ambos el duque Enmanuel Filiberto de Saboya, comandante de las tropas de la Monarquía Hispánica en la batalla de San Quintín y Gran Maestre de la Orden Militar de San Mauricio y Alejandro Farnesio, duque de Parma, que en esos años luchaba en los Países Bajos contra los calvinistas holandeses, y Santiago el Menor, que convirtió a la legión tebana al cristianismo, con túnica; además, donde se desarrolla el martirio se reconoce a don Juan de Austria, hijo natural del emperador Carlos V y vencedor en la batalla de Lepanto contra los musulmanes. Todas las figuras visten el uniforme militar de la Monarquía Hispánica durante el siglo XVI con el fin de aunar la lucha de España contra la herejía calvinista con la lucha de san Mauricio contra el paganismo en tiempos de Roma.

La segunda escena terrenal es la del martirio. Se dispone en perspectiva serpentinata. Los legionarios, unos vestidos, otros desnudos, se sitúan en fila a la espera de ser ejecutados. El verdugo se sitúa de espaldas, sobre una roca, y junto a él san Mauricio, reconfortando a sus hombres y agradeciéndoles su fe. Un hombre degollado y dispuesto en escorzo refuerza la idea del martirio.

La escena celestial ocupa la parte superior del lienzo. Se trata de un rompimiento de Gloria. Unos ángeles tocan instrumentos musicales, otros portan palmas martiriales y coronas triunfales.

El Greco llena el cuadro de recursos manieristas: figuras de espaldas alargadas con una desproporción entre la cabeza y las extremidades con el resto del cuerpo y con una anatomía marcada bajo las corazas, escorzos, diagonales, tratamiento del martirio, que pasa a ocupar un segundo plano por detrás de la toma de la  decisión que lo desencadena, colores en tonos metálicos –amarillo, azul, verde y rojo– sobre los que resbala la luz, desde el rompimiento de gloria hasta el martirio. La luz que irradian las figuras es blanca y simboliza la espiritualidad cristiana, el convencimiento en la fe y la visión mística del martirio.

El martirio de san Mauricio y la legión tebana no fue del agrado del rey Felipe II por dos motivos: la escena del martirio ocupa un segundo plano y la falta de devoción de las figuras principales. Por ello, El Greco no fue tenido en cuenta para decorar el Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial y su cuadro fue sustituido por otro de la misma temática del italiano Rómulo Cincinato. Sin embargo, el cuadro de El Greco sirvió para consolidar el manierismo en España.

viernes, 17 de noviembre de 2017

San Miguel de Lillo

La iglesia prerrománica asturiana de San Miguel de Lillo la mandó construir Ramiro I (rey, 842-850). Se desconoce quién fue el arquitecto, pero se acepta que fue el mismo que levantó Santa María del Naranco dado que San Miguel de Lillo fue la iglesia palatina del complejo palaciego del Naranco, a las afueras de Oviedo, capital del Reino de Asturias. Fue consagrada el 23 de junio de 848. En un principio estuvo dedicada a santa María y san Miguel, pero desde 908 su advocación fue la de san Miguel Arcángel, al que se rendía culto en la península Ibérica desde el siglo VII.

El rey de Asturias Ramiro I mandó construir San Miguel de Lillo en 842 como iglesia palatina del complejo de Santa María del Naranco. Se consagró en 848.
  

La estructura original estaba compuesta por una planta rectangular de 19,70 m. de largo por 10,05 m. de ancho, con tres naves de cuatro tramos, la central de doble anchura que las laterales, tres ábsides planos, rectangular el central y cuadrados los laterales, y un pórtico interior que soporta una tribuna a la que se accede por dos escaleras laterales. La altura de la nave central alcanza los 11 m. y la de las naves laterales los 8 m. Sin embargo, sólo se conserva aquello que permaneció en pie tras el corrimiento de tierras sucedido en 1115, es decir, el vestíbulo y el primer tramo de las naves. Se construyó un muro de cierre con materiales recuperados del derribo.

Planta de San Miguel de Lillo. En negro lo que quedó en pie tras el corrimiento de tierras de 1115. La planta era basilical de tres naves con ábsides planos en la cabecera.

  
San Miguel de Lillo carece del vestíbulo exterior, típico de las iglesias prerrománicas asturianas.

La fachada occidental tiene una altura de 9 m. hasta la divisoria de aguas de la techumbre. Se accede a través de una puerta en arco de medio punto con dovelaje de ladrillo. Sobre ella un vano cegado en parte y una celosía geminada en su parte inferior ilumina la tribuna real. En los lienzos laterales sendas celosías iluminan los accesos a la tribuna. Los contrafuertes no se corresponden con columnas en el interior.

De las fachadas septentrional y meridional sólo se puede observar el primer tramo de la construcción original. Se cuentan tres contrafuertes que tienen su correspondencia en otras tantas columnas en el interior.

La nueva cabecera se hizo con posterioridad al derrumbe de 1115. Es plana y en sus extremos norte y sur se apoya en arquerías que se sostienen en semicolumnas con dovelaje de ladrillo.

El vestíbulo está cubierto con bóveda de cañón. Sobre él se dispone la tribuna regia a la que se accede por dos escaleras. Se cubre con bóveda de cañón. Tiene dos puertas con arcos de medio punto a cada lado que la comunican con las dos estancias laterales, que los reyes utilizaban para descansar durante las celebraciones. Sobre la tribuna una pequeña estancia, que no tiene acceso.

Las bóvedas de las naves son de cañón, la de la nave central se dispone longitudinal, mientras las laterales en sentido perpendicular a la de la nave central. Descansan sobre gruesas columnas y no sobre pilares, que era tradición en la arquitectura prerrománica asturiana. Sobre las columnas se asientan sarcos fajones y perpiaños. A las columnas les corresponden sendos contrafuertes exteriores. La nave central recibe iluminación del exterior a través de una celosía en forma de rosetón.

Las cubiertas son a dos aguas. La cubrición original era tegulae romana e ímbrices.

Para la construcción de San Miguel de Lillo se utilizó el sillar para las esquinas y los contrafuertes, el sillarejo para el resto, el ladrillo en las dovelas de algunos arcos y la piedra toba para las bóvedas.

Es de destacar la decoración escultórica de San Miguel de Lillo, que denota una doble influencia bizantina y lombarda. Las jambas son monolíticas y están decoradas con relieves de temática circense, que reproducen un díptico de marfil bizantino del cónsul Aerobindus, de 506. Las columnas están decoradas en la basa con relieves de los cuatro evangelistas y sus motivos zoomórficos bajo arcos y los capiteles con motivos geométricos. Los arcos y las enjutas están decorados con roleos. El altar presenta una decoración en forma de hojas de hiedra; después del derrumbe se trasladó al mirador sur de Santa María del Naranco, hoy se encuentra en el Museo de Oviedo. El sogueado prerrománico asturiano se repite en distintas partes de la iglesia.

Las jambas de la puerta de acceso a San Miguel de Lillo están decoradas con relieves escultóricos que muestran imágenes de temática circense.

  
El interior de San Miguel de Lillo está decorado con pinturas murales. Los motivos son geométricos y antropomórficos. Las figuras humanas son las primeras en la pintura española y no se volverán a ver en la arquitectura ramiriense. Las figuras son antinaturalistas, desproporcionadas y hieráticas, con el rostro ovalado. Predominan los coloras amarillo, rojo y verde.

Las pinturas de San Miguel de Lillo muestran las primeras figuras humanas de la pintura española.

  
San Miguel de Lillo debe su importancia a haber formado parte del complejo palatino de Santa María del Naranco, utilizar columnas como soporte y no el pilar prerrománico asturiano y exhibir las primeras figuras humanas de la pintura mural española.

En 1850 Andrés Coello dirigió las obras de conservación y restauración que sirvieron para recuperar el aspecto original de San Miguel de Lillo. En 1985 el Ministerio de Cultura lo declaró Monumento Nacional y la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. En 1990 el Instituto Arqueológico Alemán reconstruyó su planta original. En 2011 se llevaron a cabo obras de restauración.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Pórtico de la iglesia conventual de Santa María de Ripoll

El pórtico de la iglesia conventual de Santa María de Ripoll se levantó a mediados del siglo XII. Los primeros en dar esa fecha como cierta fueron los arquitectos Vicente Lampérez y Romea y Josep Puig i Cadafalch a principios del siglo XX. Se desconoce el autor del conjunto escultórico, pero se sabe que utilizó como fuente documental la Biblia de Santa María de Ripoll y que recibió la influencia del maestro Gilabertus y su taller de Toulouse.

Pórtico de la iglesia conventual de Santa María de Ripoll, mediados del siglo XII.
Estilo: Románico.
Técnica: Talla sobre piedra caliza.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 11,60 x 7,25 x 1 m.
Monasterio de Santa María, Ripoll, España.

  
El pórtico de la iglesia conventual de Santa María de Ripoll se trata de un friso monumental en arco de triunfo tapizado de esculturas. El tema principal, que corona el conjunto, es el Apocalipsis de san Juan. El mensaje que se quiere transmitir es el triunfo del cristianismo.

El friso se organiza en seis registros y zócalo; el friso superior corre a lo largo de toda la fachada, los restantes y el zócalo están interrumpidos por la puerta de acceso a la iglesia.

El registro superior está dedicado al Apocalipsis de san Juan. En el centro aparece el Maiestas Domini bendiciendo con la mano derecha, sosteniendo el libro de la ley con la izquierda y con nimbo crucífero; a la izquierda y hacia el exterior dos ángeles adoradores, el ángel de san Mateo, once ancianos en el frontal y otro en el lateral; a la derecha y hacia el exterior lo mismo, pero con el águila de san Juan.

Los registros del lado izquierdo están dedicados en sentido descendente a apóstoles y santos; a los reyes David y Salomón, con Betsabé pidiendo a David que escoja a Salomón como rey, la coronación, la petición de sabiduría a Yahvé y el juicio de Salomón; debajo, el traslado del Arca de la Alianza, David bailando delante de la ciudad de Jerusalén y David con el profeta Gad; más abajo, David sentado en el trono acompañado por músicos; el último registro está ocupado por un ángel, unos animales luchando y un caballo con su jinete. El zócalo está decorado con medallones que contienen representaciones de leones y grifos.

Los registros del lado derecho están dedicados en sentido descendente a apóstoles y santos; debajo, se narra el libro del Éxodo: aparece Moisés conduciendo a su pueblo, el envío de comida en el Sinaí, la separación de las aguas del mar Rojo, Moisés haciendo brotar agua de la roca de Horeb, la guía de la columna de fuego y al ángel y la batalla de Rafidim entre Josué y Amalec; debajo se representa bajo arcos de medio punto la entrega de las Tablas de la Ley, aparecen Yahvé, Moisés, Aarón, el abad de Santa María de Ripoll y Ramón Berenguer III vestido de guerrero; en el último registro Daniel y el león y otros animales. En el zócalo están representados los pecados capitales.

La portada de la iglesia conventual de Santa María de Ripoll es en arco de medio punto con siete arquivoltas.
  

La puerta de entrada se presenta en arco triunfal de medio punto con siete arquivoltas que descansan en una línea de imposta; en las jambas se intercalan un par de estatuas-columnas y dos columnas a cada lado que se apoyan en un zócalo.

La arquivolta exterior está decorada con hojas de acanto vistas de frente. Se apoya en dos columnas: la izquierda con fuste estriado y capitel decorado con aves y hojarasca; la derecha con fuste vegetal y capitel con grifos y leones.

En la segunda arquivolta se cuentan 27 medallones decorados con motivos faunísticos y vegetales (en el medallón central aparece el Cordero de Dios). La arquivolta descansa en jambas decoradas con figuras de animales.

La tercera arquivolta presenta doce imágenes. Las seis de la izquierda forman el ciclo de san Pedro, y son de izquierda a derecha: San Pedro y san Juan curando al ciego, San Pedro resucita a una mujer, San Pedro y Nerón, San Pedro y san Pablo con el mago Simón, San Pedro tomado preso y Martirio de san Pedro. Este ciclo descansa sobre la estatua-columna de san Pedro, sin cabeza, pero reconocible por las llaves del cielo. Las seis imágenes de la derecha forman el ciclo de san Pablo, y son de izquierda a derecha: San Pablo presentado a Ananías, Bautismo de san Pablo, San Pablo predicando, San Pablo tomado preso, Decapitación de san Pablo y El verdugo muestra la cabeza de san Pablo. Este ciclo se apoya sobre la estatua-columna de san Pablo, decapitada, pero reconocible por el pergamino que sostiene en las manos.

La cuarta arquivolta está formada por tres escocias ribeteadas, y descansa sobre jambas decoradas con motivos geométricos.

La quinta arquivolta es un toro decorado con motivos vegetales entrelazados, que se repiten en el fuste de las columnas correspondientes con capitel corintio.

La sexta arquivolta presenta diez imágenes. Las cinco de la izquierda forman el ciclo de Jonás, y son de izquierda a derecha: Jonás sentado bajo un árbol, Jonás predicando a los ninivitas, Jonás lanzado al mar, Jonás devorado por la ballena y Jonás recibiendo la orden de convertir a Nínive. Las cinco imágenes de la derecha forman el ciclo de Daniel, y son de izquierda a derecha: Árbol del sueño de Nabuconodosor, Nabuconodosor y los músicos, Jóvenes quemándose en el horno, Habacuc socorre a Daniel y Daniel en el foso de los leones. Ambos ciclos descansan sobre jambas decoradas con motivos figurativos.

La arquivolta interior y las jambas en las que se apoya en su vista frontal están decoradas con una moldura en zigzag. El intradós está decorado con el ciclo de Caín y Abel; son cinco escenas: en el centro El Señor flanqueado por dos ángeles, y a los lados Abel ofreciendo al Señor las primicias de su rebaño, Caín ofreciendo al Señor los frutos de la tierra, Caín mata a Abel y Caín enterrando a Abel. La cara interior de la jamba derecha está decorada con seis escenas que en orden ascendente representan los meses de enero a junio; la cara interior de la jamba izquierda está decorada con seis imágenes que en orden descendente representan los meses de julio a diciembre.

El mal estado de conservación del pórtico de la iglesia conventual de Santa María de Ripoll se debe a dos motivos: el material con el que está hecho es piedra caliza y al incendio de 1835.

El pórtico de la iglesia conventual de Santa María de Ripoll debe su importancia artística a ser el mejor ejemplo de portada en arco de triunfo de las que se conservan en España, a la densidad del programa doctrinal y a la técnica depurada de su autor. Es uno de los conjuntos escultóricos más sobresalientes del arte románico español y europeo.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Museo San Telmo

El Museo San Telmo de San Sebastián tiene su origen en el Museo Histórico, Artístico y Arqueológico que la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País creó en 1902 con las piezas que había acumulado durante años. En 1914 se sumó la sección de Etnografía. En 1932 el museo se instaló en el convento de San Telmo, un edificio del siglo XVI declarado Monumento Nacional en 1913. Así, el museo creado en 1902 tomó el nombre de Museo San Telmo en 1932. Fue reformado entre 2007 y 2010 y reabrió al público en 2011.

Las colecciones del Museo San Telmo son diversas, pero se centran en las culturas que se desarrollaron en territorio vasco o que protagonizaron artistas vascos. Pero también tienen cabida artistas de otras regiones españolas.

Gregorio González Galarza:
Bañistas en la playa de la Concha con el Casino al fondo, anterior a 1911.
El Museo San Telmo cuenta con más de 2.000 fotografías de
Gregorio González Galarza y de su hijo Carmelo que muestran escenas costumbristas de distintas localidades de Guipúzcoa.
  

El Museo San Telmo está dividido en cinco secciones:
  • Arqueología. Cuenta con más de 650 piezas de entre las que destacan las halladas en yacimientos romanos descubiertos en las provincias vascas y una colección de estelas funerarias vascas de los siglos XV al XVII. Se debe a coleccionistas privados que el museo exhiba colecciones de objetos del antiguo Egipto y de la América precolombina.
  • Bellas Artes. Formada por más de 6.000 objetos de pintura, escultura, estampa y carteles. La mayoría de los cuadros son de pintores de los siglos XIX y XX. Entre los pintores representados destacan Mariano Fortuny, Federico Madrazo, Darío de Regoyos, Ignacio Zuloaga, Antonio Ortiz de Echagüe y Rafael Ruiz Balerdi. Mención especial para Josep María Sert que pintó diecisiete murales ilustrativos de la cultura vasca para decorar los muros del museo.
  • Etnografía. Cuenta con más de 7.000 objetos de la cultura tradicional vasca. Dentro de esta sección destaca la colección de argizaiolas, objetos de madera alrededor de los cuales se enrolla un hilo de cera que arde en recuerdo de los difuntos.
  • Fotografía. Acumula más de 9.000 imágenes, clichés y placas que muestran la historia y cultura de las provincias vascas. Dentro de esta sección sobresale el Fondo Galarza con más de 2.000 instantáneas de Gregorio González Galarza y de su hijo Carmelo que tomaron en distintas localidades guipuzcoanas durante la primera mitad del siglo XX.
  • Historia. Reúne más de 2.500 piezas. Destacan la colección de armas con más de 1.000 piezas desde el siglo XV a nuestros días pasando por las guerras carlistas del XIX.

La argizaiola es una pieza de madera rodeada por un hilo de cera que servía para recordar a los difuntos.


El Museo San Telmo cuenta además con una rica biblioteca, archivo digital y servicio de publicaciones.