Fernando Casas y Novoa (Santiago de Compostela, 1670-1750). Se formó
como arquitecto con fray Gabriel de Casas en la catedral de Lugo. En 1711 fue nombrado maestro de obras de la catedral de Santiago de Compostela. Se
convirtió en uno de los arquitectos del barroco más destacados gracias a la
capilla de Nuestra Señora de los Ojos Grandes de la catedral de Santa María de
Lugo (1726), la portada principal del monasterio de San Martín Pinario (1743) y
a la fachada del Obradoiro de la
catedral de Santiago de Compostela (1749).
La fachada del
Obradoiro debía de cumplir cuatro funciones:
- Proteger el Pórtico de la Gloria de las inclemencias meteorológicas que lo estaban deteriorando.
- Permitir la iluminación del nártex catedralicio.
- Integrar la catedral en la estructura urbana de la plaza.
- Recibir la escalinata que estaba por terminar.
Para su
construcción se eligió el granito, muy abundante en Galicia, y el vidrio.
La fachada del
Obradoiro es simétrica y está compuesta de tres cuerpos: el central y dos
torres que lo flanquean.
La
fachada del Obradoiro se ha convertido en icono del barroco español.
Su
construcción se inició en 1738 y se concluyó en 1749.
El cuerpo
central presenta una estructura piramidal; columnas gigantes de orden corintio
y fuste estriado lo dividen en tres calles y una cornisa en dos niveles. En el
nivel inferior se cuentan tres puertas de acceso. La central, adintelada bajo
arco de medio punto, que hace las veces de arco de triunfo, y dividida en dos
por un mainel, que actúa de eje de simetría de toda la fachada. La decoración
sobre la clave del arco y en las enjutas es de carácter heráldico. Las puertas
laterales son de pequeño tamaño; sobre ellas aparecen ventanales alargados en
arco de medio punto. En el nivel superior, las calles laterales están ocupadas
por ventanales en arco de medio punto, igual que la central, que acoge dos
ventanales, separados por una cornisa, el inferior en arco de medio punto y el
superior en arco escarzano. Culmina el cuerpo central de la fachada una
espadaña cubierta de esculturas: en lo más alto, bajo hornacina perforada en
arco de medio punto coronada con frontón curvo partido, una escultura del
apóstol Santiago como peregrino; a sus lados dos parejas de ángeles con la cruz
de la Orden de Santiago; por debajo, cobijadas en sendas hornacinas de medio
punto, sus discípulos Atanasio y Teodoro, como peregrinos; ambos flanquean una
urna, representación del sepulcro del apóstol Santiago, y una estrella,
representación de las luminarias que vio el ermitaño Pelayo; urna y estrella
aparecen rodeadas por ángeles y nubes.
Las torres son
idénticas en su estructura. A medida que ganan altura se van estrechando y
aligerando; la parte superior aparece perforada. Están rematadas por
chapiteles. Los cuerpos de las torres están recorridos por pilastras de fuste
estriado y vienen marcados por cornisas y balaustradas. En la torre norte o de
las Campanas aparece la imagen de Salomé y en la sur o de la Carraca la de
Zedebeo, padres del apóstol Santiago. Además, en el bloque de refuerzo de la
torre de las Campanas se reconocen las esculturas de Santiago el Menor y santa
Bárbara y en el de la torre de la Carraca las de santa Susana y san Juan.
La fachada del
Obradoiro muestra algunas de las características que son propias de la
arquitectura barroca:
- Verticalidad, reforzada por el progresivo estrechamiento de los tres cuerpos que la componen.
- Ornamentación, con predominio de la línea curva.
- Luz y movimiento, con elementos estructurales y decorativos dispuestos en distintos planos de profundidad.
La fachada del
Obradorio fue criticada por los contemporáneos; no eran partidarios de
“esconder” un templo románico tras un “retablo” barroco. Sin embargo, el paso
del tiempo ha convertido la fachada del Obradoiro en icono de la arquitectura
barroca española.
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