viernes, 25 de mayo de 2018

El emperador Carlos V y el Furor, de León Leoni

León Leoni (Arezzo, 1509-Milán, 1590) fue un escultor manierista italiano. Trabajó en Italia, Alemania, Austria, Francia, los Países Bajos y Castilla, donde desarrolló la mayor parte de su carrera artística y más exitosa. Sobre todo trabajó en bronce, pero también realizó obras en alabastro, mármol y piedras preciosas. En Castilla trabajó para Carlos V y Felipe II. Su obra más destacada es El emperador Carlos V y el Furor (1551).

León Leoni: El emperador Carlos V y el Furor, 1551.
Estilo: Manierismo.
Técnica: Bronce fundido y patinado.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 251 x 143 x 130 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


La idea de una escultura que presentase al emperador Carlos V como vencedor de los enemigos de la Monarquía Hispánica y hombre de paz fue de León Leoni, que la presentó a Carlos V a través del cardenal Granvela. Carlos V aprobó el proyecto y encargó la realización de la escultura.

León Leoni se inspiró en un versó de la Eneida, de Virgilio, que dice Saeva sedens super arma, y que guarda relación con el momento en el que Eneas pacifica el Lacio después de encerrar al Furor en el templo de Jano y declarar la paz. En los aspectos formales se inspiró en distintas obras de Bandinelli.

El emperador Carlos V y el Furor, más conocida como Carlos V dominando el Furor, se compone de una plataforma sobre la que se disponen las figuras de Carlos V sometiendo al Furor.

Carlos V se presenta como un héroe de la Grecia antigua, que se puede cubrir con una coraza de inspiración romana. Se presenta de pie, en contrapostto, sujetando una lanza con la mano derecha y con la izquierda un alfanje. La coraza está compuesta por un peto y un espaldar desmontable; en las hombreras aparecen cabezas de león y en la derecha una figura de Marte, que hace referencia a la guerra; bajo el ristre aparece un tritón; le cruza el torso una banda y le cuelga al cuello el Toisón de Oro.

El Furor está representado por una figura desnuda y barbada, que se retuerce de dolor. En la mano derecha lleva una tea encendida. Está sujeto a Carlos V por unas cadenas.

En la base de la escultura aparecen objetos alusivos a la guerra: un morrión, una coraza, un escudo, un tridente, una trompeta, una maza, un carcaj y un haz de líctor romano con un hacha.

La escultura llama la atención por una perfección técnica y detallismo admirables; los rostros y anatomía de Carlos V y el Furor son perfectos, si bien, los cuerpos presentan un realismo idealizado; el semblante de Carlos V es sereno, mientras que el del Furor es de una angustia y dolor que anticipa el estilo barroco. Además, es una de las pocas esculturas desmontable del manierismo.

viernes, 18 de mayo de 2018

Museo Nacional del Romanticismo

Benigno de la Vega-Inclán, II marqués de la Vega-Inclán (1858-1942), exhibió parte de su patrimonio artístico en una exposición organizada por la Sociedad Española de Amigos del Arte en 1921. El patrimonio expuesto lo donó al Estado español con el fin de que se convirtiese en una colección de arte abierta al público de manera permanente. Así nació el Museo Romántico, que reuniría y daría a conocer el patrimonio artístico generado durante el siglo XIX y de manera especial del reinado de Isabel II (1833-1868). Se eligió como sede del museo el palacio del marqués de Matallana, un edificio neoclásico de finales del siglo XVIII ubicado en el centro de Madrid obra de Manuel Martín Rodríguez. El Museo Romántico abrió al público en 1924, en 2001 cerró para ser reformado y en 2009 abrió sus puertas con la denominación Museo Nacional del Romanticismo.

Leonardo Alenza pintó Sátira de un suicidio romántico (1839), uno de los cuadros más célebres del Museo Nacional del Romanticismo.


Los fondos del Museo Nacional del Romanticismo se organizan en siete colecciones:
  • Pintura. Reúne obras de pintores considerados precedentes del Romanticismo, caso de Goya. Se exhiben cuadros de paisajes de Jenaro Pérez Villamil, costumbristas de Leonardo Alenza y Cabral Bejarano, orientalista de Francisco Lameyer y retratos de Federico de Madrazo.
  • Miniatura. Agrupa más de 200 miniaturas, la mayoría de artistas españoles como Cecilio Corro, José Delgado y Vicente López entre otros.
  • Dibujo. Es la colección fundacional del museo. Reúne dibujos a lápiz de José de Madrazo, vistas de Madrid de José María Barrial, costumbristas de Leonardo Alenza, retratos de Vicente Rodes y José María Casado de Alisal y acuarelas de Antonio María Esquivel.
  • Estampa. Es una de las colecciones más importantes del museo por cantidad –más de 3.000 piezas–, calidad y diversidad temática.
  • Fotografía. Formada por más de 4.000 piezas que  muestran los procedimientos fotográficos empleados durante el Romanticismo, desde los daguerrotipos hasta las técnicas fotomecánicas. Además, se muestran fotografías estereoscópicas y diaphanoramas
  • Mobiliario. Alrededor de 600 piezas, las más sobresalientes son de los estilos Imperio francés e isabelino.
  • Artes decorativas. Se exhiben piezas de porcelana y cerámica de Sargadelos, La Cartuja, Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo entre otras, además de abanicos, joyas y labores.

José María Casado de Alisal pintó en acuarela El general Espartero (1872).


Son de destacar las labores de investigación, actividades educativas y publicaciones que lleva a cabo el Museo Nacional del Romanticismo. Entre las publicaciones hay que citar la revista Museo Romántico, que se edita desde 1998.

viernes, 11 de mayo de 2018

Frontal de Santa María de Avià, del maestro de Avià

Del maestro de Avià apenas se tienen datos. Se sabe que trabajó en Cataluña a finales del siglo XII y primeras décadas del XIII. Se le atribuyen el frontal de Santa María de Avià (1170-1190) y el frontal de San Sadurní de Rotgers (primer tercio del siglo XIII).

El antipendio es la parte delantera del altar. Durante el románico en Cataluña se decoraba con pinturas realizadas sobre tablas llamadas frontales, que cubrían la parte delantera del altar y, en ocasiones, también las laterales. Cumplían una función de adoctrinamiento de los fieles. Estaban dedicados a la vida de Jesús, la Virgen o al santo que daba nombre a la iglesia.

Maestro de Avià: Frontal de Santa María de Avià, 1170-1190.
Estilo: Románico.
Técnica: Temple sobre madera, barniz dorado y estuco.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 105 x 176 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España.


El frontal de Santa María de Avià está dedicado a la Virgen María y se estructura en cinco escenas: Virgen con el Niño, Anunciación, Nacimiento, Epifanía y Presentación de Jesús en el templo.

La escena de la Virgen con el Niño ocupa el centro del frontal y es la de mayor tamaño. La Virgen aparece sentada en un trono con el Niño sentado en el regazo, bajo un arco trilobulado y dos ángeles. La Virgen y el Niño se presentan nimbados; la Virgen viste un manto azul adornado con motivos florales; el Niño mira hacia su lado derecho, y adopta un gesto parecido al de la bendición; ambos destacan sobre un fondo ocre.

La Anunciación ocupa la parte superior derecha. Son dos escenas: en la de la izquierda el arcángel Gabriel se aparece a la Virgen y la anuncia la buena nueva; y en la de la derecha Isabel visita a la Virgen y se abrazan. Ambas escenas aparecen encuadradas bajo arcos de medio punto.

El Nacimiento ocupa la parte superior derecha. La Virgen María y José aparecen sentados a ambos lados del Niño Jesús en la cuna, cubierto por un lienzo, y detrás el asno y el buey. Los nimbos de la Virgen María y del Niño Jesús son ovalados y el de José circular.

La Epifanía ocupa la parte inferior izquierda. Aparecen los tres reyes magos identificados por sus nombres en mayúsculas: GASPAR, BALTASAR y MELCHIOR. Los tres aparecen coronados.

La Presentación de Jesús en el templo ocupa la parte inferior derecha. Simeón devuelve a Jesús a la Virgen María, que hace el gesto de recibirle en los brazos; a la derecha, se reconoce a la sacerdotisa Ana y, a la izquierda, un personaje del que se desconoce la identidad.

Las escenas están separadas por líneas en relieve hechas con estuco.

La influencia bizantina se constata en el alargamiento de las figuras y la riqueza de las vestiduras de inspiración oriental.

Los colores predominantes son el azul y el rojo, y los secundarios el amarillo y el verde. La tonalidad es intensa y contrasta con el barniz dorado.

Los aspectos formales se ajustan a las características de la pintura románica:
  • Simetría bilateral, tomando como eje las figuras de la Virgen con el Niño.
  • Perspectiva jerárquica, que sirve para indicar la importancia de las figuras, siendo la de mayor tamaño la de la Virgen.
  • Frontalidad, geometrización, hieratismo e isocefalia de las figuras, que no manifiestan sentimiento alguno. Su canon es alargado.
  • Los paños presentan dobleces antinaturalistas y carecen de textura, no se puede saber de qué tejido están hechos.
  • La línea se impone al color, es gruesa y negra, y sirve para delimitar los contornos.
  • El color es plano. La gama es escasa –azul, blanco, amarillo, verde y rojo– y carente de tonalidades, pero de un fuerte impacto simbólico: el azul representa la eternidad y la nobleza, el blanco la pureza, el amarillo la Gloria, el verde la esperanza y el rojo la Pasión. El negro no cumple una función simbólica.
  • La luz es inexistente.
  • No hay espacio, el fondo es plano.
  • La decoración es escasa, sólo unas líneas estucadas que separan las escenas y enmarcan el frontal.


El frontal de Santa María de Avià debe su importancia a ser ejemplo de la introducción del estilo italo-bizantino en el Románico catalán, que se distingue por la ausencia de simetría en las escenas y el progresivo abandono del hieratismo en las figuras, que se humanizan.


viernes, 4 de mayo de 2018

La Piedad con dos ladrones, de Gregorio Fernández

Gregorio Fernández (Sarria, 1576-Valladolid, 1636) es el mejor representante de la Escuela castellana de escultura barroca. Se formó como escultor con Francisco de Rincón y Pompeo Leoni. Se instaló en Valladolid en 1605 atraído por su condición de capital de la Monarquía hispánica. Contó con clientes poderosos y adinerados: Felipe III, el duque de Lerma, los condes de Fuensaldaña, órdenes monásticas y cofradías de Semana Santa. En 1606 Madrid recuperó la capitalidad, pero Gregorio Fernández decidió quedarse en Valladolid y fundar un taller de escultura que atendiese un número creciente de encargos. Sus obras son de temática religiosa destacando La Piedad con dos ladrones (1616), Cristo atado a la columna (1619) y Cristo yacente (1627).

Gregorio Fernández: La Piedad con dos ladrones, 1616.
Estilo: Barroco.
Técnica: Madera policromada.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 175 cm. de altura.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid, España.


La Piedad con dos ladrones –más conocida como La Piedad– fue un encargo de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid con el fin de sustituir un paso procesional de papelón del siglo XVI. El conjunto escultórico se completaba con las figuras de san Juan Bautista y María Magdalena y los ladrones Dimas y Gestas crucificados. En su ubicación en el Museo Nacional Colegio de San Gregorio no forman parte del conjunto las figuras de san Juan y María Magdalena, que se conservan en la iglesia de la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid.

El conjunto escultórico presenta una composición en pirámide asimétrica debido a que la figura de Cristo dibuja una diagonal con respecto a la Virgen María. Puede ser visto desde varios puntos de vista.

La Virgen María acaba de recibir el cuerpo sin vida de su hijo tras el descendimiento de la cruz; aparece sentada con el cuerpo de Cristo recostado en parte en su regazo; viste un paño blanco que le cubre la cabeza, una túnica roja y un manto azul; su expresión es de dolor, con la mirada hacia el cielo, la mano derecha extendida buscando otra que le dé consuelo y con la izquierda sujeta el brazo izquierdo de Cristo para evitar que caiga al suelo. Cristo aparece desnudo sobre un lienzo que apenas le cubre; se aprecian las heridas de la pasión en frente, manos, cuerpo, rodillas y pies.

La Piedad con dos ladrones es una de las obras maestras de Gregorio Fernández y de la escultura barroca castellana.


El realismo y el dramatismo se acusan por el empleo de postizos, los ojos son de vidrio.

El simbolismo se manifiesta a través de los colores de la vestimenta de la Virgen María: el azul simboliza su nobleza y eternidad, el blanco su pureza y el rojo que Cristo sufrió la Pasión.

La influencia flamenca se pone de manifiesto en los pliegues angulosos de las ropas de la Virgen María y en el lienzo de Cristo. Es un tipo de pliegue que favorece los contrastes lumínicos.

De la policromía se encargó Marcelo Martínez y de los postizos Hervás García.

La Piedad con dos ladrones es una de las esculturas más destacadas de Gregorio Fernández por reunir las características que distinguen su obra de la de otros escultores y al Barroco castellano de otras escuelas escultóricas: uso de madera tallada policromada, colores sobrios, expresión dramática de las figuras, estudio anatómico de los cuerpos, desnudo masculino, uso de postizos para reforzar el realismo de las figuras y ropajes con pliegues muy marcados.

La Piedad con dos ladrones se ajusta al programa doctrinal del Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma católica. Busca exaltar la fe y el sentimiento religioso en el espectador.

viernes, 20 de abril de 2018

Monasterio de San Juan de los Reyes, de Juan Guas

Juan Guas (San Pol-de-Léon, Francia, 1430-Toledo, España, 1496) se formó como arquitecto a la sombra de su padre. Está documentada su presencia en España desde 1448. Trabajó en la construcción de las catedrales del Salvador de Ávila, Santa María de Segovia y Santa María de Toledo. Entre sus grades obras hay que citar el monasterio de San Juan de los Reyes (1477) y el palacio de los duques del Infantado (1480).

El monasterio de San Juan de los Reyes es de estilo gótico isabelino.


Isabel la Católica mandó construir en 1477 el monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo para conmemorar su victoria en la batalla de Toro (1476) sobre Alfonso V de Portugal durante la guerra civil con Juana la Beltraneja por el trono de Castilla. Isabel la Católica cedió el monasterio a la Orden de San Francisco de la Observancia. El monasterio habría de ser panteón real, pero los Reyes Católicos decidieron enterrarse en Granada tras ser reconquistada en 1492.

Juan Guas murió en 1496 sin haber terminado de construir el monasterio de San Juan de los Reyes. Luis Aguirre, García Pérez de Roxas, Enrique Egas y Antón Egas terminaron las obras en 1505. Egas Cueman se encargó de la decoración escultórica.

En la decoración del interior de la iglesia del monasterio de San Juan de los Reyes se reconoce el escudo de los Reyes Católicos sostenido por el águila de san Juan.


La iglesia es de una sola nave que se estructura en cuatro tramos, crucero y capilla mayor. Sobre el primer tramo se asienta el coro; a la nave asoman capillas laterales entre los contrafuertes; el crucero no sobresale en planta y está cubierto con un cimborrio octogonal sobre trompas; la capilla mayor es pentagonal, está elevada sobre unas gradas y tiene la misma altura que la nave. Todos los espacios están cubiertos con bóvedas estrelladas.

Se accede a través del hastial norte, a los pies de la iglesia, único acceso hasta que se abrió la portada oeste en una de las capillas laterales.

La luz llega al interior a través de las vidrieras laterales y del cimborrio.

En el interior de la iglesia la decoración es variada en sus motivos: heráldico, con el escudo de los Reyes Católicos sostenido por el águila de san Juan (aquellos que no llevan la granada son anteriores a 1492), además de las letras F e Y, de Fernando e Isabel, reyes de Aragón y de Castilla; epigráfica, de carácter conmemorativo; figurativo, con imágenes de santos y de personajes relevantes de la sociedad toledana de la época; vegetal, con hojas de vid; y el retablo de la capilla mayor.

El exterior de la iglesia es austero. Está decorado con cadenas colgantes en homenaje a los cristianos rescatados de las cárceles musulmanas del norte de África, escudos de los Reyes Católicos, yugos y flechas y estatuas de ángeles y santos.

El exterior del monasterio de San Juan de los Reyes es austero en decoración. El muro exterior del cimborrio de la iglesia está decorado con las cadenas de los cristianos liberados de las cárceles musulmanas del norte de África.


El claustro es de planta cuadrada, tiene siete tramos en cada lado y dos pisos.

La crujía baja se abre al jardín a través de arcos apuntados decorados con filigranas góticas; está cubierta con bóvedas de terceletes en las esquinas y las demás con bóveda de crucería de tipo alemán, sin clave central. Los pilares que sostienen las bóvedas y ventanales constan de núcleo cilíndrico con molduras, pedestal e imagen bajo dosel prismático; a cada pilar la corresponde un contrafuerte en el jardín.

La crujía alta se abre al jardín a través de arcos conopiales mixtilíneos y antepecho de balaustres. La cubierta es un artesonado mudéjar policromado decorado con motivos geométricos.

La decoración claustral es diversa: zoomórfica, personajes bíblicos y santos, pero destacan los relacionados con los Reyes Católicos, el yugo y las flechas, el lema Tanto monta y los leones, símbolo de la monarquía y protectores del paraíso cristiano.

El claustro del monasterio de San Juan de los Reyes tiene dos pisos; en el primero los arcos son apuntados y en el segundo conopiales mixtilíneos. Uno de los balaustres del piso superior está decorado con el escudo de los Reyes Católicos con el águila de san Juan, el yugo y las flechas.


El monasterio de San Juan de los Reyes conoció actuaciones posteriores: la escalera de acceso a la crujía alta del claustro debió hacerse entre 1526 y 1534, obra con seguridad de Alonso de Covarrubias; la portada principal del convento llevada a cabo entre 1526 y 1609 por Juan Bautista Monegro; y la restauración general terminada en 1926 que sirvió para reparar el daño perpetrado por las tropas napoleónicas y abandono tras la exclaustración debida a la desamortización de Mendizábal de 1836.

El monasterio de San Juan de los Reyes debe su relevancia artística e histórica a dos motivos: es el mejor ejemplo de gótico isabelino y en su decoración muestra el programa político y religiosos de los Reyes Católicos.

El monasterio de San Juan de los Reyes fue declarado Monumento Histórico-artístico en 1926.

viernes, 13 de abril de 2018

San Hugo en el refectorio de los cartujos, de Zurbarán


Francisco de Zurbarán (Fuente de Cantos, 1598-Madrid, 1664) se formó como pintor en el taller de Pedro Díaz de Villanueva. Se instaló en Llerena en 1617, en Sevilla en 1626 y en Madrid en 1658. Pintó por encargo para la Iglesia y varias órdenes religiosas ajustándose a los principios del Concilio de Trento (1545-1563) y de la Contrarreforma. Sus pinturas se caracterizan por la austeridad, el realismo, el uso de la luz para reducir las figuras a su volumen esencial, la ausencia de movimiento y el virtuosismo en el color, sobre todo en el blanco. Pintó lienzos de  diversas temáticas, pero destacó como pintor religioso. Sus mejores años transcurrieron entre 1626 y la década de los cuarenta del siglo XVII con obras como Aparición de san Pedro crucificado a san Pedro Nolasco (1629), Apoteosis de santo Tomás de Aquino (1631) y Santa Casilda (1640). Desde mediados del siglo XVII su arte se estanca y su principal mercado será América; sin embargo, de esos años es su mejor lienzo: San Hugo en el refectorio de los cartujos (1655).

Francisco de Zurbarán: San Hugo en el refectorio, 1655.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 268 x 318 cm.
Museo de Bellas Artes de Sevilla.


San Hugo en el refectorio de los cartujos formó parte de una serie de lienzos que encargó don Blas Domínguez, prior de la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla entre 1652 y 1657. Los otros lienzos son Virgen de la Misericordia y San Bruno y el papa Urbano II.

En San Hugo en el refectorio de los cartujos se narra el milagro que tuvo lugar en la cartuja de Grenoble en 1083. San Hugo, obispo de Grenoble, envió carne a los monjes cartujos; San Bruno y otros seis frailes discutieron acerca de la abstinencia de comer carne; mientras discutían cayeron en un profundo sueño por intervención divina, sueño que se prolongó durante cuarenta y cinco días. Un paje de san Hugo visitó la cartuja y le informó del estado de los monjes y de la presencia de carne en su menú. San Hugo se presentó en la cartuja el miércoles de ceniza, los monjes despertaron y vieron como san Hugo convirtió la carne en ceniza. Se simboliza la aceptación divina de la abstinencia.

La composición se estructura en tres planos. En el primero, san Hugo, a la derecha, encorvado, apoyado en un bastón y tocando la carne que convierte en ceniza, y su paje, en el centro de la escena. En el segundo plano, la mesa a modo de bodegón con cerámicas de Talavera de la Reina, cuchillos, escudillas y pan. En el tercer plano, san Bruno, mirando al espectador, y seis monjes, cabizbajos. Sin embargo, apenas hay profundidad.

Las figuras adolecen de estatismo, pero están bien perfiladas gracias a un dibujo nítido. Los rostros de san Bruno y los cartujos están demacrados por el ayuno.

El refectorio es austero. La única decoración es el cuadro de la pared en el que aparecen la Virgen y san Juan Bautista, protectores de la orden cartuja.

La única cesión al paisaje es la iglesia cartuja que se ve a través de un arco abierto el lado derecho de la pared del refectorio.

En cuanto al color, blancos y grises predominan sobre azules, malvas y ocres. Aparece sólo un color cálido, el rojo, en las vestimentas de la Virgen y san Juan Bautista. El tratamiento dado al color blanco, lleno de matices, evidencia el virtuosismo de Zurbarán.

San Hugo en el refectorio de los cartujos es el lienzo más sobresaliente de Zurbarán por reunir todas las características de su pintura, personalísima dentro del arte barroco español, y mostrar la vida monástica inspirada en los principios y valores de la Contrarreforma.

Por último, la localización original del lienzo fue la sacristía de la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla; la localización actual es el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

viernes, 6 de abril de 2018

Museo de La Garrocha

El Ayuntamiento de Olot aprobó la creación del Museo Biblioteca de Olot en 1893, que abrió al público en 1905, siendo su sede el Hospicio de la localidad, edificio levantado por Ventura Rodríguez entre 1778 y 1884. El Museo Biblioteca de Olot cerró al estallar la guerra Civil española de 1936. Reabrió al público en 1943 como Museo de Arte Moderno de Olot, siendo su sede la Torre Castaños. El Ayuntamiento de Olot refundó el Patronato del Museo Biblioteca de Olot en 1979. El proyecto de crear el Museo de La Garrocha empezó a perfilarse en 1982 y se abrió al público en 1987.

El cuadro La carga (1899-1903), de Ramón Casas, es la obra más conocida del pintor modernista y del Museo de La Garrocha.


El Museo de La Garrocha presenta cinco ámbitos expositivos:
  • El siglo XVIII. El textil y la Escuela de Dibujo de Olot. La Escuela de Dibujo de Olot se inauguró en 1783, vinculada a la técnica textil de la estampación de indianas. El primer director fue Juan Carlos Panyó.
  • El paisajismo en Cataluña y la Escuela de Olot. En la segunda mitad del siglo XIX Joaquín Vayreda creó la Escuela de Olot, que sirvió para popularizar los paisajes de la comarca de La Garrocha; suyo es Retrato de perfil de un hombre (1869-1872). Otros pintores destacados fueron José Berga y Boada, Miguel Blay y José Clará.
  • El Modernismo. Destacan el pintor Ramón Casas, del que se expone la obra La carga (1899-1903), y el escultor Miguel Blay, del que se exhibe la pieza Barrenista y fundidor. Monumento a Víctor Chávarri (1903).
  • El Novecentismo. Hay que citar al escultor José Clará, autor de Desnudo femenino, Crepúsculo (1907) y al pintor Francisco Vayreda por su lienzo Frutos en flor (1923).
  • La Escuela Superior de Paisaje. La Escuela Superior de Paisaje se creó en 1934 y desapareció en 1939 para impulsar la obra de pintores destacados como Melchor Domenge. A mediados del siglo XX destacó el escultor y pintor Leoncio Quera; suya es la escultura Tétrada (1960-62).

De las esculturas de Miguel Blay que se muestran en el Museo de La Garrocha llama la atención Barrenista y fundidor. Monumento a Víctor Chávarri (1903).

viernes, 16 de marzo de 2018

Puig i Cadafalch

Josep Puig i Cadafalch (Mataró, 1867-Barcelona, 1956) es uno de los arquitectos más destacados del modernismo español de finales del siglo XIX y principios del XX. Estudió Arquitectura y Ciencias Exactas en Barcelona. Se formó como arquitecto a la sombra de Lluis Domenech i Montaner. En 1891 asumió el cargo de arquitecto municipal de Mataró. Su creación arquitectónica comenzó a tener interés a partir de la construcción de la Casa Martí (1896). Luego vinieron otros edificios modernistas hasta muy entrado el siglo XX y que le consagraron como uno de los arquitectos emblemáticos del modernismo barcelonés. Durante la Guerra Civil española (1936-1939) se exilió en París, donde dio clases de arquitectura e historia en la universidad. A su regreso a España se ocupó en restaurar edificios históricos y desde 1942 dirigió el Instituto de Estudios Catalanes.

La carrera profesional de Puig i Cadafalch pasó por las tres etapas siguientes:
  • Rosa, de 1896 a 1905.
  • Blanca, de 1906 a 1914.
  • Amarilla, de 1915 a 1929.


La Casa Coll i Regàs (1898) es una de las pocas construcciones de Puig i Cadafalch fuera de Barcelona. Se encuentra en Mataró.
  

Durante la etapa rosa (1896-1905), Puig y Cadafalch se inspiró en las casas de campo de la aristocracia catalana a las que añadió elementos de la arquitectura nórdica. A esta etapa  pertenecen edificios tan señeros como la Casa Coll i Regàs, la Casa Amatller, la Casa Macaya, la Casa Terrades o de les Punxes y el Palacio del Barón de Quadras, la primera en Mataró y las demás en Barcelona.

La Casa Coll i Regàs se levantó 1898. Cuenta con dos pisos y un ático bajo con galería corrida de arcos conopiales. Destaca el cuerpo central, un balcón sobresaliente, cubierto y con cuatro columnas salomónicas. Sobre él dos ventanas de arco conopial dentro de una estructura escalonada. La decoración de la fachada está compuesta por esgrafiados, esculturas sobre la puerta de acceso –la Filosa, de Eusebi Arnau– y ventanas, forjados y cerámica. En el interior, la sala central está iluminada con luz natural gracias a una gran vidriera.

La Casa Amatller (1900) es una de las obras más señeras de Puig i Cadafalch.
      
  
La Casa Amatller se terminó en 1900. Sus formas son las de un palacio gótico. Es un edificio de cuatro platas, la tercera es una galería corrida, y buhardilla escalonada. Se accede al edificio a través de dos puertas asimétricas enlazadas por un motivo decorativo la escultura San Jorge, de Eusebi Arnau. La fachada está decorada con un esgrafiado. El vestíbulo está pensado para la entrada de carruajes y está decorado con lámparas y vitrales.

La Casa Macaya se concluyó en 1901. La fachada está contenida entre dos torres. Aun siendo de color blanco se incluye en la etapa rosa. Presenta esgrafiados en ocre. La ornamentación se restringe al balcón corrido del primer piso o planta principal, los remates de las ventanas y una tribuna, que cuenta con columnas salomónicas, un arco geminado, azulejos azules y motivos florales. La última planta es una galería corrida. Los esgrafiados son obra de Joan Paradís, los forjados de Manuel Ballarín y la ornamentación en piedra labrada de Eusebi Arnau y Alfons Jujol. En el interior destacan el vestíbulo, decorado con esgrafiados y azulejos azules, y la escalera de acceso a la planta superior, de carácter monumental, labrada en piedra con motivos decorativos florales.

  La escalera interior de la Casa Macaya (1901) llama la atención por su carácter monumental y  decoración esgrafiada y floral.
  

La Casa Terrades o de les Punxes se construyó en 1905 con el fin de unificar tres inmuebles. Su aspecto es de un edificio salido del gótico flamenco. Cuenta con una planta baja con arcadas de medio punto de fábrica en piedra, el resto de plantas en fábrica de ladrillo rojo, la planta noble con balcones y ventanas enmarcados con columnas y con decoración en piedra y forjados y otras cuatro plantas, la penúltima una galería de arcos de medio punto. El edificio cuenta con cinco torres circulares coronadas con agujas cónicas sobre una galería de arcos de medio punto. La techumbre es a dos aguas.

La Casa Terrades o de les Punxes (1905) se inspira en el gótico flamenco.
  

El Palacio del Barón de Quadras es una reforma de un edificio anterior, llevada a término en 1906. Cuenta con dos fachadas. La principal es de inspiración plateresca, se accede a través de una gran puerta con arco festoneado, la planta noble cuenta con una tribuna corrida compuesta por arcos escarzanos, y decorada con generosidad, la segunda planta presenta cuatro ventanas góticas, la tercera es una galería de siete arcos y remata el edificio unas buhardillas. La fachada posterior cuenta con una tribuna corrida en la primera planta, que se prolonga en vertical en la parte central, además, presenta esgrafiados florales policromos. En el interior destaca la escalera, que lleva hasta la planta principal, con barandilla de piedra.

Otros edificios de la etapa rosa son la Casa Garí (1900), que acoge un teatro, Can Serra (1903), con una torre medieval en la fachada y un voladizo con cerámica vidriada, y la Casa Puig i Cadafalch (1905), con un interior laberíntico.

La fachada principal del Palacio del Baón Quadras (1906) se inspira en el plateresco.


Durante la etapa blanca (1906-1914) los edificios se definen por el idealismo racionalista, que trata de satisfacer los gustos de la alta burguesía barcelonesa. Las fachadas son de color blanco. A esta etapa pertenecen la Casa Pere Company, la Casa Muley Afid y la Casa Pich i Pon, las tres en Barcelona.

La Casa Pere Company (1911) inaugura la etapa blanca de Puig i Cadafalch.

  
La Casa Pere Company está considerada la primera de la etapa blanca. Se edificó en 1911. Es de pequeñas dimensiones. Cuenta con tres plantas, la última abuhardillada, y balcón esquinero. Sobre el balcón de la última planta aparece como elemento decorativo un esgrafiado de la Virgen de la Asunción, de Tomás Fontanals.

La Casa Muley Afid se levantó en 1911. Se organiza alrededor de una torre de tres cuerpos, el primero con una ventana, el segundo con un mirador entre columnas salomónicas de fábrica de ladrillo y el tercero dos ventanas con arco rebajado, el remate es cónico. El resto de cuerpos se organizan en entrantes y salientes. Los aleros están muy marcados. El color de la casa es el blanco y para los elementos decorativos utiliza el marrón de los ladrillos y el verde de las tejas, además hay esgrafiados sobre las ventanas y el mirador de la torre. La casa está rodeada por un jardín.

La Casa Pich i Pon se construyó en 1911. Cuenta con pisos de planta libre para que sus habitantes los puedan organizar a su conveniencia. En la decoración se combinan elementos clásicos y barrocos.

Como urbanista proyectó en 1914 el enlace de la Vía Layetana con el barrio gótico de Barcelona.

La Casa Muley Afid (1911) se estructura alrededor de una torre central.
  

La etapa amarilla (1915-1929) es monumentalista. Se inspira en la arquitectura de la antigua Roma a la vez que se introducen elementos típicos de la arquitectura tradicional andaluza y valenciana. A esta etapa pertenecen la Plaza de España de Barcelona y los Palacios de Alfonso XIII y Victoria Eugenia para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.

La Plaza de España de Barcelona tiene forma circular, inscrita en un hemiciclo formado por una columnata barroca y con un conjunto escultórico monumental en su centro ajardinado.

Los Palacios de Alfonso XIII y Victoria Eugenia para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 se construyeron entre 1918 y 1923. En verdad no son dos palacios y sí dos pabellones que se estructuran a partir de dos naves adosadas de grandes dimensiones. La planta es una retícula integrada por módulos cuadrangulares sobre columnas como únicos elementos de soporte de la cubierta. Las fachadas son ciegas y están decoradas con columnas salomónicas esgrafiadas. La iluminación es cenital, a través de claraboyas.

El Palacio de Alfonso XIII se construyó para la Exposición Universal de Barcelona de 1929.


Puig i Cadafalch también trabajó como restaurador de edificios históricos. Hay que citar la restauración que llevó a cabo en las iglesias San Juan de las Abadesas y San Miguel de Ciuxá.

Además, Puig i Cadafalch fue un brillante historiador del arte románico. Sus conocimientos están recogidos en La arquitectura románica en Cataluña (1909-1918) y La geografía y los orígenes del primer arte románico (1930).