sábado, 28 de mayo de 2016

Custodia de la catedral de Santa María de Toledo, de Enrique de Arfe

Enrique de Arfe (Colonia, 1475-¿?, 1545) se formó como orfebre en Alemania. Se estableció en España en 1506, en la ciudad de León. Sus primeros trabajos son en estilo gótico, custodia de la catedral de Santa María de León (1515), pero sus mejores trabajos son de hechura renacentista, custodia de la catedral de la Asunción de Nuestra Señora de Córdoba (1518) y custodia de la catedral de Santa María de Toledo (1523).

Enrique de Arfe ejecutó la custodia de la catedral de Santa María de Toledo por encargo del cabildo catedralicio. Su fin era albergar el ostensorio de oro de la reina Isabel la Católica, obra de Jaume Aimeric.

Enrique de Arfe: Custodia de la catedral de Santa María de Toledo, 1524.
Estilo: Renacimiento.
Técnica: Mixta en esmalte, oro y piedras preciosas talladas.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 309 cm. de altura.
Catedral de Santa María, Toledo, España.


La custodia es una torre de planta hexagonal.

En el basamento de la custodia se distinguen en los entrepaños rectangulares los relieves El Prendimiento de Jesús, San Pedro cortando la oreja a un soldado, Cristo azotado, Jesús camino del Calvario, El Llanto sobre Cristo muerto y la Resurrección. En las caras internas de los netos se reconocen los profetas Amós, Oseas, Miqueas, Sofonías, Nahúm, Habacuc, Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías, Joel y Jonás.

Sobre el basamento se elevan seis pilares fasciculados coronados por pináculos y decorados con peanas, hornacinas con figuras de plata, escudos heráldicos y chambranas. Los pilares se unen a seis estribos mediante dos arbotantes cada uno, a dos alturas: el inferior, de tracería calada, rematado con figuras exentas que representan a san Pedro, san Pablo, san Andrés, Santiago el Mayor, san Bartolomé y san Juan Evangelista; el arbotante superior es curvado y de él brotan tornapuntas con crestería de hojas. Estos estribos asientan en ménsulas voladas adornadas con labor calada de grutescos y perillas pinjantes. Pilares y estribos llevan adosados columnillas que arrancan a diferentes alturas, y van jalonados de doseletes y ménsulas que cobijan treinta y cuatro figuras. Los estribos culminan con esculturillas exentas que representan a san Cristóbal, san Miguel Arcángel, san Sebastián, san Jorge, san Demetrio y san Mercurio.

En el interior de este cuerpo se aloja el ostensorio de oro, fijado sobre un pedestal de planta estrellada. Se trata de una custodia de tipo portátil. Su astil presenta un nudo en forma de templete escalonado en tres pisos; el principal alberga las figuras en bulto redondo esmaltadas de Santiago, Juan Bautista, san Pedro, san Pablo, san Juan Evangelista y la Virgen María. Un gollete prismático presenta hornacinas que albergan las figuras en relieve esmaltado de san Sebastián, san Cristóbal, san Francisco y la Virgen María. Un templete de seis columnas, adornado con espigas, racimos y pámpanos, está guarnecido con piedras preciosas y esmaltes; el templete cobija al viril, que está decorado con esmeraldas, granates y perlas, y se ve rematado por una cruz de brazos rectos cuajada de diamantes.

El remate de la custodia es un palomar cilíndrico con vanos por los que asoman palomas esmaltadas y un gran zafiro.

El cuerpo que acoge el ostensorio se cierra en su parte superior con una bóveda estrellada. La clave central lleva un pinjante de esmaltes y pedrería y dieciocho rosetas con cabezas de querubín. Además, se intercalan seis medallas con figuras de ángeles de medio relieve, tres de las cuales sostienen campanillas, las otras tres portaban incensarios. Hay doce cabujones esmaltados con estrellas.

Por encima de la bóveda hay un cuerpo con forma de corona. Está formado por arcos lobulados, que se adornan con cresterías de cardinas, perillas abalaustradas y engastes de piedras. De la base de esta corona penden seis ángeles que portan instrumentos de la Pasión. En este cuerpo se disponen placas con figuras en relieve de los cuatro evangelistas, san Francisco y san Jerónimo. Por encima, se sitúan las figuras en bulto redondo de los reyes David y Salomón, san Ildefonso, san Eugenio, san Julián y san Eladio están cobijadas bajo un arco y flanqueadas por ángeles. En el centro de la corona va alojada una figura de Cristo resucitado sobre pedestal.

Más arriba se observa otro coronamiento más pequeño. En el centro de la sección se aloja la figura de un adolescente en bulto redondo, flanqueada por cabecitas de querubines y, arriba, dos niños. En el interior, una figura exenta del Niño Jesús, desnudo, bendiciendo.

La cubierta final está formada por un cuerpo troncopiramidal, dentro del cual pende una campanilla. Sobre él se cierra un copete bulboso dentro de cuya clave está suspendida la Paloma del Espíritu Santo.

El remate de la custodia es una base adornada con pedrería, con una cruz de plata dorada, con 86 perlas y dos esmeraldas, obra del orfebre Láynez.

La custodia descansa sobre una peana de plata con sobrepuestos de bronce, en forma de artesa y sostenida por cuatro ángeles de plata, realizada en 1742 por el platero Manuel Bargas Machuca, siguiendo modelos del escultor Narciso Tomé.

sábado, 21 de mayo de 2016

Museo de Navarra

El Museo de Navarra se abrió al público en 1910. Desde 1956 ocupa su sede actual en el antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia de Pamplona, en 1990 se reabrió una vez remodelado y en 2011 se reabrió la sala de Prehistoria. Sus primeros fondos fueron los recogidos por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, constituida en 1844.

Una de las pinturas góticas más destacadas del Museo de Navarra es La Pasión de Cristo, de Juan Oliver, de 1333.
  

El Museo de Navarra cuenta con las secciones siguientes:
  • Prehistoria, protohistoria y romanización. La pieza más destacada es el Mapa de Abauntz (9815 a. C.), piedra en la que aparece grabado el entorno de la cueva en la que fue hallada.
  • Arte medieval. Destacan las pinturas murales de Artaiz, Olite y La Pasión de Cristo, de Juan Oliver, y los elementos constructivos de la catedral románica de Pamplona.
  • Renacimiento, Barroco y siglo XVIII. Llaman la atención la imagen San Jerónimo, de Juan de Anchieta, en estilo renacentista, el lienzo barroco San José, de Alonso de Arco, y el neoclásico de Goya Retrato del marqués de San Adrián (1804).
  • Arte sacro. La iglesia del museo. Destacan Retablo de santa Marta y Retablo de San Remigio, renacentistas de mediados del siglo XVI.
  • Siglos XIX y XX. Recoge obras de los artistas navarros más destacados, como Bodegón, de Javier Ciga.
  • Numimástica. Cuenta con 369 troqueles de acuñación y unas 15.000 monedas que permiten conocer las monedas habidas en Navarra desde el siglo I hasta nuestros días.
  • Fototeca. Conserva más de 24.000 fotografías. Desatacan las colecciones de Nicolás Ardanaz, Pedro María Irurzun y del estudio Zaragüeta de Pamplona.
  • Colección de escultura al aire libre de Bertiz. Son esculturas de gran formato. Destacan Cabeza, de Faustino Aizcorbe, Arraigados, de Manuel Clemente Ochoa, y La sombra del sueño, de Leopoldo Ferrán.

Bodegón (1914), de Javier Ciga, es una de las pinturas más valoradas del siglo XX de las que se exhiben en el Museo de Navarra.

sábado, 14 de mayo de 2016

Santa Cristina de Lena

De Santa Cristina de Lena no se tienen noticias documentadas hasta el siglo XVII. No se conoce qué arquitecto la edificó ni cuándo, pero está aceptado que se levantó en tiempos de Ramiro I (842-850), por lo que sería una de las obras representativas del periodo ramirense de la arquitectura prerrománica asturiana. Las otras serían Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.

En los muros exteriores de Santa Cristina de Lena destacan los 32 contrafuertes.


Varias piezas visigodas forman parte de la iglesia, entre ellas el cancel del iconostasio, pieza única de la arquitectura prerrománica asturiana, por lo que Santa Cristina de Lena se habría construido sobre la anterior iglesia visigoda de San Pedro y San Pablo de Felgueras, del siglo VII.

El material de construcción es la piedra: para el cuerpo del edificio sillarejo irregular, unido con mortero de cal y arena, y en las esquinas sillar irregular ensamblado a soga y tizón.

La planta de Santa Cristina de Lena es singular dentro de la arquitectura prerrománica asturiana por ser centralizada y no basilical de tres naves.
  

En planta Santa Cristina de Lena es singular dentro la arquitectura prerrománica asturiana. Se estructura alrededor de una nave rectangular de 10 x 6 m.; a los pies hay un pórtico de entrada, en la cabecera un ábside que hace las veces de capilla mayor y en los laterales sendas capillas; estas cuatro dependencias son de planta rectangular. El conjunto ofrece una planta cruciforme.

El pórtico de entrada presenta un arco de medio punto con dovelas irregulares de gran tamaño que descansan sobre dobles columnas entregas, con fuste y capitel liso.

Un iconostasio separa la nave central del presbiterio.
  

La nave central se divide en tres espacios: nártex, nave principal y presbiterio. El nártex se prolonga hacia los lados en sendos espacios rectangulares. La nave principal es de mayor altura al resto de dependencias de la iglesia; cuatro arcos fajones dividen la bóveda de cañón en cinco tramos; la bóveda se apoya en columnas entregas con basa, fuste liso y capiteles troncopiramidales. El presbiterio se dispone a una altura mayor que el resto de la iglesia; a él se accede por unas escaleras adosadas a las paredes laterales de la nave central; está separado del resto de la iglesia por un iconostasio, que cuenta con tres arcos de medio punto peraltados que apoyan en cuatro columnas corintias, las dos laterales adosadas a los muros y las centrales exentas; sobre estos arcos otros tres más pequeños adornados con cinco celosías, tres en los arcos y dos en las enjutas.

El ábside hace las veces de capilla mayor. A cada lado cuenta con una arquería ciega. A él se accede a través de un arco de medio punto peraltado, que descansa sobre columnas con basa, fuste sogueado y fuste liso.

La tribuna real se dispone sobre el nártex. A ella se accede por una escalera adosada a la pared lateral norte de la nave central.

A las capillas laterales se accede a través de arcos de medio punto.

La decoración es escasa. Está formada por medallones adosados al muro entre las enjutas de los arcos, motivos faunísticos y vegetales en los capiteles troncopiramidales, sogueado en los fustes de las columnas de acceso al ábside y racimos estilizados, cruces y rosetas en el cancel del iconostasio, además de una inscripción en la que se lee: “OFFERET FLAINVS ABBA IN ONORE APOSTOLOR(VM) D(E)I S(AN)C(T)OR(VM) PETRI PAVLI”, es decir: “El abad Flaino ofrece en honor de los apóstoles de Dios Pedro y Pablo”.

El cancel del iconostasio está decorado con motivos diversos.
  

La cubierta de todas las dependencias se presenta en bóveda de cañón al interior y a dos aguas al exterior.

La iglesia cuenta con 32 contrafuertes: ocho en la nave central y seis en el pórtico de acceso, ábside y capillas laterales.

Los vanos son escasos y de pequeñas dimensiones por lo cual la iluminación es escasa. El pórtico de entrada se ilumina a través de un vano en el frente, la tribuna se ilumina a través de un vano con tracería calada, la nave central con otro semejante a los pies, el presbiterio a través de sendos vanos laterales, el ábside a través de una ventana ajemizada dividida en tres espacios por cuatro columnillas, la capilla norte a través de un vano lateral y la sur a través de otro en su parte frontal.

Santa Cristina de Lena es una obra singular dentro de la arquitectura prerrománica asturiana por presentar planta centralizada y no basilical de tres naves.

Santa Cristina de Lena fue restaurada en 1983 por Juan Bautista Lázaro, y en 1985 fue declarada Monumento Nacional por el Ministerio de Cultura y Patrimonio de Humanidad por la UNESCO.

domingo, 8 de mayo de 2016

Frescos del Panteón Real de la Real Basílica Colegiata de San Isidoro de León

Se sabe que los frescos del Panteón Real de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro de León son anteriores a 1149, pero se desconoce quién pudo haberlos pintado.

El Panteón Real se encuentra a los pies de la Real Basílica, tiene forma cuadrada, de 8 m. de lado, con dos columnas en su centro sobre las que apoyan siete arcos, que dividen el espacio en tres naves que se cubren con seis bóvedas de arista. Bóvedas, arcos y muros están cubiertos de pinturas al fresco.

Frescos del Panteón Real de la Real Basílica Colegiata de San Isidoro de León, 1149.
Estilo: Románico.
Técnica: Fresco.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 8 x 8 m.
Real Basílica Colegiata de San Isidoro de León, España.
  
  
Las escenas que se representan siguen el rito de la misa mozárabe. Se reconocen los tres ciclos litúrgicos: Navidad, Pasión y Resurrección. El conjunto sigue las agujas del reloj desde el muro meridional hasta la puerta de acceso a la basílica.

El ciclo de la Navidad está compuesto por las escenas Anunciación, Visitación, Natividad, al Anuncio a los pastores, Epifanía, Huida a Egipto, Circuncisión y Degollación de los inocentes. En la Anunciación se reconoce al arcángel Gabriel y a la Virgen María. En la Visitación aparece santa Ana y san Joaquín, padres de la Virgen María. En la Natividad se distingue al Niño Jesús, la Virgen María, san José y el buey y la mula, todos dentro de un espacio arquitectónico abovedado. En el Anuncio a los pastores un ángel se aparece y anuncia la buena nueva a tres pastores, uno hace sonar un cuerno, otro toca un caramillo y el último da de beber a un perro, además hay otros animales. En la Epifanía aparecen los tres Reyes Magos arrodillados adorando al Niño Jesús, que está en compañía de sus padres y de una sierva. En la Huida a Egipto se reconoce a san José, la Virgen María a lomos de un asno y una sierva. Debajo de la Huida a Egipto aparece una escena de difícil interpretación por lo deteriorada que está, puede ser la Circuncisión. En la Degollación de los inocentes aparecen Herodes y soldados romanos dando muerte a niños.

La escena del Anuncio a los pastores forma parte del ciclo de la Navidad.
  

El ciclo de la Pasión incluye las escenas de la Última Cena, la Pasión y la Crucifixión. En la Última Cena se cuentan quince figuras y un gallo; Jesús de Nazaret en el centro con nimbo crucífero, a su derecha san Pedro y a su izquierda san Juan, a Judas Iscariote se le reconoce por ser el único que no lleva nimbo, también aparecen Judas Tadeo y Marcial. En el centro de la escena de la Pasión aparece Jesús de Nazaret recibiendo el beso de Judas Iscariote, mientras unos soldados le atan las manos; junto a ellos san Pedro con una espada corta una oreja a Malco; rodean esta escena dos grupos de soldados, Pilatos lavándose las manos, san Pedro negando a Jesús de Nazaret, san Pedro llorando y Cirineo portando la cruz. La escena de la Crucifixión gira alrededor de Cristo en la Cruz; a ambos lados el Sol y la Luna, dos soldados, san Juan y la Virgen María; bajo la Cruz la calavera de Adán y a ambos lados el rey Fernando I y su esposa.

La escena de la Crucifixión cierra el ciclo de la Pasión.
  

El ciclo de la Resurrección lo integran las escenas de la Gloria de Cristo según el Apocalipsis de san Juan, el Maiestas Domini y la Puerta del Cielo. En la Gloria de Cristo aparece el Señor en posición sedente como Juez Supremo acompañado de san Juan y un ángel; se distinguen estrellas de ocho puntas, símbolo de la resurrección, dos pavos reales, que simbolizan la inmortalidad, y siete edificios, que representan las siete iglesias del Apocalipsis (Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea); también aparece un altar con siete candelabros y un ángel con el Liber Domini abierto. El Maiestas Domini o Pantocrator ocupa el centro de la bóveda central; Jesús de Nazaret en Majestad dentro de la mandorla mística, sedente sobre el trono celestial, porta el Liber Domini por la página en la que se lee “EGO SUM LUX MUNDI”, es decir, “Yo soy la luz del mundo”; a cada lado las letras Alfa y Omega, que simbolizan al Señor como principio y fin de todas las cosas; también aparece el Tetramorfos, san Juan como águila, san Mateo como hombre, san Marcos como león y san Lucas como buey. Bajo la escena del Pantocrator la de la Puerta del Cielo, que se presenta como templo al que se accede después de atravesar un arco de medio punto con dos arquivoltas que descansan en columnas con capiteles decorados con las escenas bíblicas de la curación del leproso y la resurrección de Lázaro.

En la escena del Maiestas Domini aparece el Pantocrator y el Tetramorfos.
  

Además, aparecen escenas del zodiaco y el calendario agrícola.

El calendario agrícola se desarrolla en el intradós de uno de los arcos. Cuenta las siguientes escenas:
·      Genuarius (Enero). Aparece el dios Jano, bifronte cerrando el año pasado y dando la bienvenida al nuevo.
·         Februarius (Febrero). Un anciano se calienta al fuego.
·         Marcius (Marzo). Un hombre prepara las vides.
·         Apriilis (Abril). Un campesino se prepara para la siembra.
·         Magius (Mayo). Aparece un caballero con escudo.
·         Iunius (Junio). Un campesino se ocupa en la siega de la cebada.
·         Iulii (Julio). Otro campesino lleva a cabo la siega del trigo.
·         Agustus (Agosto). Se maja el cereal con un manal.
·         Setenber (Septiembre). Un campesino se ocupa en la vendimia.
·         October (Octubre). Un ganadero da de comer bellotas a un cerdo.
·         Novenber (Noviembre). Se lleva a cabo la matanza del cerdo.
·         Decenber (Diciembre). Un hombre descansa sentado al fuego de las tareas agrícolas.

El calendario agrícola llama la atención por la información que contiene.
  

En los intradoses de los arcos aparecen representados profetas y santos del Antiguo y del Nuevo Testamento, entre otros se reconocen a los profetas Elías y Enoc flanqueando la Mano de Dios y a los santos Gregorio Magno, Martín de Tours, Jorge y Gil. En la escena del Espíritu Santo se distinguen san Gabriel y san Rafael.

La Mano de Dios ocupa la clave de uno de los arcos.
  

Las características estéticas son las siguientes:
·         Falta de perspectiva.
·         El espacio está compartimentado por cenefas ornamentadas o por composiciones arquitectónicas.
·         Geometrización de los volúmenes.
·         Gama cromática restringida a azul, blanco, castaño, ocre y rojo.
·         Falta de expresividad en los rostros de los personajes.
·         Las figuras se identifican a partir de inscripciones en latín.

Se aprecian dos influencias: una francesa, que se reconoce en el empleo del color blanco para el fondo de las escenas, y otra bizantina, por la riqueza de la simbología utilizada.

La importancia de los frescos del Panteón Real de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro de León radica en su riqueza iconográfica. Muchos los consideran la Capilla Sixtina del románico español. Al estar en uno de los templos más importantes del Camino de Santiago tuvo una influencia decisiva entre los peregrinos que lo dieron a conocer en todos los rincones de Europa.

La Real Basílica Colegiata de San Isidoro de León con sus frescos del Panteón Real fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1910.

sábado, 30 de abril de 2016

Cabeza de Montserrat gritando, de Julio González

Julio González (Barcelona, 1876-París, 1942) se formó como escultor en el taller familiar de orfebrería. En 1900 se instaló en París, donde entró en contacto con Picasso en 1910, que le inició en el cubismo. En 1927 empezó a trabajar en hierro influido por Brancusi y Gargallo. Entre sus mejores obras hay que citar Mujer peinándose (1932), Mujer frente al espejo (1936), Montserrat (1937), la serie Hombre-cáctus (1940) y Cabeza de Montserrat gritando (1942).

Julio González: Cabeza de Montserrat gritando, 1942.
Estilo: Expresionismo.
Técnica: Bronce fundido.
Temática: De género.
Dimensiones: 32,5 x 30,2 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España.
  
  
Cabeza de Montserrat gritando es secuela y culminación de la Monserrat que Julio González presentó en la Exposición Internacional de París de 1937. Debería haber formado parte de Montserrat gritando, escultura de una campesina que el autor no concluyó a tiempo antes de morir.

La cabeza de Montserrat se presenta erguida, mira hacia el cielo, cubierta con un pañuelo que oculta el cabello, ojos muy abiertos con iris marcado y la boca abierta expresando un grito.

La fuerza del grito se subraya de cuatro maneras: una mirada intensa, las comisuras aparecen muy marcadas, la falta de piezas dentales en la mandíbula inferior y lo que parece una quemadura en el pómulo izquierdo.

Cabeza de Montserrat gritando simboliza el miedo del hombre frente al horror y la destrucción de la guerra y la fuerza del campesinado catalán, que siempre fue fuente de inspiración para Julio González.

La trascendencia artística de Cabeza de Montserrat gritando radica en haberse convertido en uno de los iconos del expresionismo escultórico, al mismo nivel que El grito (1893) de Munch en pintura.

Roberta González, hija del escultor, donó en 1972 Cabeza de Montserrat gritando al Museo de Arte Moderno de Barcelona, hoy Museo Nacional de Arte de Cataluña.

sábado, 23 de abril de 2016

Bartolomé Bermejo

Bartolomé Bermejo (Córdoba, 1440-Barcelona, 1498) estudió en Flandes en los talleres de Roger van der Weyden y Dieric Bouts. Desarrolló su carrera pictórica en la Corona de Aragón durante el último cuarto de siglo XV. Entre sus clientes estuvo la reina Isabel la Católica. El éxito y prestigio que alcanzó le empujaron a crear un taller de pintura para poder satisfacer un número creciente de encargos. Entre sus colaboradores hay que citar a Martín Bernat y Miguel Ximénez. Entre sus muchas obras maestras destacan Virgen de la Leche (1468), Santo Domingo de Silos entronizado como obispo (1474-1477), Retablo de la Virgen de Montserrat (1485) y Piedad del canónigo Desplà (1490).

Bartolomé Bermejo es el pintor español que mejor representa el estilo hispano-flamenco. Su pintura reúne las características siguientes:
·         Uso de las técnicas del óleo y el temple sobre tabla.
·         Monumentalidad compositiva y de los personajes representados.
·         Naturalismo en los paisajes y en los rostros de los retratados.
·         Dibujo enérgico que marca las líneas anatómicas de los representados.
·         Riqueza cromática en tonos intensos.
·         Sentido decorativo con una representación minuciosa de los detalles.
·         Uso de la perspectiva lineal.
·         Rico en simbología y contenido teológico.
·         Se especializó en temática religiosa a la que dota de un mensaje moralizante.

La carrera profesional de Bartolomé Bermejo se divide en tantas etapas como en ciudades la desarrolló:
·         Valencia, de 1468 a 1474.
·         Daroca, de 1474 a 1477.
·         Zaragoza, de 1477 a 1485.
·         Barcelona, de 1486 a 1498.

De la etapa de Valencia (1468-1474) son La muerte de la Virgen (1460-1462), San Miguel triunfante sobre el demonio (1468), Virgen de la Leche (1468) y Cristo en el sepulcro sostenido por dos ángeles (1468-1474).

La obra más destacada de esta etapa es Virgen de la Leche. Se trata de un óleo sobre tabla, que formó parte del retablo de la iglesia de Santo Domingo de Valencia. María se presenta dando el pecho al Niño; así se pretende subrayar el papel de la Virgen como intercesora ante el Señor. La influencia flamenca se aprecia en el dorado del fondo, las líneas marcadas del dibujo, la calidad de las texturas de las telas y las joyas y la espontaneidad y viveza del rostro del Niño, que mira al espectador.

La Virgen de la Leche (1468) es la obra más destacada de las que Bartolomé Bermejo pintó en Valencia.
  

De la etapa de Daroca (1474-1477) son Santa Engracia entronizada (1474), Santo Domingo de Silos entronizado como obispo (1474-1477), Martirio de santa Engracia (1474-1478) y Descenso de Jesús al Limbo (1475).

Santo Domingo de Silos entronizado como obispo (1474-1477) es la obra maestra de Bartolomé Bermejo.
  

Santo Domingo de Silos entronizado como obispo es la obra maestra de toda la carrera artística de Bartolomé Bermejo. Es la tabla central del retablo mayor de la iglesia homónima de Daroca, que no se conserva. Santo Domingo de Silos aparece sentado en su cátedra de obispo, mirando de frente al espectador, en un momento de pausa en la lectura de un libro que tiene entre las manos. Se reconoce la condición de obispo por los elementos que viste y porta: dalmática, de color rojo vino; mitra, cubierta con piedras preciosas; capa pluvial, ajustada con broche tetralobulado; y báculo, con astil de plata y empuñadura de oro. Su condición de abad se distingue por el velo transparente anudado en la empuñadura del báculo. El trono de obispo, sobre plataforma, destaca por los dorados, taracéa mudéjar, tracería gótica y las siete figuras, bajo pináculo, que representan las virtudes cristianas. Las virtudes teologales se disponen en el respaldo de la cátedra: la Caridad, en la cúspide, protegiendo a dos desvalidos; la Fe, a la izquierda, con mitra, báculo y cáliz; y la Esperanza, a la derecha, con un arbolillo en la mano. Las virtudes cardinales se disponen en los laterales de la cátedra: en el lado izquierdo, la Justicia sostiene una balanza y una espada, y la Fortaleza empuña una espada con la que mantiene a raya al demonio; en el lado derecho, la Prudencia lee un libro mientras se ilumina con una tea, y la Templanza, que se sirve vino con moderación. La devoción de santo Domingo de Silos hacia la Virgen se muestra en la empuñadura del báculo donde aparece representada. Las imágenes de los santos hacia los que santo Domingo de Silos sentía una especial devoción aparecen en el lado izquierdo de la cenefa de la capa pluvial: de arriba a abajo, san Pedro, santa Bárbara, san Andrés y santa Apolonia. En el lado derecho aparecen representados santos devocionales de los vecinos de Daroca: de arriba a abajo, santa Catalina, san Bartolomé y santa Quiteria. El dibujo prodigioso, da volumen y fuerza expresiva al rostro de santo Domingo de Silos, de mirada penetrante, pero hierático. Los colores son intensos: el blanco, los azules, los rojos y los verdes ponen el contrapunto al oro, predominante en el cuadro. El dominio de la técnica se pone de manifiesto en la transparencia del velo. Bartolomé Bermejo con Santo Domingo de Silos entronizado como obispo se situó al mismo nivel que los grandes pintores flamencos contemporáneos.

En Martirio de santa Engracia se cuenta la historia de una noble hispana que sufrió martirio en el siglo IV por orden de Daciano, procónsul romano. Daciano aparece a la izquierda sosteniendo el clavo que luego hundirían en la frente a santa Engracia. La escena se desarrolla en un interior con abundancia de elementos arquitectónicos y decorativos. El dominio técnico de Bartolomé Bermejo se pone de manifiesto en las calidades de los tejidos de las ropas de Daciano y santa Engracia y en la sangre que mana de la frente de ella. La perspectiva se subraya de varias maneras: suelo en ajedrezado, ventana al fondo y disposición de los personajes en círculo alrededor del verdugo. La iluminación es más potente en el torso desnudo de la santa. De los colores destaca la gama de rojos y granates. En el cuadro se aprecia un anacronismo: Daciano viste al estilo morisco; la intención es moralizar a los cristianos frente al enemigo musulmán.

De la etapa de Zaragoza (1477-1485) son San Agustín (1477-1485), El milagro de la nieve (1479-1484), Cristo guiando a los patriarcas (1480), Crucifixión (1480) y Retablo de la Virgen de Montserrat (1485).
  
En Cristo guiando a los patriarcas se narra el episodio en el que Jesús baja a los infiernos para liberar de la muerte a los patriarcas anteriores a su venida, Adán y Eva y el rey David entre otros. Bartolomé Bermejo aúna el gusto flamenco y la tradición hispánica. Las figuras son robustas y viriles, y están dotadas de una expresividad dramática. En esta obra se introducen elementos arquitectónicos renacentistas, caso de la puerta con casetones.

En Cristo guiando a los patriarcas (1480) Bartolomé Bermejo presenta a Jesús como guía y redentor de los cristianos.
  

El Retablo de la Virgen de Montserrat fue un encargo de Francesco Della Chiesa, que aparece de rodillas junto a la Virgen. Se trata de un tríptico: en la tabla central aparecen la Virgen con el Niño y el donante; y en las laterales El nacimiento de la Virgen, la Presentación del Niño Jesús, San Francisco de Asís recibiendo los estigmas y San Sebastián. El retablo fue terminado por Rodrigo de Osona, que pintó los paneles laterales.

Retablo de la Virgen de Montserrat (1485) es un tríptico con cinco escenas.

  
De la etapa de Barcelona (1486-1490) son Piedad del canónigo Desplà (1490), Noli me tangere (1493-1495) y Santa Faz (1495).

Virgen del canónigo Desplà (1490) es la última obra maestra de Bartolomé Bermejo.

  
La Piedad el canónigo Desplà es otra de las obras maestras de Bartolomé Bermejo. Está pintada en temple sobre tabla. Se pintó por encargo del arcediano Lluis Desplà, que aparece a la derecha de la composición. Esta obra destaca por su composición, una cruz formada por la Virgen y el cuerpo yacente de Jesús sobre su regazo, el verismo de los personajes, que enseñan expresiones desgarradas, caso de la Virgen, y contenidas, caso de los acompañantes, y el paisaje, lleno de referencias simbólicas, al edén mediante su guardián el león, a María mediante la mariquita, a la muerte a través de la calavera y a la resurrección mediante la mariposa.

Bartolomé Bermejo disfrutó de reconocimiento en vida como el gran maestro de la pintura hispanoflamenca de finales del siglo XV, tanto fue así que la reina Isabel la Católica pidió que la retratase.

sábado, 16 de abril de 2016

Museo de Cerámica Ruiz de Luna

Juan Ruiz de Luna (Noez, 1863-Talavera de la Reina, 1945) fundó en 1908 en Talavera de la Reina el alfar Nuestra Señora del Prado con dos objetivos: producir cerámica y recuperar la cerámica talaverana tradicional entonces en crisis. En sus viajes por la comarca de Talavera de la Reina reunió más de 1.500 piezas de cerámica. En 1963 el Estado español, la Diputación de Toledo y el Ayuntamiento de Talavera de la Reina adquirieron la colección a los herederos de Juan Ruiz de Luna. En 1996 se abrió el Museo de Cerámica Ruiz de Luna en el antiguo convento de San Agustín el Viejo de Talavera de la Reina.

Las mejores piezas del Museo Ruiz de Luna son de los siglos XVI al XIX.

Las cerámicas del siglo XVI presentan connotaciones mudéjares como los jarros de Santiago, los albarelos esponjados, los azulejos de mariposas y los azulejos de ferroneries.

La cerámica de mariposas es una de las series más valiosas del Museo de Cerámica Ruiz de Luna.
  

Del siglo XVII destacan las series la tricolor, la de la encomienda, la chinesca de helechos, la chinesca de golondrinas, la polícroma, las azules, la vermiculada y la de encaje de bolillos.

Del siglo XVIII cabe citar las piezas de influencia de Alcora y las procedentes de la localidad de Puente del Arzobispo.

Del siglo XIX sobresale la serie de la Guerra de la Independencia.

Otra producción de gran valor artístico es la de paneles de azulejería religiosa de los siglos XVI y XVII. Sobresale el Retablo de Santiago.

Del siglo XX son las piezas salidas del alfar Nuestra Señora del Prado de Juan Ruiz de Luna.

Además, el Museo de Cerámica Ruiz de Luna cuenta con una sección de arqueología, piezas cerámicas de la Edad Media y una biblioteca.

viernes, 8 de abril de 2016

Palacio de los Duques del Infantado, de Juan Guas

Juan Guas (Saint Pol-de-Léon, Francia, 1430- Toledo, España, 1496) se formó como arquitecto a la sombra de su padre. Está documentada su presencia en España desde 1448. Trabajó en la construcción de las catedrales del Salvador de Ávila, Santa María de Segovia y Santa María de Toledo. Entre sus grades obras hay que citar el monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo, por encargo de Isabel de Castilla en 1477, y el palacio de los Duques del Infantado (1480).

La fachada del palacio de los Duques del Infantado es de estilo gótico-mudéjar. Llaman la atención como recurso ornamental las puntas de diamante a tresbolillo.


El palacio de los Duques del Infantado, en Guadalajara, lo mandó construir en 1480 Íñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado. Se levantó sobre el solar que ocupaban las antiguas casas de la familia Mendoza, que fueron derribadas.

Juan Guas fue el arquitecto que lo diseñó, pero contó con la colaboración de Egas Cueman y Lorenzo de Trillo.

El palacio de los Duques del Infantado se construyó en estilo gótico-mudéjar.

Las partes más relevantes del palacio son la fachada de poniente, la puerta de acceso a palacio, el patio central o de los leones, la galería del jardín y las salas bajas.

La fachada principal o de poniente dota al palacio de una estética inconfundible. Al exterior las plantas baja y principal son un muro de sillar decorado con puntas de diamante en tresbolillo. En la planta principal se cuentan cinco balcones coronados con frontones triangulares. Remata la fachada una galería corrida de dobles balcones y garitones salientes alternados con arquería conopial, y presenta tracería gótica y mocárabes.

La puerta de acceso a palacio se encuentra descentrada, en el tercio izquierdo. La puerta presenta dos arcos, conopial mixtilíneo y apuntado; el tímpano está decorado con escudos y tracería gótica, la rosca del arco con motivos caligráficos, la clave con una bicha alada y las enjutas con sendos grifos. La puerta está flanqueada por dos columnas cilíndricas con basas prismáticas, fuste con red de rombos, collarín intermedio y capitel con mocárabes, que se repiten en la cornisa que une las columnas. Sobre la puerta hay dos esculturas de varones velludos que sostienen una corona ducal con el escudo de los Mendoza en el centro.

Sobre la puerta de acceso al palacio dos hombres velludos sostienen el escudo de los Mendoza.


El patio central o de los leones es de planta rectangular, de siete arcos en los lados de levante y poniente y cinco en norte y sur. Presenta doble arquería superpuesta conopial mixtilínea. Las columnas de la planta baja son de fuste liso y capitel dórico; las de la segunda presentan fuste torsionado y collarín intermedio. Las arcadas están decoradas con leones y grifos enfrentados y la balaustrada de la galería superior con filigranas góticas.

El patio de los leones cuenta con dos galerías.


La galería del jardín es obra de Lorenzo de Trillo y se concluyó en 1496. Consta de una doble arquería de columnas prismáticas. Los paramentos están decorados con arquillos lobulados superpuestos.

En la segunda mitad del siglo XVI Iñigo López de Mendoza, quinto duque del Infantado, encargó decorar las salas bajas. Destacan la sala de Crono, con pinturas del dios Crono y símbolos del zodíaco; la de las batallas, donde se narra la historia militar de los Mendoza; y la de Atalanta, con escenas de la diosa Atalanta e Hipómenes. Las pinturas las llevó a término el pintor italiano Rómulo Cincinato entre 1578 y 1580.

El palacio de los Duques del Infantado es una obra singular del gótico civil español y una de las más destacadas de Juan Guas, el último gran arquitecto del gótico español.