La Cruz de los Ángeles fue
donada en 808 por Alfonso II el Casto,
rey de Asturias (791-842), a la iglesia de San Salvador de Oviedo, hoy
desaparecida, con motivo de su consagración. Ha sido restaurada en dos
ocasiones: en 1942 para reparar los desperfectos ocasionados por los sublevados
durante la revolución de Asturias de 1934, que dinamitaron la Cámara Santa de
la catedral de San Salvador de Oviedo, y en 1985, para restaurar el daño
causado tras su robo en 1977.
Se desconoce
el autor o autores. Se acepta que fueron orfebres lombardos de tradición
bizantina, que por orden del emperador Carlomagno fueron al Reino de Asturias a
trabajar para el rey Alfonso II el Casto.
Ambos, emperador y rey, mantenían excelentes relaciones. Por el contrario, la
leyenda dice que fueron dos ángeles que se aparecieron al rey Alfonso II el Casto en forma de peregrinos los que
hicieron la cruz. Así se defiende en la Crónica
Silense (1115) y por ello la cruz aparece representada acompañada por dos
ángeles en el Códice Emilianense
(976).
Anónimo: Cruz de los Ángeles, 808.
Estilo:
Prerrománico asturiano.
Técnica: Mixta en madera, oro, perlas y piedras preciosas talladas.
Temática:
Religiosa.
Dimensiones:
46,5 x 45,5 x 2,5 cm.
Catedral
de San Salvador, Oviedo, España.
La Cruz de los Ángeles tiene forma de cruz
griega patada, los brazos se ensanchan desde el centro a los extremos. Está
formada por dos piezas de madera de cerezo silvestre, unidas en su intersección
por un disco. Está forrada por láminas de oro sujetas a la madera con clavos de
oro. El anverso está adornado con 48 piedras preciosas –ágatas, amatistas,
granates, ópalos, rubíes y zafiros– en forma de cabujón. Los extremos de la
parte posterior de la cruz presentan una gema rodeada por dos círculos de
piedras preciosas, y en el disco central un camafeo romano de ágata rodeado por
un círculo de perlas y pedrería. De entre los camafeos destacan cuatro por lo
que representan: una campesina romana, la diosa Atenea, una cabeza caprina con
cuerpo de serpiente y Eneas abandonando Troya. En cada brazo de la cruz hay una
cajita insertada con tapa corredera que hace las veces de relicario.
En el reverso
de la cruz en letras de oro se lee en latín vulgar:
“SVSCEPTVM PLACIDE
MANEAT HOC IN HONORE DI OFFERT ADEFONSVS HVMILIS SERVVS XPI. HOC SIGNO
TVETVR PIVS HOC SIGNO VINCITVR INIMICVS. QVISQVIS AVFERRE PRAESVNSERIT MIHI
FVLMINE DIVINO INTEREAT IPSE. NISI LIBENS VBI VOLVNTAS DEDERIT MEA OPVS
PERFECTVM EST IN ERA DCCCXLVI”,
que se traduce por:
“Permanezca esto en honor de Dios, hecho con complacencia. Alfonso,
humilde siervo de Dios, lo ofrece. Con este signo se protege al piadoso, con
este signo se vence al enemigo. Quien se atreviere a llevarme fuera de donde mi
voluntad la dedicó, sea fulminado por el rayo divino. Esta obra se concluyó en
la era 846 (año 808)”.
La Cruz de los Ángeles cumplió dos
funciones: la de relicario, por las cajitas con tapa corredera que hay en los
brazos de la cruz; y la de cruz procesional, por carecer de astil para su
colocación sobre el altar, a imitación de la cruz del obispo Máximo que aparece
en los mosaicos de la iglesia de San Vital de Rávena.
La
trascendencia artística de la Cruz de los
Ángeles radica en ser, de las que se conservan, la primera pieza de la
orfebrería prerrománica asturiana.
La Cruz de los Ángeles se custodia en la
Cámara Santa de la catedral de San Salvador de Oviedo.
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