sábado, 27 de febrero de 2021

Museo de Santa Cruz

El Museo de Santa Cruz de Toledo se creó por 1961 para acoger y exhibir los fondos artísticos procedentes del Museo Arqueológico Provincial, de la catedral primada de Toledo, parroquias de Toledo, donaciones y compras. Debe su nombre al antiguo Hospital de Santa Cruz, edificio que se eligió como sede del museo.

Presentación de la Virgen en el templo (hacia 1515), del maestro de Sijena, es de estilo renacentista.

  

Los fondos del museo se organizan de la siguiente manera:

  • La sala primera está dedicada a los Reyes Católicos. Las obras expuestas son de finales del siglo XV y principios del XVI, del último gótico y primer renacimiento. Hay que citar las obras Presentación de la Virgen en el templo y Ascensión, del maestro de Sijena.
  • La sala segunda está dedicada a Carlos V. Se muestran obras del renacimiento purista. Los autores más destacados son Juan Correa de Vivar y Pompeo Leoni.
  • La sala tercera está dedicada a Felipe II. Las obras más importantes son las de El Greco, de estilo manierista. Entre muchas hay que mencionar La Verónica con la Santa Faz, La Inmaculada vista por san Juan Evangelista, La Sagrada Familia y el retablo de La Inmaculada Concepción, procedente de la capilla de doña Isabel Oballe. Además, dentro de la orfebrería religiosa sobresale la Custodia procesional de Juan de Arfe.
  • La sala cuarta está dedicada a los Austrias menores. Las obras son barrocas. Hay que citar La emperatriz María de Austria y su sobrino el príncipe Felipe, de Blas de Prado, La Sagrada Familia, de José de Ribera, Cristo crucificado, de Luis Tristán, y San Juan Evangelista en Patmos, de Juan Sánchez Cotán.
  • Sala Colección Carranza. Se muestra la colección privada de cerámica donada por don Vicente Carranza Escudero. La colección está formada por unas 300 piezas de entre los siglos XV y XVIII de cerámica y azulejería procedentes de España, destacando las piezas procedentes de los hornos de Paterna, Manises, Alcora, Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo.
  • Claustro noble. Acoge piezas pétreas desde el Neolítico a la Edad Moderna, desde estelas funerarias a mosaicos romanos.

La Verónica de la Santa Faz (hacia 1580), de El Greco, es una de las obras más valoradas del Museo de Santa Cruz. Es de estilo manierista.


sábado, 13 de febrero de 2021

La fragua de Vulcano, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, de desnudos, históricos, mitológicos, de paisajes, religiosos y retratos. Entre los mitólogos hay que citar El triunfo de Baco o Los borrachos (1628), La fragua de Vulcano (1630) y La fábula de Aracne o Las hilanderas (hacia 1657). El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: La fragua de Vulcano, 1630.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Mitológica.
Dimensiones: 223 x 290 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

  

Velázquez se inspiró en Las metamorfosis IV, de Ovidio, para pintar La fragua de Vulcano. Recoge el momento en el que Apolo, dios del Sol, comunicó a Vulcano, el herrero de los dioses, que su esposa Venus, diosa de la belleza, le fue infiel con Marte, dios de la guerra.

Este tema resultó original en la pintura española. El historiador Jonathan Brown defiende que Velázquez hizo una interpretación personal de la edición ilustrada de Las metamorfosis, de Ovidio, llevada a cabo por el grabador italiano Antonio Tempesta.

El dios Apolo cierra la composición por el lado izquierdo; se le reconoce por la túnica anaranjada, los haces solares que desprende su cabeza y la corona de laurel; se dirige a Vulcano con la mano derecha levantada y cerrada, pero con el dedo índice extendido, para subrayar la importancia de la noticia que está comunicando. Vulcano ha hecho un alto en el trabajo para escuchar con atención al dios Apolo, al que mira de frente; su reacción de desagrado ante la noticia que recibe la expresa a través de unos ojos muy abiertos, casi desorbitados; ofrece un contrapostto muy acusado debido a la cojera que padecía. Los otros cuatro herreros también muestran su sorpresa; de ellos, el que ocupa el centro de la escena da la espalda al espectador y es el eje de simetría de la composición, el que cierra la escena por la derecha ofrece un escorzo y el cuarto está aislado de los demás, ocupando el fondo de la escena, y le sirve a Velázquez para marcar la profundidad del taller. El dios Apolo es el único que aparece vestido con túnica y lleva calzado; los herreros están descalzos y ofrecen el torso desnudo, lo que permite observar una musculatura que parece salida de las esculturas romanas que Velázquez pudo estudiar en su viaje a Italia. En las expresiones de los personajes se reconoce la influencia en Velázquez de los pintores italianos Reni y Guercino.

Velázquez pintó un cuadro de temática mitológica, pero, como era característico en él, incluyó un tema menor, en este caso un bodegón de las herramientas que utilizaban los herreros y los objetos que producían.

La paleta de colores es escasa con predominio de los ocres; por ello llama la atención la túnica anaranjada del dios Apolo y el azul que deja ver el vano abierto en el taller.

La luz se concentra en los cuerpos del dios Apolo y del herrero que da la espalda al espectador. Los juegos de luces y sombras muestran que el tenebrismo barroco iba quedando atrás y permiten modelar el contorno de las figuras.

La pincelada es fluida y rápida.

El dominio de la perspectiva aérea es completo como se aprecia en el contraste entre el herrero que se presenta de espaldas al espectador y el que está al fondo del taller.

Velázquez supo tratar un tema mitológico como una escena de la vida cotidiana gracias a dotar a los personajes de una expresividad muy natural y convincente.

Velázquez pintó La fragua de Vulcano en 1630 por iniciativa personal en su primer viaje a Italia, Felipe IV lo compró en 1634 para decorar el palacio del Buen Retiro, Carlos III lo llevó al Palacio Real y desde 1819 se expone en el Museo Nacional del Prado.


sábado, 6 de febrero de 2021

Santo Tomás de las Ollas

Se sabe que la ermita de Santo Tomás de las Ollas se construyó durante el siglo X por mozárabes que huyeron de al-Ándalus y que se refugiaron en el Reino de León. Se desconoce quién la edificó. Sin embargo, se sabe que en 1311 fue donada por el obispado de Astorga al monasterio de San Pedro de los Montes. En 1931 fue declarada Bien de Interés Cultural.

Vista exterior de la ermita de Santo Tomás de las Ollas. Se encuentra en el Bierzo.

  

Santo Tomás de las Ollas ofrece planta rectangular de una sola nave y un único ábside en la cabecera. La nave mide 13,40 x 7,30 m. y el ábside 6 x 5,5 m.

En la construcción original la nave y el ábside eran de la misma altura, pero la altura de la nave fue rebajada en el siglo XVII y se cubrió con un artesanado de influencia mudéjar. La nave se cubre al exterior a dos aguas.

La planta de la ermita de Santo Tomás de las Ollas ofrece una nave rectangular y un ábside de planta oval al interior y rectangular al exterior. La capilla y la sacristía adosadas al muro norte son dependencias añadidas en el siglo XVII.

  

El ábside es de planta ovalada en el interior y rectangular al exterior. Desde la nave se accede al ábside a través de un arco doblado, el exterior de herradura y el interior de medio punto peraltado, que descansan sobre pilastras. El ábside está cubierto por una bóveda que descansa sobre nueve arcos de herradura ciegos, que apean sobre pilastras monolíticas con zócalo y capiteles lisos. Los arcos arrancan sobre dovelas de junta vertical o sobre dovela pentagonal compartida por dos arcos. El ábside se ilumina a través de tres ventanas aspilleras. El ábside se cubre al exterior a cuatro vertientes.

La parte más llamativa de la ermita de Santo Tomás de las Ollas es el ábside y el arco de acceso a este.

 

La portada sur original en arco de herradura fue sustituida en el siglo XII por otra de medio punto. De la misma época es la portada de poniente, que fue cegada. Sobre ella se añadió una espadaña en el siglo XVII.

En el muro norte se adosó en el siglo XVII una capilla cuadrada cubierta con una cúpula de media naranja sobre pechinas y en el XIX una sacristía de planta cuadrada.

Para la construcción original de la ermita se utilizó cantos rodados, granito, mampostería y pizarra.