sábado, 23 de abril de 2016

Bartolomé Bermejo

Bartolomé Bermejo (Córdoba, 1440-Barcelona, 1498) estudió en Flandes en los talleres de Roger van der Weyden y Dieric Bouts. Desarrolló su carrera pictórica en la Corona de Aragón durante el último cuarto de siglo XV. Entre sus clientes estuvo la reina Isabel la Católica. El éxito y prestigio que alcanzó le empujaron a crear un taller de pintura para poder satisfacer un número creciente de encargos. Entre sus colaboradores hay que citar a Martín Bernat y Miguel Ximénez. Entre sus muchas obras maestras destacan Virgen de la Leche (1468), Santo Domingo de Silos entronizado como obispo (1474-1477), Retablo de la Virgen de Montserrat (1485) y Piedad del canónigo Desplà (1490).

Bartolomé Bermejo es el pintor español que mejor representa el estilo hispano-flamenco. Su pintura reúne las características siguientes:
·         Uso de las técnicas del óleo y el temple sobre tabla.
·         Monumentalidad compositiva y de los personajes representados.
·         Naturalismo en los paisajes y en los rostros de los retratados.
·         Dibujo enérgico que marca las líneas anatómicas de los representados.
·         Riqueza cromática en tonos intensos.
·         Sentido decorativo con una representación minuciosa de los detalles.
·         Uso de la perspectiva lineal.
·         Rico en simbología y contenido teológico.
·         Se especializó en temática religiosa a la que dota de un mensaje moralizante.

La carrera profesional de Bartolomé Bermejo se divide en tantas etapas como en ciudades la desarrolló:
·         Valencia, de 1468 a 1474.
·         Daroca, de 1474 a 1477.
·         Zaragoza, de 1477 a 1485.
·         Barcelona, de 1486 a 1498.

De la etapa de Valencia (1468-1474) son La muerte de la Virgen (1460-1462), San Miguel triunfante sobre el demonio (1468), Virgen de la Leche (1468) y Cristo en el sepulcro sostenido por dos ángeles (1468-1474).

La obra más destacada de esta etapa es Virgen de la Leche. Se trata de un óleo sobre tabla, que formó parte del retablo de la iglesia de Santo Domingo de Valencia. María se presenta dando el pecho al Niño; así se pretende subrayar el papel de la Virgen como intercesora ante el Señor. La influencia flamenca se aprecia en el dorado del fondo, las líneas marcadas del dibujo, la calidad de las texturas de las telas y las joyas y la espontaneidad y viveza del rostro del Niño, que mira al espectador.

La Virgen de la Leche (1468) es la obra más destacada de las que Bartolomé Bermejo pintó en Valencia.
  

De la etapa de Daroca (1474-1477) son Santa Engracia entronizada (1474), Santo Domingo de Silos entronizado como obispo (1474-1477), Martirio de santa Engracia (1474-1478) y Descenso de Jesús al Limbo (1475).

Santo Domingo de Silos entronizado como obispo (1474-1477) es la obra maestra de Bartolomé Bermejo.
  

Santo Domingo de Silos entronizado como obispo es la obra maestra de toda la carrera artística de Bartolomé Bermejo. Es la tabla central del retablo mayor de la iglesia homónima de Daroca, que no se conserva. Santo Domingo de Silos aparece sentado en su cátedra de obispo, mirando de frente al espectador, en un momento de pausa en la lectura de un libro que tiene entre las manos. Se reconoce la condición de obispo por los elementos que viste y porta: dalmática, de color rojo vino; mitra, cubierta con piedras preciosas; capa pluvial, ajustada con broche tetralobulado; y báculo, con astil de plata y empuñadura de oro. Su condición de abad se distingue por el velo transparente anudado en la empuñadura del báculo. El trono de obispo, sobre plataforma, destaca por los dorados, taracéa mudéjar, tracería gótica y las siete figuras, bajo pináculo, que representan las virtudes cristianas. Las virtudes teologales se disponen en el respaldo de la cátedra: la Caridad, en la cúspide, protegiendo a dos desvalidos; la Fe, a la izquierda, con mitra, báculo y cáliz; y la Esperanza, a la derecha, con un arbolillo en la mano. Las virtudes cardinales se disponen en los laterales de la cátedra: en el lado izquierdo, la Justicia sostiene una balanza y una espada, y la Fortaleza empuña una espada con la que mantiene a raya al demonio; en el lado derecho, la Prudencia lee un libro mientras se ilumina con una tea, y la Templanza, que se sirve vino con moderación. La devoción de santo Domingo de Silos hacia la Virgen se muestra en la empuñadura del báculo donde aparece representada. Las imágenes de los santos hacia los que santo Domingo de Silos sentía una especial devoción aparecen en el lado izquierdo de la cenefa de la capa pluvial: de arriba a abajo, san Pedro, santa Bárbara, san Andrés y santa Apolonia. En el lado derecho aparecen representados santos devocionales de los vecinos de Daroca: de arriba a abajo, santa Catalina, san Bartolomé y santa Quiteria. El dibujo prodigioso, da volumen y fuerza expresiva al rostro de santo Domingo de Silos, de mirada penetrante, pero hierático. Los colores son intensos: el blanco, los azules, los rojos y los verdes ponen el contrapunto al oro, predominante en el cuadro. El dominio de la técnica se pone de manifiesto en la transparencia del velo. Bartolomé Bermejo con Santo Domingo de Silos entronizado como obispo se situó al mismo nivel que los grandes pintores flamencos contemporáneos.

En Martirio de santa Engracia se cuenta la historia de una noble hispana que sufrió martirio en el siglo IV por orden de Daciano, procónsul romano. Daciano aparece a la izquierda sosteniendo el clavo que luego hundirían en la frente a santa Engracia. La escena se desarrolla en un interior con abundancia de elementos arquitectónicos y decorativos. El dominio técnico de Bartolomé Bermejo se pone de manifiesto en las calidades de los tejidos de las ropas de Daciano y santa Engracia y en la sangre que mana de la frente de ella. La perspectiva se subraya de varias maneras: suelo en ajedrezado, ventana al fondo y disposición de los personajes en círculo alrededor del verdugo. La iluminación es más potente en el torso desnudo de la santa. De los colores destaca la gama de rojos y granates. En el cuadro se aprecia un anacronismo: Daciano viste al estilo morisco; la intención es moralizar a los cristianos frente al enemigo musulmán.

De la etapa de Zaragoza (1477-1485) son San Agustín (1477-1485), El milagro de la nieve (1479-1484), Cristo guiando a los patriarcas (1480), Crucifixión (1480) y Retablo de la Virgen de Montserrat (1485).
  
En Cristo guiando a los patriarcas se narra el episodio en el que Jesús baja a los infiernos para liberar de la muerte a los patriarcas anteriores a su venida, Adán y Eva y el rey David entre otros. Bartolomé Bermejo aúna el gusto flamenco y la tradición hispánica. Las figuras son robustas y viriles, y están dotadas de una expresividad dramática. En esta obra se introducen elementos arquitectónicos renacentistas, caso de la puerta con casetones.

En Cristo guiando a los patriarcas (1480) Bartolomé Bermejo presenta a Jesús como guía y redentor de los cristianos.
  

El Retablo de la Virgen de Montserrat fue un encargo de Francesco Della Chiesa, que aparece de rodillas junto a la Virgen. Se trata de un tríptico: en la tabla central aparecen la Virgen con el Niño y el donante; y en las laterales El nacimiento de la Virgen, la Presentación del Niño Jesús, San Francisco de Asís recibiendo los estigmas y San Sebastián. El retablo fue terminado por Rodrigo de Osona, que pintó los paneles laterales.

Retablo de la Virgen de Montserrat (1485) es un tríptico con cinco escenas.

  
De la etapa de Barcelona (1486-1490) son Piedad del canónigo Desplà (1490), Noli me tangere (1493-1495) y Santa Faz (1495).

Virgen del canónigo Desplà (1490) es la última obra maestra de Bartolomé Bermejo.

  
La Piedad el canónigo Desplà es otra de las obras maestras de Bartolomé Bermejo. Está pintada en temple sobre tabla. Se pintó por encargo del arcediano Lluis Desplà, que aparece a la derecha de la composición. Esta obra destaca por su composición, una cruz formada por la Virgen y el cuerpo yacente de Jesús sobre su regazo, el verismo de los personajes, que enseñan expresiones desgarradas, caso de la Virgen, y contenidas, caso de los acompañantes, y el paisaje, lleno de referencias simbólicas, al edén mediante su guardián el león, a María mediante la mariquita, a la muerte a través de la calavera y a la resurrección mediante la mariposa.

Bartolomé Bermejo disfrutó de reconocimiento en vida como el gran maestro de la pintura hispanoflamenca de finales del siglo XV, tanto fue así que la reina Isabel la Católica pidió que la retratase.

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