sábado, 18 de febrero de 2023

San Pedro de Vilanova de Dozón

La iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón se edificó en el siglo XII en estilo románico como parte de un monasterio, que se extinguió con motivo de la desamortización de Mendizábal de 1835. La inscripción del tambor absidial en latín informa de la fecha exacta de la construcción de la iglesia: “EGO GVNTRO SVARII EDIFICAVI INSTVM MONASTERIVM STI PETRI EN ERA MCLXII”, que se traduce por, “Yo Guntroda Suárez fundé este monasterio en honor de san Pedro en la era 1162”, lo que quiere decir que el monasterio de San Pedro de Vilanova de Dozón se levantó en 1124 de la era cristiana, siendo la fecha 1162 la de la era visigoda o hispánica.

La iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón es de estilo románico.

  

La planta de la iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón presenta una sola nave de tres tramos y ábside semicircular.

La iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón cuenta con tres portadas de acceso. La portada norte es la principal; cuenta con tres arquivoltas apuntadas; descansan sobre un salmer y este sobre dos pares de columnas y dos pilastras; los motivos decorativos de los capiteles y la primera y tercera arquivoltas son vegetales y el tímpano aparece decorado con una cruz griega con rosetas en la intersección de los brazos y en sus extremos; protege la portada un tejaroz, que descansa en arquillos ciegos. La portada oeste ofrece dos arquivoltas, la exterior decorada con dientes de sierra; descansan sobre un salmer y este sobre el muro y dos pares de columnas; los capiteles de las columnas presentan motivos vegetales y el tímpano aparece limpio de decoración. La portada sur comunicaba la iglesia con el monasterio; presenta dos arquivoltas apuntadas; descansan sobre un salmer y este sobre el muro y un par de columnas con capiteles vegetales esquemáticos; los motivos decorativos son la cruz griega del tímpano y el ajedrezado de la arquivolta exterior; un tejaroz protege la portada.

La portada norte es la principal de la iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón. Presenta tres arquivoltas y decoración variada.

  

El ábside se divide en cinco tramos por cuatro columnas, que descansan sobre basa y podio y con capiteles decorados con motivos vegetales; en cada lienzo del ábside se abre un vano, los impares permiten la iluminación del interior, los pares son ciegos, son vanos de medio punto con arquivoltas sobre una columna a cada lado; las arquivoltas aparecen decoradas con el ajedrezado y motivos vegetales; el vano del cuerpo central del ábside es una cruz griega lobulada, además presenta un óculo. Al interior se reproducen los vanos con el mismo aspecto que ofrece al exterior.

El ábside de la iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón está dividido en cinco tramos por cuatro columnas. El interior se ilumina a través de los vanos de los lienzos impares.

  

La espadaña el siglo XVIII corona el cuerpo que acoge la portada norte; aparece descentrada hacia la derecha; cuenta con dos troneras para acoger sendas campanas.

La nave apenas sobresale en altura con respecto al ábside. La cubierta de la nave es a dos vertientes, igual que la del presbiterio, y el tramo hemiesférico del ábside presenta cubierta a un agua; estas cubiertas descansan sobre contrafuertes y arquillos ciegos. La cubierta interior de la nave es de madera a dos aguas, la del presbiterio de medio cañón y la del ábside de horno.

El interior de la iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón presenta columnas entregas para sostener la cubierta y los arcos triunfales de acceso al presbiterio y al ábside.

El material de construcción de la iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón es el granito en tonos azulados, grisáceos y rosados, lo que le dan una vistosidad llamativa. Los sillares son de gran tamaño y están escuadrados de manera perfecta.

La iglesia de San Pedro de Vilanova de Dozón debe su importancia artística a representar de manera fiel el románico rural gallego.


sábado, 11 de febrero de 2023

¡Triste herencia!, de Sorolla

Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923) es uno de los grandes pintores españoles. Se le asocia con el impresionismo y el postimpresionismo. Inició su formación en la Escuela de Artesanos de Valencia en 1874, bajo la dirección de Cayetano Capuz. En 1879 ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia; su profesor Gonzalo Salvá le inició en la práctica impresionista de pintar al aire libre. En 1881 amplió su formación académica con su visita al Museo del Prado, donde estudió a Velázquez, Ribera y El Greco. En 1885 viajó a Roma pensionado por la Diputación Provincial de Valencia, allí estudió el arte clásico y renacentista. Entre sus cuadros más destacados hay que citar ¡Aún dicen que el pescado es caro! (1894), Cordeleros de Jávea (1898), ¡Triste herencia! (1899), Paseo a orillas del mar (1900), Niños en la playa (1910) y la serie Regiones de España, más conocida como Visión de España (1913-1919) para The Hispanic Society de Nueva York.

Joaquín Sorolla: ¡Triste herencia!, 1899.
Estilo: Impresionismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Costumbrista.
Dimensiones: 212 x 288 cm.
Fundación Bancaja, Valencia, España.

  

Sorolla en ¡Triste herencia! representó una escena real y habitual de la que fue testigo, la de un religioso de la Orden de San Juan de Dios que lleva a niños enfermos a darse un baño medicinal en una playa de Valencia. Esta era una práctica habitual a finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX.

El título original iba a ser Los hijos del placer, pero su amigo el novelista Vicente Blasco Ibáñez le sugirió el de ¡Triste herencia!, expresión que se utilizaba para referirse a los hijos enfermos de personas que llevaban una vida deshonesta. Eran niños sentenciados a llevar una vida penosa, al amparo de instituciones religiosas, que les cuidarían de por vida.

Se representa una escena al aire libre a orillas del mar Mediterráneo. Se distinguen tres planos: en primer plano, un religioso y un grupo de niños, algunos de los cuales se sostienen con la ayuda de muletas; el segundo plano está ocupado por más niños, distribuidos en varios grupos de manera equilibrada; y el tercero, al fondo, un mar oscuro, que rompe en varias olas, además del cielo, que ocupa una estrecha franja del lienzo.

Los aspectos formales de la obra acompañan el dramatismo de la escena. Lo consigue a través de una línea de horizonte muy alta, por encima de la figura del religioso; un mar de agua oscura, casi negra; la figura del religioso, de gran altura, vestido de negro y de rostro enjuto; de los niños, lisiados y pálidos; y de la luz vespertina, que incide en los niños y sirve para proyectar sus sombras.

La pincelada es suelta; la paleta de colores reducida, pero contrastada, con predominio del negro y el encarnado, también aparecen el ocre y el blanco; y la luz es apagada en comparación con la de obras posteriores.

Sorolla respeta la dignidad de los niños de dos maneras: una, aunque aparecen desnudos, son desnudos “pudorosos”, apareciendo de espaldas o bañándose; y otro, representándoles de manera anónima.

Sorolla realizó varios bocetos antes de ejecutar la obra. Algunos de esos dibujos los regaló a artistas amigos o a los que admiraba, caso de William Merritt Chase, John Singer Sargent o Leon Bonnat.

La importancia de ¡Triste herencia! radica en ser el último cuadro en el que Sorolla realiza una denuncia social. Reconoció cuánto le “dolió” pintar este cuadro, razón por la cual abandonó el llamado realismo social. De hecho, los niños que Sorolla pintó en sus cuadros posteriores son sanos y aparecen en actitudes vitalistas.

Sorolla presentó ¡Triste herencia! en la Exposición Universal de París de 1900 ganando el Gran Premio y en la Exposición Nacional de Bellas Artes de España de 1901 ganando la Medalla de Honor. Estuvo en depósito en el Museo de Arte Moderno hasta su venta en 1902 a Jesús Vidal, un coleccionista español residente en Nueva York, que en 1904 lo vendió al empresario del carbón John E. Berwind, quien lo donó en 1908 al Colegio Dominical de la iglesia de la Ascensión de Nueva York. La Fundación Bancaja lo adquirió en 1981 por 240.000 dólares y lo trajo a su sede en Valencia.

sábado, 4 de febrero de 2023

Santa María Egipciaca, de Luis Salvador Carmona

Luis Salvador Carmona (Nava del Rey, 1708-Madrid, 1767) es uno de los escultores barrocos del siglo XVIII más destacados. Se formó en el taller de Juan Alonso Villabrille en Madrid. Estudió a Pedro de Mena, reconociéndose la influencia de este en sus obras. Abrió su propio taller en 1731. Participó en la decoración del Palacio Real de Madrid y en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Sus mejores obras son de temática religiosa, destacando Virgen del Rosario (1760), Cristo crucificado y Santa María Egipciaca, ambas del segundo tercio del siglo XVIII.

Luis Salvador Carmona: Santa María Egipciaca, segundo tercio del siglo XVIII.
Estilo: Barroco.
Técnica: Madera policromada con incrustaciones de vidrio.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 101 x 45 x 37 cm.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid, España.

  

Santa María Egipciaca (344-422) fue prostituta desde la adolescencia en Alejandría y Jerusalén, donde una “fuerza invisible” le impidió entrar en la iglesia del Santo Sepulcro para celebrar la Exaltación de la Santa Cruz. Ella sintió remordimiento y al ver un icono de la Virgen Theotokos rezó, pidió perdón por sus pecados y prometió retirarse del mundo y vivir como una asceta. Fue entonces cuando pudo entrar en la iglesia y venerar la cruz. Al día siguiente se retiró al desierto al este del río Jordán. La leyenda dice que se llevó tres panes de los que siempre comió porque nunca se terminaban, además comía de lo poco que le daba la naturaleza. Vivió en el desierto 47 años. Un año antes de morir contó su vida a san Zósimo de Palestina. Este le llevó la comunión a santa María Egipciaca el Jueves Santo del año siguiente, pero encontró su cuerpo sin vida e incorrupto.

Luis Salvador Carmona representa a santa María Egipciaca como una mujer joven, de gran belleza, de cabello largo hasta las caderas, despeinada, pero con raya en medio; el rostro es de líneas suaves, mejillas redondeadas y labios y cejas bien definidas; viste un sayal de hoja de palma entrecruzada con un remiendo a la altura de la rodilla izquierda, le llega hasta los pies y aparece anudado con una cuerda a la altura de la cintura; los pies aparecen descalzos, el izquierdo adelantado con respecto al derecho, dotando a la imagen de movimiento. Todo ello muestra la vida disoluta que llevó santa María Egipciaca hasta su retiro en el desierto y la vida ascética que luego practicó.

La mano derecha se la lleva al pecho, mientras con la izquierda sujeta una calavera. El primer gesto representa el arrepentimiento por su vida pasada y el segundo la vida de meditación que llevó en el desierto.

A los pies aparecen dos panes de los que se estuvo alimentando durante su retiro en el desierto.

La paleta de colores es escasa con predominio del castaño y el ocre, lo que sirve para subrayar la sobriedad de la escultura y despertar en el espectador la espiritualidad y misticismo que vivió santa María Egipciaca.

El verismo en la representación se aprecia en los detalles y la expresividad de santa María Egipciaca.

Luis Salvador Carmona se inspiró en la Magdalena penitente, de Pedro de Mena, para realizar Santa María Egipciaca. Se aprecia en la disposición de la imagen, gestos, expresividad y semejanza en el sayal. Luis Salvador Carmona sustituyó el crucifijo que porta la Magdalena penitente, de Pedro de Mena, por una calavera.

La primera ubicación de Santa María Egipciaca fue la capilla del Ángel del convento de Trinitarios Descalzos de Madrid, en 1912 fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en 1933 al Museo Nacional de Escultura, hoy Museo Nacional Colegio San Gregorio.