sábado, 17 de enero de 2015

El milagro del pozo, de Alonso Cano

Alonso Cano (Granada, 1601-ídem, 1667) fue arquitecto, escultor y pintor barroco. Como pintor se formó en el taller sevillano de Francisco Pacheco a partir de 1615. Además, estudió a Velázquez y Tiziano. En 1624 obtuvo el título de Maestro Pintor por San Francisco de Borja. En 1638 se instaló en Madrid y el conde-duque de Olivares le nombró Pintor de cámara del rey Felipe IV. Entre sus cuadros destacan El milagro del pozo (1640), Inmaculada Concepción (1648) y San Jerónimo penitente en el desierto (1660).

Alonso Cano: El milagro del pozo, 1640.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 216 x 149 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

  
Se dice que el hijo de san Isidro labrador y santa María de la Cabeza cayó a un pozo mientras sus padres trabajaban. La santa pidió a su marido que salvase al hijo de ambos. El santo pidió a la Virgen María que intercediese ante el Señor con el fin de conseguir la salvación del niño. Entonces las aguas del pozo comenzaron a subir y el niño salvó la vida. Alonso Cano eligió el momento en el que el hijo de los santos ya estaba a salvo en brazos de su madre.

La composición gira alrededor del niño y su madre, en el centro del lienzo, a la izquierda el santo, de pie, sujetado un rosario que ase su hijo, dos mujeres, dos niños y un perro completan la escena. Los niños y el perro disfrutan del agua. Parecería una escena de género si no fuese por el nimbo que adorna a san Isidro labrador.

La pincelada es suelta al modo velazqueño, lo que rompía con la tradición sevillana de Alonso Cano de pincelada definida.

La gama cromática es escasa, predominando el pardo en diversas tonalidades, además del rojo del vestido de santa María de la Cabeza, el blanco y el amarillo.

La luz está difuminada envolviendo a las figuras, al modo veneciano por influencia de Tiziano, y disminuye desde el centro del lienzo hacia el exterior.

El cuadro lo encargó la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, para coronar el retablo mayor de la iglesia de Santa María de la Almudena, donde permaneció hasta su demolición en el siglo XIX. Entonces pasó a la iglesia del Sacramento. Por último, en 1941 engrosó los fondos del Museo Nacional del Prado.

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