sábado, 10 de enero de 2015

Ecce Homo, de Alonso de Berruguete

Alonso de Berruguete (Paredes de Nava, 1490-Toledo, 1561) inició su formación a la sombra de su padre, el pintor Pedro de Berruguete, y la continuó en Italia entre 1506 y 1517, donde conoció a Lippi, Bramante y Miguel Ángel. A su regreso a España contribuyó a la modernización de la escultura hispánica e introdujo el manierismo. Entre sus obras más destacadas hay que citar Ecce Homo (1525), Martirio de san Sebastián (1526) y Sacrificio de Isaac (1526).

Alonso de Berruguete: Ecce Homo, 1525.
Estilo: Manierismo.
Técnica: Madera policromada.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 146 x 58 x 48 cms.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid, España.

  
El Ecce Homo, de Alonso de Berruguete, se inspira en el Evangelio de Juan 19, 4. Cristo porta símbolos de la Pasión, caso de la soga al cuello y el manto rojo. Recoge el momento en el que tras el dolor físico se abre paso el moral.

Se trata de una escultura de bulto redondo, pensada para ser observada desde todos los puntos de vista. Está realizada en madera policromada; la pintura servía para ocultar la pobreza del material utilizado, embellecer la figura y ganar en expresividad.

El estilo es manierista por cuanto la expresividad está basada en la distorsión, la inestabilidad y el alargamiento de la figura. Busca la emotividad en el creyente que observa la imagen. La fragilidad de Cristo se subraya mediante la delgadez de los miembros y su pose casi imposible de la figura, que se manifiesta mediante la largura de la pierna izquierda, cruzada sobre la derecha, lo que produce una sensación mixta de caída e ingravidez, el cruce de los brazos y un gesto lánguido. La inestabilidad se compensa mediante el manto, que hace las veces de soporte de la figura.

El Ecce Homo, de Alonso de Berruguete, contribuyó a la modernización de la estatuaria española por cuanto la introdujo en el movimiento manierista y la situó en la antesala del espíritu contrarreformista.

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