Alonso Cano (Granada, 1601-1667) fue
arquitecto, escultor y pintor barroco. Se formó en los talleres de su padre
Miguel, Francisco Pacheco y Juan Martínez Montañés. Como escultor forma
parte de la escuela andaluza junto con el ya citado Juan Martínez Montañés,
Pedro de Mena y José de Mora. De entre sus muchas esculturas destaca Inmaculada
del facistol (1655), su obra maestra.
Obras
de Alonso Cano precedentes de la Inmaculada
del facistol son la escultura Virgen
de Lebrija o Virgen de la Oliva (1630)
y el lienzo Inmaculada del Museo
diocesano de arte sacro de Vitoria (1650). Obra suya posterior a la Inmaculada del facistol e inspirada en esta es la Inmaculada del Museo de
Bellas Artes de Granada (1657).
Alonso Cano: Inmaculada del facistol, 1655.
Estilo: Barroco.
Técnica: Madera
policromada.
Temática:
Religiosa.
Dimensiones: 55
cm.
Catedral
Metropolitana de la Encarnación, Granada, España.
La
Inmaculada del facistol se trata de
una imagen de la Virgen María aún niña. Es de pequeño tamaño, 55 cm., tallada
en madera de cedro y policromada en azul cobalto el manto, verde pastel la
túnica, blanco y rosado la piel y oro el cabello. Los colores se presentan
puros y uniformes, sin tonalidades. Se esculpió para ser contemplada sobre el
facistol del coro de la catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada,
pero una vez finalizada se ubicó en la sacristía.
La
imagen de la Virgen María se sostiene sobre una base compuesta por tres cabezas
de querubines que se integran en una nube.
La
Virgen viste un manto azul cobalto y una túnica verde pastel. El manto sigue
una línea helicoidal, que cubre el hombro izquierdo de la Virgen y cae hasta los
pies ocultando la pierna derecha y dejando sin cubrir la izquierda desde la
rodilla; los pliegues son amplios y voluminosos. La túnica cubre el busto,
hombro derecho, brazos y pierna izquierda desde la rodilla, además sirve para
ocultar los pies; los pliegues no son tan aparatosos como los del manto. La
túnica y el manto ocultan la silueta de la Virgen. La
línea helicoidal se compensa en parte por la caída vertical del manto por
detrás de la Virgen y la túnica cubriendo la pierna izquierda.
Las
manos de la Virgen están desplazadas hacia su lado izquierdo y aparecen unidas
por las yemas de los dedos.
El
rostro de la Virgen se ajusta al tipo de belleza que canonizó Alonso Cano: cara
ovalada, ojos grandes, nariz fina, boca pequeña, piel pálida, mejillas
sonrosadas y cabello rubio, largo y peinado con raya en medio. La cabeza está
apenas inclinada hacia abajo y hacia la derecha de la Virgen.
Alonso
Cano fijó su canon de belleza femenina en la Inmaculada del facistol.
Alonso
Cano pretendía hacer llegar al espectador los mensajes cristianos de inocencia,
amor, obediencia, eternidad y gracia. Para transmitir la inocencia eligió a la
Virgen María en su niñez; el de amor uniendo las manos por las yemas de los
dedos; el de obediencia inclinando la cabeza hacia delante; el de eternidad
adoptando la Virgen la forma del ciprés, estrecha por abajo y por arriba y
ancha en el centro; y el de gracia porque eligió el momento de la vida de la
Virgen en el que es elegida para protagonizar la concepción sin pecado para ser
madre de Dios. Los colores elegidos para vestir a la Virgen refuerzan los mensajes por su simbolismo: el azul comunica nobleza, eternidad y que es la reina de los cielos, el blanco pureza, el verde transmite esperanza, el rosa agradecimiento y el dorado del cabello el triunfo de la gloria tras la muerte.
Domingo
Sánchez Mesa, catedrático de la Universidad de Granada, dijo de la Inmaculada del facistol que es “una de
las piezas más bellas del Barroco”, (2001). Además, sirvió para establecer el
estereotipo de Inmaculada que ha quedado desde entonces en el imaginario
español.
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