viernes, 24 de noviembre de 2017

El martirio de san Mauricio y la legión tebana, de El Greco

El Greco (Candia, 1541-Toledo, 1614) inició su carrera artística pintando iconos de estilo tardobizantino; entre 1567 y 1570 se instaló en Venecia, donde estudió a Tiziano, Tintoretto y Veronés; y entre 1570 y 1577 vivió en Roma, relacionándose con el círculo del cardenal Farnesio y estudiando a Miguel Ángel. En 1577 se instaló en España, en la ciudad de Toledo, donde pintó sus mejores lienzos por encargo de la Iglesia. De entre sus obras destacan el retrato El caballero de la mano en el pecho (hacia 1580) y las de temática religiosa El expolio (1579), El martirio de san Mauricio y la legión tebana (1582), El entierro del conde de Orgaz (1587) y La adoración de los pastores (1614).

Tras la muerte de Navarrete el Mudo (1579), el rey Felipe II encargó a El Greco la realización de un cuadro relacionado con el martirio de san Mauricio que decoraría uno de los altares del Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El motivo de tal encargo era triple: san Mauricio está relacionado con la lucha contra los herejes, la existencia de reliquias suyas en el monasterio escurialense y ser patrón de la orden del Toisón de Oro.

San Mauricio fue un general romano, jefe de la legión tebana, en la que todos profesaban el cristianismo. En 287 san Mauricio y la legión tebana se encontraban en las Galias y se negaron a cumplir la orden del emperador Maximiniano de realizar sacrificios en favor de los dioses romanos; al negarse fueron ejecutados.

El Greco: El martirio de san Mauricio y la legión tebana, 1580-1582.
Estilo: Manierismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 448 x 301 cm.
Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial, España.


Una diagonal separa las escenas terrenales de la celestial.

El primer plano está ocupado por san Mauricio y sus acompañantes tomando la decisión de negarse a realizar sacrificios en pro de los dioses romanos. Se reconoce a san Mauricio, que viste coroza azul y capa verde y oro, san Exuperio, con estandarte rojo, entre ambos el duque Enmanuel Filiberto de Saboya, comandante de las tropas de la Monarquía Hispánica en la batalla de San Quintín y Gran Maestre de la Orden Militar de San Mauricio y Alejandro Farnesio, duque de Parma, que en esos años luchaba en los Países Bajos contra los calvinistas holandeses, y Santiago el Menor, que convirtió a la legión tebana al cristianismo, con túnica; además, donde se desarrolla el martirio se reconoce a don Juan de Austria, hijo natural del emperador Carlos V y vencedor en la batalla de Lepanto contra los musulmanes. Todas las figuras visten el uniforme militar de la Monarquía Hispánica durante el siglo XVI con el fin de aunar la lucha de España contra la herejía calvinista con la lucha de san Mauricio contra el paganismo en tiempos de Roma.

La segunda escena terrenal es la del martirio. Se dispone en perspectiva serpentinata. Los legionarios, unos vestidos, otros desnudos, se sitúan en fila a la espera de ser ejecutados. El verdugo se sitúa de espaldas, sobre una roca, y junto a él san Mauricio, reconfortando a sus hombres y agradeciéndoles su fe. Un hombre degollado y dispuesto en escorzo refuerza la idea del martirio.

La escena celestial ocupa la parte superior del lienzo. Se trata de un rompimiento de Gloria. Unos ángeles tocan instrumentos musicales, otros portan palmas martiriales y coronas triunfales.

El Greco llena el cuadro de recursos manieristas: figuras de espaldas alargadas con una desproporción entre la cabeza y las extremidades con el resto del cuerpo y con una anatomía marcada bajo las corazas, escorzos, diagonales, tratamiento del martirio, que pasa a ocupar un segundo plano por detrás de la toma de la  decisión que lo desencadena, colores en tonos metálicos –amarillo, azul, verde y rojo– sobre los que resbala la luz, desde el rompimiento de gloria hasta el martirio. La luz que irradian las figuras es blanca y simboliza la espiritualidad cristiana, el convencimiento en la fe y la visión mística del martirio.

El martirio de san Mauricio y la legión tebana no fue del agrado del rey Felipe II por dos motivos: la escena del martirio ocupa un segundo plano y la falta de devoción de las figuras principales. Por ello, El Greco no fue tenido en cuenta para decorar el Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial y su cuadro fue sustituido por otro de la misma temática del italiano Rómulo Cincinato. Sin embargo, el cuadro de El Greco sirvió para consolidar el manierismo en España.

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