viernes, 18 de octubre de 2019

Los duques de Osuna y sus hijos, de Goya

Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828) se formó como pintor en el taller de José Luzán (1760-1761), en la Real Academia de Bellas de San Fernando (1763-1766), en Roma (1770-1771) y con Francisco Bayeu a su regreso a España. Destacó como cartonista, grabador y pintor; como cartonista en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (1775-1792); como grabador con sus series Los Caprichos(1799), Los Desastres de la Guerra (1815), La Tauromaquia (1816), Los Disparates o Proverbios (1820-1823) y Los toros de Burdeos (1825); y como pintor desarrolló los más diversos géneros: religioso con los frescos de la iglesia de San Antonio de la Florida (1789), patriótico con El dos de mayo de 1808 y El tres de mayo de 1808 (ambos de 1814), y el retrato con La duquesa de Alba (1785), Los duques de Osuna y sus hijos (1788), La duquesa de Alba (1795), La condesa de Chinchón (1800) y La familia de Carlos IV (1800-1801). Entre su producción más singular se cuentan las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo en Madrid (1820-1823). Fue nombrado pintor del rey en 1786 y de cámara en 1789.

Francisco de Goya: Los duques de Osuna y sus hijos, 1788.
Estilo: Neoclasicismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 225 x 174 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


En Los duques de Osuna y sus hijos aparecen retratados don Pedro Téllez Girón, IX duque de Osuna; su esposa Josefa Alonso Pimentel, condesa-duquesa de Benavente; y sus cuatro hijos, de izquierda a derecha, don Francisco de Borja, futuro X duque de Osuna, don Pedro de Alcántara, futuro príncipe de Anglona, doña Joaquina, futura marquesa de Santa Cruz, y doña María Manuela, futura duquesa del Infantado. Dos perros y un juguete de los niños completan el cuadro.

Se trata de un retrato familiar. La composición es piramidal y jerárquica dentro de la familia. El IX duque de Osuna aparece de pie, a más altura que el resto de los personajes, su cabeza es la cúspide de la pirámide y aparece vestido con uniforme militar de gala; por debajo, su esposa, sentada, vestida y peinada a la moda francesa para subrayar que pertenece a la aristocracia; y los hijos varones, que aparecen en primer plano, por delante de sus hermanas: el futuro X duque de Osuna de pie, montado sobre un bastón a modo de caballo, su hermano sentado sobre un cojín, doña Joaquina amparada por su madre y doña María Manuela cogida de la mano por su padre.

Los colores predominantes son el gris y el verde, en tonos suaves, por lo que destaca el azul oscuro y el rojo del uniforme del IX duque de Osuna.

La pincelada es suelta y vaporosa para conseguir la textura de las transparencias de los vestidos de la condesa-duquesa de Benavente y de sus hijas.

El fondo es neutro, adivinándose la pared y el suelo a través del juego de luces y sombras.

Goya retrata al IX duque de Osuna y a su familia con respeto. La composición trasmite armonía dentro de la familia con gestos de cariño, nobleza con miradas limpias y ternura en la infancia. Así es porque los duques de Osuna fueron mecenas y protectores de Goya por afinidad política; los duques de Osuna y Goya fueron ilustrados.

La relación entre la familia Osuna y Goya se prolongó en el tiempo; doña Joaquina, marquesa de Santa Cruz, fue retratada por Goya en 1805 y don Francisco de Borja, X duque de Osuna, en 1816.

La trascendencia de Los duques de Osuna y sus hijos radica en ser uno de los primeros retratos de familia de Goya y de la pintura española. Luego vendrían otros, el más importante y conocido La familia de Carlos IV (1800-1801).

En 1896 la familia Osuna se arruinó y pusieron a la venta el cuadro, pero los organizadores de la subasta lo ofrecieron al Ministerio de Fomento, que lo aceptó y cedió al Museo Nacional del Prado en 1897.

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