viernes, 21 de abril de 2017

Las señoritas de Avinyó, de Picasso

Pablo Picasso (Málaga, España, 1881-Mougins, Francia, 1973) es uno de los pintores magistrales de todos los tiempos y el más influyente del siglo XX. Su primera formación la recibió de su padre, profesor de dibujo en Málaga, La Coruña y Barcelona; estudió en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja de Barcelona (1896) y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1897) y estudió a los grandes maestros de la pintura del Museo del Prado. Hasta 1904 vivió en Barcelona, participó en Els quatre gats y contactó con artistas modernistas como Ramón Casas, Isidre Nonell y Pau Gargallo. En 1900 viajó a París, donde se instaló en 1904; estudió y le influyeron el impresionismo y el postimpresionismo, en particular Cezanne; además, se ganó el apoyo de los coleccionistas Stein y Vollard. La pintura de Picasso pasó por diversas etapas y en todas pintó obras sobresalientes: de juventud (1895-1901), El viejo pescador (1895); época azul (1901-1904), La bebedora de absenta (1901); época rosa (1905-1906), Los saltimbanquis (1905); época negra (1906-1907), Las señoritas de Avinyó (1907); etapa cubista (1908-1914), Retrato de D. H. Kahnweiler (1910); etapa clásica (1915-1923), Arlequín con espejo (1925); surrealismo (1925-1930), Metamorfosis (1927); expresionismo (1930-1945), Guernica (1937); época blanca o de Antibes (1945-1947), Alegría de vivir (1946); además pintó grandes series, caso de Las meninas (1957); y en sus últimos años se mantuvo alejado de las corrientes artísticas.

Picasso sufrió una crisis personal y creativa en 1907 después de romper con su pareja Fernande Olivier; dejó de pintar y se dedicó a estudiar culturas primitivas y antiguas –africana, egipcia e íbera– que le influyeron. Además, criticó a impresionistas y fauvistas por producir una pintura inconsistente que insistía en el color y la luz. Picasso se planteó el reto de hacer una pintura intelectual; inspirándose en Cezanne, afirmó que no había que pintar las cosas o las personas como se ven y sí como son; antepuso la forma al color y la luz, y redujo las formas a figuras geométricas puras.

Antes de pintar Las señoritas de Avinyó Picasso realizó más de 800 dibujos y dos bocetos, que sirvieron de último ensayo. Para el primer boceto utilizó lápiz negro y pastel sobre papel; aparecen cinco mujeres y dos hombres en la habitación de un prostíbulo, una de las meretrices corre una cortina, es el instante anterior a que los clientes sean atendidos; el marinero ocupa el centro de la escena, cerca de un bodegón de fruta, símbolo de la sexualidad femenina; el estudiante porta una calavera, símbolo de la muerte. El segundo boceto es una acuarela sobre papel; los hombres han desaparecido y cada una de las cinco mujeres cobran un protagonismo singular; el bodegón, más reducido, ocupa el primer término; la composición y los colores están próximos al cuadro definitivo.

Pablo Picasso: Las señoritas de Avinyó, 1907.
Estilo: Cubismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Desnudo.
Dimensiones: 244 x 234 cm.
Museo de Arte Moderno de Nueva York, Estados Unidos.

  
La escena que se recoge en Las señoritas de Avinyó se desarrolla en un burdel. Aparecen cinco mujeres desnudas y un bodegón de frutas.

El bodegón de frutas ocupa el centro del primer plano sobre una mesa cubierta con un mantel blanco arrugado. El bodegón está formado por una raja de sandía, un racimo de uvas, una pera y una manzana, y simboliza la sexualidad femenina y el encuentro carnal.

De izquierda a derecha, la primera mujer aparece sujetando una cortina con el brazo izquierdo, de pie, de perfil, pero con el ojo de frente; la segunda, aunque se presenta de pie, su posición real es tumbada con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha y el brazo derecho doblado por detrás de la cabeza; la tercera, de pie, con los brazos doblados por detrás de la cabeza con el fin de erguir los pechos; la cuarta, se muestra en una posición del todo imposible, sentada de espaldas al espectador y con la cabeza de frente a él; y la quinta, de pie sujetando una cortina.

Cada mujer es reflejo de las influencias culturales recibidas por Picasso: la primera por la izquierda es reflejo del arte egipcio, las centrales del íbero y las de la derecha del africano.

Los rostros parecen máscaras. Todas las mujeres muestran sus rostros de frente y de perfil, presentan ojos negros y almendrados y cejas marcadas; todas miran al espectador sin recato, pero no se miran entre ellas, prueba de la soledad y abandono en la que viven las prostitutas.

Los contornos de las estructuras geométricas que dan forma a las mujeres y objetos están marcados por líneas de color, casi siempre negro.

La gama de colores es reducida: azul, blanco, negro, ocre y rosa.

Se combinan pinceladas suaves, en los cuerpos de las mujeres, con otras violentas, a modo de tachadura, en los rostros.

Las señoritas de Avinyó es uno de los lienzos más trascendentales de Picasso y de la pintura universal por varios motivos:
  • Es el cuadro más representativo de la época negra de Picasso.
  • Es el antecedente inmediato del cubismo, o quizá el primer cuadro cubista, corriente pictórica creada por Picasso y Braque, y una de las más innovadoras.
  • Incorpora a las vanguardias artísticas occidentales formas propias de culturas antiguas y primitivas, en concreto africana, egipcia e íbera.
  • Rompió de raíz con el academicismo realista y las leyes de la perspectiva y profundidad espacial establecidas en el Renacimiento: descompuso las formas pictóricas convencionales en estructuras geométricas simples, el desnudo femenino nada tiene que ver con el tradicional de líneas suaves y combinó varios puntos de vista en una sola figura.

Picasso terminó el cuadro en julio de 1907. Lo enseñó a amigos íntimos; Apollinaire lo titulo El burdel filosófico y André Salmon Les demoiselles d’Avinyó, en referencia a la calle Avinyó de Barcelona, una calle de prostíbulos en la que vivió Picasso; fue el título con el que se exhibió el cuadro por primera vez en 1916 en la Galería d’Antin de París. Jacques Doucet lo compró en 1924 y lo expuso en 1925 en el Petit Palais; Germain Seligmann lo adquirió en 1937 y formó parte de la exposición 20 Years in the evolution of Picasso, 1903-1923. Por último, el Museo de Arte Moderno de Nueva York lo compró en 1939.

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