sábado, 11 de junio de 2016

Cristo de san Juan de la Cruz, de Dalí

Salvador Dalí (Figueras, 1904-1989) se inició en el surrealismo en la década de los veinte del siglo XX. Alcanzó a ser el pintor surrealista más sobresaliente e influyente. Sus cuadros son el mejor ejemplo de pintura surrealista por el marcado carácter onírico de los temas pintados, la manera de ser tratados, las composiciones y la técnica pictórica. Las explosiones de las bombas atómicas en 1945 determinaron su evolución pictórica. En 1948 Dalí regresó a España e inauguró su etapa atomista o mística. De esta etapa son Leda atómica (1949), La Madona de Port Lligat (1950) y Cristo de san Juan de la Cruz (1951).

Para pintar Cristo de san Juan de la Cruz se inspiró en un dibujo de san Juan de la Cruz (1542-1591) conservado en el convento de la Encarnación de Ávila y en dos sueños. En el primero vio a Cristo pintado por san Juan de la Cruz en Port Lligat. En el segundo vio a Cristo sin los atributos de la Crucifixión.

Dalí afirmó que quería pintar el Cristo “más hermoso de cuantos nadie haya pintado (…). Deseo pintar un Cristo que sea la antítesis absoluta del Cristo materialista y salvajemente antimístico de Grünewald”.

Salvador Dalí: Cristo de san Juan de la Cruz, 1951.
Estilo: Surrealismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 205 x 116 cm.
Mungo Museum of Religions Art and Life, Glasgow, Reino Unido.


Cristo aparece crucificado sin los atributos de la Crucifixión sobre fondo negro. Está tomado en perspectiva visto desde arriba. La cabeza mira hacia abajo, hacia los pies. La parte inferior del cuadro está ocupada por un paisaje de la bahía de Port Lligat con una barca y dos pescadores. La cruz irradia una luz que atraviesa el cielo oscuro que separa a Cristo y la bahía de Port Lligat.

La composición del cuadro es triangular. Cristo ocupa el triángulo que estructura el cuadro. Cuelga por debajo de la línea de visión. La vertical de la cruz refuerza su proximidad al espectador y parece salirse del lienzo por su parte superior.

Dalí utilizó la técnica fotorrealista o “fotografía hecha a mano”. La pincelada es tan fina que apenas resulta visible, pero le permitió reproducir los detalles más ínfimos.

El claroscuro domina el cuadro. Sobre fondo negro aparece iluminada la figura de Cristo con una luz que parece eléctrica. Las sombras aparecen perfiladas con nitidez.

Cristo aparece como Redentor. Pero distinto a los representados hasta entonces. En el madero en lugar de la leyenda INRI aparece una hoja de papel; carece de los símbolos de la Crucifixión para mostrar la belleza metafísica del Cristo crucificado; el cabello es corto, se prescinde de la melena del Cristo siríaco; los brazos se arquean por el peso del cuerpo; la musculatura está marcada y crea una sensación de realidad tangible; cabeza y pies son el foco de atención del cuadro: la cabeza inclinada hacia abajo impide ver el cuerpo de Cristo y los pies aparecen empequeñecidos por la perspectiva; y manos y pies no están clavados a la cruz, pero sí adheridos a ella.

El paisaje es la bahía de Port Lligat, pero las formaciones rocosas del fondo recuerdan las primeras obras metamórficas de Dalí.

Dalí se vale de los pescadores para expresar su reconocimiento hacia Velázquez (1599-1660) y Le Nain (1593-1648). El pescador de la izquierda se inspira en los personajes de La rendición de Breda (1635), de Velázquez, y el de la derecha en los muchos campesinos que pintó Le Nain, pero que Dalí reinterpretó como pescador.

Cristo de san Juan de la Cruz se expuso por primera vez en la galería Lefevre de Londres. Muchos lo criticaron por carecer de sentimiento religioso. Pero si es una de las pinturas más valoradas de Dalí se debe a su iconografía alejada de convencionalismos y a la humanidad con que se inviste a Cristo.

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