viernes, 27 de febrero de 2015

Virgen de los consejeros, de Luis Dalmau

Luis Dalmau (Valencia, 1400-1461) fue pintor de cámara del rey de Aragón Alfonso V el Magnánimo. Residió en Flandes entre 1431 y 1438. De regreso a España aplicó los conocimientos que adquirió a la sombra de Jan van Eyck. La influencia del pintor flamenco se reconoce en la Virgen de los consejeros (1445).

En 1443 el Consejo del Ciento aprobó dotar de un retablo la capilla de la Casa de la Ciudad de Barcelona. Se acordó encargar la obra “al mejor pintor que se pudiera encontrar”. Se eligió a Luis Dalmau y no a Bernat Martorell, uno de los pintores con más trabajo en la Barcelona de entonces. En el contrato se recogió que debían aparecer las figuras de la Virgen con el Niño, santa Eulalia, san Andrés y los cinco consejeros del Consejo del Ciento. Una cláusula que no respetó Luis Dalmau fue la de utilizar el dorado para el fondo del cuadro, que sustituyó por un paisaje.

El tema central de la Virgen de los consejeros es la adoración de la Virgen con el Niño por parte de los cinco consejeros que formaban el Consejo del Ciento. Los consejeros están flanqueados por santa Eulalia y san Andrés.

La Virgen ocupa el centro de la escena. Aparece sentada en un trono de madera soportado por cuatro leones, decorado con figuras de profetas y rematado con un dosel y cinco pináculos. La Virgen luce una melena rubia, larga y ondulada que le cae por encima de los hombros, un vestido rojo, símbolo de la pasión, y una túnica azul, símbolo de la nobleza y la eternidad, ribeteada con una cenefa de oro y perlas, recogida en el pecho con un broche de orfebrería.

Luis Dalmau. Virgen de los consejeros, 1445.
Estilo: Gótico hispanoflamenco.
Técnica: Óleo sobre tabla.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: superficie pintada 272 x 276 cm., con marco 311 x 311 cm.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España.
  

El Niño descansa en el regazo de la Virgen. Está vestido con un velo transparente blanco, símbolo de la pureza, y lleva en el cuello un colgante de coral rojo, símbolo de la pasión.

A izquierda y derecha aparecen arrodillados los cinco consejeros del Consejo del Ciento. Son Joan Llull, Francesc Llobet, Joan Junyent, Ramón Savall y Antoni de Vilatorta, que rinden devoción a la Virgen y el Niño. Los consejeros aparecen vestidos con gramallas rojas.

Junto a los consejeros aparecen santa Eulalia, patrona de Barcelona, y san Andrés, patrón de los consejeros. Los dos portan una cruz, símbolo del martirio. Santa Eulalia sostiene en su mano derecha una rama de palmera, símbolo de las mártires vírgenes.

Detrás de los consejeros, de santa Eulalia y de san Andrés, un coro de ángeles cantores.

La escena está enmarcada por una arquitectura gótica en grisalla. En el centro una bóveda de crucería y a los lados tracerías que dejan ver un paisaje.

El pavimento reproduce azulejos de inspiración valenciana.

En las claves de la bóveda y en el pavimento aparecen escudos de la ciudad de Barcelona.

Se perdió la predela del retablo que contenía escenas de la vida de santa Eulalia y de san Andrés.

Francesc Gomar realizó el marco del retablo, que adornó con pedrería.

La Virgen de los consejeros es una obra transcendental en la evolución de la pintura española por los motivos siguientes:
·         Sirvió para introducir en España el estilo gótico flamenco y orillar el gótico internacional.
·         Se utilizó la técnica óleo sobre tabla.
·         Fue el primer retrato realista individualizado de la pintura española.
·         Se retrató a la Virgen con cabello rubio, largo y ondulado.
·         Se pintaron elementos característicos de la arquitectura gótica para enmarcar la escena.
·         Se pintaron azulejos como pavimento al modo flamenco.

Sin embargo, la Virgen de los consejeros adolece de mimetismo respecto a sus modelos flamencos el Políptico de la Adoración del Cordero y la Virgen del canónigo Van der Paele, ambos de Jan van Eyck.

El retablo de la Virgen de los consejeros ha tenido varias ubicaciones: la Capilla de la Casa de la Ciudad de Barcelona, en 1848 fue trasladada a la iglesia de San Miguel y desde 1902 cuelga en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona.

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