sábado, 21 de febrero de 2015

El profeta, de Pablo Gargallo

Pablo Gargallo (Maella, Zaragoza, 1881-Reus, Tarragona, 1934) se formó en el taller de Arnau y en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja de Barcelona. Participó en las tertulias del café Els quatre gats, donde hizo amistad con Casas y Picasso. En 1903 inició sus viajes a París donde vivió desde 1923. En París conoció la obra de Rodin. Se dejó influir por Picasso, Archinpenko, Brancusi y Julio González. Durante los años veinte trabajó el cobre y en los años treinta el hierro.

Pablo Gargallo: El profeta, 1933.
Estilo: Cubismo.
Técnica: Hierro fundido.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 235 x 65 x 50 cms.
Museo Nacional Reina Sofía, Madrid, España.

  
El profeta representa a un varón con una vara en la mano izquierda, el brazo derecho levantado con la mano abierta y dirigiéndose a sus potenciales seguidores.

La escultura fue concebida en yeso, pero forjada en hierro combinando láminas planas y tubos ondulados con espacios vacíos.

Los volúmenes ausentes están limitados por elementos curvos, caso de la mejilla izquierda, brazos, antebrazos, tórax y abdomen.

El jugó con la luces se consigue combinando formas convexas, que dejan deslizar la luz, cóncavas, que la reflejan, y vacíos, para crear claroscuros dentro de la escultura.

La fuerza expresiva de la figura se concentra en la mano derecha levantada y en el rostro. Las líneas y los planos conducen la mirada del espectador hacia la cabeza, en particular hacia la boca, centro expresivo de la figura desde cualquier punto de vista.

La vara simboliza la condición de profeta y guía.

El profeta tiene un profundo mensaje espiritual.

El profeta concentra su fuerza expresiva en el rostro y la mano derecha.

  
Pablo Gargallo en El profeta culminó el cambio radical que conoció la escultura española en el primer tercio del siglo XX porque supo combinar las formas cubistas y el expresionismo. Las formas cubistas las consiguió con la introducción del vacío como volumen que permitió que la luz incidiese dentro de la escultura provocando claroscuros y brillos. El expresionismo lo logró al utilizar el hierro, que tiene una dureza estética de la que carecen el alabastro, al bronce y el mármol; retorciendo las láminas de hierro; y con el gesto agresivo y vehemente del profeta. Pablo Gargallo forjó una escultura figurativa, pero que anunciaba la abstracción por el empleo de formas estilizadas y la supresión de superficies continuas y masas planas.

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