sábado, 11 de marzo de 2023

Torre del Banco de Bilbao, de Sáenz de Oiza

Francisco Javier Sáenz de Oiza (Cáseda, 1918-Madrid, 2000) se licenció en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1946 y amplió estudios en Estados Unidos en 1947 con una beca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1949 inició su carrera docente en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde llegó a ser catedrático de Proyectos en 1968 y director entre 1981 y 1983. Obtuvo varios premios, entre otros el Nacional de Arquitectura (1946 y 1954), de la Excelencia Europea (1974) y el Prícipe de Asturias de las Artes (1993). Entre sus obras más importantes hay que citar el santuario de Nuestra Señora de Aranzazu en Oñate (1954), Torres Blancas (1968), la Torre del Banco de Bilbao (1981) y el parque Juan Carlos I (1992), las tres en Madrid, y la Torre Triana en Sevilla (1993).

La Torre del Banco de Bilbao es una de las obras más destacadas de Sáenz de Oiza de la zona de negocias AZCA de Madrid. Alcanza los 107 metros de altura.

  

El Banco de Bilbao convocó en 1971 un concurso restringido para la construcción de su sede en el área de negocios AZCA de Madrid. El edificio a levantar debía ser una torre de oficinas, que salvase el túnel ferroviario entre las estaciones de Atocha y Chamartín. El proyecto elegido fue el del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza, procediéndose a su construcción entre 1978 y 1981.

La Torre del Banco de Bilbao sigue el módulo “pie elefantino” de 33 centímetros. Presenta planta rectangular con las esquinas en curva, una estructura mixta de hormigón armado y acero corten, que descansa sobre dos zapatas de hormigón armado, situadas a cada lado del túnel ferroviario, y dos fustes que se yerguen sobre estas zapatas y que soportan las 37 plantas con las que cuenta la torre, 33 sobre rasante, dedicadas a oficinas, y cuatro subterráneas, que dan servicio al edificio, que ofrecen distintas alturas y que se agrupan en conjuntos de cinco plantas sobre plataformas de hormigón armado y sujetas a grandes jácenas voladizas de hormigón armado. Los fustes del edificio contienen escaleras, ascensores, aseos y patinillos. El edificio se prolonga hacia el norte en un cuerpo bajo de tres plantas.

El cerramiento de la Torre del Banco de Bilbao es independiente de la estructura del edificio, lo que permitió una solución que combina líneas rectas en los frentes y curvas en las esquinas. Para el cerramiento se utilizó vidrio tintado en bronce. Pasarelas de mantenimiento recorren el perímetro de la torre en cada uno de las plantas, subrayando su horizontalidad. Las fachadas este, sur y oeste presentan bandejas de trámex para reducir el impacto de la insolación directa, además la fachada oeste suma un laminado de vidrio tintado en verde con el mismo fin; la fachada norte no ofrece estas soluciones para protegerse del sol.

La Torre del Banco de Bilbao presenta varios accesos; los de las fachadas este y sur están disimulados por el retranqueo de la planta baja, mientras que acceso del cuerpo lateral está a pie de calle.

El espacio dedicado a oficinas se caracteriza por ser diáfano.

  

Para el diseño de la Torre del Banco de Bilbao Sáenz de Oiza se inspiró en el Torre de Investigación S. C. Johnson and Son, obra de Frank Lloyd Wright, de 1950.

La Torre del Banco de Bilbao mantuvo su nombre entre 1981 y 1988. Desde entonces lo ha cambiado en varias ocasiones según el titular del edificio, llamándose Torre del Banco de  Bilbao Vizcaya entre 1988 y 1999, Torre del Banco de Bilbao Vizcaya Argentaria entre 1999 y 2015 y desde entonces Castellana 81, tras su adquisición por la sociedad inmobiliaria Gmp Property Socimi S. A.

La Torre del Banco de Bilbao apenas ha sido reformada; se añadió una sala de exposiciones y conferencias en la planta semisótano en 1991, se añadió una caja de escaleras de emergencia en la fachada oeste en 2000 y de renovación de instalaciones con criterios de eficiencia energética en 2014.

La Torre del Banco de Bilbao es uno de los edificios más representativos de la obra de Sáenz de Oiza y del estilo organicista, pero construido siguiendo criterios funcionalistas para dar respuesta a las exigencias de una actividad profesional del sector terciario. Por ello, ha sido declarada Bien de Interés Cultural en 2020.

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