viernes, 22 de diciembre de 2017

Gil de Siloé

Gil de Siloé (¿Amberes, 1440?-Burgos, 1501) es el escultor más sobresaliente en estilo gótico isabelino. Se instaló en Burgos en 1486 y desarrolló su actividad profesional en Castilla.


Las características artísticas de Gil de Siloé son las siguientes:
  • Entendía la obra de arte como una herramienta al servicio de la religión y la política.
  • Tuvo una concepción global de la obra de arte, que debía integrar el programa iconográfico en armonía con el marco arquitectónico.
  • En sus conjuntos escultóricos prevalece un orden geométrico estricto y una jerarquía en los mensajes a trasmitir al espectador.
  • Se especializó en escultura religiosa.
  • Trabajó en madera policromada y alabastro.
  • Se especializó en retablos y sepulcros.
  • Las figuras se distinguen por su realismo.
  • Sus composiciones presentan horror vacui.
  • Virtuosismo técnico que se plasma en un derroche de decoración minuciosa.

El éxito que alcanzó Gil de Siloé le permitió abrir un taller en la ciudad de Burgos. Dentro del taller se ocupaba de los grandes encargos y marcaba las directrices a seguir. Entre sus colaboradores destacaron el pintor Diego de la Cruz y los escultores Diego, hijo suyo, y Felipe Vigarny.

El retablo mayor de la Cartuja de Santa María de Miraflores (1496-1499) consagró a Gil de Siloé como el mejor escultor de finales del siglo XV.


Las obras maestras de Gil de Siloé se encuentran en la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos, y son el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal (1486-1493), el sepulcro del infante Alfonso (1489-1493) y el retablo mayor (1496-1499).

El sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal (1486-1493) lo encargó la reina Isabel la Católica en memoria de sus padres.
  

El sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal está hecho en alabastro. Tiene planta octogonal en estrella de ocho puntas, formada a partir de la superposición de un cuadrado y un rombo. Su altura es de 1,60 m., por lo cual las figuras de las estatuas yacentes sólo pueden ser vistas desde el altar mayor de la iglesia. Los vértices de la estrella están adornados con figuras alegóricas, imágenes de santos, apóstoles y, en las esquinas mayores, de los evangelistas; también hay decoración arquitectónica, heráldica, vegetal y zoomórfica. La figura de Juan II se presenta coronada sobre dos almohadones, cubierta con manto y adornada con joyas; en la mano derecha, hoy mutilada, tendría un cetro real, y con la mano izquierda recoge el manto real; el calzado son unos chapines; la figura se apoya en una peana bajo la cual aparecen dos leones luchando. La figura de Isabel de Portugal se muestra coronada sobre dos almohadones, viste ropa larga hasta los pies con sobretúnica y manto adornado con aljófares y pedrería; en las manos lleva guantes y anillo, y sostiene un devocionario abierto; a los pies hay un niño, un león y un perro. Las estatuas de los reyes están cubiertas con doseles y separadas por una crestería; doseles y crestería son de estilo gótico.

El sepulcro del infante Alfonso (1489-1493) es de tipo arcosolio y orante.


El sepulcro del infante Alfonso está realizado en alabastro. Es de tipo arcosolio. El arco que acoge el sepulcro es conopial angrelado; la decoración es vegetal, con ángeles que sostienen el escudo de Castilla y León y la figura del arcángel Miguel rematando el conjunto. El sepulcro está enmarcado por dos pilastras que parten del suelo de la iglesia; las pilastras están adornadas con imágenes de apóstoles y santos, y están rematadas por un relieve que representa la Anunciación. Al infante Alfonso se le representa orante, con gorro de piel a la espalda, adornado con pedrería y perlas, rostro inexpresivo y mirada dirigida hacia el altar mayor de la iglesia; se apoya en un cojín, ante un reclinatorio cubierto con una tela, que soporta un almohadón que recibe un devocionario; lleva un collar en el pecho, de cuyo centro pende una cadena que sostiene un medallón en el que aparece una cabeza tallada en piedra preciosa. El arca sepulcral descansa sobre un zócalo adornado con motivos vegetales y cuatro leones y se divide en tres paneles; en el central dos ángeles sostienen el escudo de Castilla y León y en los laterales aparecen los pajes del infante Alfonso.

El retablo mayor de la cartuja de Santa María de Miraflores se hizo por encargo de la reina Isabel la Católica. Se inició en 1496 y se concluyó en 1499. Gil de Siloé se ocupó de su diseño y de la mayoría de las esculturas y Diego de la Cruz de esculpir las figuras de san Pedro y de san Pablo y del policromado y dorado del retablo. Se utilizó el oro traído de América por Cristóbal Colón para dorar el retablo. El retablo está compuesto por dos cuerpos rectangulares: el inferior, de menor tamaño y dividido en calles, y el superior, doble en superficie y dividido en círculos, novedad en los retablos castellanos, que se inspira en los medallones y rosarios germánicos. El eje del cuerpo inferior lo constituye el Sagrario. Sobre él un nicho cuadrado alberga seis altorrelieves fijos a un torno giratorio que representan otras tantas escenas del año litúrgico (Nacimiento, Bautismo, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y Ascensión de María). Las figuras del cuerpo inferior son, de izquierda a derecha, santa Catalina de Alejandría, san Juan Bautista, santa María Magdalena y Santiago Apóstol. Están representadas las escenas de la Anunciación, la Adoración de los Reyes, la Última Cena y el Prendimiento. En el extremo izquierdo aparece el rey Juan II guiado por el apóstol Santiago y el escudo de Castilla y León; y en el extremo derecho la reina Isabel, su santa patrona, Juan el Bautista y el escudo de Castilla y León, y Portugal. Los reyes aparecen en posición orante. El centro del cuerpo superior está ocupado por una corona de ángeles que contiene a Cristo Crucificado. La cruz está sostenida a la izquierda por el Padre Eterno, con capa pluvial y tiara pontificia, y a la derecha por el Espíritu Santo, con túnica y corona imperial. Sobre la cruz, el pelícano, símbolo del amor divino. Dentro de este círculo aparecen otros cuatro que contienen escenas de la Pasión de Cristo: Oración en el Huerto, la Flagelación, el Camino del Calvario y la Piedad. Fuera del círculo central aparecen esculpidos san Pedro y san Pablo. En los círculos superiores los evangelistas san Juan y san Mateo y en los inferiores los evangelistas no apóstoles san Marcos y san Lucas. En los espacios triangulares aparecen los cuatro santos doctores de la Iglesia occidental: san Agustín, san Ambrosio, san Gregorio y san Jerónimo. El cuerpo superior está cerrado en tres de sus cuatro lados por doce estatuas de santos. Es un programa iconográfico denso, que obedece a una jerarquía en los mensajes doctrinales: la Crucifixión, medio elegido por Jesús de Nazaret para redimir al hombre, ocupa el centro del retablo; la Trinidad, con las figuras del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en el círculo central del retablo; el apostolado, la santidad y la Iglesia, con las figuras de los evangelistas, los cuatro santos doctores de la Iglesia occidental y los muchos santos que pueblan el retablo; y la fuerza de la oración, con los reyes Juan e Isabel en posición orante.

La Crucifixión es el epicentro del retablo mayor de la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos.


El retablo mayor de la capilla de Santa Ana (1486-1492) es una de las obras de Gil de Siloé en las que colaboró el pintor Diego de la Cruz.


En el retablo mayor de la capilla de Santa Ana o de la Concepción de la catedral de Santa María de Burgos (1486-1492) colaboró el pintor Diego de la Cruz. El programa iconográfico gira en torno al tema del árbol de Jessé. El retablo se organiza en banco, cuerpo principal con tres calles y un Calvario exento. En el centro del banco, bajo dosel corrido, se identifica la escena de la Resurrección; en cada extremo se sitúan dos evangelistas. En la parte inferior de la calle central aparece Jessé durmiendo, del pecho le sale el árbol que representa la genealogía de la Virgen María; de los brotes laterales nacen los reyes de Judá, que rodean la escena del abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta Dorada, de la que parten las ramas que culminan en la imagen sedente de la Virgen María con el Niño, escoltada por las alegorías del Antiguo y del Nuevo Testamento o de la Sinagoga y de la Iglesia. En las calles laterales se disponen doseles y pináculos que cobijan esculturas, sobre un fondo celeste y estrellado; se reconocen las figuras del obispo Acuña, la aparición de Cristo a san Eustaquio, el Nacimiento de la Virgen, la Presentación de la Virgen, los Desposorios de la Virgen y san José y san Joaquín con el ángel. Remata el retablo un Calvario exento. En las pilastras de las entrecalles, en la pulsera perimetral y en el ático se disponen figuras de santos.

El retablo de santa Ana o de las Once Mil Vírgenes de la capilla de los Condestables de la catedral de Santa María de Burgos (1498) se hizo por encargo de Mencía de Mendoza. Lo inició Gil de Siloé y lo terminó su hijo Diego. Tiene forma de ábside cubierto por un dosel. El banco está compuesto por nichos que acogen figuras femeninas de pequeño tamaño; las urnas con esculturas del cuerpo central están presididas por una santa Ana triple con la Virgen María y el Niño; los bordes de los vestidos de muchas imágenes están adornados con textos religiosos.

El sepulcro de Juan de Padilla (1500), paje de la reina Isabel la Católica fallecido en 1491 durante la reconquista de Granada, se ajusta a la tipología arcosolio y figura orante. Don Juan Padilla aparece ante un reclinatorio con libro abierto sobre él; a su alrededor siete estatuas de santos, hoy dispersas en museos y colecciones privadas. La primera localización del sepulcro fue la iglesia del Real monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval, ya desaparecido; hoy se encuentra en el Museo de Burgos.

El sepulcro de Juan de Padilla (1500) es una de las últimas obras de Gil de Siloé.


A Gil de Siloé se le atribuyen entre otras las obras siguientes: la fachada del colegio de San Gregorio de Valladolid, el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de Fuentepelayo, el retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Buena Mañana de la iglesia de San Gil Abad de Burgos, el sepulcro del obispo Alonso de Cartagena en la capilla de la Visitación de la catedral de Santa María de Burgos, la Virgen del Coro de la iglesia de la cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos y Santa María la Mayor del Museo de Burgos, todas de finales del siglo XV. Destacan las tres primeras.

La fachada del colegio de San Gregorio de Valladolid es un tapiz escultórico antepuesto al muro frontal del edificio. El dintel del tímpano está decorado con flor de lis y la dedicatoria y ofrenda del fraile dominico Alonso de Burgos en nombre del colegio a san Gregorio Magno en presencia de san Pablo y santo Domingo. En el tímpano destacan las figuras de hombres silvestres, que aluden a la imagen del hombre natural, frente a la de los caballeros armados, que encarnan la Virtud. La parte central superior está ocupada por un pilón hexagonal rebosante de agua, que representa la Fuente de la Vida; de él arranca el tronco de un árbol, que alude a la génesis de la vida; a su alrededor hay parejas de niños. Por último, el escudo de los Reyes Católicos, sostenido por leones y el águila de san Juan alude al patronazgo regio del Colegio de San Gregorio.

En el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de Fuentepelayo en la capilla de Santa Ana de la catedral de Santa María de Burgos la figura que representa al difunto se presenta yacente con un libro en las manos, acompañado por un paje; el frontal de la caja sepulcral está decorado con un relieve de la Epifanía; el sepulcro se cobija bajo un arcosolio carpanel e intradós angrelado, con fondo decorado por un relieve del Nacimiento y Adoración de los pastores.

En el retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Buena Mañana de la iglesia de San Gil Abad de Burgos, bajo doseles calados de estilo gótico se disponen figuras que se caracterizan por la minuciosidad flamenca y el plasticismo germánico; sobre un pequeño banco con los evangelistas; destaca la Virgen de la Buena Mañana con el Niño y la Asunción, rodeadas por las tallas de san Miguel, san Gabriel, san Pedro y san Pablo, y otras menores de apóstoles.

Entre las obras desaparecidas, pero documentadas destaca el retablo mayor de la capilla del colegio de San Gregorio de Valladolid (1498). Fue un encargo de fray Alonso de Burgos. Del diseño se encargo Gil de Siloé, de la realización su taller y de la policromía Diego de la Cruz. El primero en describirlo fue el viajero francés Lalaing en 1501. El tema del retablo era El llanto sobre Cristo muerto, formado por ocho figuras, sobre el Calvario, y un remate formado por cinco escudos de armas; además, se contaban veintiuna escenas de la vida de Cristo y la Virgen María y numerosas esculturas de pequeño tamaño. El retablo se perdió durante la invasión francesa de 1808 a 1814; sólo se conservan dos imágenes, el Crucifijo titular de la capilla del colegio en la iglesia de Ciguñela (Valladolid) y el relieve de la Ascensión en la iglesia de Santa María de Herrera de Duero (Valladolid).

En la fachada del colegio San Gregorio de Valladolid destaca el escudo de los Reyes Católicos sostenido por dos leones y el águila de san Juan.

  
Gil de Siloé ha pasado a la historia del arte como el escultor que supo aunar los estilos mudéjar y  gótico flamenco; así se convirtió en el creador del estilo gótico isabelino, señero del arte español.

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