sábado, 27 de mayo de 2017

Puerta de Alcalá, de Sabatini

Francesco Sabatini (Palermo, 1772-Madrid, 1797) se formó como arquitecto a la sombra de Vanvitelli. En Nápoles trabajó para el rey Carlos VII, futuro Carlos III de España, con quien vino a Madrid en 1760. Se encargó de las obras llevadas a cabo en Madrid entre 1760 y 1785. Su obra más sobresaliente y la que le ha dado más fama es la Puerta de Alcalá en Madrid (1778); otras obras a destacar en Madrid son la Real Casa de la Aduana (1769) y la Puerta de San Vicente (1775); fuera de Madrid el convento de San Pascual en Aranjuez (1770). Su estilo evolucionó desde el estilo barroco al neoclásico.

Fachada interior de la Puerta de Alcalá.

  
La Puerta de Alcalá se construyó por orden de Carlos III. Vino a sustituir a la puerta existente desde el siglo XVI y conmemora la llegada de Carlos III a Madrid en 1760 para hacerse cargo del trono de España.

En 1769 se presentaron varios proyectos para realizar la Puerta de Alcalá. Los de Ventura Rodríguez quedaron descartados. De los presentados por Sabatini hubo dos que agradaron a Carlos III; se decidió fundir ambos, razón por la cual las dos fachadas de la Puerta de Alcalá son distintas.

Las obras se iniciaron en 1770 y se concluyeron en 1778. Para su construcción se empleó sillería de piedra berroqueña para los elementos estructurales, piedra blanca para los decorativos y planchas de plomo para la cubierta de los frontones.

Se trata de una puerta monumental de estilo neoclásico.

La Puerta de Alcalá presenta tres cuerpos, el central y los laterales, de menos altura y anchura. El cuerpo central cuenta con un arco de medio punto, los laterales con dos de medio punto de la misma altura que el central y dos adintelados a menor altura. Las dovelas centrales de los arcos de medio punto presentan cabeza de león en la fachada interior y sátiros en la exterior.

Fachada exterior de la Puerta de Alcalá.
  

La fachada exterior mira al este; cuenta con diez columnas jónicas lisas, seis flanquean el arco central. La fachada interior mira al oeste; cuenta con seis pilastras y dos columnas jónicas, que flanquean el arco central. Columnas y pilastras descansan sobre un zócalo y sobre ellas una cornisa. Sobre el vano central un cuerpo rectangular coronado por un frontón recto en la fachada interior y curvo partido en la exterior presenta una inscripción en latín que dice: “REGE CAROLO III ANNO MDCCLXXVIII”, que se traduce por: “Rey Carlos III, año 1778”.

De la decoración de la Puerta de Alcalá se ocuparon los escultores Francisco Gutiérrez y Roberto Michel. Francisco Gutiérrez realizó la decoración de la fachada exterior; aparece el escudo de armas de Carlos III sostenido por la Fama y el Genio, también trofeos de guerra, armas antiguas y de la época, angelotes y guirnaldas en los recuadros sobre los arcos exteriores. Roberto Michel decoró la fachada interior; sobre los arcos laterales figuran las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza) y cornucopias en los recuadros sobre los arcos exteriores.

La Puerta de Alcalá se construyó por orden de Carlos III y se finalizó en 1778.
  

La Puerta de Alcalá ha sido restaurada en cinco ocasiones, en los años 1869, 1904, 1959, 1979 y 1992. Se han respetado los impactos de proyectiles de los enfrentamientos armados habidos en las proximidades, desde la Guerra de Independencia (1808-1814) hasta la Guerra Civil (1936-1939).

La trascendencia artística de la Puerta de Alcalá se pone de manifiesto por ser el primer arco de triunfo construido en Europa desde la caída de Roma y haber servido de precedente de la Puerta de Brandemburgo en Berlín (1789).

La Puerta de Alcalá fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1976.

sábado, 20 de mayo de 2017

La fábula de Aracne o Las hilanderas, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Francisco Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, de desnudos, históricos, mitológicos, de paisajes, religiosos y retratos. Entre los mitólogos hay que citar El triunfo de Baco o Los borrachos (1628), La fragua de Vulcano (1630) y La fábula de Aracne o Las hilanderas (hacia 1657). El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: La fábula de Aracne o Las hilanderas, (hacia 1657).
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Mitológica.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


Velázquez pintó La fábula de Aracne por encargo de Pedro de Arce, montero real de Felipe IV y persona influyente en la Corte. Ello explica que Velázquez, aun siendo Pintor del Rey,  atendiese un encargo privado.

Hasta el siglo XX se consideró La fábula de Aracne un cuadro de género en el que se mostraba una jornada de trabajo en la Fábrica de Tapices de Santa Isabel. Fueron Ortega y Gasset y Lafuente Ferrari los que llamaron la atención acerca del contenido mitológico del cuadro.

Velázquez se inspiró en la Metamorfosis, de Ovidio. En el Libro VI, I, se cuenta la historia de Aracne, una joven que retó a la diosa Atenea a competir en la realización de un tapiz. Atenea se disfrazó de anciana e intentó disuadir a la joven, que no hizo caso. Aracne realizó un tapiz en el que aparece el tema del rapto de Europa, en el que Zeus, padre de Atenea, se vale de engaños para seducir a diosas y mujeres, haciendo así evidente su infidelidad. Además, Aracne demuestra que es mejor tejedora que Atenea. Ésta, herida en su orgullo, convierte a Aracne en una araña y la condena a tejer durante toda su vida.

La composición en los dos planos espaciales es idéntica y simétrica, aunque el plano del fondo se ubica por encima del primero gracias a una escalera de dos peldaños. En ambos se cuentan cinco figuras que se distribuyen de la misma manera: una en el centro y dos a cada lado. En el primer plano se reconoce a Aracne a la derecha, es la mujer de falda azul y blusa blanca que devana una madeja, y a la izquierda Atenea, disfrazada de anciana, con un pañuelo blanco que le cubre la cabeza, pero que deja ver una pierna de mujer joven. Tres hilanderas las acompañan. En el segundo plano un tapiz cuelga de una pared; ante él aparecen Atenea y Aracne; la primera, vestida de armadura, castiga a Aracne a ser una araña y tejer durante toda su vida; y tres mujeres que se identifican con la infanta María Teresa y sus damas de compañía, una mirando al espectador con el fin de integrarle en la escena.

Velázquez al concebir esta composición hace que La fábula de Aracne sea un cuadro de raíz barroca. Es un recurso barroco colocar el mensaje central del cuadro en un segundo plano. Además, le sirve para reivindicar la pintura como un arte liberal y no como una artesanía.

La gama de colores es muy reducida con predominio de azules, blancos, ocres y rojos.

La pincelada es muy suelta y diluida, tanto que muchas figuras son el resultado de manchas de color. Éste predomina sobre el dibujo.

La perspectiva aérea permite materializar la atmósfera que envuelve las figuras, a la vez que difumina sus contornos.

Se distinguen tres planos de luz: en el primero, la luz entra de derecha a izquierda, recibiendo más luz Aracne que Atenea; en el segundo, la sombra se impone a la luz, lo que permite resaltar por contraste la estancia del fondo; y en el tercero, la luz entra de izquierda a derecha en diagonal de arriba a abajo. Todo ello refuerza los efectos de distancia y corporeidad de las figuras.

El dinamismo o movimiento se pone de manifiesto por la disposición de las figuras, que ocupan todo el espacio, y se refuerza por el ritmo vivo con que Aracne devana una madeja de lana y por Atenea, que hace girar una rueca a gran velocidad. Sin embargo, Velázquez consigue parar en seco ese movimiento, demostrando su virtuosismo técnico.

Velázquez quiere rendir homenaje a Rubens y Miguel Ángel. Al primero introduciendo el tema del rapto de Europa en el tapiz del fondo y al segundo al adoptar las figuras de la derecha la postura de los ignudi de la Capilla Sixtina.

La complejidad de la composición y la temática hace de La fábula de Aracne, de Velázquez, uno de los cuadros más representativos del Barroco y el tratamiento del color y la luz, el modo de aplicar los colores y el uso de la perspectiva aérea la convierten en un precedente del impresionismo de finales del siglo XIX.

sábado, 6 de mayo de 2017

Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge

La Junta Particular de Comercio, atendiendo las solicitudes de artistas e intelectuales locales, creó la Escuela Gratuita de Diseño de Barcelona en 1775. Fue la base de la futura Academia de Bellas Artes de Barcelona creada en 1850. En 1900 se desvincularon la Escuela y la Academia, que en 1928 pasó a llamarse Real Academia de Bellas Artes de San Jorge y en 1930 Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge.

El museo de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge es heredero del museo de la Escuela de la Lonja de Barcelona. Se enriqueció con fondos procedentes de iglesias y conventos desamortizados, adquisiciones y donaciones de particulares y académicos.

Los fondos de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge están distribuidos por varios museos e instituciones como el museo de la Real Academia, el Museo Nacional de Arte de Cataluña y el Círculo del Liceo de Barcelona entre otros.

Pelegrí Clavé formó parte del movimiento de los pintores nazarenos. Es autor de El buen samaritano (1838), uno de los cuadros más valorados de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge.

  
Las obras de arte están divididas en las secciones siguientes:
  • Pintura. Los cuadros están datados entre los siglos XV y XXI. Destaca la serie Vida de san Francisco de Asís del pintor barroco Antoni Viladomat. También hay cuadros de Francisco Pacheco, Juan Ribalta, Mariano Salvador Maella, Federico de Madrazo y Pelegrí Clavé entre otros.
  • Escultura y artes decorativas. Las piezas son de los siglos XVIII y XX. De entre las esculturas destacan las de Damià Campeny. Entre las medallas las de Antoni Parera Saurina y Ramón Ferrán.
  • Dibujos, planos y estampas. Se conservan más de 7.500 de entre los siglos XVIII y XXI. Destacan los dibujos de Lluis Rigalt, Ramón Martí Alsina, Montserrat Gudiol y Enric Llimona; los planos de arquitectura de Josep Casademunt, los hermanos Bladó y Elias Rogent; y las estampas de Pasqual Pere Moles, Mariano Fortuny y Joan Barbarà.

Busto masculino (1860) es una estampa de Mariano Fortuny.