sábado, 20 de mayo de 2017

La fábula de Aracne o Las hilanderas, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Francisco Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, de desnudos, históricos, mitológicos, de paisajes, religiosos y retratos. Entre los mitólogos hay que citar El triunfo de Baco o Los borrachos (1628), La fragua de Vulcano (1630) y La fábula de Aracne o Las hilanderas (hacia 1657). El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: La fábula de Aracne o Las hilanderas, (hacia 1657).
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Mitológica.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


Velázquez pintó La fábula de Aracne por encargo de Pedro de Arce, montero real de Felipe IV y persona influyente en la Corte. Ello explica que Velázquez, aun siendo Pintor del Rey,  atendiese un encargo privado.

Hasta el siglo XX se consideró La fábula de Aracne un cuadro de género en el que se mostraba una jornada de trabajo en la Fábrica de Tapices de Santa Isabel. Fueron Ortega y Gasset y Lafuente Ferrari los que llamaron la atención acerca del contenido mitológico del cuadro.

Velázquez se inspiró en la Metamorfosis, de Ovidio. En el Libro VI, I, se cuenta la historia de Aracne, una joven que retó a la diosa Atenea a competir en la realización de un tapiz. Atenea se disfrazó de anciana e intentó disuadir a la joven, que no hizo caso. Aracne realizó un tapiz en el que aparece el tema del rapto de Europa, en el que Zeus, padre de Atenea, se vale de engaños para seducir a diosas y mujeres, haciendo así evidente su infidelidad. Además, Aracne demuestra que es mejor tejedora que Atenea. Ésta, herida en su orgullo, convierte a Aracne en una araña y la condena a tejer durante toda su vida.

La composición en los dos planos espaciales es idéntica y simétrica, aunque el plano del fondo se ubica por encima del primero gracias a una escalera de dos peldaños. En ambos se cuentan cinco figuras que se distribuyen de la misma manera: una en el centro y dos a cada lado. En el primer plano se reconoce a Aracne a la derecha, es la mujer de falda azul y blusa blanca que devana una madeja, y a la izquierda Atenea, disfrazada de anciana, con un pañuelo blanco que le cubre la cabeza, pero que deja ver una pierna de mujer joven. Tres hilanderas las acompañan. En el segundo plano un tapiz cuelga de una pared; ante él aparecen Atenea y Aracne; la primera, vestida de armadura, castiga a Aracne a ser una araña y tejer durante toda su vida; y tres mujeres que se identifican con la infanta María Teresa y sus damas de compañía, una mirando al espectador con el fin de integrarle en la escena.

Velázquez al concebir esta composición hace que La fábula de Aracne sea un cuadro de raíz barroca. Es un recurso barroco colocar el mensaje central del cuadro en un segundo plano. Además, le sirve para reivindicar la pintura como un arte liberal y no como una artesanía.

La gama de colores es muy reducida con predominio de azules, blancos, ocres y rojos.

La pincelada es muy suelta y diluida, tanto que muchas figuras son el resultado de manchas de color. Éste predomina sobre el dibujo.

La perspectiva aérea permite materializar la atmósfera que envuelve las figuras, a la vez que difumina sus contornos.

Se distinguen tres planos de luz: en el primero, la luz entra de derecha a izquierda, recibiendo más luz Aracne que Atenea; en el segundo, la sombra se impone a la luz, lo que permite resaltar por contraste la estancia del fondo; y en el tercero, la luz entra de izquierda a derecha en diagonal de arriba a abajo. Todo ello refuerza los efectos de distancia y corporeidad de las figuras.

El dinamismo o movimiento se pone de manifiesto por la disposición de las figuras, que ocupan todo el espacio, y se refuerza por el ritmo vivo con que Aracne devana una madeja de lana y por Atenea, que hace girar una rueca a gran velocidad. Sin embargo, Velázquez consigue parar en seco ese movimiento, demostrando su virtuosismo técnico.

Velázquez quiere rendir homenaje a Rubens y Miguel Ángel. Al primero introduciendo el tema del rapto de Europa en el tapiz del fondo y al segundo al adoptar las figuras de la derecha la postura de los ignudi de la Capilla Sixtina.

La complejidad de la composición y la temática hace de La fábula de Aracne, de Velázquez, uno de los cuadros más representativos del Barroco y el tratamiento del color y la luz, el modo de aplicar los colores y el uso de la perspectiva aérea la convierten en un precedente del impresionismo de finales del siglo XIX.

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