sábado, 1 de abril de 2017

Pedro de Mena

Pedro de Mena (Granada, 1628-Málaga, 1688) se formó como escultor en el taller de su padre Alonso de Mena. En 1646 se hizo cargo del taller tras la muerte de su padre. Tenía dieciocho años y siguió formándose con Bernardo de Mora. En 1652 compartió taller con Alonso Cano, que en aquel año se instaló en Granada. Desarrolló su carrera profesional entre Granada, Málaga, Toledo y Madrid. Tuvo talleres abiertos en Granada y Málaga, y en Toledo fue maestro mayor de escultura de la catedral de Santa María. Debe su reconocimiento a obras geniales como la sillería del coro de la Santa iglesia catedral basílica de la Encarnación de Málaga (1658), San Francisco de Asís (1663) y Magdalena penitente (1664). Pedro de Mena es uno de los representantes de la escuela andaluza de escultura barroca.

Magdalena penitente (1664) es la obra maestra de Pedro de Mena.


Las características de la producción escultórica de Pedro de Mena son las siguientes:
  • Toda la producción es de temática religiosa, excepto las imágenes de los Reyes Católicos de la catedral metropolitana de la Encarnación de Granada y de la Santa iglesia catedral basílica de la Encarnación de Málaga, ambas de 1676.
  • Expresividad de las imágenes orientada a despertar en el espectador los valores religiosos establecidos por el Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma, tales como arrepentimiento, ascetismo, fe y misticismo.
  • Estableció una tipología devocional novedosa que permitiese identificarse con sentimientos religiosos, caso del Ecce Homo con el Dios que sufre, la Dolorosa con la Virgen María que sufre por haber perdido al Hijo Dios y la Magdalena penitente con el arrepentimiento.
  • Las imágenes son por lo común de pequeño tamaño y se presentan de manera aislada.
  • El aspecto del rostro de las imágenes, en particular de las femeninas, se ajusta al canon establecido por Alonso Cano: cara ovalada, nariz fina, boca pequeña, cabello largo peinado con raya en medio y piel pálida.
  • Tratamiento realista de las imágenes, en especial de las encarnaduras.
  • Hasta 1658 se encargó de la policromía; desde entonces el policromado lo delegó en maestros especialistas que trabajaban bajo su supervisión.
  • Los colores utilizados se presentan en tonos intensos con el fin de acentuar el contraste entre los mismos; los más utilizados fueron azul, encarnado, ocre, pardo, rojo y verde.
  • Ropas de pliegues finos.
  • Después de conocer de primera mano la imaginería castellana tras su estancia en Madrid y Toledo en los años 1662 y 1663, simplificó las formas y volúmenes e intensificó el contenido espiritual.
Pedro de Mena y Alonso Cano colaboraron en la realización de San Diego de Alcalá (1657). Es una de sus esculturas de la etapa granadina.


La carrera profesional de Pedro de Mena pasó por las etapas siguientes:
  • Granadina, de 1646 a 1658.
  • Malacitana, de 1658 a 1662.
  • Madrileña, de 1662 a 1663.
  • Andaluza, de 1663 a 1688.

       Durante la etapa granadina (1646-1658) en unas esculturas se aprecia la influencia de su padre Alonso de Mena, las hechas entre 1646 y 1652, y en otras la de Alonso Cano, aquellas que hizo entre 1652 y 1658.

      De los primeros años destacan San Francisco Solano, de tamaño natural y con los atributos del santo: en una mano una concha para bautizar y en la otra un crucifijo; y San Pedro y San Pablo, de tamaño mediano, en las que destaca la policromía estofada y las vestiduras de pliegues finos.

      Alonso Cano se incorporó al taller de Pedro de Mena en 1652. Desde entonces y debido a su estrecha colaboración es difícil precisar la autoría exacta de cada obra. Destacan las esculturas de San Diego de Alcalá, en el instante siguiente en el que llevó a cabo el milagro de convertir el pan en rosas; y San Pedro de Alcántara durante la redacción de un libro apoyándose en la pierna izquierda. Otras imágenes de estos años son San José, San Antonio con el Niño y San Elías.

Pedro de Mena realizó cuarenta paneles para la sillería del coro de la Santa iglesia catedral basílica de la Encarnación de Málaga (1658).
  

      Durante la etapa malacitana (1658-1662) Pedro de Mena se ocupó de la terminación de la sillería del coro de la Santa iglesia catedral basílica de la Encarnación de Málaga, iniciada por Luis Ortiz de Vargas en 1630. Fue un encargo del obispo Diego Martínez Zarzosa. Llevó a cabo cuarenta paneles con imágenes de santos. Las imágenes son en altorrelieve; unas se caracterizan por su serenidad clásica, caso de San Lucas; otras por el realismo y los detalles naturalistas, caso de San Ignacio de Loyola, San Agustín, San Ciriaco y Santa Paula, los dos últimos patrones de Málaga; otras por el estudio anatómico, caso de San Sebastián y San Jerónimo; y todas por su emotividad religiosa. La realización excelente de la sillería de coro de la Santa iglesia catedral basílica de la Encarnación de Málaga le proporcionó a Pedro de Mena la fama y el prestigio que le llevó a Madrid.

      La etapa madrileña (1662-1663) se desarrolló a caballo entre Madrid y Toledo. Alonso Cano aconsejó a Pedro de Mena, tras su éxito en Málaga, que viajase a Madrid para darse a conocer en la corte. Su llegada a Madrid le sirvió para trabajar en Toledo. Para la catedral de Santa María de Toledo llevó a cabo la imagen San Francisco de Asís (1663) según descripción del papa Nicolás V cuando contempló la momia del santo en 1449: en pie, mirando al cielo, cubierto con capucha, con las manos ocultas en las mangas y descalzo con una llaga en un pie. La imagen fue del agrado del cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval que le nombró maestro mayor de escultura de la catedral de Santa María de Toledo.

San Francisco de Asís (1663) le valió a Pedro de Mena para ser nombrado maestro mayor de escultura de la catedral de Santa María de Toledo

   
      La obra maestra de Pedro de Mena es Magdalena penitente (1664), obra que encargó en 1663 la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Madrid. Se ajusta a los valores del Concilio de Trento (1545-1563) y de la Contrarreforma. Se presenta a María Magdalena como una prostituta joven, arrepentida de sus pecados y penitente. Es una escultura de tamaño natural; de perfil hebreo, cabello sobre los hombros, largo hasta la cintura; el vestido es un sayal de hoja de palma entrecruzado, anudado a la cintura con una cuerda, largo hasta los tobillos; y pies descalzos, el izquierdo adelantado para manifestar la acción de andar. El dolor de María Magdalena por una vida de pecado se consigue a través de la frente arrugada, la boca entreabierta, los labios resecos, los ojos enrojecidos de tanto llorar, la mirada triste y la mano derecha en el pecho; su fe en la expiación de los pecados en la mirada fija en el crucifijo que sostiene en la mano izquierda; y la práctica de la penitencia en mostrarse descalza. La sobriedad de la imagen se refuerza con el uso de los colores ocre, pardo y marrón rojizo. Pedro de Mena a través de Magdalena penitente fijó un modelo devocional nuevo, el del arrepentimiento, que desde entonces fue imitado.

El Ecce Homo del monasterio de Nuestra Señora de la Visitación o de las Descalzas Reales de Madrid (1673) se distingue por su expresividad y calidades.
  

      La etapa andaluza (1663-1688) se desarrolló entre las ciudades de Granada y Málaga, donde tuvo abiertos sendos talleres.

      Durante estos años fijó dos tipos devocionales, el Ecce Homo y la Dolorosa. El Ecce Homo es la representación de Jesús de Nazaret después de ser azotado; lo representó de busto o medio cuerpo, con corona de espinas, manto y soga al cuello. La Dolorosa es la representación de la Virgen María, caracterizada por una expresión afligida por la pérdida de su hijo, con ojos entornados, boca entreabierta y lágrimas corriendo por las mejillas. Fue idea de Pedro de Mena emparejar los bustos de un Ecce Homo y de una Dolorosa, como los de la iglesia de San Luis de los Franceses de Sevilla y los de la iglesia de San Pedro de Lima.

La Mater Dolorosa de la iglesia de Santa María de la Victoria de Málaga (1675) se caracteriza por su expresividad intensa, con la que quiere conmover al espectador.
  

      Obra escultura señera de esta etapa es San Juan Bautista Niño (1674). Aparece desnudo, con la pierna derecha adelantada y portando báculo en cruz en la mano izquierda. Con esta escultura Pedro de Mena se acerca a los santos en su edad infantil.

San Juan Bautista Niño (1674)
  

Los únicos conjuntos de temática no religiosa que hizo Pedro de Mena fueron las efigies de los Reyes Católicos de la catedral metropolitana de la Encarnación de Granada y de la Santa iglesia catedral basílica de la Encarnación de Málaga, ambas de 1676. Las de Granada se encuentran en la capilla mayor ante el tabernáculo central, a ocho metros del suelo, arrodilladas sobre un cojín y con las manos unidas por las yemas de los dedos; para el rostro de Isabel la Católica tomó como modelo el de su Virgen de Belén y para Fernando el Católico el del cenotafio de Domenico Fancelli de la misma catedral; Isabel luce brial y manto, con adornos vegetales, la policromía en tonos rojos y dorados; Fernando viste un manto rojo adornado con emblemas de los monarcas; de la policromía se encargó Luis de Zayas. Las de Málaga se ubican en la capilla de la Virgen de los Reyes; las cabezas de Isabel y Fernando están inclinadas hacia arriba para rezar mirando a la imagen de la Virgen con el Niño.

Pedro de Mena esculpió Fernando el Católico (1676) para la Santa iglesia basílica catedral de la Encarnación de Málaga.
  

Pedro de Mena padeció peste en 1679. Desde entonces se limitó a dibujar y hacer los bocetos que luego serían esculturas salidas de su taller de la mano de su discípulo Miguel Félix de Zayas.

La importancia de Pedro de Mena en la escultura española se debe, al menos, a tres motivos: estableció buena parte de la tipología devocional del catolicismo, es uno de los representantes más destacados de la escuela andaluza de escultura barroca (los otros fueron Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, José de Mora y Juan de Mesa) e hizo de Granada uno de los centros artísticos más importantes de España.

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