El grupo escultórico Descendimiento de San Juan de las Abadesas se realizó hacia 1250, pero se desconoce el autor. Se encuentra en la iglesia de San Juan de las Abadesas, único edificio que queda del complejo monacal benedictino homónimo, que se levantó a finales del siglo IX bajo el patrocinio del conde Wilfredo I el Velloso.
Descendimiento de San Juan de las
Abadesas se trata de un conjunto escultórico de bulto redondo en el que
aparecen Jesús de Nazaret, José de Arimatea, Nicodemo, la Virgen María, san
Juan y los dos ladrones. Jesús de Nazaret ocupa el centro de la composición;
está siendo descendido de la cruz, con los brazos extendidos, el izquierdo aún
clavado a la cruz y el derecho buscando a la Virgen María; la cabeza está
inclinada hacia la derecha, con ojos y boca cerrados y cabello y barba
simétricos; las costillas se ofrecen bien marcadas y el vientre hinchado; los
pies aparecen clavados al madero con un solo clavo; el paño de pureza le llega
a las rodillas y muestra pliegues bien definidos. José de Arimatea y Nicodemo
están concentrados en descolgar a Cristo de la cruz. La Virgen María aparece
con los brazos levantados en actitud dolorosa. San Juan se muestra compungido,
apoyando la cabeza en la mano derecha, sosteniendo el Evangelio con el brazo
izquierdo. Los dos ladrones cierran la composición con la mirada perdida en la
distancia.
Se aprecian restos de policromía de unos pocos colores puros, llenos de simbolismo; la túnica roja de san Juan simboliza la Pasión que vivió Jesús de Nazaret, el verde de la Virgen María la esperanza y el dorado del Señor el triunfo de la Gloria sobre la muerte, el milagro de la resurrección.
El conjunto escultórico se encuentra situado detrás del altar mayor y cumplía dos funciones: decorar la parte preeminente de la iglesia y adoctrinar a los feligreses, casi todos analfabetos.
Descendimiento de San Juan de las Abadesas ofrece características que le acercan al gótico como ser un conjunto escultórico exento, independiente del marco arquitectónico, un estudio anatómico más depurado, cierto movimiento y que los pies de Jesús de Nazaret aparezcan clavados al madero con un solo clavo; sin embargo, otras características son propias el románico como la inexpresividad de los personajes y la falta de comunicación entre los mismos. Esto le convierte en una pieza representativa del románico tardío o de transición al gótico.
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