viernes, 22 de junio de 2018

Miró

Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983) fue pintor, escultor y ceramista. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja, siendo sus profesores Modesto Urgell y José Pascó, en la Academia Galí y en el Círculo Artístico de Sant Lluc, todas en Barcelona. Su primera exposición individual fue en la Galería Dalmau de Barcelona en 1918. Viajó por primera vez a París en 1920, donde expuso en 1921, cosechando un rotundo fracaso. En París conoció a Pablo Gargallo, André Masson, Max Jacob, André Bretón, Max Ernts y Pablo Picasso, y se integró en el movimiento surrealista durante los años veinte. Desde los años treinta vivió a caballo entre Francia y España, y desarrolló un estilo personal e inconfundible, que le convirtió en uno de los pintores más influyentes del siglo XX.

La trayectoria pictórica de Miró pasó por tres etapas:
  • Cubista, expresionista y fauvista, de 1918 a 1922.
  • Surrealista, de 1922 a 1928.
  • Mironiana, desde 1928.

Retrato de Vincenç Nubiola (1917) fue uno de los primeros retratos de Miró. Se aprecian influencias cubistas, expresionistas y fauvistas.


Miró fracasó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja de Barcelona. Sus profesores Modesto Urgell y José Pascó estaban dominados por el academicismo y no dudaron en suspender a Miró. Víctima de una depresión nerviosa se refugió en Mont-roig, donde reafirmó su vocación y estilo personal. De regreso a Barcelona se inscribió en la Academia Galí, donde demostró una destreza deficiente en el dibujo, que intentaron corregir obligándole a dibujar objetos que tocaba, pero no veía.

José Dalmau confió en Miró y le dio la  posibilidad de exponer en sus galerías en 1919. Sus primeras obras fueron paisajes y retratos en los que se distinguen influencias cubistas, expresionistas y fauvistas. Entre las más llamativas hay que citar Siurana, el pueblo (1917), Siurana, la iglesia (1917), Retrato de Vincenç  Nubiola (1917), Retrato de Juanita Obrador (1918) y Casa con palmera (1918). Las críticas fueron hirientes, rozando la burla y el escarnio, razón por la cual Miró no volvió a exponer en Barcelona hasta cincuenta años después.

De nuevo se retiró a Mont-roig. Desarrolló un universo de elementos que mantuvo durante toda su carrera artística: animales de campo, aperos de labranza, astros, estrellas, pájaros, vegetales, masías, etc. Todos son elementos que Miró considera dan fuerza y sentido al hombre. Durante estos meses pinta Iglesia de Mont-roig y Caserío, ambos de 1919.

Miró viajó por primera vez a París en 1920. Gracias a Dalmau expuso en la capital francesa; el fracaso fue absoluto, no vendió ni un solo cuadro y nadie habló de él; sólo Pablo Picasso y el crítico Maurice Reynal apostaron por el triunfo final de Miró.

Autorretrato (1919) lo compró Picasso, el único colega de Miró que apostó por él.


De regreso a España Miró se instaló en Mont-roig. Inició su etapa surrealista con algunos de sus cuadros más célebres: La masía (1922), Tierra labrada (1924), Carnaval de Arlequín (1925), la serie Cabeza de campesino catalán (1925) e Interior holandés (1928).

La masía (1922) es la primera obra maestra de la etapa surrealista de Miró.


La masía recoge el microcosmos vital de la infancia y juventud de Miró en el campo, de un mundo que consideraba auténtico y paradisíaco frente al mundo urbano, que estimaba antipático y hostil. Un eucalipto ocupa el centro de la escena; a la izquierda, la masía, una mujer trabajando, un carro en un cobertizo, aperos de campo diseminados por la finca, un perro, un mulo dentro de la masía y otro haciendo girar una noria; a la derecha, el corral, sin verja frontal, permite ver el interior lleno de animales; el fondo está ocupado por el bosque; y la parte superior derecha del cielo por el Sol. La masía es una descripción al detalle en imágenes de la granja de los abuelos de Joan Miró en Mont-roig. Miró individualizó cada “personaje” que aparece en el lienzo, desde el Sol a la mujer, pasando por la masía, el corral o el periódico; todos los elementos que integran el cuadro tienen personalidad propia, y todos juntos muestran la del pintor, alegre y fantástica. Los colores utilizados son pocos, azul para el cielo, amarillos, negro, rojos y verdes para el resto, pero aplicados para dar luz al lienzo y de una manera uniforme que revela la nostalgia de Miró hacia un mundo en el que fue feliz. En La masía se reconocen características de diversas tendencias artísticas: del noucentisme, el amor por el paisaje; del cubismo, la simultaneidad de puntos de vista, la geometrización de las formas y el uso de tipografía; y, anticipándose al surrealismo figurativo, un lenguaje iconográfico personal.

En Tierra labrada aparecen muchos de los elementos característicos del universo figurativo de Miró; muchos están desfigurados, pero son reconocibles; tampoco se rompe con la estructura espacial tradicional, pero se establece una nueva relación entre los objetos dentro de un espacio dado.

Los elementos que aparecen en Tierra labrada (1924) son reconocibles, pero están desfigurados, y aparecen otros de carácter onírico.


En Carnaval de Arlequín (1925) aparece la constelada, una composición de elementos que distingue a Miró del resto de pintores.


En Carnaval de Arlequín aún se reconoce la caja espacial renacentista, pero aparece una nueva composición, la constelada, un mundo de estrellas, en el que elementos reconocibles se mezclan con otros fantásticos en una composición abigarrada: animales, instrumentos musicales, estrellas, cometas, ojos y la escalera de la evasión, cuyo significado tiene relación con el deseo de trascendencia; no hay elementos secundarios; la deformación de los objetos tiene un carácter miniaturista, sin escalas ni proporciones; predominan los colores primarios.

Cabeza de campesino catalán es una serie de cuatro pinturas al óleo y lápiz. Repite símbolos que se van simplificando en cada una las pinturas hasta distinguirse sólo la barretina, los ojos y la barba sobre un fondo neutro azul o amarillo.

En Cabeza de campesino catalán (1925) Miró reivindica la figura del payés.


Interior holandés es una reinterpretación de El tocador de laúd (1661) de Hendrich Martensz Sorgh. En un espacio tridimensional aparece la figura de un guitarrista reducido a una pequeña cabeza rodeada por un halo blanco y a las manos con las que toca una guitarra tan grande como él; el personaje se ve rodeado por una multitud de seres y objetos que parecen bailar al son de la música; una ventana a la izquierda deja ver un paisaje tan alucinante como el del interior de la habitación. Los colores son planos y las líneas que los separan, blancas o negras, están bien definidas.

Interior holandés (1928) cierra la etapa surrealista de Miró.


Miró se aleja de los surrealistas en 1928 por el acercamiento de muchos de ellos al Partido Comunista Francés. Sufre una crisis que le llevó a afirmar que era necesario “asesinar a la pintura”. Empezó a experimentar con nuevas técnicas; en sus telas aparecen elementos insólitos como alambres, corcho, plumas, etc. Abandonará el óleo por el collage y se inició en la litografía, la pintura sobre madera y en la escultura. Sus investigaciones a partir del  collage desembocan en óleos de gran formato, que incluyen recortes de anuncios y en los que aparecen formas nuevas inspiradas en las pinturas neolíticas levantinas. De 1934 a 1937 las telas de Miró se hacen agresivas, los ambientes se enrarecen y el color se vuelve intenso, alcanzando gran dramatismo y brutalidad. De estos años son Caracol, mujer, flor y estrella y Golondrina, de 1934.

Al estallar la Guerra Civil española de 1936 Miró dota a su pintura de una carga expresionista salvaje y despiadada; el hombre aparece como enemigo de sí mismo; emplea materiales tan inusuales como la arena o el alquitrán. De estos años su mejor obra es Bodegón con zapato viejo (1937), que le sirvió para expresar la angustia de la guerra; los elementos que forman la naturaleza muerta son una mesa, una botella, un mendrugo de pan, un tenedor clavado en una manzana y un zapato; dota a los objetos de una presencia amenazadora, que se refuerza mediante el color y la luz.

En Bodegón con zapato viejo (1937) Miró expresó la angustia que le provocó la Guerra Civil española de 1936.


Entre 1939 y 1941 Miró vivió en Francia y España y pintó Constelaciones, veintitrés pinturas de pequeño formato (38 x 46 cm.) sobre papel de textura rugosa por estar impregnado de gasolina. Utiliza un color de fondo sobre el cual aplica los colores primarios y complementarios. Aparecen los elementos figurativos mironianos clásicos, las aves, las estrellas, las mujeres, la noche, la escalera de evasión, etc. Constelaciones quiere representar el orden cósmico en el que las estrellas son el cielo, la mujer simboliza la tierra y los pájaros la conexión entre ambos.

La escalera de escape (1940) es una de las pinturas que componen la serie Constelaciones.


En 1944 realiza la serie Barcelona, cincuenta litografías en blanco y negro. Aparecen personajes sumidos en la tristeza fuera de cualquier escenario concreto.

Miró viajó a Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Su influencia es tal que dio origen a la Escuela de Nueva York; uno de sus miembros más destacados fue Jackson Pollock. Desarrolló las pinturas lentas, muy detallistas corrigiendo cada pincelada y en las que combina el blanco, el negro y los colores primarios en una tonalidad brillante, y las pinturas espontáneas en las que da rienda suelta a la imaginación y utiliza gran diversidad de materiales e inventa nuevas fórmulas como el tachismo.

Miró se instala en Palma de Mallorca en 1956. Se ocupa en nuevas series de litografías y aguafuertes. El lenguaje pictórico mironiano es en extremo sintético, muchas veces se reduce a una sola línea desarrollada sobre un color; utiliza el negro como fondo y sobre él los colores primarios; utiliza goteos y salpicaduras. De esta época son Campesino al claro de luna (1968) y Mujer, pájaro y estrella (1970).

Mujer, pájaro y estrella (1970) es una de las pinturas más conocidas de Miró.


La esperanza del navegante es una serie de ocho pinturas realizadas entre 1968 y 1973. Se caracterizan por grafismos negros sobre fondos coloridos o al contrario; el negro pierde todo dramatismo; en las últimas pinturas las líneas aumentan de grosor, los fondos negros están compensados por masas de color que ganan protagonismo.

La esperanza del condenado a muerte (1974) es un tríptico que utilizó Miró para denunciar la pena de muerte, que considera una sentencia injusta para cualquier preso. En las tres hojas se muestra una mancha que va cambiando de color en consonancia con las transformaciones de una línea negra en un espacio lleno de salpicaduras y goteos de pintura; la línea describe una forma que no llega a completarse, que queda interrumpida como la vida de un condenado a muerte.

La esperanza del condenado a muerte (1974) se convirtió en un símbolo contra la pena de muerte.


Miró fue ceramista. Colaboró con Josep Llorens Artigas. Sus trabajos son grandes murales, el primero de ellos fue El Sol y la Luna (1958) para la UNESCO en París. Después vinieron otros murales como el de la Fundación Maeght en Saint-Paul-de-Vence (1964), el del Wilhelm Hack Museum de Ludwigshafen (1971) o el del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid (1980).

El Sol y la Luna (1958) fue el primer mural de cerámica de Miró.


Miró fue escultor. Trabajó el bronce y el hormigón recubierto de cerámica de colores. Por lo general son esculturas de gran formato caso de Miss Chicago (1981), en Chicago, de 12 m. de altura, y Mujer y pájaro (1983), en Barcelona, de 22 m. de altura, que representa a una mujer con un sombrero y sobre este un pájaro; la silueta de la mujer tiene forma de hoja alargada y ahuecada; la cerámica que la recubre es trencadís de colores primarios.

Mujer y pájaro (1983) es una de las esculturas más conocidas de Miró.


Joan Miró recibió el Gran Premio de Grabado de la Bienal de Venecia (1954), la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (1959), el Gran Premio de la Fundación Guggenheim (1959), el Premio Carnegie de pintura (1966), la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña (1978) y la Medalla de las Bellas Artes (1980); además, fue nombrado doctor honoris causa por las universidades de Harvard (1968), Barcelona (1979) y Murcia (1983).

Joan Miró es uno de los pintores  más sobresalientes del siglo XX por haber destacado en el cubismo, el expresionismo, el fauvismo y el surrealismo y por haber creado un lenguaje personal e inconfundible. Además, también destacó como ceramista y escultor.

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