Ricardo Bellver (Madrid,
1845-1924) es uno de los escultores más destacados de finales del siglo XIX
representante del historicismo y del realismo. Trabajó la escultura exenta, El Gran Capitán (1875), y el relieve, La muerte de Santa Ágata (1888), y
cultivó todos los géneros, desde el religioso, Asunción de la Virgen (1883), al conmemorativo, Juan Sebastián de Elcano (1881). Su obra más sobresaliente es El
ángel caído (1878).
Ricardo Bellver fue pensionado en 1874
para estudiar en la Academia Española de Bellas Artes de Roma.
En 1877 realizó en yeso El ángel caído, que le sirvió para ganar
la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de
Madrid.
El tema de la escultura es la
condenación al infierno de un ángel por desobedecer y rebelarse contra Dios.
Según el catálogo de la exposición Ricardo Bellver se inspiró en El paraíso perdido, canto I, de John
Milton que dice: “Por su orgullo cae arrojado con toda su hueste de ángeles
para no volver a él jamás. Agita en derredor sus miradas, y blasfemo las fija
en el empíreo, reflejándose en ellas el dolor más hondo, la consternación más
grande, la soberbia más funesta y el odio más obstinado”.
Según la historiadora del arte María
Gómez Moreno la idea de Ricardo Bellver de representar al demonio como un bello
atleta adolescente hay que relacionarlo con el Lucífero que Constantino Corti presentó en la Exposición de París
de 1867 y no con el Retablo de la iglesia
de San Miguel de Jerez de la Frontera, obra de Martínez Montañés.
Ricardo Bellver:
El ángel caído, 1878.
Estilo:
Realismo.
Técnica: Bronce
fundido.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 265
cm.
Parque del
Retiro, Madrid, España.
El ángel aparece desnudo, contorsionado
hacia atrás, sentado sobre el tronco de un árbol, llevándose el brazo izquierdo
a la cabeza para protegerse del rayo que le derribó y la boca abierta
expresando un grito. Una serpiente en actitud agresiva se retuerce entre los
brazos y las piernas. Las alas están desplegadas.
La línea compositiva diagonal y abierta,
el cuerpo en tensión y el gesto de desesperación del ángel, dotan a la
escultura de un dinamismo y de una expresividad barroca de inspiración
berniniana.
La influencia helenística se comprueba
en el uso de la serpiente que recuerda el Laocoonte
y sus hijos.
En 1878 El ángel caído fue fundido en bronce para poder ser exhibido en la
Exposición Universal de París. A su regreso a España pasó a formar parte de la
colección de esculturas del Museo Nacional del Prado. Sin embargo, en octubre
de 1879 se aprobó que la escultura fuese expuesta al aire libre. Fue cedido al
Ayuntamiento de Madrid, que lo ubicó en el Parque del Retiro.
En 1880 el arquitecto Francisco Jarreño
diseñó el pedestal sobre el que se apoya El
ángel caído. Es de plata, octogonal y forma de pirámide truncada, la base
es de granito y en cada uno de sus lados aparece una carátula en bronce; en
ellas se representan a diablos que agarran con sus manos a lagartos, sierpes y
delfines; cada una tiene tres surtidores de agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario