sábado, 15 de noviembre de 2025

Niños jugando a los dados, de Murillo

Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682) es uno de los pintores más sobresalientes de la pintura barroca española. Se formó en el taller de Juan del Castillo. No se sabe que viajase al extranjero, pero fue un gran conocedor de las pinturas flamenca y veneciana. Sus primeras obras son tenebristas, pero evolucionó hacia una pintura suave de gusto burgués y aristocrático. Alcanzó celebridad gracias a las pinturas religiosas, caso de La Sagrada Familia del pajarito (hacia 1650), Santa Ana enseñando a leer a la Virgen (hacia 1655), Los niños de la concha (1670) e Inmaculada Concepción de L’Ermitage de San Petersburgo (1680), y costumbristas, caso de Joven mendigo (hacia 1650), Dos niños comiendo melón y uvas (1650), Mujeres en la ventana (1665-1675) y Niños jugando a los dados (1675).

Bartolomé Esteban Murillo: Niños jugando a los dados, 1675.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Costumbrista.
Dimensiones: 140 x 108 cm.
Bayerisches Nationalmuseum, Múnich, Alemania.

  

La temática del juego tuvo dos tratamientos diferentes en la pintura barroca, la pintura italiana se centró en las trampas entre jugadores y la española en el entretenimiento sin malicia. Así lo muestra Murillo en Niños jugando a los dados.

Murillo reproduce una escena costumbrista en la que dos niños, que aparecen sentados en diferentes planos ocupando la mitad derecha del lienzo, están jugando a los dados y otro, de pie en el lado izquierdo del cuadro mira al vacío mientras come una fruta; completan la escena en la esquina inferior izquierda un perro, que mira al niño que aparece de pie y un bodegón compuesto por un cesto de frutas y una vasija rota. Cierra la escena una pobre estructura arquitectónica y una atmósfera neutra y difuminada.

La línea compositiva viene marcada por una diagonal descendente de izquierda a derecha del lienzo, desde la cabeza del niño que está de pie hasta las de los niños que están jugando a los dados. El epicentro de la escena son los dados.

La paleta de colores es limitada: amarillo para la fruta, blanco para la ropa de los niños y gris, ocre y pardo para el vestuario de los niños, el perro y el paisaje.

La luz es contrastada, siendo cálida aquella que reciben los niños y los dados, protagonistas de la escena, y más tenue la que ilumina el resto de los elementos.

Las figuras presentan un modelado construido a partir de la combinación de manchas de color y luz.

Murillo caracteriza a los niños con gestos cotidianos y espontáneos; así, el tratamiento que reciben es naturalista, como el de toda la escena. No se aprecia nada que sea artificioso.

Otro aspecto propio del barroco español es la introducción de un tema secundario, en este caso el bodegón que ocupa la esquina inferior izquierda, que da pie a pensar que los niños se ganan la vida vendiendo fruta.

Murillo trató con esmero y respeto a los niños; aun siendo de condición social humilde, no haciendo escarnio de la pobreza que sufrían; en este caso muestra su oficio y la actividad lúdica que los entretenía.

Niños jugando a los dados se cuenta entre los cuadros costumbristas más valorados de Murillo.

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