Salvador Dalí (Figueras, 1904-1989) es el pintor surrealista más destacado e influyente. Durante su etapa madrileña (1922-1926) estudió a los renacentistas Leonardo da Vinci y Rafael, a los barrocos Velázquez, Zurbarán y Vermeer de Delf, además se vio influido por Picasso. Entre sus mejores obras de estos años hay que citar Retrato de Luis Buñuel (1924) y Muchacha en la ventana (1925).
La
mujer representada en Muchacha en la ventana es Ana María Dalí, hermana
pequeña de Salvador y su modelo hasta que este conociese a Gala en 1929; de
ella realizó una docena de retratos, siendo este el más célebre. Ana María
aparece de espaldas al espectador, asomada a una ventana con vistas a la playa
de Es Llaner, en Cadaqués, donde la familia Dalí pasaba las vacaciones de
verano; el suelo y la pared de la habitación se presentan desnudos, pudiéndose
contar las tablas de madera que conforman el suelo; los únicos elementos de
distracción son un visillo y una cortina cortos, la última se transparenta, y
una prenda sobre el alfeizar de la ventana, así el espectador puede centrar su
atención en el paisaje que se abre delante de la joven; Ana María está en
contraposto, con las caderas desequilibradas, descansando casi todo su peso sobre la pierna izquierda, la derecha apenas
doblada con el pie levantado, apoyando la punta en el suelo; los apoya en el
alfeizar de la ventana; las líneas de la costa y del horizonte están por encima
de la cabeza de Ana María y separan mar y cielo; parte del paisaje se refleja
en los cristales de la ventana. Además, la indumentaria de Ana María es una
falda hasta la rodilla y una blusa corrientes, pero que marcan su silueta
femenina.
La paleta de colores es escasa, predominando el azul y el ocre; son azules el vestido de Ana María, el visillo y las cortinas, el alfeizar de la ventana y la prenda que aparece sobre este, el mar y el cielo, con intensidades diferentes; son ocres la pared, el suelo, la línea de costa, la suela de la zapatilla de la joven e, incluso, su piel. Apenas hay manchas de color diferentes, el blanco de las zapatillas y alguna casa del paisaje.
La luz es intensa, aunque el cielo aparezca cubierto.
La
línea que perfila a Ana María y el resto de elementos del cuadro es nítida.
Dalí reunió en una escena costumbrista dos géneros, el retrato, aunque la protagonista aparezca de espaldas al espectador, y el paisaje. Dalí priva al espectador de la expresión del rostro de Ana María, pero le invita observar el paisaje que contempla la joven en la certeza de que experimentará las mismas emociones que esta.
Muchacha en la ventana debe su importancia artística a ser uno de los cuadros más representativos de la etapa madrileña de Dalí y a su impacto visual, lo que le ha convertido en uno de sus cuadros más emblemáticos.
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